domingo, 6 de noviembre de 2016

POEMASDE D. H. LAWRENCE


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(11 de septiembre de 1885, Eastwood, Reino Unido - Fecha de la muerte: 2 de marzo de 1930, Vence, Francia)

AUTOCOMPASIÓN

Nunca vi una criatura salvaje
lo siento por ella misma.
Un pequeño pájaro caerá aterido, muerto de una rama
sin haber sentido pena por sí mismo.

VEJEZ HERMOSA

Debe ser encantador ser viejo
estar henchido de la paz que viene de la experiencia
y de la arruga oportuna por el cumplimiento.

La sonrisa arrugada de plenitud que sigue a una vida
vivida impertérrita y sin disgustos con mentiras aceptadas
que maduraran como las manzanas, y se perfumaran como camuesas
en su vejez.

El sosegamiento, de las personas de edad debe ser, como las manzanas
cuando uno está cansado de amar.
Fragantes como hojas amarillentas, y tenue con la suave
quietud y la satisfacción del otoño.

Y una chica debe decir:
Debe ser maravilloso vivir y envejecer.
Mira a mi madre, lo generosa ¡y aún así lo es! -

Y un hombre joven debe pensar: ¡Por Dios!
mi padre se ha enfrentado a todo y lo ha sobrellevado, ¡pero ha sido una vida!


UNA CANCIÓN DE AMOR


Rechazarme, no si yo te dijera
Que olvide el sonido de tu voz,
Que olvide tus ojos que buscaban a través de
La bruma percibir nuestro matrimonio, y se regocijaron.

Sin embargo, cuando la flor de la manzana abre completamente
Bajo el manoseo de la pálida luz de la luna,
Veo tu rostro blanqueado en mi pecho, y se esconden
Mis ojos de diligente trabajo, fingen.

Ah, entonces, en mi habitación discurro
La persiana para ocultar el jardín, donde la luna
Disfruta de las flores abiertas a medida que se destiñe
Su belleza, su gracia, favor por favor.

Y levanto mis brazos doloridos por ti,
Y levanto mi pecho angustiado, ávido,
Y lloro por tu gran dolor
Y me lanzo a las puertas del sueño, por descanso.

Y toda la noche agitado, preocupado por ti,
Soñando con tu boca cedida y dada a mí,
Sintiendo tu pecho fuerte, manteniendolo en
Paz, donde el sueño es más fuerte incluso que el vino.

UNA MUJER ESPIRITUAL


(A Spiritual Woman).
Cierra tus ojos, mi amor, déjame que te enceguezca;
Ellos te han enseñado a ver
Sólo la media aritmética en la cara de las cosas,
El álgebra ingeniosa en los rostros de los hombres,
Y Dios como la geometría
Completando sus círculos, y trabajando inteligentemente.

Voy a darte un beso en los ojos hasta dejarte ciega;
Si puedo, si alguien pudiera.
Entonces, tal vez en la oscuridad, tu tendrás lo que deseabas encontrar.
Has descubierto tantos fragmentos, con tus ojos ingeniosos,
Y yo soy un caleidoscopio
Que agitaste y sacudiste, y sin embargo, no vendrá a tu mente.
Ahora deja de quejarte de mi.-Pero Dios, ¡cómo te odio!
¿Temes que te voy a estafar?
Crees que si me aceptas como soy, que eso te calmara
¿De alguna manera?-Tan triste, tan intrínseco, tan espiritual, sin embargo, tan prudente, que
Deberás tenerme con toda tu voluntad y tu conciencia -
Te odio.

Lo salvaje en cautividad

Cuando lo salvaje permanece en cautividad
Sin reproducirse
Se vuelve melancólico.
Y muere.
Todos los hombres están cautivos.
Cautivos de una actividad cautiva.
y aunque lo ignoren
los mejores no pueden reproducirse
La gran jaula de nuestra domesticación
mató el sexo en el hombre; la simpleza del
deseo es distorsionada, desviada y retorcida.
Y con la amarga perversidad
apretándolos adversamente
en la juventud odian, copulan y lloran.
El sexo es un estado de gracia. 
En una jaula no puede tener lugar.
Entonces hay que destruirla.
para volver a probar.

Dicen que el mar es desamorado
Dicen que el mar es desamorado, que en el mar
el amor no puede vivir, que sólo arrastra las astillas
de sal
de un  vida sin amor.

Pero en el mar los delfines brincan alrededor del
barco de Dionisios,
cuyos mástiles tienen parras purpúreas,
y saltan hacia rriba con el rojo oscuro del arcoiris
y ¡vuelan! ¡y van! con la nariz hendida de clara delicia;
y es el mar, haciendo el amor con Dionisios
en el vigor de esos pequeños y felices brincos.


Quisiera conocer a una mujer


Quisiera conocer una mujer
que fuera como una llama roja en una chimenea
brillando después de las agitadas ráfagas del día

Para que pudiera acercarme a ella
en la dorada tranquilidad del atardecer
y deleitarme realmente a su lado
sin la obligación de esforzarme a amarla por cortesía,
ni la de conocerla mentalmente.
Sin tener que sufrir un escalofrío cuando le hablo.

Pobreza


La única gente a la que alguna vez escuché
hablar acerca de Mi Señora Pobreza
Era gente rica, o gente que imaginaba serlo.
El mismo San Francisco era un joven corrupto y rico.

Habiendo nacido entre gente trabajadora
Sé que la pobreza es una dura, vieja bruja,
Un monstruo cuando uno está acuciado por las
necesidades inmediatas.
Y el que diga lo contrario miente.

Yo no quiero ser pobre, estar acuciado.
Pero tampoco quiero ser rico.
Cuando miro ese pino en la proximidad del mar,
Que crece fuera de la roca, emplumado, floreciendo
Hacia el cielo,
Veo que posee una abundancia natural,

La magnífica fuerza de sus raíces absorbe el alimento cotidiano
Y sus plumas parecen verdes vasos llenos de vino
alzados hacia el sol y el aire.

Yo quiero ser así, tener una abundancia natural
Y un gran, espléndido plumaje.


Elemental


¿Por qué la gente no deja de ser atractiva
y de pensar que es atractiva, y de querer ser atractiva,
y comienza en cambio a ser más elemental?

Puesto que el hombre está hecho de los elementos
fuego, y lluvia, y aire, y tierra viva
y ninguno de éstos es atractivo
sino elemental,
está desequilibrado al lado de los ángeles.

Quisiera que los hombres recobraran su equilibrio
entre los elementos
y fueran un poco más ardientes, tan incapaces de mentir
como el fuego.
Quisiera que fueran fieles a su propio
movimiento, como el agua,
que pasa todas las etapas de vapor, y río, y hielo
sin perder su naturaleza.

Estoy enfermo de las gentes atractivas;
de algún modo, son falsas.
 

Democracia


Soy demócrata cuando amo el sol libre que encuentro en
Los hombres,
y aristócrata cuando detesto a los posesivos, a los
de entrañas mezquinas.

En todo hombre amo el sol
cuando lo veo entre sus cejas,
claro, sin temor, aun pequeño.

Pero cuando veo esos grisáceos hombres de éxito
tan pestilentes y cadavéricos, absolutamente sin sol,
como groseros esclavos de la prosperidad,
balanceándose mecánicamente,
entonces soy más que radical, y quiero manejar una guillotina.

Y cuando veo obreros,
pálidos y sórdidos como insectos, hormigueando
y viviendo como piojos por un poco de dinero,
y no mirando nunca hacia arriba,
entonces quisiera como Tiberio,
que la muchedumbre tuviera una sola cabeza
para podérsela hachar.

Siento que cuando los hombres pierden el sol
no deben existir más.

ATENTO

La luna está surgiendo de la niebla rojiza,
despojándose de su brillo dorado,
emergiendo blanca y exquisita; y yo veo asombrado
ante mí en el cielo, a una mujer a quien no sabía
que amaba, pero ahí va, y su belleza muerde
mi corazón.
Y yo la sigo bajo la noche, suplicándole que no parta.
 
  

DICEN QUE EL MAR ES DESAMORADO


Dicen que el mar es desamorado, que en el mar
el amor no puede vivir, que sólo arrastra las astillas
de sal
de un  vida sin amor.
 
Pero en el mar los delfines brincan alrededor del
barco de Dionisios,
cuyos mástiles tienen parras purpúreas,
y saltan hacia rriba con el rojo oscuro del arcoiris
y ¡vuelan! ¡y van! con la nariz hendida de clara delicia;
y es el mar, haciendo el amor con Dionisios
en el vigor de esos pequeños y felices brincos.

 COSAS HECHAS POR EL HOMBRE

Las cosas que los hombres han hecho con manos
iluminadas, infundiendo vida apacible en ellas,
continuarán vivas a través de los años, irradiando
cálidamente por largo tiempo.
 
 
 
Por esta razón algunas cosas antiguas son bellas,
frescas, aún en el olvido de los hombres que las
hicieron.
 

CUANDO EL FRUTO MADURO CAE


Cuando el fruto madura cae,
su dulzura destila y permea las venas de la tierra.

Cuando muere la gente en plenitud
el aceite esencial de su experiencia entra
a las venas del viviente espacio, y agrega un destello
al átomo, al cuerpo inmortal del caos.

Porque el espacio está vivo
y se agita como un cisne
cuyas plumas relumbran
sedosas con el aceite esencial de la experiencia.

Últimas palabras a Miriam


Nuestra es la vergüenza y el dolor
Pero la desgracia es sólo mía;
Tu amor fue oscuro y profundo,
El mío fue como el amor del sol por las flores
Que crea con su brillo.

Yo era diligente para explorarte,
Floreciendo tallo por tallo,
Hasta que el fuego de mi creación te arrojó
Quemando hacia la última frontera de la Angustia,
Entonces fui rechazado.

Conocí tu dolor, y quebró
Mi delicado nervio de artesano;
Tu cuerpo se encogió en mi pulso,
Y mi coraje fracasó al intentar darte
La última y bella tortura que merecías.

Eres esbelta, adornada,
Pero opaca y abatida en la carne,
La cuál, habiéndola penetrado con implacable
Y ardiente angustia, fue consumida
En una adorable y brillante mortaja.

Como una ventana pintada: el refinado
Sufrimiento arde a través de tu carne,
Desnúdala y bendícela con la temblorosa
Dulzura de la sabiduría: porque ahora
¿Quién se llenará de nuevo en tí?

¿A quién consumirás en libertad,
Con la escoria y el terror de tu cuerpo,
Desde que tu fuego ha fracasado en mí?
¿Qué hombre se inclinará sobre tu carne
Para penetrarla con la gimiente cruz?

Una silenciosa, casi una cosa bella es tu rostro,
Que me llena de vergüenza
Al verlo endurecer,
Torciendo la imagen perfecta de Dios,
Y oscureciendo mi eterna fama.


¿Por qué ella llora?


Calla y dime
¿Por qué lloras?
Somos tu y yo
Los mismos de antes.

Si oyes un lamento
Es sólo un conejo
Volviendo a su agujero,
En un momento.

Si algo se agita en las ramas,
Es el paseo inquieto de las ardillas,
Abrumadas por nosotros, debajo,
Amándonos.

¿Por qué lloras entonces?
¿Le temes a Dios
En la oscuridad?

Yo no le temo a Dios.
Deja que venga.
Si se oculta entre las hojas,
Deja que venga.

Ahora, en el día fresco, somos nosotros
Los que andamos entre los árboles
Llamando a Dios: ¿dónde estás?
Y es él quien se oculta.

¿Por qué lloras?
Mi corazón es amargo.
Deja que venga a justificar
Sus actos, ahora.

¿Porqué lloras?
Pero si puedes sufrir
Entonces llora, por la memoria
De nuestra vieja justicia.

Nos hemos equivocado
Muchas veces;
Pero esta vez comenzamos
A hacerlo bien.

Llora, entonces, llora
Por la abominación de nuestra justicia.
Dios seguirá oculto.
Él nunca vendrá.

El deseo está muerto



El deseo puede estar muerto
y aún así un hombre puede ser
el lugar de reunión de la lluvia y el sol,
maravilla que derroca al dolor
como un árbol en invierno.


Misterio



Soy un enorme
Tazón de besos,
Como el alto
Y delgado cuenco
Llenado en Egipto
Para los excesos de Dios.

Alcé hacia ti
Mi tazón de besos,
Y a través del receso
Azul del templo,
Lloré hacia ti
Con salvajes caricias.

Y hacia mis labios
La pasión deslizó
Un rubor brillante,
Y por mi silueta
Blanca y delgada fluyó
El himno tonante.

De pie frente al altar
Ofrecí el cáliz,
Y lloré hacia el cielo,
Para que te inclines
Y bebas, oh, Señor.

Oh, bebed mi cuerpo,
Que tal vez yo sea
El interior del cuenco,
Como un misterio,
Como el vino inmóvil
En el éxtasis.

Brillantes todavía
En el éxtasis,
Vinos mezclados
De ti y de mí,
En un completo
Y absoluto Misterio.


Somos los transmisores


Mientras vivimos somos transmisores de vida.
Y cuando no logramos transmitir vida, la vida


ya no logra fluir a través de nosotros.

Es parte del misterio del sexo, es un flujo que avanza.
Las gentes asexuadas jamás transmiten nada.

Y cuando al trabajar logramos transmitir vida a nuestro trabajo,
la vida, ya más vida, corre a nosotros para compensarnos,

para estar preparada
y ondeamos vivientes a través de los días.

Ya sea una mujer haciendo un pastel de manzana

o un hombre un taburete,
si la vida penetra en el pastel, bueno será el pastel
y bueno el taburete,
contenta estará ella, ondeando de vida fresca,
contento estará él.

Da y te será dado,
ésta es aún la verdad de la vida.
Pero dar vida no es tan fácil.
No significa dispensarla a cualquier necio

ni dejar que los muertos vivientes te devoren.
Significa encender el principio de vida allí donde no estaba,
incluso si es tan sólo en la blancura de un pañuelo recién lavado.

Trad. J. D.

CANCIÓN DEL HOMBRE QUE ES AMADO


Entre sus pechos está mi hogar, entre sus pechos.
Por tres lados me hostigan el miedo y el espacio, pero el cuarto
respira,
tibio en la fortaleza de sus pechos

Todo el día estoy alegre y atareado en mi trabajo
no hace falta cuidar mis espaldas del terror que acecha detrás.
Estoy fuerte, soy feliz en mi trabajo.

No hace falta velar por mi alma, engañar el miedo con plegarias;
vuelvo a casa cada noche, veo la querida puerta con cerrojo, y allí me encierro, libre de miedo.

Vuelvo a casa cada noche
y tiendo mi cara entre sus pechos;
y de lo bueno que haya dado al día,
mi paz da fe.
Y aquello en que fallé, donde me equivoqué
surge innombrado de su cuerpo y sin falta
silencioso me avergüenzo.

Y espero pasar la eternidad
con mi cara hundida entre sus pechos
y mi tranquilo corazón lleno de seguridad
y mis manos quietas llenas de sus pechos.


EN LAS CIUDADES


En las ciudades
ya ni siquiera existe el clima
el clima en la ciudad es siempre nafta, vahos de petróleo
aceite lubricante, gas de los escapes.

Como en un pantano denso, los vahos
se espesan, el miasma, el humo del automóvil
se espesa denso en las ciudades.

En la antigua Roma, por las calles y el gentío
no corrían ruedas, carruajes insolentes.
Sólo los pasos, los pasos de la gente
y el trote ligero de los esclavos
que llevaban a sus amos en literas.

En Minos, en Micenas
en ciudades con leones esculpidos a sus puertas
los muertos entramaban el aire, demorándose,
demorándose a la sombra de la tierra
inclinados hacia el fuego del hogar.

En Londres, en París, en Nueva York,
en ciudades estallando
los muertos caminan pesadamente por el aire turbio
a través de la ciénaga de humos
pesadamente, con andar cansado
sobre nuestros corazones. 


A LA SALIDA DE LA ÓPERA 


Por las escaleras de piedra
muchachas de grandes ojos colmados de tragedia
alzan hacia mí sus miradas de grave desconsuelo.
Y yo sonrío.

Damas
con pies lustrosos y puntiagudos
dando pasitos como pájaros
buscan con ansia algo como un bote que las salve
del naufragio,
Y yo, en la averiada multitud,
estoy de pie y sonrío.

Toman la tragedia tan naturalmente.
Eso me complace.

Pero al ver los ojos cansados
dolientes enrojecidos
del camarero de flacos brazos
me alegra volver al lugar de donde vine.


FÉNIX

¿Quieres ser borrado, abolido, anulado, cancelado
y reducido a la nada?
¿Estás dispuesto a ser reducido a la nada?
¿a sumergirte en el olvido?
Si no: nunca podrás cambiar realmente.
El ave fénix renueva su juventud
sólo cuando ha sido quemada, quemada viva,
consumida hasta una pálida y chamuscada ceniza.
Entonces, la palpitación de un nuevo ave en el nido,
con sus flotantes hebras de plumón ceniciento,
demuestra que está renovando su juventud
como el águila:
Ave Inmortal.

PAZ Y GUERRA

La gente hace siempre la guerra cuando dice amar la paz.
El estruendo del amor por la paz lo hace estremecerse a uno
mucho más que un grito de combate.
¿Por qué debería uno amar la paz?
Es tan, obviamente, ruin y bajo hacer la guerra.
La estridente propaganda por la paz
hace parecer inminente la guerra.
Y es una forma de guerra, igualmente, la auto-aserción
y el ser Sabio para con los demás.
Dejemos que la gente sea sabia por sí misma.
Porque, de cualquier modo, nadie es sabio
salvo en raras ocasiones, como al casarse o morir.
Es de mal gusto ser sabio todo el tiempo,
como si estuviéramos en un funeral perpetuo.
Para el uso de todos los días, denme alguien caprichoso,
con no mucho propósito en la vida, y entonces
no haremos la guerra, ni necesitaremos hablar de paz.


Gloria

Gloria, también, es el sol; y el sol de los soles.
Porque  por debajo de los  ejes de  sus esplendidos piñones
Corre el pequeño río de la paz
La mayor parte del  tiempo el tigre vagabundea en una paz
Ardiente.
Y en lo alto el águila pequeña vuelve a dar vueltas el lento pivote de la paz.
La paz viene desde más allá del sol, con el halcón peregrino y la lechuza.
Sin embargo, todos ellos beben sangre

Piedad de si mismo

Nuca vi  una cosa salvaje
Tener piedad de si misma.
Un pajarito puede caer congelado y muerto desde una rama
Sin nunca haber sentido piedad de si mismo.

Lo salvaje en cautividad

Cuando lo salvaje permanece en cautividad
Sin reproducirse
Se vuelve melancólico.
Y muere.
Todos los hombres están cautivos.
Cautivos de una actividad cautiva.
Y aunque lo ignoren
Los mejores no pueden reproducirse
La gran jaula de nuestra domesticación
Mato el sexo en el hombre; la simpleza del
Deseo es distorsionada, desviada y retorcida.
Y con la amarga perversidad
Apretándolos adversamente
En la juventud odian, copulan y lloran.
El sexo es un estado de gracia. En una jaula
No puede tener lugar.
Entonces hay que destruirla.
Para volver a probar.


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