martes, 29 de noviembre de 2016

POEMAS DE HEBERTO PADILLA


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(20 de enero de 1932, Consolación del Sur, Cuba - 25 de septiembre de 2000, Auburn, Alabama, Estados Unidos)



Autorretrato del otro

¿Son estremecimientos, náuseas,
efusiones,
o más bien esas ganas
a veces tiene el hombre de gritar?
No lo sé. Vuelvo a escena.
Camino hacia los reflectores
como ayer,
                  más veloz que una ardilla,
con mi baba de niño
y una banda tricolor en el pecho,
               protestón e irascible
                          entre los colegiales.

Es que por fin
                       lograron encerrarme
en el jardín barroco que tanto odié
y este brillo de ópalo
                         en los ojos
me hace irreconocible.
El gladiador enano ( de bronce)
que he puesto encima de la mesa
-un héroe cejijunto y habilísimo
con su arma corta y blanca-
y su perra enconada,
                 son ahora mis únicos compinches.
Pero cuando aparezca
                 mi tropa de juglares
limaremos las rejas
                                         y saldré.
¡Puertas son las que sobran!

Bajo la luna plástica
¿me he vuelto un papagayo
o un payaso de náilon
que enreda y trueca las consignas?
¿O no es cierto?
¿Es una pesadilla
que yo mismo pudiera destruir?
¿Abrir
de repente los ojos
y rodar por el sueño como un tonel
y el mundo ya mezclado con mis fermentaciones?
¿O serán estas ganas
que a veces tiene el hombre de gritar?
Las Derechas me alaban
                 (ya me difamarán).
Las Izquierdas me han hecho célebre
               (¿ no han empezado a alimentar sus dudas?).

Pero de todas formas
advierto que vivo entre las calles.
Voy sin gafas ahumadas.
Y no llevo bombas de tiempo en los bolsillos
ni una oreja peluda -de oso-.
Ábranme paso ya
sin saludarme, por favor.
Sin hablarme.
Échense a un lado si me ven.

De "El hombre junto al mar"  1981




Berta


Estás contra mi pecho, 
y sé que todo el aire desordenado 
de mi vida 
rinde ante ti los brazos, mujer mía. 

Conmigo por tantas horas, 
tú restauras mi profunda alegría 
y la apuntalas a tu modo 
en el mundo. 
Y eres la fantasiosa que recorre 
el delicado juego 
de la encantada noche, mi poseída.

De "El justo tiempo humano" 1962



Día tras día


Cada noche me libras
de la corona turbia
que amenaza las horas de mi felicidad
y llegas en puntillas lentamente
y me arrancas los ojos de humanista
susceptibles al sueño
de modo que la muerte no puede seducirme
Definitivamente soy tu modelo azul
temblando en cualquier agua en que tú me sumerjes
La flor monumental para el salón de té
de las embajadoras que ignoran nuestros nombres

De "El hombre junto al mar"  1981



El hombre junto al mar


Hay un hombre tirado junto al mar 
Pero no pienses que voy a describirlo como a un 
         ahogado 
Un pobre hombre que se muere en la orilla 
Aunque lo hayan arrastrado las olas 
Aunque no sea más que una frágil trama que respira 
Unos ojos 
Unas manos que buscan 
       Certidumbres 
                                     A tientas 
Aunque ya no le sirva de nada 
Gritar o quedar mudo 
Y la ola más débil 
Lo pueda destruir y hundir en su elemento 
Yo sé que él está vivo 
A todo lo ancho y largo de su cuerpo

De "El hombre junto al mar"  1981



En tiempos difíciles


A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lágrimas
para que contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmación, un sueño
(el-alto-sueño);
le pidieron las piernas,
duras y nudosas,
(sus viejas piernas andariegas)
porque en tiempos difíciles
¿algo hay mejor que un par de piernas
para la construcción o la trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño,
con su árbol obediente.
Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles esta es, sin duda, la prueba decisiva.

De "Fuera del juego" 1968
 


  

Entre marzo y abril está mi mes más cruel...


Entre marzo y abril está mi mes más cruel 
Apretado a tus brazos
ascua feliz
                       el más tierno y salvaje
te dije:
               éstos tienen que ser los brazos del amor
Puse tus ojos y tus labios abiertos
                                    debajo de los míos
y caímos cantando en el sofá
fue la última vez en que pudimos amar
          sin sobresaltos.
y en vez de libros
                                    flores
y un hechizo calcáreo en la pared
                                                   con manchas
y la espuma de los muebles de mimbre
                                                   orlando tu aureola
abriendo abanicos de fuego
lanzallamas
y un cielo
y una constelación que se agigantan
muslos y vulvas inmortales
y mi oído en tu vientre
                donde te late un nuevo corazón
y en tu entraña
                                 ahora estás embarazada
en la abertura exigua de cada poro
el eterno deseo
la única escritura digna de nuestros nombres
y el retrato de Marx
junto al de nuestros padres
                                                         implorando
que arranquemos del mundo la tristeza
Nos alzamos
                          nos vestimos
le arrancamos al mundo la tristeza
                        sonreímos
te sentaste a mi lado
                                          me miraste
y yo
         el escueto y lógico
te grité
               fuego mío, bruñido por la vida
               laurel invulnerable
               tacto
                          jadeo
                                       gozo

Algo de eso te dije o te grité
con el horror de que pudieran acabarse
                         de pronto las palabras
Y continuábamos desnudos
                cuerpos
debajo de un pantalón
                                     de un vestido de lana
todo temblor
                            desnudos
Nadie que no seas tú
        podría plegarse a la modulación urgente de mis días

te dije
        en realidad quería susurrarte mis años
pero eso te alegró
y te dormiste
                           protegida
                                                confiada
los libros
                    y la ropa
                                      por el suelo
Cuando duermes parece que te ahogas o sufres
           Me das miedo

Ése era yo
                     tú describiéndome
asustada con mi respiración
De modo que esperé a que durmieras
              mucho rato
para que nada pudiera despertarte
nunca nada ni nadie
animales del siglo
                  enlazados desnudos
y el mundo entre los dos
                     ¿o una cara del mundo?
                     ¿Pero cuál?
Luego fueron zapatos burdos
                                                            apresurados
no en la yerba
               en el suelo
                       en la penumbra
                                 en el amanecer
yo vistiéndome adormilado
oyendo
               no tu respiración
                                                  sino la orden
la más humana
               desvistiéndome luego en otro sitio
                        audible de las voces
vuelto a vestir
                con una tela del color de la tierra
un efecto sencillo en una sinfonía
                 Adelante camina
la más humana 
                              de las voces
Golpetazos 
aullidos
Yo subiendo
                bajando escaleras
                                 del color de la tela
Puertas
                abriéndose
                           cerrándose
entre marzo y abril
                  un golpe de metal sobre metal
                  una cara del mundo.
                  ¿Pero cuál?
Un mes oculto entre otros dos
              ¿el más cruel?      ¿el más fiel?
Y la pared garabateada a punta de cucharas
nombres
                   fechas
                                 despedidas
                                                       pedazos de oraciones
La litera es también color tierra como la tela
El techo   y   la letrina son también muy oscuros
                                            del color de la tela.

De "El hombre junto al mar"  1981




Fuera del juego


                                    A Yannis Ritzos, en una cárcel de Grecia


¡Al poeta, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.
No entra en el juego.
No se entusiasma.
No pone en claro su mensaje.
No repara siquiera en los milagros.
Se pasa el día entero cavilando.
Encuentra siempre algo que objetar.

¡A ese tipo, despídanlo!
Echen a un lado al aguafiestas,
a ese malhumorado
del verano,
con gafas negras
bajo el sol que nace.
Siempre
le sedujeron las andanzas
y las bellas catástrofes
del tiempo sin Historia.
Es
     incluso
                     anticuado.
Sólo le gusta el viejo Armstrong.

Tararea, a lo sumo,
una canción de Pete Seeger.
Canta,
              entre dientes,
                                           La Guantanamera.
Pero no hay
quien lo haga abrir la boca,
pero no hay
quien lo haga sonreír
cada vez que comienza el espectáculo
y brincan
los payasos por la escena;
cuando las cacatúas
confunden el amor con el terror
y está crujiendo el escenario
y truenan los metales
y los cueros
y todo el mundo salta,
se inclina,
retrocede,
sonríe,
abre la boca
                         "pues sí,
                          claro que sí,
                          por supuesto que sí..."
y bailan todos bien,
bailan bonito,
como les piden que sea el baile.
¡A ese tipo, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.

De "Fuera del juego" 1968


Heinrich Heine

En una de estas tardes
me pondré guantes blancos,
frac negro,
sombrero;
iré a la calle Behren,
cuando nadie se encuentre en el café,
y no se haya formado la tertulia
y nadie me pueda reconocer
excepto Heinrich Heine,
pues debo hablar con él,
que sabe cuánto oculta la gloria y la ponzoña,
el exilio y el reino
(y que lo sabe bien).
Escéptico, burlón, sentimental creyente...
(Así lo describió Gautier)
Pero ¿de quién hablaba?
¿De nosotros o de él?
Porque ¿quién no ha opinado
contra sus sentimientos?
¿Contra quién no ha graznado
un cuervo de hiel?
En una de estas tardes...
Enfundaré los ojos de Teresa,
se los pondré delante a Heine
de modo que comprenda que también
supe de ellos y los desenterré.
Le diré que es mi modo de ser contemporáneo.
Haremos una larga reverencia
(son ojos de otro siglo,
descubiertos por mí...)

Esta tarde tal vez...
Cuando el brumoso mirlo
salte de rama en rama
y sólo Heine se encuentre en el Café,
y nadie pueda nunca saber
que anduve entre walkirias, nornas,
parcas del norte,
que yo también he sido un desenterrador.

De "El hombre junto al mar"  1981





La promesa


Hace tiempo te había prometido muchos
poemas de amor y -ya ves- no podía escribirlos.
Tú estabas junto a mí
y es imposible escribir sobre lo que se tiene.
Lo que se tiene siempre es poesía.
P ero ya han comenzado a unirnos cosas
definitivas: hemos vivido la misma soledad
en cuartos separados
-sin saber nada el uno del otro-,
tratando -cada uno en su sitio- de recordar
cómo eran los gestos de nuestras caras
que de pronto se juntan con aquellas
que ya creíamos perdidas, desdibujadas,
de los primeros años.
Yo recordaba los golpes en la puerta
y tu voz alarmada
y tú mis ojos neutros,
soñolientos aún.
Durante mucho tiempo me preguntabas 
qué cosa era la Historia.
Yo fracasaba, te daba definiciones
                 imprecisas.
Nunca me atreví a darte un ejemplo mayor.

De "El hombre junto al mar"  1981



La vida contigo


Te levantas
y el día se levanta contigo
Se levanta todo lo que quedó
lo que salvó la noche
Y te mueves a tientas
parece que te unieras al mundo con cautela
como si hubiese que reaprenderlo todo
Y sin embargo
todo viene hacia ti
soy yo el que forcejea
el que pierde pie
el que cae al fondo
buscándote
No sé si eres la misma
que hace sólo un instante ha dormido conmigo
o ésa que nunca duerme :
muslos que fluyen
ojos que se apresuran
o aire tal vez
la masa transparente
la gran fiesta del pájaro

De "El hombre junto al mar"  1981



La voz


No es la guitarra lo que alegra
       0 ahuyenta el miedo en la medianoche
No es su bordón redondo y manso
como el ojo de un buey
No es la mano que roza o se aferra a las cuerdas
buscando los sonidos
sino la voz humana cuando canta
y propaga los ensueños del hombre.

De "El hombre junto al mar"  1981



Llegada del otoño 


De un rumor 
creciente y voluptuoso 
se llenan para mí los días. 
Dispongo de este mundo 
exasperado 
para mi ocio más largo; 
de la noche más cruel, 
para el inevitable maleficio. 

¡Llegadas 
del Otoño, mis asiduas, 
mis fieles! 
Cuando en la pedregosa mañana 
el mundo asume la delicia; 
salto, busco los viejos ritos 
en el viento; recurro 
a madres que me ignoran, 
llamo a sus criaturas 
temblorosas 
y hago lumbre en mi cuarto 
gritando a voz en cuello: 
¡Ancianos, 
para mis ojos es esta flor 
remota, 
solamente para ellos! 

De "El justo tiempo humano" 1962




Los viejos poetas, los viejos maestros realmente...


Los viejos poetas, los viejos maestros realmente
          duchos en el terror de nuestra época, se han puesto
          todos a morir.
Yo sobrevivo, lo que pudiera calificarse de milagro,
          entre los jóvenes.
Examino los documentos:
         los mapas, la escalada, las rampas de lanzamiento,
         las sombrillas nucleares, la Ley del valor,
         la sucia guerra de Viet Nam.
Yo asisto a los congresos del tercer mundo y firmo
         manifiestos y mi mesa está llena de cartas y
         telegramas y periódicos;
         pero mi secreta y casi desesperante obsesión
         es encontrar a un hombre,
         a un niño,
         a una mujer
         capaces de afrontar este siglo
con la cabeza a salvo, con un juego sin riesgos
o un parto, por lo menos, sin dolor.

De "El justo tiempo humano" 1962


Madrigal

El sol ha cedido en la sombra
el mar encrespa de repente sus olas
Menea los manglares
donde flotan cientos de garzas
         largas como preocupaciones
Y tú sales del mar
        llenas
todo el centro del mundo
        igual que el mediodía
Centelleas
        contra el toldo del bar
donde leo el periódico
intranquilo
donde bebo
donde busco la orilla
de este siglo
de estos tiempos de lucha
de hermosura
          y de escarnio

De "El hombre junto al mar"  1981



Para escribir en el álbum de un tirano 


Protégete de los vacilantes, 
porque un día sabrán lo que no quieren. 
Protégete de los balbucientes, 
de Juan-el-gago, Pedro-el-mudo, 
porque descubrirán un día su voz fuerte. 
Protégete de los tímidos y los apabullados, 
porque un día dejarán de ponerse de pie cuando entres.

De "Fuera del juego" 1968



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