miércoles, 14 de diciembre de 2016

POEMAS DE ALOYSIUS BERTRAND


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(20 de abril de 1807, Ceva, Italia - 29 de abril de 1841, Dijon, Francia)


Gaspar de la Noche


Un gótico torreón
y una gótica aguja
en un cielo ilusorio
tal Dijón, a lo lejos.
Sus alegres parrales
no tienen paralelos.
Sus campanarios antes
llegaban hasta diez.
Allí más de una muestra
fue esculpida o pintada;
y más de una portada
despliega su abanico.
Dijón ¡que te impacientas
Y mi laúd precario
te canta la mostaza
como tu Jacquemart!


LA HABITACIÓN GÓTICA

Nox et solitudo plenae sunt diabolo

Los Padres de la Iglesia


De noche, mi habitación está llena de diablos.


- ¡Oh! La tierra - le murmuré a la noche - es un cáliz embalsamado; su pistilo y sus estambres son la luna y las estrellas.

Y con los párpados pesados por el sueño, cerré la ventada marcada con la cruz del calvario, negra en la aureola amarilla de las vidrieras.
*

¡Si la media noche - la hora blasonada de dragones y diablos - sólo trajera al gnomo que se emborracha con el aceite de mi lámpara!

¡Si sólo trajera a la nodriza que, con una nana monótona, acuna en la coraza de mi padre a un bebé nacido muerto!

¡Si sólo trajera al esqueleto del 
lansquenete emparedado bajo la madera, que golpea con la frente, el codo y la rodilla!

¡Si sólo trajera a mi antepasado que sale andando de su marco carcomido, y moja su gantelete en el agua bendita de la pila bautismal!

¡Pero trae a Scarbo, que me muerde el cuello y que, para cauterizar mi herida abierta, hunde en ella su dedo de hierro al rojo vivo!

Primer poema del tercer libro de Las Fantasías de Gaspard de la Nuit: La noche y sus prestigios.


Yo ondina 


        . . . . . . . . Creí escuchar
Una débil armonía que encanta mi sueño.
Y cerca de mí irradia un murmullo idéntico
De canciones interrumpidas por una voz triste y tierna.
CH. BRUGNOT - Los dos Espíritus.

- ¡Escucha! - Soy yo, es Ondine quien pinta gotas de agua en los paneles resonantes de tus ventanas iluminadas por los sombríos rayos de la luna, y aquí en bata de seda regada, la señora del castillo mira Desde su balcón en la hermosa noche estrellada y el hermoso lago dormido.

"Cada ola es un sprite de agua que nada en el arroyo, cada arroyo es un sendero que serpentea hacia mi palacio, y mi palacio es una estructura fluida, en el fondo del lago, en un triángulo de fuego, de tierra y de aire .

"¡Escucha! - ¡Escucha! - Mi padre azota el agua que crujía con una rama de un aliso verde, y mis hermanas acarician con sus brazos de espuma las islas frías de hierbas, de nenúfares y de flores de maíz, o se ríen de la Decrépito y barbudo que pesca en la línea.

Su canción murmuró, ella me suplica que acepte su anillo en mi dedo, y sea el marido de un Ondine, y visitar con ella su palacio y ser rey de los lagos.

Y como yo estaba respondiendo a ella que me gustaba un mortal, hosco y rencoroso, lloró algunas lágrimas, pronuncié un estallido de risa, y se desvaneció en una lluvia que se filtraba blanco a lo largo de mis vidrieras.



II. El Gibbet


¿Qué veo moviendo alrededor de esa horca?
               FAUST.

¡Ah! Lo que he oído, ¿fue el viento del norte que grita en la noche, o el ahorcado que emite un suspiro en el tenedor de la horca?

¿Fue algún grillo que canta al acecho en el musgo y la hiedra estéril, que por piedad cubre el suelo del bosque?

¿Fue alguna mosca en persecución sonando el cuerno alrededor de esas orejas sordas a la fanfarria de los hallos *?

¿Era algún escarabajo escarabajo que recoge en su vuelo desigual un pelo ensangrentado de su cráneo calvo?

¿O entonces, era alguna araña que borda una media medida de muselina para una corbata en este cuello estrangulado?

Es la campana que toca desde las paredes de una ciudad, bajo el horizonte, y el cadáver del ahorcado que está enrojecido por el sol poniente.






A Charles Nodier


El hombre es un péndulo que golpea una moneda en su
esquina. El cuádruple lleva el sello del emperador,
la medalla de la papa, el token loco.

Me marca mi token en este juego de la vida donde perdemos
rápida sucesión, y el diablo, para terminar, rodeo
jugadores, dados y la alfombra verde.

El emperador dictó órdenes a sus capitanes, Papa
dirección de burbujas al cristianismo y escribió un loco
libro.

Mi libro, aquí como lo hice y como hemos
debe leer antes de los comentaristas hicieron obscur-
cissent su aclaración.

Pero estas no son las páginas enfermizos, humilde
la mano de obra ignoró el día de hoy, que se sumarán algunos
lustre a la fama poética de días pasados.

Y juglar de rosa mosqueta se desvaneció que florecerá
siempre el alhelí cada primavera con el gótico
ventanas de los castillos y monasterios.


La Horca

(¿Qué es lo que veo moverse alrededor de esa horca?
– Fausto.)
¡Ah! Eso que yo escucho, ¿será el cierzo
nocturno que aúlla o el ahorcado que da
un suspiro en la horca patibularia?
¿Será algún grillo que canta agazapado en
el musgo y la hiedra estéril la cual, por piedad,
viste al bosque?
¿Será alguna mosca cazando, tocando
la trompa alrededor de esos oídos sordos
a la fanfarria del halallí?
¿Será algún escarabajo que recolecta en su
vuelo irregular un cabello ensangrentado de su
cráneo calvo?
O bien, ¿será alguna araña que borda
medio metro de muselina como corbata
para ese cuello estrangulado?
Es la campana que tañe entre los muros de una ciudad,
en el horizonte, y el esqueleto de un ahorcado
al que enrojece el sol poniente.

Scarbo

(Él miró bajo la cama, en la chimenea,
en el baúl;– nadie.
No pudo comprender por dónde se había
introducido, por dónde se había esfumado.
Hoffmann – Cuentos nocturnos)
¡Oh! ¡Cuántas veces lo escuché y lo vi, Scarbo,
cuando a medianoche la luna brilla en el
cielo como un escudo de plata sobre un
estandarte azul sembrado de abejas de oro!
¡Cuántas veces lo escuché canturrear su risa
en la sombra de mi alcoba, y rechinar su uña
sobre la seda de las cortinas de mi cama!
¡Cuántas veces lo vi descender al suelo,
hacer piruetas en un pie y rodar por la habitación
como el huso caído de la rueca de una hechicera!
¿Lo creía entonces desaparecido? ¡El enano crecía
entre la luna y yo como el campanario de una
catedral gótica, un cascabel de oro oscilando
con su gorro puntiagudo!
Pero pronto su cuerpo se azulaba, diáfano
como la cera de una vela, su cara palidecía
como la cera de un pabilo – y súbitamente
él se extinguía.


Salida para el sábado


Había alrededor de una docena que se comió la sopa 
cerveza, y cada uno tenía una cuchara para hueso 
el antebrazo de un cadáver. 

La chimenea estaba brillando rojas, velas 
champignonnaient en el humo, y las placas 
Pit exhala un olor de la primavera. 

Y cuando Maribas risa o llanto se oía 
gimiendo como un arco sobre las cuerdas de un tres 
violín desmantelado. 

Sin embargo el soldado diabólicamente extendió sobre la mesa, 
por la luz de sebo, un grimorio, que se posó una 
mosca a la parrilla. 

Esta mosca todavía estaba a tope cuando su vientre 
enorme, araña peluda se subió a los bordes de la magicolor 
ese volumen. 

Pero ya habían volado por las brujas 
la chimenea, que montó la escoba, que en 
pinzas y Maribas en el mango de la sartén.


Viola de Gamba

El maestro de capilla apenas había puesto en duda la ar- 
Chetla viola zumbido, ella respondió con una 
Gorgoteo chistes burlescos y rollos, 
como si no tuviera la indigestión estomacal 
comedia italiana. 

Primero fue la dueña Bárbara que regañó este 
Pierrot engañar a tener la incómoda izquierda 
El Sr. Cassandre dejó caer la caja de la peluca, y 
todo el polvo derramado en el suelo. 

Y el Sr. Cassandra recogiendo su lastimosamente 
peluca, y Arlequín mueren en un accidente cerebrovascular viédase 
los pies en el trasero, y limpie un Columbine 
rasgón de la risa, y Pierrot ampliar hasta 
oídos enharinado mueca. 

Pero pronto la luz de la luna, cuya Arlequin 
vela se había muerto, le rogó a su amigo Pierrot 
disparar a los bloqueos de volver a encender, por lo 
el traidor retira la chica con la cinta 
de edad. 

- "Maldita luthier Trabajo Hans que me vendió este 
cuerda! -gritó el maestro de capilla, la de nuevo 
viola el polvo en su caso polvoriento. " - La cuerda 
había roto.


Harlem


Harlem, esta escuela resumir bambochade admirable 
Flamenco, Harlem pintado por Jean-Breughel, Peeter-Neef, 
David Teniers y Rembrandt Paul. 

Y el canal donde tiembla el agua azul, y la iglesia donde el 
incendios acristalamiento de oro, y Stoel * ropa en seco 
soleados y techos, saltos verdes. 

Y cigüeñas agita durante todo el día 
de la ciudad, llegando a las altas melodías de cuello y recibir 
en sus picos gotas de lluvia. 

Burgomaestre y sin preocupaciones mano acariciante 
la papada, y el florista amante que crece fino, 
ojo unido a un tulipán. 

Y el gitano que se desmaya en su mandolina, y 
anciano que juega Rommelpot **, y el niño que se hincha 
una vejiga. 

Y bebedores que fuman en la taberna ciega, y 
el criado de un hotel que se cuelga en la ventana 
faisán muerto. 


(*) Balcón de piedra 
(**) instrumento musical



El académico Leiden

Se sienta en su sillón de terciopelo de Utrecht 
Sir Blasius, la barbilla en la fina de la fresa 
de encaje, como las aves de corral cocinero era 
asado en una estufa. 

Se sienta frente a su banco para hacer el cambio 
la mitad de un florín; Yo, un pobre estudiante de Leiden, que 
tiene una tapa y las bragas perforados, pararse en un pie 
como una grúa en un amigo. 

Esta es la catapulta que sale de la caja de laca con 
las figuras chinas extrañas, como una araña, 
cruzándose de brazos largos, se refugia en un tulipán 
matizadas mil colores. 

¿No dicen, para ver la mina principal alargado, 
dedos temblorosos desacoplamiento descarnado de monedas de oro, 
de un ladrón sorprendido en el acto y obligó a la pistola 
en la garganta, para dar a Dios lo que ha ganado con 
Diablo? 

Mi Florin que examine con confianza a través de la 
Lupa es menos ambiguo y sospechoso que su pequeño ojo 
Gray, que fuma como una linterna el mal. 

La catapulta ha vuelto a su caja de laca con llante 
PIEZA figuras chinas, Sir Blasius se elevó a 
la mitad de su sillón de terciopelo de Utrecht, y saludando 
al suelo, voy hacia atrás, pobre colegial Leiden 
que han perforado hacia abajo y pantalones.


mendigos noche


- Ahoy! tienda que se calienta! - Se te echa de menos 
más que viajar a casa! Este hombre tiene las piernas 
como unas pinzas. 

- Una hora ! - Se Dru beso! - ¿Sabe usted, mi Gatos- 
búhos, lo que hizo la luna tan clara? - ¡No! - La 
cuernos de un cornudo ser quemados allí. 

- Los carbones al rojo a la parrilla del carbonizados! - Como la 
baile azul de la llama en brasas! Ahoy! cuál es el 
rufián que venció a su puta? 

- Me congele la nariz! - Brindo greves! - hacer 
Ves algo en el fuego, Choupille? - Sí! un Halle- 
Bard. - Y usted, Jeanpoil? - Un ojo. 

- Lugar, espacio para el Sr. La Chousserie! - Usted es 
allí, señor fiscal, y con guantes con gusto matorral 
para el invierno! - Sí-da! tomcats no tienen la congelación! 

- Ah! Aquí señores del reloj! - Sus botas de humo. 
- Y tirelaines? - Hemos matado a dos de arque- 
busade, otros escaparon a través del río. 

* 

Y así es como acoquinaient unos ardientes antorchas, 
con la noche mendigo, un abogado para el parlamento 
corrió Guilledou Gascon y el reloj que dijo 
reír sin la explotación de sus fusiles sintonía.

el alquimista

No hay nada todavía! - Y en vano hacer yo laminado para 
tres días y tres noches, el resplandor pálido 
la lámpara, los libros herméticos de Raymond Lully! 

No hay nada, excepto con el silbido de la retorta 
reluciente, la risa burlona de una salamandra que 
hecho un juego molestar a mis meditaciones. 

A veces se atribuye un petardo a un pelo de la barba, 
A veces él me libra de su ballesta un golpe de fuego 
en mi abrigo. 

O furbished su armadura, que es cuando la ceniza 
horno que soda en las páginas de mi forma 
y la tinta de mi escritorio. 

Y la retorta, siempre espumoso más, la silba 
mismo aire que el diablo cuando San Eloy le tenailla 
la nariz en su fragua. 

Pero nada todavía! - Y por tres días y 
otros tres noches que feuilletterai, la pálida 
resplandor de la lámpara, los libros herméticos 
Raymond Lull!


Los cinco dedos de la mano


El oro es que la taberna flamenca de grasa, el estado de ánimo 
burlas y procaz, fumando a su puerta para 
la marca de cerveza de marzo. 

El índice es su esposa, virago seca como la merluza, 
la cual, por la mañana, un golpe a su criado que es 
celoso, y acariciar la botella que ama. 

El dedo medio es su hijo, del lado de acompañante 
el soldado hacha sería si él no era una fábrica de cerveza, y 
caballo sería si fuera humano. 

El dedo anular es su hija, ágil y molesto 
Zerbine, la venta de los cordones a las damas y no vende 
sonrisas pilotos. 

Y el dedo oído es el Benjamín de la familia, 
Llorando palo de golf que siempre barra de suspensión de la correa 
su madre como un niño pequeño que cuelga del gancho de una 
ogresa. 

Los cinco dedos de la mano son los más estupendo 
alhelí de cinco hojas cada vez bordada de la par- 
tierra de la noble ciudad de Harlem.


La Salamandra


«Echó al hogar unos cuantos ramos de acebo bendecido, que ardieron crepitantes.»
     Ch. Nodier, «Trilby».

«Grillo, amigo, ¿acaso has muerto, que permaneces sordo al sonido de mi silbido y ciego al resplandor del incendio?»

Y el grillo, por muy afectuosas que fueran las palabras de la salamandra, nada respondía, sea porque durmiera un sueño mágico o por darse el capricho de simular enfado.
«¡Oh! ¡Cántame tu canción de cada tarde en tu chocita de ceniza y de hollín detrás de la placa de hierro blasonada con tres flores de lis heráldicas!

Mas el grillo aún no respondía, y la salamandra, desconsolada, tan pronto dábase a escuchar no fuera a ser su voz, tan pronto zumbaba con la llama de cambiantes colores, rosa, azul, rojo, amarillo, blanco y violeta.

«¡Está muerto, muerto, mi amigo el grillo!» Y yo escuchaba como suspiros y sollozos mientras la llama, lívida ahora, decrecía en el hogar entristecido.

«¡Está muerto! ¡Y, pues muerto está, también yo quiero morir!» Las ramas de sarmiento se habían consumido, la llama se arrastró sobre la brasa diciéndole adiós al mar, y la salamandra murió de inanición.


Un Sueño.

«He soñado eso y más, pero no entiendo ni jota.»

     «Pantagruel», libro IIII.

Era de noche. Primero fueron —como lo vi lo cuento— una abadía de muros agrietados por la luna, un bosque atravesado por senderos tortuosos, y el Morimont hormigueante de capas y sombreros.

Después fueron —como lo oí lo cuento— el tañido fúnebre de una campana al que respondían los sollozos fúnebres de una celda, gritos plañideros y risotadas feroces que hacían estremecerse cada hoja a lo largo de toda la enramada, y las plegarias runruneantcs de los penitentes negros que acompañaban a un criminal al suplicio.

Por fin fueron —como acabó el sueño, así lo cuento— un monje que expiraba acostado en la ceniza de los agonizantes, una joven que se debatía colgada de las ramas de una encina. Y yo, desmelenado, que me ataba el verdugo a los radios de la rueda.

Don Agustín, el prior difunto, tendrá las honras de la capilla ardiente en hábito de franciscano, y Margarita, a quien mató su amante, será enterrada con su túnica blanca de inocencia entre cuatro cirios de cera.


En cuanto a mí, la barra del verdugo se había quebrado al primer golpe como un cristal, las antorchas de los penitentes negros se habían apagado bajo torrentes de lluvia, la multitud se había retirado con los arroyos desbordantes y rápidos, y yo proseguía con nuevos ensueños hacia el despertar.

1 comentario:

  1. como ejemplo elijo Salida para el sábado: ¿que traduccion es esa? no le hallo el sentido a ningun verso, no se que se quiere significar. hay muchos textos semejantes.

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