martes, 7 de junio de 2016

Poemas de Pedro Shimose




(Bolivia, 1940)


Las hienas, siempre las hienas


Buscan tu papagayo, una chequera, algún discurso.
Exhuman tu uniforme, lo descuelgan del ropero,
fotografían tus huesos y analizan tus cenizas;
buscan un helicóptero con alambres chamuscados,
con jabalíes escondidos en tus botas, con buitres
y petunias florecidas en tus charreteras.
Registran tus mariposas, examinan tus radiografías,
hurgan tu basilisco, tu calavera y tus medallas;
revuelven tu gorra, tus calcetines, en busca de un poema,
buscan una llamarada y un paracaídas con nubes y aguaceros.

Pasan lista en los cuarteles, revisan los retretes,
registran parques zoológicos en busca de una espada,
mueven cántaros de chicha, remueven genealogías,
Dios los cría y tú los juntas, los reúnes y complotan
en congresos celestiales y conspiran,
marchan a la catedral, imprimen manifiestos contra el sueño.

No ha sido suficiente.
Las cacatúas alaban tus virtudes en violas paranoicas.
Tus queridas te recuerdan montando en nubes de amor y margaritas.
Los periódicos se suenan las narices con sus pañuelos sucios;
piden que vuelvas, ¿dónde estás portador de la paz,
regidor del orden, patriota virtuoso?
Las hienas piden al cielo que tú vuelvas del infierno;
los gorilas piden al cielo que tú vuelvas del infierno;
los cuervos piden al cielo que tú vuelvas del infierno,
pues tu muerte no ha sido suficiente.

Te buscan debajo de las liendres, en las alcobas y los supositorios.
Profanan tumbas, rompen espejos, patean puertas,
desflecan cortinas, rasgan alfombras, derriban monasterios,
hurtan tus galones, buscan tu papagayo, una chequera, algún discurso...


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Manifestación

Con la rabia en el ají,
salgo con mi cóndor bajo el brazo,
cruzo la calle con una piedra en la mano,
camino con un policía vigilándome el hambre,
busco el oído y el ojo de la noche,
pego carteles, corro por las plazas,
grito con una brasa en la lengua,
pinto las paredes: "viva el Che'
me dan agua en manguera,
 soy el fuego; 
me dan relámpago en humo,
 soy la tierra; 
me abren una herida donde sea,
 soy el pueblo; 
me persiguen, me encarcelan, me torturan.
Canto mi libertad, muevo adoquines,
rompo maderas y cristales, canto,
voy a la huelga con mi miedo natural y un sorbo
                (de café caliente;      
 vuelo por la ciudad, rasgo el aire, 
          (trizo las vitrinas,
golpeo las páginas de los periódicos,
derribo puertas, venzo máscaras y cachiporras,
traspaso los umbrales de la historia,
¡soy!

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La doliente quimera


Vuelvo el rostro y veo
                                 la dimensión del odio.
No he venido a decirte
                                 que todo es tarde en mí.
He vuelto a tu crueldad,
a sucumbir junto a la 
piedra.

Veo mis ruinas en tus ojos
                                         hermosos todavía.
Veo tus manos
                      todavía perfectas
y emerjo
             de las brumas violentas
del pasado
                cada vez más
solo.

Vuelvo a contemplarme y todo es triste.
Todo:
        mi soledad:
                         mi fuerza:
                                        la montaña.

Te miro
en la mentira de mis sueños
               y te arrojo a mis
abismos.

Si me llego a encontrar con aquel
que huye de mí
volveré a tu ternura
              y empezaré a decir
lo que nunca
hubiera dicho.

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Mecánica de los cuerpos


Acaricio tus formas
suaves
como dunas
que no hay;
beso tus pezones
                          enhiestos y rosados
como un amanecer.
Tu cuerpo, emblema
crepitante
              mi alma
                          tiembla
al puro estado de belleza.
                                       Tus ojos.
Reposa en ti el impulso
de una corriente
                        azul. Desciende
a mí 
tu voz.

La armonía
conquista los espacios
                                    del tiempo
                                                   inasequible.


Ribera Alta


En la alta
ribera
un hombre espera
volver a Riberalta.
En su tierra colorada
todo es alborada.
No hace falta
la melancolía
de la tarde
en el barranco.
El cielo arde
y el amor fermenta
su melaza.
Junto a un banco
de la plaza
el tataí cuenta
lo que fuimos
y el bibosi lamenta
lo que no hicimos.
En la alta ribera:
el sol y la palmera.
En la ribera alta
sólo tú prevaleces
en forma de alegría.
A veces,
te llamas Riberalta;
otras, Poesía.

Fax Nada Urgente


Después de tres cafés
me sobran las alquimias.
Curado del estrés,
supero lipotimias.
Mis dolencias, ya ves,
son afecciones nimias.
Males de la vejez:
insomnios y bulimias.
El sístole aburrido
y el diástole cansado
repiten el maullido
De un gato enamorado.
(Largo y hondo quejido
de un macho engatusado).

La Vida Me Está Matando


Ya no me persigue el terror político
con su rayo láser,
ni los prójimos me aman
con su palo y su picana eléctrica.
Ya no me ofende la Declaración Universal
de los Derechos Humanos,
ni la bomba me quita el sueño,
ni siquiera los disparos
de una guerrita en Africa o Europa,
      ¡qué más da!
Caen los muros,
crecen los lamentos.
Y el odio vuelve
con sus ángeles violentos.
El Sur sigue donde estaba.
No nos portamos mal
      (es evidente)
y todos tan contentos,
constitucionalmente.
Esta vida me sobra
con su nicotina,
con su infarto y su cáncer,
con su miedo al sida y las jeringas.
Sólo el amor
y la poesía
pueden ser míos
cuando a nadie parece ya importarle
el amor
y
la poesía.

Poema de Amor


La mujer de mi vida se acuesta con un tipo
que la hace sufrir cada vez que llega con un ramo
      de rosas al amanecer;
que le ha robado sus horas más preciosas y no puede
      devolvérselas.
La mujer de mi vida comparte su belleza con un ciego
      que, a menudo, tropieza en la misma piedra de
      escándalo;
que la trae por la calle de la amargura
y la lleva a la punta de un cuerno de la luna.
Sordo ausente, no le presta atención cuando ella le
      habla de las horas muertas.
Todo le entra por un oído y le sale por otro en la
      consulta del otorrinolaringólogo.
Harta de tanta sombra en una habitación cansada,
la mujer de mi vida sigue ocupándose de la declaración
de la Renta y de las pólizas de seguro de vejez;
sigue haciendo cuentas para que las bombillas no se fundan
      este fin de semana.
Ella sigue hermosa y puede que ese patán la siga viendo
      hermosa
y le diga que la quiere (a lo mejor, es cierto)
y puede que la siga seduciendo como cuando sus
      miradas se cruzaron hace mil años.
La mujer de mi vida.


Moxitania




India vegetal tallada en esmeralda,

cuando la noche sacudió sus alas

y las estrellas cayeron en tus cuencas,

en tus ojos se miraron la selva antes de ser selva,

la pradera antes de ser pradera

y el río cuando no era más que una gota

suspendida en el aire.



Antes de la luz y después de los crepúsculos,

jaguares afilaban su rugido en las cachuelas; 



antes del fruto y después de la semilla,

despertaba la flor junto al lago dormido;



antes del silencio y después del silencio,

la garza corregía su vuelo melancólico:



antes de conocerte

yo te amaba con mi corazón hecho de luna.



Pero Dios te hizo leyenda

para que el hombre te soñara

y el hombre te soñó desnuda de aguaceros,

olorosa a molienda y madrugada, amanecida

con el pelo suelto en el incendio de los pajonales.



Ahora que estoy lejos del instante en que te conocí,

lejos del fuego que ignoraba el metal

y lejos del metal que ignoraba la flecha 

de chonta y canoa,

recuerdo tu rostro de otro tiempo,

antes de la almendra como almendra

y después del ambaibo como ambaibo.



Hija del viento que deja su apellido en cada rosa,

pese a que el tiempo te redujo a escritura,

pese a que la orquídea

te cambió por otra ciudad sin flores y sin pájaros,

pese a que el árbol se murió de pura tristeza,

pese a todo,

¡cómo te sigue amando mi corazón lleno de cielo!


Llueve




Llueve y combato esta dulce costumbre en las hamacas.



Llueve

y me pierdo en borracheras que no acaban nunca,

allá donde mi madre sigue, la pobre,

regando sus petunias.



Llueve

y mis amigos cantan a la vida que se va, 

mientras los peladitos corren por la calle

detrás de una pelota.



Llueve

y llueve sin parar, afuera,

lejos,

en un paisaje con canoas que bogan río abajo.



Hasta el arco iris sigue lloviendo en mí. 


¿Qué es el exilio?




Es mirar que el polvo y la ceniza

caen sobre nuestros ojos y una bruma

lenta se eleva entre tú y el pasado;

es saber cómo se llama la tristeza

y no atrevernos a nombrarla;

es decir: no me acuerdo del vestido que llevabas

la noche que nos amamos bajo un limonero; 

es guardar para otro día la risa que traías bajo el brazo;

es dolerte los recuerdos en los bolsillos

de tu vieja chaqueta;

es vivir tu muerte a media voz,

ahogándote en un grito sofocado,

lejos, muy lejos de ti mismo,

rogando que tu patria no se acabe nunca,

pidiendo a tus amigos

que te protejan del olvido,

que te digan que volverás un día

y que ese día está a la vuelta de la esquina;

es encontrar un compañero

y quererlo como si fuera tu propio hermano;

es encontrar a un viejo amigo

que te tiende su mano y te hospeda en su casa:

es luchar contra el tiempo

cuando el amor se aleja como un buque fantasma

y tú no puedes sino llorar el bien perdido. 

Inflorescencia 

en Corimbo



Llueve



Llueve y combato esta dulce costumbre en las hamacas.



Llueve

y me pierdo en borracheras que no acaban nunca,

allá donde mi madre sigue, la pobre,

regando sus petunias.



Llueve

y mis amigos cantan a la vida que se va, 

mientras los peladitos corren por la calle

detrás de una pelota.



Llueve

y llueve sin parar, afuera,

lejos,

en un paisaje con canoas que bogan río abajo.



Hasta el arco iris sigue lloviendo en mí. 



¿Qué es el exilio?



Es mirar que el polvo y la ceniza

caen sobre nuestros ojos y una bruma

lenta se eleva entre tú y el pasado;

es saber cómo se llama la tristeza

y no atrevernos a nombrarla;

es decir: no me acuerdo del vestido que llevabas

la noche que nos amamos bajo un limonero; 

es guardar para otro día la risa que traías bajo el brazo;

es dolerte los recuerdos en los bolsillos

de tu vieja chaqueta;

es vivir tu muerte a media voz,

ahogándote en un grito sofocado,

lejos, muy lejos de ti mismo,

rogando que tu patria no se acabe nunca,

pidiendo a tus amigos

que te protejan del olvido,

que te digan que volverás un día

y que ese día está a la vuelta de la esquina;

es encontrar un compañero

y quererlo como si fuera tu propio hermano;

es encontrar a un viejo amigo

que te tiende su mano y te hospeda en su casa:

es luchar contra el tiempo

cuando el amor se aleja como un buque fantasma

y tú no puedes sino llorar el bien perdido. 

Inflorescencia 

en Corimbo


PRELUDIO AFÓNICO

Poeticomienzo en vino avinagrado:
¿cómo escribir del tizne sin carbones;
de la tos, sin gargajo; y sin borrones,
cómo escribir de mí si estoy fregado?
Garrapateo espumas, cabreado,
con humo y humedad en los pulmones;
doliéndome en la sombra y los rincones
mi soledad en verso encebollado.
Desgarrado y vencido por las furias;
en el exilio, triste, voy sufriendo
el hambre de mi pueblo en mis penurias.
En lágrimas y pus voy escribiendo.
A medias muero en jácaras espurias.
A medias vivo, voy sobreviviendo.
Quiero escribir, pero me sale espuma, 1972.

EPIGRAMA

Después de impresionar a las muchachas con nuestro ingenio;
después de quemar lirios, enterrar nubes e incendiar templos;
después de degollar vacas sagradas y asesinar dioses;
después de escribir sin mayúsculas y sin signos de puntuación;
después de dinamitar museos y bailar en los cementerios;
después de perseguir la gloria y soñar que nos acostamos con ella;
después de pelear con dragones, imperios y quimeras;
de gemir porque publiquen nuestro nombre en los periódicos
y de reunirnos por la madrugada para derribar pirámides,
¿qué nos queda?
un sillón en la academia
y una chequera.
Quiero escribir, pero me sale espuma, 1972.

INTRODUCCIÓN A LA COSA

Este poema
forma parte de un libro
del cual se tirarán
500 ejemplares.
De esos 500 ejemplares
se regalarán 50,
de los cuales
se leerán 5,
de los cuales
sólo 1
será comprendido.
Vale la pena.
Reflexiones maquiavélicas, 1980.

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