(Reino Unido,1564 - 1616)
Como actor vacilante en el proscenio
Como actor vacilante en el proscenio
Que temeroso su papel confunde,
O como el poseído por la ira
Que desfallece por su propio exceso,
Así yo, desconfiando de mí mismo,
Callo en la ceremonia enamorada,
Y se diría que mi amor decae
Cuando lo agobia la amorosa fuerza.
Deja que la elocuencia de mis libros,
Sin voz, transmita el habla de mi pecho
Que pide amor y busca recompensa,
Más que otra lengua de expresivo alcance.
Del mudo amor aprende a leer lo escrito,
Que oír con ojos es amante astucia.
¿Cómo buscar temas, mi musa?
¿Cómo buscar temas, mi musa,
Mientras tú alientas, que a mi verso infundes
Tu dulce inspiración, harto preciosa
Para exponerla en un papel grosero?
Agradécete a ti, si algo de mi obra
Digno de leerse encuentra tu mirada:
¿Quién tan mudo será que no te escriba
Cuando tu luz aclara lo que inventa?
Sé la décima musa y sé diez veces
Mejor que las antiguas invocadas,
Y otorga a quien te invoque eternos versos
Que sobrevivan a lejanos siglos.
Si al futuro censor mi musa encanta,
Mía será la pena y tuyo el lauro.
¿Cómo compararte a un día de verano?
¿Cómo compararte a un día de verano?
Más hermosura y suavidad posees.
Tiembla el brote de mayo bajo el viento
Y el estío no dura casi nada.
A veces demasiado brilla el ojo
Solar, y otras su tez de oro se apaga;
Toda belleza alguna vez declina,
Ajada por la suerte o por el tiempo.
Pero eterno será el verano tuyo.
No perderás la gracia, ni la muerte
Se jactará de ensombrecer tus pasos
Cuando crezcas en versos inmortales.
Vivirás mientras alguien vea y sienta
Y esto pueda vivir y te dé vida.
Como en la playa al pedregal las olas
Como en la playa al pedregal las olas,
Nuestros minutos a su fin se apuran,
Cada uno desplaza al que ha pasado
Y avanzan todos en labor seguida.
El nacimiento, por un mar de luces,
Va hacia la madurez y su corona;
Combaten con su brillo eclipses pérfidos
Y el tiempo sus regalos aniquila.
El tiempo orada el juvenil adorno,
Surca de paralelas la hermosura,
Se nutre de supremas maravillas
Y nada existe que su hoz no abata.
A pesar de su mano cruel, mi verso
Dirá tu elogio en tiempos que esperamos.
¿Cómo puedo elogiarte con modestia?
¿Cómo puedo elogiarte con modestia
Cuando tú eres de mí la mejor parte?
¿Qué me puede otorgar mi propio elogio
Y qué hago con tu elogio sino el mío?
Vivamos separados, y que pierda
Su nombre de indiviso nuestro amor,
Para que pueda darte, al separarnos,
Lo que mereces tú, tú solamente.
¡Oh ausencia, cuál sería tu suplicio,
Si tu amarga quietud no nos dejara
Burlar al tiempo en el amor pensando,
Engaño dulce del pensar y el tiempo,
Y no enseñaras a hacer dos con uno,
Aquí elogiando a quien está distante!
Como un padre decrépito disfruta
Como un padre decrépito disfruta
Al ver de su hijo las empresas jóvenes,
Así yo, mutilado por la suerte,
En tu lealtad y mérito me afirmo.
Pues sea la hermosura o el linaje,
El poder o el ingenio, uno o todos,
Quien te corone con mejores títulos,
Yo incorporo mi amor a esa riqueza.
Ni pobre ni ofendido soy, ni inválido,
Que basta la sustancia de tu sombra
Para colmarme a mí con su opulencia,
Y de una parte de tu gloria vivo.
Busca, pues, lo mejor: te lo deseo;
Seré feliz diez veces si lo hallas.
Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos
Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos
Y ahonden surcos en tu prado hermoso,
Tu juventud, altiva vestidura,
Será un andrajo que no mira nadie.
Y si por tu belleza preguntaran,
Tesoro de tu tiempo apasionado,
Decir que yace en tus sumidos ojos
Dará motivo a escarnios o falsías.
¡Cuánto más te alabaran en su empleo
Si respondieras : -"Este grácil hijo
Mi deuda salda y mi vejez excusa",
Pues su beldad sería tu legado!
Pudieras, renaciendo en la vejez,
Ver cálida tu sangre que se enfría.
Cuando en las crónicas de tiempos idos
Cuando en las crónicas de tiempos idos
Veo que a los hermosos se describe
Y a la belleza embellecer la rima
Que elogia a damas y señores muertos,
Observo que al pintar de sus dechados
La mano, el labio, el pie, la frente, el ojo,
Trataba de expresar la pluma arcaica
Una belleza como la que tienes.
Así, sus alabanzas son presagios
De nuestro tiempo, que te prefiguran,
Y pues no hacían más que adivinarte,
No podían cantarte cual mereces.
En cuanto a aquellos que te contemplamos
Con absorta mirada, estamos mudos.
Cuando en sesiones dulces y calladas
Cuando en sesiones dulces y calladas
Hago comparecer a los recuerdos,
Suspiro por lo mucho que he deseado
Y lloro el bello tiempo que he perdido,
La aridez de los ojos se me inunda
Por los que envuelve la infinita noche
Y renuevo el plañir de amores muertos
Y gimo por imágenes borradas.
Así, afligido por remotas penas,
Puedo de mis dolores ya sufridos
La cuenta rehacer, uno por uno,
Y volver a pagar lo ya pagado.
Pero si entonces pienso en ti, mis pérdidas
Se compensan, y cede mi amargura.
Cuando haya muerto, llórame tan solo
Cuando haya muerto, llórame tan solo
Mientras escuches la campana triste,
Anunciadora al mundo de mi fuga
Del mundo vil hacia el gusano infame.
Y no evoques, si lees esta rima,
La mano que la escribe, pues te quiero
Tanto que hasta tu olvido prefiriera
A saber que te amarga mi memoria.
Pero si acaso miras estos versos
Cuando del barro nada me separe,
Ni siquiera mi pobre nombre digas
Y que tu amor conmigo se marchite,
Para que el sabio en tu llorar no indague
Y se burle de ti por el ausente.
TU CAPRICHO Y TU EDAD, SEGÚN SE MIRE...
Tu capricho y tu edad, según se mire,
provocan tus defectos o tu encanto;
y te aman por tu encanto o tus defectos,
pues tus defectos en encanto mudas.
Lo mismo que a la joya más humilde
valor se da en los dedos de una reina,
se truecan tus errores en verdades
y por cosa legítima se tienen.
¡Cómo engañara el lobo a los corderos,
si en cordero pudiera transformarse!
Y ¡a cuánto admirador extraviarías,
si usaras plenamente tu prestigio!
Mas no lo hagas, pues te quiero tanto
que si es mío tu amor, mía es tu fama.
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