lunes, 11 de julio de 2022

POEMAS DE ANTONIA PALACIOS


De «Textos del desalojo» (1973)

Estoy aquí en lo oscuro de espaldas a la luz, olvidando el comienzo, la eternidad del día. Estoy aquí ignorada, el perfil de mi rostro perdido entre la sombra. Estoy aquí disminuida, apenas una línea, un punto sin relieve. Estoy aquí inclinada dejando que la noche me pase por encima. Afuera en el espacio Las águilas inmensas batallan con el viento. Estoy aquí aguardando… Y recojo mis gestos, y repliego mi aliento, amordazo mi voz y toda yo soy silencio oculta entre lo oscuro. Estoy aquí vigilante, velando temerosa una criatura errante que en mí se ha detenido.

 

 

De «Multiplicada sombra» (1983)

 

Hay un tiempo de silencio. Un tiempo en que las horas pasan alumbrando lejos. Un tiempo de ojos que asumen las distancias. Hay un tiempo de regreso, un tiempo ciego. Hay un tiempo de tanteos donde nada asimos y una lenta densidad de cielos crece entre la sombra. Hay un tiempo sin tu rostro y un olor a viento de mar y la forma de tus gestos vaciando el tiempo, extraviándose en su vuelo.

 

 

De «La piedra y el espejo» (1985)

 

Tus pasos se han perdido en un silencio oscuro. Si pudiese despertar. Percibir de nuevo los rumores consumidos, rescatar el eco de tu voz cautiva. Tengo una sed de ruidos, de golpes, una sed de escuchar el oleaje de la vida, el zumbido de la tierra, el último gemido de las cosas. Tus pasos se han perdido en un silencio oscuro.

 

 

De «Largo viento de memorias» (1989)

 

Me quema la palabra, me hace llama. Me quema y no alumbra, me hace herida. Quemadura honda, no mana sangre. Me quema desde su oscuro pliegue. Se esconde la palabra, se hace hermética. Quiero arrancar la máscara ¡tantas máscaras! dejarla toda al desnudo. Saber de sus espumas cuando asoma en gran respiro. Se fuga la palabra. Persiguiéndola sin tregua se me escapa la vida.

 

 

De «Ese oscuro animal del sueño» (1991)

 

Estoy en contra de todo, del que me dijo te quiero, del pájaro que echó a volar, de la diafanidad del cielo, de la senda que va cuesta abajo y de la que trepa hacia arriba. Pasa una nube y pasa el aire. Se diluye la voz en el espacio y en el terreno, sitio donde yo me hallo, hay un desvivir perenne, un anularlo todo como si una gran esponja fuese borrando la vida. Recuerdo los otros tiempos, la transparencia del aire, los enlaces del amor, la infinitud de las horas cultivando cada instante y aquel gusto por las cosas, aquella recreación del tacto, mis dedos sobre una piel de animal.

Tomado de:

https://poetasvenezolanas.com/2017/07/22/ocho-poemas-de-antonia-palacios-caracas-venezuela-1904-2001/

 

En este lugar la sombra encuentra su anhelado refugio. Aquí las cosas tienen ocultas señales y todo parece hecho para el tacto de una mano vaciada de deseos Es un sitio que los sueños esquivan y ya en él no se escucha aquella voz siempre en resguardo salmodiando en lo alto. Es un lugar que guarda remotos signos de tiempos vencidos y está siempre replegando sus bordes, defendiendo su ojo abierto con un inmenso párpado nocturno.

 

 ***

¿Ves cómo se alza la memoria? Bajo esta lluvia persistente hay unos ojos fijos develando el olvido. Mira cómo avanza la marea. Contempla sus abiertos remolinos y mira el pez que sube y toca espuma. Ven a sentarte en el lugar de entonces. Ven a mirar el tiempo que comienza a decrecer. Ven conmigo a esperar que llegue la resaca.

 

 ***

Retírate. Retírate hacia adentro. Un poco más allá, más hacia adentro. Empuja hasta tocar el borde. Respira fuerte. Exhala el aire reprimido en tu aliento. No te detengas. Aprende a caminar de espaldar. Deja tu frente al descubierto. Si te hieren haz que tu cuerpo salte, se sacuda la sangre, el polvo oscuro. No dejes que la luz te encandile. Cierra los párpados y mira lo que irradia la tiniebla. Lleva contigo tu desfallecida palabra, tu naciente canto. Inaugura tu voz en lo más hondo.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/venezuela/antonia_palacios.html

 

 

Ese oscuro animal del sueño

Poemas

(1988)

 

 

*****

 

SON MUCHAS LAS PUERTA, muchas las hendijas, y no alcanzo a pasar. Me pliego sobre mí misma con mi primigenia infancia, me vuelvo flexible, delgada, impalpable, y no alcanzo a pasar. Me sumerjo en el espacio, y no alcanzo a pasar. Retrocedo, intento el otro sitio, oculta guarida. Rescato el aire que ya no es el mismo. Me vuelvo de espalda para no mirar. Retengo el aliento, mi tormentoso aliento, Mientras busco otra salida. Allí el sitio se hunde, un sitio sin orillas, casi lo toco, y no alcanzo a pasar. Un denso letargo va colmando mi cuerpo, presiento en lo lejano las láminas del cielo. Evoco el otro tiempo, el de los hondos desvelos y ese oscuro animal del sueño.

 

 

*****

 

Algún día la muerte me derribará. Vendrá callada sin brillo desparramando su ardor. Ni escucharé su paso. Me tomará desprevenida a caso a mitad del día o en el final de la noche. Nada sabré de su peso, de su desnudo deseo. Se acercará suavemente o con iracundo temblor. Con un anchuroso manto toda me envolverá. Quedaré prisionera sin sentir y sin soñar. Quedará atrás la vida, el palpitar de la sangre, los sabores y los gestos. Los cantos se apagarán. Me dejará sin ojos para mirarte, tendré las cuencas vacías y el soplo de mi respiro nunca más lo sentirás.

Tomado de:

http://latriplesombra.blogspot.com/2012/06/antonia-palacio.html

 

 

No tengo dónde sostener la casa. Toda tierra es deleznable, toda tierra se derrumba. Pienso una casa en el aire, una morada abierta por donde transite el viento. En sus grandes agujeros anidarán las palomas. Mi madre llenará los vacíos dejando caer semillas desde su delantal ligero. Habrá latidos de perros y llegarán las tinieblas mucho después que el silencio. En el umbral de la puerta, mi madre vestida de blanco, recibirá el mensajero.

 ***

Todo se copia a sí mismo. Todo se refleja en un espacio perdido. El pájaro copia otro pájaro. La vida copia otra vida. Quiero mirar el pájaro caído desde lo alto, mirar comienzos de vuelo, alas en ejercicio y aquel aire que se copia de otros aires más ligeros. Voy contando los comienzos. En el sitio más fecundo mi madre se echó a dormir. El hambre me va acosando. Un hambre de cosas vivas. Mi madre inventa unos brazos que se alargan memorioso. Miro mi sitio vacío, clamo por el olvido. La claridad de mi madre comienza a copiar la sombra.

 ***

Tengo un ojo que sostiene las cosas en el aire. Un mirar que se adentra hacia la sombra. Un vacío recién abierto muestra su desnuda hondura. Todo se vuelve oscuro. Se disuelven las formas, cambian los sonidos. Las distancias se borran y comienzo a transitar mis límites.

 ***

Antonia Palacios. Hondo temblor de lo secreto. Monte Ávila Editores, 1993.

Tomado de:

http://laescribientediurna.blogspot.com/2011/06/fragmentos-de-antonia-palacios.html

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