(Palestina, 1931-2011)
Venganza
De momento,
tengo ganas de retar a duelo
al hombre
que asesinó a mi padre
y demolió mi casa
y me mandó desamparado
a errar por el estrecho mundo.
Si él me llegara a matar
entonces yo lograría descansar en paz
mientras que si fuera yo quién lo matara
podría por lo menos vengarme.
Pero…
si me enterara
en medio de ese duelo
que mi enemigo
tiene madre
que le está esperando,
o padre
que se agarra el pecho, angustiado,
preocupado
cada noche porque su hijo tarda en regresar a casa
aunque sólo sea un cuarto de hora,
en ese caso,
no lo mataría,
aunque lograra vencerlo.
No solo eso,
no lo mataría si me enterara
que tiene hermanos y hermanas
que le tienen cariño
y no dejan de extrañarlo.
O que tiene
mujer que lo espera
e hijos
que lo añoran cuando se ausenta
y son felices con los regalos que les compra.
O que tiene
amigos, compañeros
vecinos y conocidos,
compañeros de celda,
gente con quien comparte habitación en el hospital,
camaradas de estudio
que se interesan por él
y gustan saludarlo.
Pero si es una persona solitaria,
que carece de familia,
de madre y de padre
de hermanos y hermanas,
Que no tiene mujer ni hijos,
sin amigos, compañeros o vecinos
con quien compartir momentos difíciles:
no seré yo quién agrave su sufrimiento.
Solo me consolaré
tratándolo con indiferencia
cuando por la calle me cruce con él.
Y trataré de convencerme a mi mismo
que mi indiferencia
es también en si misma
una forma de venganza.
Te y Sueño, un poema de Taha Muhammad Alí
Si hay, encima del mundo, un
soberano
cuya mano dispensa y arrebata dones,
por cuyo mandato se esparcen las semillas,
por cuya voluntad maduran las cosechas,
en mis plegarias le ruego,
cuando se acerque la hora de mi muerte,
llegados mis días a su fin,
me permita sentarme a beber un sorbo
de té claro, poca azúcar,
en mi vaso predilecto,
a la sombra tranquila,
una larga tarde de verano.
cuya mano dispensa y arrebata dones,
por cuyo mandato se esparcen las semillas,
por cuya voluntad maduran las cosechas,
en mis plegarias le ruego,
cuando se acerque la hora de mi muerte,
llegados mis días a su fin,
me permita sentarme a beber un sorbo
de té claro, poca azúcar,
en mi vaso predilecto,
a la sombra tranquila,
una larga tarde de verano.
Y si el té y esa tarde postrera
no me fueran concedidos,
que llegue entonces mi momento final
con el sueño sosegado, tras el
amanecer.
---
Si alguna compensación me fuera dada,
pues en mi estadía en este mundo
no destripé ninguna hormiga,
y al huérfano jamás despojé de su moneda,
y a nadie engañé con las medidas de aceite
ni mancillé el velo de una sola golondrina;
yo que siempre encendí un cirio
en la capilla de nuestro señor, Shihab a-Din,
las noches de los viernes;
que nunca intenté derrotar a mis amigos
o a mis vecinos en los juegos,
ni siquiera a los conocidos;
yo que nunca robé trigo ni grano
ni hurté herramientas
pediría
que ahora, para mí, se ordene
que una vez por mes,
o cada dos,
Si alguna compensación me fuera dada,
pues en mi estadía en este mundo
no destripé ninguna hormiga,
y al huérfano jamás despojé de su moneda,
y a nadie engañé con las medidas de aceite
ni mancillé el velo de una sola golondrina;
yo que siempre encendí un cirio
en la capilla de nuestro señor, Shihab a-Din,
las noches de los viernes;
que nunca intenté derrotar a mis amigos
o a mis vecinos en los juegos,
ni siquiera a los conocidos;
yo que nunca robé trigo ni grano
ni hurté herramientas
pediría
que ahora, para mí, se ordene
que una vez por mes,
o cada dos,
me sea
permitido ver
a aquella cuya visión me ha sido denegada,
desde el día de nuestra separación,
cuando éramos jóvenes.
---
En cuanto a los placeres del mundo por venir,
lo único que pido es
la bendición del sueño, y té.
a aquella cuya visión me ha sido denegada,
desde el día de nuestra separación,
cuando éramos jóvenes.
---
En cuanto a los placeres del mundo por venir,
lo único que pido es
la bendición del sueño, y té.
LA SOGA DE SABHA
¿No te acordás, Abu Muhammad,
no te acordás de cuando Sabha,
la vaca de nuestro vecino Abu Hashem
se tragó aquella soga?
¿No te acordás de cómo,
moribunda, la sacrificaron
y, a la luz de la lámpara,
la desollaron
y después, poco a poco,
con hachas la cortaron en pedazos?
no te acordás de cuando Sabha,
la vaca de nuestro vecino Abu Hashem
se tragó aquella soga?
¿No te acordás de cómo,
moribunda, la sacrificaron
y, a la luz de la lámpara,
la desollaron
y después, poco a poco,
con hachas la cortaron en pedazos?
Emm Hashem
parodió sus gemidos,
mientras que los cuchillos se clavaban
en la carne de Sabha,
y sus hijas lloraron.
Todos se condolieron,
y todos dieron una mano.
Insistían:
“Repartamos la carga.
Ya nos arreglaremos”.
Y todos los vecinos
se apresuraron juntos,
hombro a hombro
para comprar la carne
de Sabha. ¿Te acordás
o estás dormido?
parodió sus gemidos,
mientras que los cuchillos se clavaban
en la carne de Sabha,
y sus hijas lloraron.
Todos se condolieron,
y todos dieron una mano.
Insistían:
“Repartamos la carga.
Ya nos arreglaremos”.
Y todos los vecinos
se apresuraron juntos,
hombro a hombro
para comprar la carne
de Sabha. ¿Te acordás
o estás dormido?
No estoy dormido, no,
y claro que me acuerdo,
y me acuerdo también
de que ninguna
persona probó nunca bocado de esa carne.
y claro que me acuerdo,
y me acuerdo también
de que ninguna
persona probó nunca bocado de esa carne.
La asaron,
la frieron, la cocieron,
la picaron,
pero nadie la probó.
Para la gente,
era como cortar la carne
fresca de un cadáver
como si fuera el cuerpo del propio Abu Hashem
o su familia.
Los hombres y mujeres,
asqueados, la tiraron.
la frieron, la cocieron,
la picaron,
pero nadie la probó.
Para la gente,
era como cortar la carne
fresca de un cadáver
como si fuera el cuerpo del propio Abu Hashem
o su familia.
Los hombres y mujeres,
asqueados, la tiraron.
Durante el tiempo,
la aldea estuvo ahogada
por una pena ronca,
como la voz cascada de Abu Hashem, y verde
como los ojos de la propia Sabha.
¿No ves, Abu Muhammad,
que era una aldea agradable?
Es cierto, hubo momentos duros,
pero aquella amargura era agradable,
como la achicoria,
o aun mejor.
¿Entendés lo que digo?
¿No era agradable?
la aldea estuvo ahogada
por una pena ronca,
como la voz cascada de Abu Hashem, y verde
como los ojos de la propia Sabha.
¿No ves, Abu Muhammad,
que era una aldea agradable?
Es cierto, hubo momentos duros,
pero aquella amargura era agradable,
como la achicoria,
o aun mejor.
¿Entendés lo que digo?
¿No era agradable?
–¿Agradable?
¡Ja…!
Agradable, me dice. ¡Agradable!
Dejame que te explique,
por el libro del Todopoderoso,
te lo juro,
que yo estaba dispuesto,
de hecho hubiera preferido,
de todo corazón habría
aceptado tragarme una soga más larga que la de Sabha,
si tan sólo
hubiésemos podido quedarnos en la aldea.
¡Ja…!
Agradable, me dice. ¡Agradable!
Dejame que te explique,
por el libro del Todopoderoso,
te lo juro,
que yo estaba dispuesto,
de hecho hubiera preferido,
de todo corazón habría
aceptado tragarme una soga más larga que la de Sabha,
si tan sólo
hubiésemos podido quedarnos en la aldea.
Recuerdo de la púrpura
Cuando la oscuridad se detenga frente a mí
de pronto
como la soga en el cuello del ahorcado
me convenceré de que el motor que marca el ritmo
de mi corazón extenuado
se está agotando ya.
Será el momento
de que la música de las viejas melodías abandone la púrpura
ante el recuerdo de un telón que comienza a cerrarse,
y como esa caravana de brumas del amanecer
mi temor se empinara hacia la estrella de la aurora que retorna
a sus primeros lagos.
Y cuando el sol peine al alba su cabello
veré diluirse las perlas del rocío:
no me regocijaré,
porque las largas pestañas de la alegría
no podrán satisfacerme
cuando su sollozo calle como de costumbre
por temor a que alguien se despierte...
Todo entonces habrá concluido para mi.
¡Aunque el verdadero significado de mi muerte
será siempre
mirarte a los ojos y no poder llorar!
Aviso
A los neófitos y a los maestros de la caza:
no apuntéis vuestros fusiles
sobre mi alegría,
contra la que no vale la pena malgastar
ni lo que cuesta un cartucho.
Lo que veis
ágil y rápido como una gacela,
huyendo en todas direcciones como una perdiz
no es alegría,
creedme,
mi alegría nada tiene que ver con la felicidad...
no apuntéis vuestros fusiles
sobre mi alegría,
contra la que no vale la pena malgastar
ni lo que cuesta un cartucho.
Lo que veis
ágil y rápido como una gacela,
huyendo en todas direcciones como una perdiz
no es alegría,
creedme,
mi alegría nada tiene que ver con la felicidad...
ramitas
Ni la música,
la fama, ni la riqueza,
ni siquiera la poesía misma,
podría proporcionar consuelo
a la brevedad de la vida,
o de la notoriedad Rey Lear
es un mero ochenta páginas de largo y llega a su fin,
y para el pensamiento que uno puede sufrir mucho
a causa de un niño rebelde.
la fama, ni la riqueza,
ni siquiera la poesía misma,
podría proporcionar consuelo
a la brevedad de la vida,
o de la notoriedad Rey Lear
es un mero ochenta páginas de largo y llega a su fin,
y para el pensamiento que uno puede sufrir mucho
a causa de un niño rebelde.
Mi amor por ti
es grandioso,
pero yo, tú y los demás,
muy probablemente,
somos personas comunes.
es grandioso,
pero yo, tú y los demás,
muy probablemente,
somos personas comunes.
Mi poema
va más allá de la poesía
porque
existes
más allá del ámbito de las mujeres.
va más allá de la poesía
porque
existes
más allá del ámbito de las mujeres.
Y sé
que me ha llevado
todo de sesenta años
para entender
que el agua es la mejor bebida,
pan y la comida más deliciosa,
y que el arte no sirve para nada
menos que planta
una medida de esplendor en los corazones de las personas.
que me ha llevado
todo de sesenta años
para entender
que el agua es la mejor bebida,
pan y la comida más deliciosa,
y que el arte no sirve para nada
menos que planta
una medida de esplendor en los corazones de las personas.
Después de la muerte,
y el corazón cansado
ha bajado su párpado última
en todo that've hecho,
y en todo lo que hemos anhelado,
y todo lo que has soñado,
todo lo que hemos deseado
o sentido,
el odio a estar
lo primero que se
pudre
dentro de nosotros.
y el corazón cansado
ha bajado su párpado última
en todo that've hecho,
y en todo lo que hemos anhelado,
y todo lo que has soñado,
todo lo que hemos deseado
o sentido,
el odio a estar
lo primero que se
pudre
dentro de nosotros.
Revivido los poemas de Taha a traves de "Poesía del Toro de Barro", blog de Carlos Morales del Coso, es un reconfortante placer releerlos desde su blog. Sencillez y bondad, como bien marca el primero aquí expuesto... "Venganza" (Jota Efe)
ResponderBorrarAgradezco tus palabras para algunos de estos poetas, que fueron editadas en la única antología que recoge en comandita a un puñado de escritores musulmanes. judíos y drusos empeñado en el común sueño de la reconciliación. Fue publicada en el 2002 con el título de Coexistence. Entre ellos estaba Taha, al que conocí quemando incienso a la sombra de un terebinto joven que crecía en una placita de la ciudad galilea de Meghar. Dar cobertura y sombra a esos hombres y mujeres fue un proyecto hermoso del que me siento orgulloso. Gracias de nuevo. Te dejo mi correo electrónico, para poder seguir en contacto contigo con más regularidad.
ResponderBorrarcarlosmorales59@Gmail.com