viernes, 23 de agosto de 2019

POEMAS DE BLAGA DIMITROVA


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(2 de enero de 1922, Byala Slatina, Bulgaria - 2 de mayo de 2003, Sofía, Bulgaria)


JUVENTUD


Cuando eres joven
y ondean al viento
tus cabellos alborotados
y te sumerges en sus ojos
ves un fragmento del mundo,
un balcón rozando el cielo,
un tren rebelde sin raíles,
una bandada de álamos en vuelo.
¡ Mundo de libertad, sin fronteras
al cual añades fantasía con tu existencia!
De pronto un día tus cabellos clarean y ante ti
se descubre un mundo en su totalidad.
El balcón esta empotrado en un muro,
el tren se mueve por raíles
y los tallos inmovilizan a los álamos.
Aquí no hay lugar para la fantasia.
Perdiste tus cabellos alborotados.

ARS POETICA


Crea cada uno de tus poemas
como si fuera el último.
En este siglo saturado de estroncio,
lleno de terrorismo,
en el que todo ha echado a volar con velocidad supersónica
la muerte viene aún mas rápida.
Manda cada una de tus palabras
como si fuera la última carta antes de la ejecución,
como un mensaje en el muro de la prisión.
No tienes derecho a mentir,
ni el derecho a los juegos infantiles.
Simplemente no tienes tiempo
para corregir tus errores.
Escribe cada uno de tus poemas,
lacónicos y despiadados,
con sangre, como una despedida.

IMPACIENCIA


El ser humano es impaciencia.
Nace empujando hacia el día
a través de la herida materna.
Y toda la vida lo empuja
su propia circulación sanguínea,
que corra, que no llegue tarde,
que alcance cuanto antes
el límite.
Y todo él sofoco, destrozado,
una herida total,
impaciente con su última impaciencia
se atraviesa a sí mismo, dirigido
hacia la ensordecida noche del más allá.

¿Por qué es tan impaciente?
¿Quién, aún más impaciente, lo llama?

Siembra a ciegas
Arrojadas de ninguna parte
por la mismísima mano vacía del Universo,
semillas de laboratorio,
esparcidas y abandonadas a su suerte,
o peor todavía,
bajo permanente control,
nos precipitamos
y precipitamos

cada vez más aceleradamente,
más unidireccional,
más vertical,
cada vez más y más
hacia la Tierra,
hasta sembrarnos en ella.

¿Y qué brotará?

Espacios I



Espacio inverso

El espacio en sentido
de libre sinlímite
no se explaya
fuera de mí.
Está acogido, condensado, doblado
en mi más profundo
dolor,
atado en nudo.

El espacio es mi punto de amparo.
Si cierro los párpados
a él me agarro
contra muros y horizontes.
A todas partes abierto, nunca colmado,
es plenitud.
Y eternamente se expande,
hinchado de suspiros,
porque se siente como acorralado.
El sinlímite es su medida personal.

Su única distinción constante:
que cada uno se construye solo
su cárcel o su intemperie
a lo ancho y a lo hondo.
No se entromete,
ni obstaculiza, ni orienta.
El espacio para mí es el vínculo. El contacto
cada vez más remoto, más infinito.

Recibo luz
de mundos
cada instante más extinguidos.


***


Futuro radiante


–¿Pájaro? –preguntarán los niños–. ¿Pero qué es eso?
–Algo policromo, con plumas, alado.
Muy hermoso, etéreo.
Vuela hasta las nubes.
Y canta como una campanilla cristalina.
–¿Vuela? –exclamarán los niños– ¿Sin pilas,
por sí sólo?
¿Su canto hechiza?
¿Todo plumas de colores deslumbrantes?
¿Y no nos ataca, no mata?
¡No! ¡Fantasías!
¡No ha habido, y menos habrá todavía
un ser así, de cuento de hadas!


***


Claustrofobia


Para el pensamiento
muros.
Cuantos más altos, más prefabricados
¡mejor!

Para el verbo
candados.
Cuanto más secretos, bajo cien llaves
¡mejor!

Para el gesto
celdas.
Cuando más cieliciegas, más asfixiantes
¡mejor!

Para la mirada
troncos de árboles.
Cuanto más secos, más amputados
¡mejor!

Para la imaginación,
si es que aún existe,
ciega pantalla de pared
rasa.

El espacio:
sobrearriesgado sinfín.
No sea que de sopetón
volemos
y todo lo alumbremos

con luz propia.


***


Sobre el abismo


Árbol por vientos derrumbado
es puente sobre el abismo.

Después de tanta vana búsqueda de vado,
al final, cruzando por allí de orilla a orilla,

necesitas dar las gracias. ¿A quién?
¿Al árbol o a la tormenta?

¿A un recóndito tercero?


***


Claridad


Prerespiro los espacios donde el amor
no promete cambio,
no traga fuegos, no baja estrellas,
no truena cadenas perpetuas,
no embriaga con  el ajenjo del deleite,
no amenaza con el don más pródigo, el hijo,
no aúlla de dolor, no vuela de una sólo palabra,
no causa ninguna catástrofe universal,
no suicida de una mirada la esperanza,
prerrespiro aquellos espacios claros-claros,
latitudes donde el amor es solo un sentimiento
hondo, como último aliento.


***


Lo más


Viví en el siglo más de oro,
en la sociedad más feliz,
en el régimen más justo,
bajo la doctrina más sabia,
con la moral más pura,
en la camaradería más eterna,
encaminada hacia el futuro más bello...

Me salté el comparativo,
directo en el superlativo situaron mi vida.
Obligatorio era que la sonrisa
fuese la más luminosa,
el momento, el más histórico,
la fiesta, la más festiva,
el progreso, el más progresista.

Yo creí con la fe más pura,
con el más ardiente ardor ardí.
Y cada segundo viví de puntillas:
a sobrepasar el listón, sor lo más...
Y sólo, no sé por qué, mis versos
tristes, más tristes se sobresaltan,
tristes, hasta no poder ser.


***


Olor a mano humana


Recogí del suelo un pajarillo,
una cría, caída del nido.
Acaricié sus temblores,
lo calenté en el hueco de mi mano.
Turbada, la madre ave
lazos y nudos de aire sobre mí circunscribía.
Acomodé a la cría
en el regazo de su árbol nativo.
La madre planeó asustada
y febrilmente la olfateó.
Y con un grito agudo
se hundió en el cielo.
¡Olor a mano humana!
Mejor cría muerta
que mancillada por ser humano.
En su mano anida un mal augurio.
Trae hedor de podredumbre.




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