domingo, 6 de octubre de 2019

POEMAS DE GLORIA ANZALDÚA


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VIVIR EN LA FRONTERA


Vivir en la frontera significa que tú
      no eres ni hispana india negra española
      ni gabacha, eres mestiza, mulata, híbrida
      atrapada en el fuego cruzado entre los bandos
      mientras llevas las cinco razas sobre tu espalda
      sin saber para qué lado volverte, de cuál correr;

Vivir en la Frontera significa sable
      que la india en ti, traicionada por 500 años,
      ya no te está hablando,
      que las mexicanas te llaman rajetas,
      que negar a la anglo dentro de tuyo
      es tan malo como haber negado a la India oa la Negra;

Cuando vives en la frontera
      la gente camina a través de tuyo, el viento roba tu voz,
      eres una burra, buey, un chivo expiatorio,
      anunciadora de una nueva raza,
      mitad y mitad –tanto mujer como hombre, ninguno–
      un nuevo género;

Vivir en la Frontera significa
      poner chile en el borscht,
      comer tortillas de maíz integral,
      hablar Tex-Mex con acento de Brooklyn;
      ser detenida por la migra en los puntos de control fronterizos;

Vivir en la frontera significa que luchas duramente para
      resistir el elixir de oro que te llama desde la botella,
      el tirón del cañón de la pistola,
      la soga aplastando el hueco de tu garganta;

En la frontera
      tú eres el campo de batalla
      donde los enemigos están emparentados entre sí;
      tú estás en casa, una extraña,
      las disputas de límites han sido dirimidas
      el estampido de los disparos ha hecho trizas la tregua
      estás herida, perdida en acción
      muerta, resistiendo;

Vivir en la Frontera significa
      el molino con los blancos dientes de navaja quiere arrancar en tiras
      tu piel rojo-oliva, exprimir la pulpa, tu corazón
      pulverizarte apretarte alisarte
      oliendo como pan blanco pero muerta;

Para sobrevivir en la frontera
      debes vivir sin fronteras
      ser un cruce de caminos.


Traducción: María Luisa Peralta



Esa brillante oscuridad





Has cerrado la puerta de nuevo

para huir de la oscuridad

pero en tu armario espera la noche.



Se impuso tu yo enterrado

me eligió para forzar una grieta

para oír la callada súplica

para ver a la bestia tras las rejas

de tus pestañas.



Yo soy la única de cara redonda,

de rasgos indios, morenos

en la facultad, el taller, la clase

la única que se atreve a enfrentarte.

Soy la carne en la que clavas tus uñas

mía es la mano que cortas aun aferrada a ella

mía la cara manchada por tu vómito

Me juego tu cordura

y la mía.



Quiero darte la espalda

lavarme las manos

pero ellas recuerdan cada marca

cada uña incrustada en la pared

mis pies reconocen cada piedra que pisas

cuando tropiezas yo también peligro

y recuerdo

a los/las que gritaban

empuja Gloria respira Gloria

siento sus manos alzándome, alentándome

hasta enfrentarme a la sangrante y palpitante oscuridad

que ahora trata de gritar

desde el espacio entre tus piernas

siento de nuevo las garras arañando mi tripa.

Recuerdo odiarle/me/les por presionarme

como ahora yo te presiono a ti

recuerdo el dique rompiéndose

anegando los muros

recuerdo abrir los ojos un día

sintiendo que algo ya no estaba.



No estaba el dolor, se fue el miedo

que me había acechado toda la vida.

Y entonces vi la presencia divina

era negra y llevaba mi nombre

me habló y yo le hablé.
Aquí estamos, cuatro mujeres cubiertas de culpa

vosotras por no pronunciar los nombres

yo por no tender antes mi mano.

No sé cuánto tiempo podré seguir invocando

a ese animal oscuro

sacándolo de ti, de mí

llamándolo dios o diosa

mientras todos dicen no no no.



Sé que soy esa Bestia que cerca tu casa

avizora tu ventana

y que te sientes mi presa.

Mas yo sé que la Bestia eres tú

tú su presa

tú la que le da luz

tú esa brillante oscuridad.

Y sé que todo se reduce a esto:

vida o muerte, life or death.


Mexicana de este lado (traducido por María López Ponz)



El viento agitando mis mangas
los pies hundidos en la arena
estoy en el punto donde la tierra toca el océano
donde ambos se encuentran
una unión dulce
o un choque violento en otro tiempo y lugar.

Al otro lado de la frontera, en México,
austeras siluetas de casas abatidas por las olas,
acantilados desmoronándose en el mar,
olas de plata veteadas de espuma
cavan un agujero bajo la valla.

                                        Miro el mar atacar
la cerca en Border Field Park
      con sus buchones de agua,
y, cual domingo de Pascua,
resucita la sangre morena de mis venas.

Oigo el llorido del mar, el respire del aire,
mi corazón se dispara con el latido del mar.
En la gris neblina del sol
el agudo aullido hambriento de las gaviotas,
el agrio olor del agua calándome.

Paso  por el agujero en la valla
         al otro lado
      Siento bajo mis dedos el gastado alambre
            oxidado tras 139 años
      del salado aliento del mar.

Bajo el cielo acerado
los niños mexicanos patean su balón de fútbol,
corriendo tras él entran en los USA.

        Apoyo mi mano sobre la cortina de acero–
la valla metálica coronada de alambre de espino–
        ondea desde el mar donde Tijuana toca San Diego
  desplegándose sobre montañas
   y mesetas
       y desiertos,
esta “Tortilla Curtain” se convierte en el río Grande
          que fluye por las llanuras
    del Magic Valley de South Texas
          hasta vaciarse en el Golfo.

Una herida abierta de 1.950 millas
que divide un pueblo, una cultura,
que recorre la longitud de mi cuerpo,
que clava postes en mi carne,
                splits me splits me
me raja                me raja

Este es mi hogar
este delgado borde
       de alambre.

Pero la tierra no tiene costuras.
El mar no se puede vallar,
       no termina en las fronteras.
Para mostrar al hombre blanco lo que pensaba de su
arrogancia,
Yemayá hizo volar ese muro de espino.

Esta tierra fue una vez mexicana,
       fue siempre india
y aún es.
        Y     lo será de nuevo.

Yo soy un puente tendido
del mundo gabacho al del mojado,
lo pasado me estira pa’’tras
y lo presente pa’’delante,
Que la Virgen de Guadalupe me cuide
Ay ay ay, soy mexicana de este lado.

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