ENCUENTRO
Iba por el campo pisando las espigas,
mis pies eran ligeros y mi cuerpo como una
sombra. Me reñiste por no saber lo que hacía.
Oí al viento sollozar; pero no comprendí…
de lo alto del campo venía el río cantando
como un coro de niños… Quise sentir
el frío del agua y posé mis pies gozosos,
dando la alegría de mi corazón. Me reñiste
por no saber lo que hacía. Se nublaba el
cielo pero no comprendí…
Distraída, jugaba en el olvido de todo.
Me llamaste desde lejos… Corrí a tu en-
cuentro… Cuando llegué estabas pálido, vol-
viste la espalda y , yéndote, me señalabas
atrás. Yo me senté a llorar; pero no comprendí…
Un día me fui espigando flores, inocentemente,
por el campo… Y los regaba por
donde habías pasado tú… Mi cuerpo ligero
velaba sobre tus huellas, escondido; pero no
viniste…
Después (como si la claridad hubiese
dicho lo que era…) cogí agua, flores y espi-
gas, y fui a ti, que me esperabas, y las regué
sobre tu cuerpo… Sonriendo me diste el
conocimiento: aquel campo era mío.
y besé tu agua, tus espigas y tus flores…
Tomado de:
http://rincondepoetasmajo.blogspot.com/2010/11/delia-weber.html
Espacio abierto…
El camino, dulce y agrio, de playas y piedras, se muere al
sol crepuscular.
Y al hilo del canto
se parte en la urdimbre del tiempo.
Toda cuenta ajustada.
Todo adiós resuelto.
Ya, inmensamente
lejos…
¿Y los grandes amores que dejo sobre la tierra de muertos,
cómo los reconozco?
¿Y los grandes amores idos cómo los encuentro en el océano
infinito del ser vivo?
-Delia Weber , En Fuga , inédito
Tomado de:
¡Ay de ti!
¡Ay de ti!
Si probaste una vez
La miel de mi vino
Ya no lo olvidarás
¡Ay de ti!
Si te clavo la espina
De mi rosa de amor
Ya no lo curarás
Y aunque te vayas lejos
Aunque no vuelvas más
En un trastorno de tu vida
Retornarás al punto en que
Te bebiste mi vino
O te clavaron mis espinas
Te bebiste mi vino
¡Ay de ti¡ …
Tomado de:
https://jonathanestrella.com/2013/11/01/ay-de-ti/
EL TINTERO
Es la pieza del mes del Museo de la Familia, un instrumento
paternal que fue testigo fiel del sentimiento con el que la poeta, pintora y
narradora Delia Weber plasmó sus momentos de rebeldía, nostalgia, alegría,
ternura, soledad y, sobre todo, sus ansias de justicia. Es de fabricación
italiana, una fina obra diseñada en cristal de roca y bronce. La poeta lo
heredó de su padre, quien escribió con éste los poemas dominicanos más sutiles
como: «No comprendo, madre; no comprendo. El amor que siento es extraño: me
abraza como ondas, juega, ríe, se burla, desaparece… cuando estoy con Lucilo,
mi amor se torna en diamante de múltiples facetas».
Tomado de:
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