Niños de Julio
Por nuestros propios medios nonatos,
mis niños de julio, las monstruosidades
que se mueven con el pie mutilado, no lo sabemos,
que agitan el muñón, no lo sabemos,
y la cabeza perdida.
Por nuestros propios medios,
perdiendo la cabeza,
mis queridos niños
nada les habría podido enseñar
pero bien alimentados les habría hecho
enamorarse de lo otro, del viento en el aire
Unos miles de ellos en Julio
habría sido siempre Julio
monstruos alimentados
desde mi ternura
que es lo que buscáis vosotros, espectros etéreos
Transformadores del mundo, vosotros me
lo habríais cambiado el mundo
y cambiármelo hasta la muerte por cariño
hasta la muerte para algo otro
Viento en el aire el papel jironeado
que se desgarra, antes que alguno pueda
leer lo que ha sucedido
como se os ha arrancado
de mí, se ha desgarrado el jirón de
papel que no puede sin embargo leer aun nadie.
La noche de los perdidos.
El final del amor
Una luna, un cielo
y el mar obscuro.
Tan sólo eso, y todo obscuro.
Tan sólo eso, porque es de noche.
Y nada humano
entreteje además esa acción efectiva,
Que me reprochas también tú
y semejante amargura
No lo hagas.
Nada mejor hay que yo pudiera conocer
sino amarte, nunca
pensé,
que a través del sudor de la piel
se me haría presente
el […] mundo.
***
Observad, amigos ¡acaso no lo veis!
que no lo he sobrevivido ni menos resistido, no lo veis,
que voy hacia adentro, que
para aquél de ahí yo voy hablando por dentro, que
me repliego y desdeño
mi cabello, que embolso mis manos
retiro mi palabra, no lo veis,
observad,
que me marcho, que voy
cayendo, que me entrego,
y grito, porque los locos
buscan tanteando a sus protectores, como
yo a mi guarda.
***
Qué difícil es perdonar,
un trabajo muy lento y muy arduo,
del que sola me he ocupado
durante ya muchos años.
El odio me ha enfermado,
me siento deformada, estos abscesos
me prohíben incluso mostrarme
junto a los hombres.
Sólo sé que yo
no puedo odiar más de este modo
ni desear tu muerte,
la cual tampoco deseo,
ni cumpliría yo por mi mano,
He aprendido que la mía
ha de amar a sus enemigos, y
esto es tan simple, pues si no cómo
podrían luego mis enemigos
hacerme más de un mal.
Si se extravía una bala,
si alguien me escupe en a cara,
como ayer, no me guardo pensamientos
contra el amor que me ha sido dado.
Tengo miedo ante el amor
que me has infundido tú,
con la intención más cruel.
Totalmente ajada de cortantes ácidos,
venenos de todo tipo, por el opio,
aturdida por completo en mi destrucción.
Puesto que ya no vivo más en ti,
y muerta me encuentro ya, donde estoy.
Lo que cuentan y persisten son las cúpulas
comen dos veces al día, satisfacen
luego sus necesidades, e
imploran por los medicamentos,
que me han de sumir en un largo sueño.
Traducción de Breno Onetto
Tomado de:
https://web.uchile.cl/publicaciones/cyber/18/crea16.html
El tiempo aplazado
Se avecinan días más duros.
El tiempo aplazado hasta nuevo aviso
se anuncia ya en el horizonte.
Pronto tendrás que anudarte las sandalias
y ahuyentar a los canes hacia las granjas de la tierra
baja.
Que las vísceras de los peces
se han quedado frías al viento
y la luz de las flores de los altramuces arde ya
mortecinamente.
Tu mirada se abre paso a través de la niebla:
el tiempo aplazado hasta nuevo aviso
se anuncia ya en el horizonte.
En la otra orilla se te hunde la amada:
la arena sube ya por su cabellera ondeante,
no le deja hablar,
le ordena callar,
la encuentra mortal
y dócil para la despedida
tras cada abrazo.
No vuelvas la mirada.
Anúdate las sandalias.
Ahuyenta a los canes.
Arroja los peces al mar.
¡Apaga las flores de los altramuces!
Se avecinan días más duros.
(21 poetas alemanes, Madrid: Visor, 1980).
Trad. de Felipe Boso.
Salmo
1
¡Callad conmigo, como callan todas las campanas!
En la placenta de los horrores
buscan las sabandijas alimento nuevo.
Públicamente, cuelga los Viernes Santo una mano
en el firmamento, le faltan dos dedos,
y no puede jurar que todo,
todo, no haya sido y que nada
será. Se hunde en las nubes pardas,
arroba a los nuevos asesinos
y sale absuelta.
De noche, sobre esta tierra,
forzar ventanas, darle para atrás a las sábanas,
que quede al descubierto el embozo de los enfermos,
una llaga llena de alimento, infinitos dolores
para todos los gustos.
Enguantados contienen los carniceros
el aliento de los desembozados,
la luna en la puerta cae al suelo,
no recojas los fragmentos, la cinta de la que colgó...
Todo estaba preparado para la extremaunción.
(El sacramento no puede llevarse acabo).
2
Qué vanidad de vanidades.
Arrastra una ciudad hasta ti,
levántate del polvo de esa ciudad,
toma posesión de un cargo
y enmascárate
para no ser desenmascarado.
Cumple las promesas
delante de un espejo ciego en el aire,
delante de una puerta cerrada en el viento.
Intransitados están los caminos sobre la pared a plomo
del cielo.
3
Oh ojos, que la tierra, almacén solar, quemó,
con la carga de lluvia de todos los ojos cargados,
cubiertos ahora de hilos, de telas
hiladas por las arañas trágicas
del presente ...
4
En la cuenca de mi mudez
pon una palabra
y levanta grandes bosques a ambos lados,
que mi boca
entera quede en la sombra.
Sólo cosas sombrías
Como Orfeo, toco
en las cuerdas de la vida la muerte,
y ante la belleza de la tierra
y de tus ojos, que administran el cielo,
sólo sé decir cosas sombrías.
No olvides que también tú, de pronto,
aquella mañana, cuando tu lecho
todavía estaba húmedo de rocío y el clavel
dormía junto a tu corazón,
viste el río oscuro
pasar a tu lado.
La cuerda del silencio,
tensada sobre la ola de sangre,
puso manos en tu corazón sonante.
Transformado quedó tu rizo
en la cabellera de sombras de la noche,
los copos negros de las tinieblas
nevaron tu semblante.
Y mi lugar no está a tu lado.
Ahora nos lamentamos los dos.
Pero como Orfeo, sé
junto a las cuerdas de la muerte la vida,
y en mí reverbera el azulado
de tu ojo por siempre cerrado.
Temprano mediodía
Silencioso verdea el tilo en el verano inaugurado,
muy apartada de las ciudades tiembla
el brillo opaco de la luna diurna. Ya es mediodía,
ya se agita en la fuente el chorro,
ya se alza bajo el destrozo
el ala maltratada del pájaro de fábula,
y la mano, desfigurada por tirar la piedra,
cae en el despertar del trigo.
Donde el cielo de Alemania ennegrece la tierra,
busca su ángel decapitado una tumba para el odio
y te entrega el cuenco del corazón.
Un puñado de dolor se pierde sobre la colina.
Siete años más tarde
te acuerdas nuevamente,
junto a la fuente, ante la puerta,
no mires demasiado profundamente,
se te saltarán los ojos.
Siete años más tarde,
en casa de amortajado,
apuran los ayer verdugos
el vaso dorado.
Se te hundirían los ojos.
Ya es mediodía, en las cenizas
dobla el hierro, sobre el mandril
está izada la bandera, y sobre la roca
del sueño ancestral, queda de aquí en adelante
forjada el águila.
Solo la esperanza, aquejada de ceguera, está acurrucada
bajo la luz.
¡Rompe sus cadenas, guíala
ladera abajo, ponle
la mano sobre los ojos, que no la
abrase ninguna sombra!
Donde la tierra de Alemania ennegrece el cielo,
busca la nube palabras y llena el cráter de silencio
antes de que el verano las perciba bajo la llovizna.
Lo inexplicable recorre, en voz baja, el país:
ya es mediodía.
Tomado de:
https://el-placard.blogspot.com/2016/08/poemas-de-ingeborg-bachmann.html
CADA DÍA
Ya no se declara la guerra,
se prosigue. Lo inaudito
se ha vuelto cotidiano. El héroe
permanece lejos
del campo de batalla. El débil
se ha adentrado en la línea de fuego.
El uniforme del día es la paciencia,
la condecoración, la estrella miserable
de la esperanza sobre el corazón.
Se concede
cuando ya no sucede nada más,
cuando se calla el fragor del combate,
cuando el enemigo se ha vuelto invisible
y la sombra eterna de las armas
cubre el cielo.
Se concede
por la huida ante las banderas,
por el valor ante el amigo,
por la delación de secretos indignos
y el desacato
de toda orden.
ANUNCIO
Pero hacia dónde vamos
no te preocupes no te preocupes
cuando está oscuro y hace frío
no te preocupes
pero
con música
qué hacer
alegres y con música
y qué pensar
alegres
a la vista de un final
con música
y hacia dónde llevamos
lo mejor
nuestras preguntas y el aguacero de todos los años
en la lavandería de los sueños no te preocupes no te
preocupes
pero qué ocurre
lo mejor
cuando el silencio de los muertos
comparece
MANIOBRA DEL OTOÑO
No digo: eso fue ayer. Con el dinero
sin valor del verano en el bolsillo volvemos a yacer
sobre el tamo de la burla, en la maniobra otoñal del
tiempo.
Y no nos es favorable el camino de huida hacia el sur,
ni tampoco los pájaros. Mientras la tarde cae,
pasan barcos de pesca y góndolas y a veces
me alcanza una astilla de mármol saciado de sueños,
donde soy vulnerable, en el ojo, debido a la belleza.
En los periódicos leo mucho sobre el frío,
sobre sus consecuencias, sobre idiotas y muertos,
sobre expulsados, asesinos y miríadas
de témpanos de hielo, mas poco que me agrade.
¿Y por qué? Ante el mendigo que viene a mediodía,
cierro la puerta de un portazo, porque la paz es eso
y nos podemos ahorrar verlo, pero no
bajo la lluvia la muerte triste de las hojas.
¡Dejadnos hacer un viaje! ¡Dejad que bajo los cipreses
o bajo las palmeras o entre los sotos de naranjos
veamos a precio de saldo los naufragios del sol,
que no tienen igual! ¡Dejadnos
olvidar las cartas al ayer que quedan sin respuesta!
El tiempo hace milagros. Mas viene inoportuno
a traernos el latir de la culpa: no nos encuentra en
casa.
En la bodega del corazón, me hallo otra vez insomne
sobre el tamo de la burla, en la maniobra otoñal del
tiempo.
Tomado de:
https://elcuadernodigital.com/2017/11/13/poemas-de-ingeborg-bachmann/
Sombra rosas sombra
Bajo un cielo extraño
sombra rosas
sombra
sobre una tierra extraña
entre rosas y sombra
dentro de un agua extraña
mi sombra
De "Invocación a la Osa Mayor" Ediciones
Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García
Bajo la tormenta de rosas
Adonde nos dirijamos bajo la tormenta de rosas,
las espinas iluminan la noche, y el trueno
de las hojas, antes tan silenciosas en los arbustos,
nos sigue ahora muy de cerca.
De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S.
A. 1991
Versión de Arturo Parada
Una especie de pérdida
Usados en común: estaciones del año, libros y una música.
Las llaves, los boles de té, la panera, sábanas y una
cama.
Un ajuar de palabras, de gestos, traídos, empleados,
gastados.
Un reglamento de casa observado. Dicho. Hecho. Y
siempre alargada la mano.
De inviernos, de un septeto vienés y de veranos me he
enamorado.
De mapas, de un poblacho de montaña, de una playa y de una
cama.
Con fechas he hecho un culto, promesas he declarado
irrevocables,
he adornado un algo y he sido devota delante de una nada,
(-de un periódico doblado, de las cenizas frías, del
papel con un apunte)
impávida ante la religión, porque la iglesia era esta
cama.
De la vista de un lago surgió mi pintura inagotable.
Desde el balcón había que saludar a los pueblos, mis
vecinos.
Junto al fuego de la chimenea, en la seguridad, mi
cabello tenía su color más intenso.
La llamada a la puerta era la alarma para mi alegría.
No te he perdido a ti,
sino al mundo.
De "Invocación a la Osa Mayor" Ediciones
Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García
Tomado de:
http://amediavoz.com/bachmann.htm
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