Poema
Mi agradecimiento a Jonio González, el buscador de Joyas.
No sé si estoy en mi hogar
o si no tengo hogar.
Corro, mi camisa
desabotonada, ningún límite, nadie
me detiene, no hay principio
ni fin.
Mi cuerpo es espuma
que huele a viento.
Ahora
es mi nombre. Extiendo los brazos,
mis manos quedan fuera
de lo que existe.
Dejo que mis ojos vaguen
y abreven en los cimientos
del mundo.
Ojos desencajados, camisa que se hincha,
mis manos separadas por el mundo, no sé
si tengo un hogar
o desamparo.
Si soy un principio o un fin.
Tomado de:
https://blogs.culturamas.es/blog/2022/07/04/poema-de-peretz-markish/
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Oye, ¿a qué te dedicas? ¿Aflicción?
¿Qué estás vendiendo allí, desesperación?
Soy comprador y traficante,
y trato y estoy rodando
días y noches, e incluso momentos:
en una balanza de alegría los peso, los
compro y luego los revendo,
la mitad son negros
y la mitad en hogueras,
en las ferias, en los mercados, y en las carreteras el
que pase en mi camino,
en el camino de quien pase
yo cuento Mamón!...
Soy un comprador y un distribuidor
y estoy negociando y estoy manejando...
¿Qué estás vendiendo, cadáveres? ¿Harapos?
¿O papás que se fueron hace mucho tiempo?
Oye, un comprador se ha escapado,
se está muriendo pero renacerá.
-- 1917
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Con los labios apretados,
y los ojos
cargados hasta la frente, silenciosos,
y los vientres de madera atados con cinturones de hierro
oxidado, grises hileras de tiendas se arrastran por el
mercado de los sábados, grises, como ciegos, aferrándose fuertemente unas a
otras. …
***
En medio del mercado
se encuentra un carro sobrecargado,
debajo del carro un gentil alto está tendido
como un cadáver degollado, ronca, rumia, rechina y escupe.
Los caballos mascan, las cabezas vueltas hacia el carro,
las
colas colgando hacia el infinito...
-- 1919
traducido por Amelia Glaser
Tomado de:
https://www.openlettersmonthlyarchive.com/olm/two-poems-peretz-markish
Fragmentos
De pronto, cuando vuelvo la mirada solo hacia mí mismo,
estallan mis ojos, y mis miembros ven
mi corazón caído, como un espejo en la piedra,
estruendosamente roto, hecho pedazos.
Cierto, no todos los fragmentos se liberaron
para ser testigos de mis últimos pasos,
pero no me pisotees aún, Tiempo, juez mío,
antes de recobrar mis pedazos dispersos.
Los escogeré y ajustaré, uno por uno,
los completaré con mis dedos heridos y sangrantes
y aun así, por más que mi artificio los reúna,
en ellos veré siempre mi quebrada imagen.
Abatido, por fin, hallo el sentido,
el ardiente dolor del vidrio roto,
el anhelo de verme en el espejo, entero,
en esos fragmentos, dispersos por los siete mares. ~
Versión del yídish de Enrique Krauze.
Tomado de:
https://letraslibres.com/revista/fragmentos-peretz/
CAMINO AL GUETO
Una cuna vacía. Candelero sin vela.
Una lápida... Sí, los nombres en ella son líneas de
zayorty.
La puerta está abierta de par en par. No busques
anfitriones.
Puedes entrar y tomar lo que quieras...
Como una vela funeraria, una estrella arde.
Hay una bolsa de lona en la esquina. En él, las
pertenencias son muy sencillas.
Para un viaje largo, una muleta está en la esquina.
Puedes entrar y tomar lo que quieras...
Y el estruendo es incesante. Y el camino es interminable.
Y lágrimas de desesperanza nublan tus ojos.
Y no abraces todo el dolor, el horror de toda la vida.
Y la puerta está abierta, puedes tomar lo que quieras... Un
anciano canoso camina. Y junto a él está su nieto.
Vienen hombres... Mujeres... Día y noche.
Y eso es todo... No hay nada más.
Y la puerta está abierta: puedes tomar lo que quieras ...
Cuna
interlineal
sin un niño. Candelero sin vela.
Lápida antigua con nombres borrados.
El umbral es bajo, y la puerta está abierta -
El que quiera puede entrar y llevárselo...
Un bulto al costado. Bastón para caminar.
Y desde arriba, una estrella, como un cirio fúnebre
silencioso, arde.
Contada hasta la última modesta propiedad -
El que quiera, puede entrar y tomarla...
Pasos lejanos, ruido incesante.
Y brillante tristeza, provocada por el deseo de abrazar
todo con la mente.
Todo está encerrado en el dolor de las cenizas humeantes -
El que quiera puede entrar y llevárselo...
Cabeza echada hacia atrás, cuello estirado,
Mirada soñadora bajo cejas manchadas de lágrimas.
No hay nada más. Eso es todo.
Cualquiera que quiera puede entrar y llevárselo...
Tomado de:
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