(Bolivia, 1879 - 1956) BALADA DE CLARIBEL |
En la desolada tarde, Claribel, al |
claror de un sol que no arde, |
Claribel, me vuelve el amante |
alarde, aunque todo dice: "es |
tarde, Claribel". |
Lleva en sus alas el viento, |
Claribel, |
tu nombre como un lamento, |
Claribel, |
y en vano mis ansias siento |
volar tras aquel concento, |
Claribel. |
Voz con que pía la ausencia, |
Claribel, |
saudade, canora esencia |
Claribel! |
Añoranza, transparencia |
que la ausencia hace presencia, |
Claribel! |
Mar profundo y alto monte, |
Claribel, |
Es posible que tramonte, |
Claribel, |
tras el húmedo horizonte, |
y que las nieves remonte |
Claribel? |
El tiempo es por siempre ido, |
Claribel, |
y eres quizás todo olvido. |
Claribel, |
Mas yo, iluso descreído, |
aún pienso que me has querido, |
Claribel. |
El pan amargo en que muerdo, |
Claribel |
hecho está de tu recuerdo |
Claribel! |
Y el pasado nada cuerdo |
es un sueño, en que me pierdo |
Claribel! |
Oh mañana azul y rosa, |
Claribel, |
en que te ví, mariposa, |
Claribel! |
Reina y mujer, niña y diosa, |
oro, nácar, nieve y rosa |
Claribel! |
Cantaba en el aire un ave, |
"Claribel " |
suave cual la suave |
Claribel. |
Y unía al plumado clave |
dulce risa y lloro grave: |
Claribel! |
Una música escondida, |
Claribel! |
Eres por siempre en mi vida, |
Claribel. |
Mamá de mi eterna herida, |
lecho rosa y luz florida: |
Claribel! |
Vierte mi labio un perfume |
Claribel, |
musgo y clavel que resume, |
Claribel. |
Mira que eterna zahume, |
óleo que no se consume, |
Claribel! |
Tu nombre dulce y cruel |
Claribel |
Sabe a fresa e hidromiel |
Claribel. |
Son de encantado rabel |
hay un sortilegio en él, |
Claribel. |
De un nigromante el compás, |
Claribel, |
trazó en mi alma "nunca más Claribel". |
Y así mis ojos jamás |
como el alba volverás, |
Claribel! |
SCHERZO DE PRIMAVERA |
Vino nuevo en las bocas |
Vierten sus cántaras. |
Caen Las rosas locas |
De sus alcántaras |
Y en dulce juego |
Es caricia de nieve |
Su eterno fuego! |
12. |
Pliega toda alma irónica |
A su centella; |
La palabra sardónica |
Expira ante alla. |
Horrenda fama! |
La Belleza está hecha |
De bronce y llama! |
30. |
Su pan aún siendo muerte |
Tienta y convida: |
Sabe a la rica y fuerte |
Sal de la vida. |
Maná perfecto! |
Aun amasando en lágrimas, |
no hay más dilecto! |
33. |
Rige un arcano el giro |
De las pupilas. |
De azabache o zafiro, |
Glaucas o lilas, |
Su prisma cierne |
Matices y contornos |
Que en luz discierne. |
35. |
La duda en alto pende |
Quien más admira, |
Si sol que arriba esplende |
U ojo que mira |
Mutuas miradas: |
Es un cambio de guiños |
Y llamaradas! |
40. |
Hay una ciencia abstrusa |
En toda forma |
Que revela a la musa |
La pauta y norma. |
En líneas puras |
Las ideas son célicas |
Arquitecturas. |
EL SCHERZO MATINAL |
3. |
Nadie ha visto el milagro |
Del primer día, |
Cuando en el sutil agro |
Amanecia! |
Ojos huraños! |
Esta aurora es la misma |
que hace mil años! |
5. |
Llora perlas la vida |
Cuando amanece, |
Y en perlas guarnecida |
Se desvanece! |
Sólo es tesoro |
El mar tumbante y púrpura |
De eterno lloro! |
11. |
Velo de bruma rosa |
Que el viento lleva |
Descubre en cada cosa |
Un alma nueva! |
Y el oro leve |
Del oriente encendido |
La vida llueve! |
10. |
Al tiempo en que Las cosas |
su luz reciben |
o lóbregas o hermosas, |
se dice: viven |
porque encendidas |
Las larvas de la muerte |
son hechas vida! |
51. |
De verla el mar se comba |
Como un camello |
Y un himno en coda tromba |
Da su resuello. |
El monto hirsuto |
Templa su horror y trémulo |
Dora su luto. |
55. |
Cada pupila sella, |
Espejo breve, |
La eterna faz que en ella |
Entra y se mueve. |
Toda la esfera |
En leve cerco vívido |
Gira e impera! |
EL ULTIMO HUAYNO |
Guarda la tierra larvas |
y el aire giros. |
Pasan leves suspiros |
y sombras parvas. |
Así al destino |
canto el último huayño |
el cierzo andino! |
LAS KHANTUTAS |
Regia flor escarlata |
del Ande innata, |
su tinte en que el sol brinca |
consagra al Inca. |
Toda doncella |
de fiera sangre India |
renace en ella! |
BEETHOVEN |
Jamás dolor más noble |
vibró en la fibra! |
Así insonora vibra |
el alto roble! |
Era Beethoven |
dolor siempre sonoro |
y siempre joven! |
LA VIBORA INVISIBLE |
Romance aymara |
Qué sabor tiene el perfume |
que exhala tu oscura tez |
Como una flor se consume |
mi beso en tu oscura tez. |
Qué‚ tibio imán invencible |
envuelve tu oscura tez? |
Una víbora invisible |
virtió su magia en tu fez! |
Desmayan en pleno vuelo |
Las aves si oyen tu voz. |
Dulce envenenado anhelo, |
la muerte fluye en tu voz. |
Qué caricia aborrecible |
rompe en cristales tu voz? |
Una víbora invisible |
baila enloquecida en ti! |
Amor tu cadera enarca |
y vierte tu fiebre en ti! |
Como en mecedora barca |
mi afán apareja en tí! |
Qué sortilegio terrible |
Sacude tu cuerpo asi? |
Una víbora invisible |
baila enloquecida en tí! |
NUEVOS RUBAYAT |
PROVERBIO |
1 |
Luz de la tarde, tórtola que añora |
Plañir del mar, otoño que se dora! |
Nada hay más dulce ni más triste a un tiempo |
Que ese amor de mujer que ruega y llora! |
4 |
Ni lloro trágico ni heroica risa |
No soy alud. Por qué vivir de prisa? |
La vida, alegre o desdichada, tiene |
Un refugio supremo, la sonrisa! |
6 |
Fue la sabiduría una cadena |
Donde coda eslabón era una pena, |
Y antes que jugo de sus ñudos brote |
Cantó el peñasco y floreció la arena! |
7 |
El viejo Segismundo que el beleño |
De vivir y saber bebió en su empeño, |
Hoy sabe ya la clave del enigma: |
Se sueña todo, y quien lo sueña es sueño!... |
8 |
Como enjambre de víboras canoras |
Pasó ante mí la danza de las Horas, |
Y en mi redor hiciéronse sus giros |
Fúnebres noches, trágicas auroras! |
Para siempre! es el canto de la vida, |
Y todo són es són de despedida. |
Brota un adiós de cada boca abierta, |
Y es toda boca en flor boca de herida! |
Tendida como un arco el alma tuve |
Y un deseo como águila que sube. |
Partió la flecha y se perdió en el aire; |
Lanzóse el ala y se perdió en la nube! |
HABLA OLIMPO |
Yo fui el orgullo como se es la cumbre, |
Y fue mi juventud el mar que canta. |
No surge el astro ya sobre la cumbre? |
Por qué soy como un mar que ya no canto? |
No rías, Mevio, de mirar la cumbre |
ni escupas sobre el mar que ya no canta. |
Si el rayo fue, no en vano fui la cumbre, |
Y mi silencio es más que el mar que canta. |
domingo, 14 de agosto de 2016
Poemas de Franz Tamayo
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