(Ucrania, 1960)
"Se reseca el río..."
Se
reseca el río
(así como la ira consume la voz),
Un enceguecido pez estirado sobre el barro amarillento
Parece querer echar raíces, reflejándose la orilla
En su claro semblante, en donde ya no anida la substancia...
Se reseca el río...
Así con los años nos debilitan el alma,
Y no hace falta cruzar vadeando, porque ya no existe tal vado...
Avanzamos sin interferencia sobre el desnudo lecho.
Crujen bajo los pies, como conchas,
Los recuerdos envejecidos —esfumados de la memoria al igual que nuestros orígenes.
Se estremecen en el viento los diáfanos cuerpos de las nereidas desamparadas,
Duermen los ahogados, hundidos en el acre barro...
Queda tan sólo en lo más recóndito del angosto canal
tapizado por miríadas de guijarros asoleados
Un estancado hilillo de agua,
Que todavía se acuerda del río.
Y él a menudo sueña con los relinchos de los caballos esteparios,
Como humean las grupas dejando su olor en el agua sudada,
Como cae oblicuamente en su superficie la precisa noche,
Hundiéndose en ella loca de gozo, la errática estrella...
Gotean en el fango estas escurridizas rememoraciones, se asientan...
Al arroyuelo recorrerá un largo temblor —removiéndose en el fondo,
Aún tendrá tiempo de dejar detrás suyo una conjetura: los ríos no se secan,
Penetran directamente en la tierra
buscando una nueva profundidad...
(así como la ira consume la voz),
Un enceguecido pez estirado sobre el barro amarillento
Parece querer echar raíces, reflejándose la orilla
En su claro semblante, en donde ya no anida la substancia...
Se reseca el río...
Así con los años nos debilitan el alma,
Y no hace falta cruzar vadeando, porque ya no existe tal vado...
Avanzamos sin interferencia sobre el desnudo lecho.
Crujen bajo los pies, como conchas,
Los recuerdos envejecidos —esfumados de la memoria al igual que nuestros orígenes.
Se estremecen en el viento los diáfanos cuerpos de las nereidas desamparadas,
Duermen los ahogados, hundidos en el acre barro...
Queda tan sólo en lo más recóndito del angosto canal
tapizado por miríadas de guijarros asoleados
Un estancado hilillo de agua,
Que todavía se acuerda del río.
Y él a menudo sueña con los relinchos de los caballos esteparios,
Como humean las grupas dejando su olor en el agua sudada,
Como cae oblicuamente en su superficie la precisa noche,
Hundiéndose en ella loca de gozo, la errática estrella...
Gotean en el fango estas escurridizas rememoraciones, se asientan...
Al arroyuelo recorrerá un largo temblor —removiéndose en el fondo,
Aún tendrá tiempo de dejar detrás suyo una conjetura: los ríos no se secan,
Penetran directamente en la tierra
buscando una nueva profundidad...
Una definición de poesía |
Se que moriré de una muerte obstinada-
Como quien ama la música precisa de su propio cuerpo, Que conoce cómo introducirlo a través de las fisuras del miedo Como a través del ojo de la aguja, Que danza una vida completa con el cuerpo - cada movimiento De hombros, espalda y piernas Misteriosamente rutilando, como una palabra Sánscrita, Músculos jugando bajo la piel Como un pez en un estanque nocturnal Gracias, señor, por darnos cuerpos. Cuando muera, decid a los techadores Que bajen las vigas y el techo (Dicen que mi bisabuelo, un brujo, escapó por esta vía finalmente). Cuando mi cuerpo se haga liso por la humedad, El alma entumecida, oscura y combada, Se torcerá Como una vena azul en la clara de un huevo cocido, Y el cuerpo se ondulará por los espasmos Como la frazada de un enfermo, que se le quita Porque está caliente, Y el alma se alzará para abrirse paso La prensa de carne, castigo de la gravedad- El cosmos, Sobre el negro pozo del cuarto Succionará su galáctico tubo, El cielo rompiéndose en una inflamada caída de estrella, Y arrastrará al alma arriba, temblando como una hoja de papel- Mi joven alma- El color de la hierba húmeda- Hacia la libertad - Entonces "¡Pare!" Grita, escapando, En la frontera deslumbrante Entre dos mundos- Pare, espere. Dios mío. Al fin. Mira, es de aquí de donde viene la poesía. Dedos crispándose por el bolígrafo, Enfriándose, dejando de ser míos. Clitemnestra
Tú no eres realmente una mujer
Agamenón regresa a casa,
Va subiendo las escalas, el sol Está tras él, tintinea su atuendo de metal Como un presuntuoso ídolo-guerrero, las correas de cuero De su armadura chirrean. ¡Sáquenlo, no lo quiero! No quiero el olor animal de su boca, O sus manos de uñas orladas de negro - Esas manos Arrancaron mi ropa como a un cadáver en el campo de batalla, Y debajo de las uñas los jirones Y pelusillas de la ropa y cabellos del crimen probablemente aún se pudren. Quizás no soy realmente una mujer. No quiero gritar y torcerme de mortal placer, Clavada por su arma fulgurante en medio de cantidades de apestoso sudor Bajo una carga más arrolladora que el Poder Real- Bajo su cuerpo Escurriendo sus pegajosos jugos letales en mí - Odio El quejido de puta en tono agudo que de mi garganta escapará, Odio la languidez que me embargará, La nuez de su cuello pastoso sobre mí Cuando abra los ojos. ¡Oh hijo de Atreus! Así es como Troya, tendida, agonizaba debajo de ti. Elásticas y rápidas tus flechas apuntan a toda cosa viva- ¿Es de cierva o de mujer, esta sangre caliente Chorreando por los muslos lo que te hace vencedor, Capaz de extraer sangre de un cuerpo como un inocente el agua de una piedra? No fue lujuria o brutalidad sino bestialidad Haber conquistado a Clitemnestra, y a la Cierva, a Casandra, Micenas y Troya. Quizás no soy realmente una mujer. Agamenón está llegando a casa, y las sombras oliendo oscuridad y sudor se están expandiendo. Estoy fría. Tiemblo al comprender: ¡Matar también es un oficio! Hilando, tejiendo Destejiendo (como la mujer de Itaca), frotando el cuerpo rosado de Aegisthus (qué tiene que ver él con esto?) Con aceite suavizante- Estos son placeres para manos, ocupaciones para manos - Pero no para Las de una reina. Ellas no son más nobles, por ejemplo, que palpar hoyuelos. Sería cien veces mejor escaparse con algunos peregrinos, Digamos, a Delfos, y hacerse Sacerdotisa, Pertenecer a cada festín, a cada lisiado que pasa, Rendirme a esa fuerza sin rostro Sin malevolencia Omnipresente - Desviándose, corriendo, inadvertida... Oh, ¡cuán fría soy! Tú asciendes las escalas, con el sol a la espalda - Oh endiosado, más endiosado, más odioso, más tiránico Es tu tranco subiendo las escalas (cada paso pesa un año de guerra Troyana) - Oh ven más cerca, más cerca... Deslumbrada por el blanco y el negro - este dibujo de sombras, manchas De sol sobre las losas de mármol - Guardo en mi vista, con la fuerza completa de mi imaginación, Justo este pequeño cuarto Donde la cortina es como un estallido carmesí - cuando te paras tras ella, Con un gesto señorial único De mi mano, rígida con el frío del obediente acero, Yo mejoraré todo lo que has hecho, Erigiré otro reino - Un mundo sin Agamenón. |
Carta desde la casa de verano
Querido-------,
La tierra está mohosa de nuevo.
Lluvia ácida: nuestros emparrados de pepinos negros
Sobresalen de la tierra como alambre rechinado.
Y no estoy segura de la huerta este año.
Necesita una buena limpieza,
Pero estoy temerosa de esos árboles. Cuando paseo
Entre ellos, parece como si fuera a pisar
Algún animal muerto pudriéndose en la alta hierba,
Algo con gusanos que se arrastra, algo sonriendo
Con insania bajo el sol caliente
Y los sonidos me ponen nerviosa:
Anteayer, en la espesura maullando,
El monótono chirrido de un árbol,
El escándalo interrumpido de los gansos - todos constantemente
Estirándose por la misma nota. ¿Recuerdas
El olmo seco, el que un rayo convirtió
En un gigantesco hueso carbonizado el último verano?
A veces pienso que se enseñorea
Sobre el jardín completo, infectándolo todo con rabiosa insania.
¿Los arboles locos cómo actúan?
Tal vez corren con furioso arrebato como tranvías descarrilados. En fin,
Guardo un hacha junto a la cama, nunca se sabe.
Al menos las mariposas se aparean: Tendremos
Orugas pronto. Oh, sí, la hija del vecino
Dio a luz - un niño, un poco exagerado. Tenía dientes y pelo
Ya, y podría ser un mutante,
Porque ayer, teniendo nueve días apenas, gritó,
"Apaguen el cielo" y no volvió a decir una palabra.
Aparte de todo es un niño saludable.
Bueno, eso es todo. Si puedes salir
El fin de semana, tráeme algo para leer,
Preferiblemente en una lengua que yo no sepa.
Las que llamo mías se encuentran agotadas.
La tierra está mohosa de nuevo.
Lluvia ácida: nuestros emparrados de pepinos negros
Sobresalen de la tierra como alambre rechinado.
Y no estoy segura de la huerta este año.
Necesita una buena limpieza,
Pero estoy temerosa de esos árboles. Cuando paseo
Entre ellos, parece como si fuera a pisar
Algún animal muerto pudriéndose en la alta hierba,
Algo con gusanos que se arrastra, algo sonriendo
Con insania bajo el sol caliente
Y los sonidos me ponen nerviosa:
Anteayer, en la espesura maullando,
El monótono chirrido de un árbol,
El escándalo interrumpido de los gansos - todos constantemente
Estirándose por la misma nota. ¿Recuerdas
El olmo seco, el que un rayo convirtió
En un gigantesco hueso carbonizado el último verano?
A veces pienso que se enseñorea
Sobre el jardín completo, infectándolo todo con rabiosa insania.
¿Los arboles locos cómo actúan?
Tal vez corren con furioso arrebato como tranvías descarrilados. En fin,
Guardo un hacha junto a la cama, nunca se sabe.
Al menos las mariposas se aparean: Tendremos
Orugas pronto. Oh, sí, la hija del vecino
Dio a luz - un niño, un poco exagerado. Tenía dientes y pelo
Ya, y podría ser un mutante,
Porque ayer, teniendo nueve días apenas, gritó,
"Apaguen el cielo" y no volvió a decir una palabra.
Aparte de todo es un niño saludable.
Bueno, eso es todo. Si puedes salir
El fin de semana, tráeme algo para leer,
Preferiblemente en una lengua que yo no sepa.
Las que llamo mías se encuentran agotadas.
Besos, amor, O
PRYPIAT - NATURALEZA MUERTA
Podría ser de madrugada.
La luz, como una sábana en pliegues derramada.
El cenicero repleto.
Una sombra se multiplica sobre cuatro muros.
El recinto está vacío.
No hay testimonios.
Pero alguien estuvo aquí.
Hace un momento relumbraron unas lágrimas gemelas
Sobre la pulida madera
(¿Vivió aquí una pareja?)
Un vestido sobre el brazo de la silla, lleno hasta hace poco por un cuerpo,
Se disolvió en un rollo de tela.
Entra, husmea. No hay nadie aquí,
Apenas el aire que se respira, como aplastado
Por un tanque.
Un saco a medio terminar recuerda los dedos de alguien.
Un libro yace abierto, marcado por una uña.
(¡Cuán sorprendente este silencio más allá de los límites!)
Sobre la madera pulida, dos manchas.
Sobre el piso al pie de la silla una manzana,
mordida pero no oxidada.
* Prypiat es un pueblo abandonado en el área evacuada en torno a Chernobyl
Traducción: Rafael Patiño
CARTA DESDE LA CASA DE VERANO
Querido:
la tierra está mohosa de nuevo.
Lluvia ácida: nuestros emparrados
de pepinos negros
sobresalen de la tierra como alambre rechinado
y no estoy segura de la huerta este año.
Necesita una buena limpieza
pero estoy temerosa de esos árboles.
Cuando paseo entre ellos parece
como si fuera a pisar algún animal muerto
pudriéndose en la alta hierba,
algo con gusanos que se arrastra,
algo sonriendo con insania bajo el sol ardiente.
Y los sonidos me ponen nerviosa:
anteayer, en la espesura maullando,
el monótono chirrido de un árbol,
el escándalo interrumpido de los gansos
todos constantemente estirándose
por la misma nota.
¿Recuerdas el olmo seco,
el que un rayo convirtió en un gigantesco hueso
carbonizado el último verano?
A veces pienso que se enseñorea
sobre el jardín completo
infectándolo todo con rabiosa demencia.
¿Los árboles locos cómo actúan?
Tal vez corren con furioso arrebato
como tranvías descarrilados.
En fin, guardo un hacha junto a la cama,
nunca se sabe.
Al menos las mariposas se aparean:
tendremos orugas pronto.
Oh, sí, la hija del vecino dio a luz a un niño,
un poco exagerado.
Tenía dientes y pelo ya
y podía ser un mutante,
porque ayer
teniendo apenas nueve días gritó:
¡¡Apaguen el cielo!!
y no volvió a decir una palabra.
Aparte de eso es un niño saludable
Bueno, eso es todo.
Si puedes salir el fin de semana
traeme algo para leer,
preferiblemente en una lengua que yo no sepa.
Las que llamo mías
se encuentran agotadas.
Gente que lea
poemas - ¿acaso existe todavía?
preguntó el poeta.
Porque poemas
son precisamente los tejidos que yo uso
para enjugar mis lágrimas.
Y la gente que recoge
estos húmedos tejidos -
es aquella que permanece junto a la víctima de un accidente
hasta que llega la ambulancia,
y es capaz de regalarle flores
a una mujer solitaria que no conoce
y después se marcha sin presentarse a sí misma,
que siempre tiene tiempo para el extraviado caminante
y para los ancianos.
¿Tales personas existen?
preguntó el poeta.
Porque yo no soy una de ellas.
poemas - ¿acaso existe todavía?
preguntó el poeta.
Porque poemas
son precisamente los tejidos que yo uso
para enjugar mis lágrimas.
Y la gente que recoge
estos húmedos tejidos -
es aquella que permanece junto a la víctima de un accidente
hasta que llega la ambulancia,
y es capaz de regalarle flores
a una mujer solitaria que no conoce
y después se marcha sin presentarse a sí misma,
que siempre tiene tiempo para el extraviado caminante
y para los ancianos.
¿Tales personas existen?
preguntó el poeta.
Porque yo no soy una de ellas.
Director de las velas
¡Oh director de las
velas!
Entre reflejos reverberan los ojos...
Negro entramado de sombras, rómpete por un instante -
Entre reflejos reverberan los ojos...
Negro entramado de sombras, rómpete por un instante -
Sí, por el mínimo gesto
con que él se deshace de sus guantes
¡aceptaría aún más de mis trabajos terrenales!
¡Director de las velas!
Venas y tendones tus brazos todos
Desnudos están cerca a los hombros entre la incierta luz.
Oh, puedo sentir las falsas y pegajosas sonrisas
Arrancadas de mi cara,
Del igual modo que los dedos frotan el fundido residuo de las velas.
La estancia relumbra con un brillo sediento,
Tu silueta se destaca, indeleble, aún al través de unos párpados cerrados,
¡Oh director de las velas!
Y nadie las ve excepto yo,
Estas llamas con las cuales está cargado el candelabro
como con balas lo están las armas.
En el asiento próximo ronca un estúpido barbudo.
Frente a mí mullidos trajes exhalan fragancias.
¡Oh director de las velas!
Y nadie te escucha excepto yo,
En este pasillo donde la gente cabecea entre su propia vida.
¿Cuál es el meollo de todo esto, Maestro? ¿Quién lo precisa?
Mira en derredor - ¡estamos solos en este pasillo!
“¡La primera vela apesta!
¡Lo que esta orquesta suya requiere es un buen par de cohetes pirotécnicos!”
- En la oscuridad susurran voces cual notas bancarias.
Sin parpadear, escruto dentro de las pupilas doradas de las velas.
¡Oh director de las velas!
Sé que las mechas entorchadas de tus dedos
En un momento inesperado flamearán en pétalos de fuego viviente!
Oh, cómo saltará la gente desde sus sillas chillando y gritando,
Cuando el chorro de las chispas desgarre la cortina de la oscuridad,
Cuando como una antorcha humana alcances el cielo raso,
¡Derramando furiosos fuegos artificiales sobre sus somnolientos rostros!
Y cuando tus aún tibias cenizas hayan ardido hasta adentro de los cerebros estancados
(Dios mío, ¿por quién?, ¿ante quién, te has incinerado a ti mismo?)
Moldearé una vela delgada
Hecha de pura cera oracular,
Caminaré por la nave vacía del templo y ascenderé al rellano...
Me desharé de mis guantes -
La negra trama de sombras se abrirá por un instante en medio -
Y ascenderé hasta tu místico erguimiento, como Director de la
Última vela,
Hasta el instante en que yo sea reemplazada.
¡aceptaría aún más de mis trabajos terrenales!
¡Director de las velas!
Venas y tendones tus brazos todos
Desnudos están cerca a los hombros entre la incierta luz.
Oh, puedo sentir las falsas y pegajosas sonrisas
Arrancadas de mi cara,
Del igual modo que los dedos frotan el fundido residuo de las velas.
La estancia relumbra con un brillo sediento,
Tu silueta se destaca, indeleble, aún al través de unos párpados cerrados,
¡Oh director de las velas!
Y nadie las ve excepto yo,
Estas llamas con las cuales está cargado el candelabro
como con balas lo están las armas.
En el asiento próximo ronca un estúpido barbudo.
Frente a mí mullidos trajes exhalan fragancias.
¡Oh director de las velas!
Y nadie te escucha excepto yo,
En este pasillo donde la gente cabecea entre su propia vida.
¿Cuál es el meollo de todo esto, Maestro? ¿Quién lo precisa?
Mira en derredor - ¡estamos solos en este pasillo!
“¡La primera vela apesta!
¡Lo que esta orquesta suya requiere es un buen par de cohetes pirotécnicos!”
- En la oscuridad susurran voces cual notas bancarias.
Sin parpadear, escruto dentro de las pupilas doradas de las velas.
¡Oh director de las velas!
Sé que las mechas entorchadas de tus dedos
En un momento inesperado flamearán en pétalos de fuego viviente!
Oh, cómo saltará la gente desde sus sillas chillando y gritando,
Cuando el chorro de las chispas desgarre la cortina de la oscuridad,
Cuando como una antorcha humana alcances el cielo raso,
¡Derramando furiosos fuegos artificiales sobre sus somnolientos rostros!
Y cuando tus aún tibias cenizas hayan ardido hasta adentro de los cerebros estancados
(Dios mío, ¿por quién?, ¿ante quién, te has incinerado a ti mismo?)
Moldearé una vela delgada
Hecha de pura cera oracular,
Caminaré por la nave vacía del templo y ascenderé al rellano...
Me desharé de mis guantes -
La negra trama de sombras se abrirá por un instante en medio -
Y ascenderé hasta tu místico erguimiento, como Director de la
Última vela,
Hasta el instante en que yo sea reemplazada.
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