martes, 27 de septiembre de 2016

POEMAS DE GUILLERMO MARTÍNEZ GONZALEZ IN MEMORIAN


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(11 de mayo de 1952, La Plata (Huila) - 26 de septiembre de 2016 Bogotá)

ESAS TARDES, ESOS PARÉNTESIS


Sucede que hay días
Que hay tardes en que uno
No quisiera trabajar
En que uno quisiera estar por ahí
Fumándose un cigarrillo
O bebiéndose un buen vino
Mientras se acerca la noche.
En que uno quisiera estar por ahí
Hablando sobre las primeras novias
Con un viejo amigo
Mientras la lluvia cae sobre la ciudad
Como una cortina blanca
Como un coro de ángeles húmedos.
Sucede que hay tardes
En que uno quiere volar por la ventana
En que uno quisiera ser como la música
Que no pesa en el aire ni en los hombres
En que uno está para soñar
Para conversar con antiguos
Días de la infancia.
Sucede que hay días así
Mañanas de esas en que uno amanece de vago
Tardes de ésas paréntesis de ésos
En que duelen los horarios del oficio
Y las teclas de la máquina
Se clavan en el alma.
En que uno está totalmente
Desligado del mundo
Y no quiere hacer nada
Y quisiera estar todo el tiempo
Bailando sobre la lluvia.
  

PIENSA EN SUS CABELLOS DE AGUA


Si un hombre
Vestido de lluvia
Te visita en la noche
No lo dejes partir muchacha
Piensa que sus cabellos
Son de agua
Que él ha escapado
De salvajes que bailan
En el verano.
Piensa que es alguien
Que conoce la música de los acantilados
Un hombre dispuesto
Para el tercer turno
De los oficios de la noche.
Alguien que ha caminado
En el mar sobre las aletas
De los tiburones.
No lo dejes partir
No lo dejes que se pierda en la tarde
Como si el arco iris devorara su cabeza.
Piensa que él jamás estropeará tus pies
(Él será suave como la luna
Llena de pájaros)
Ni pasará como el viento sobre tu lecho.
Y ordenará tu cama
Y tu colección de abejas
Y no te dirá adiós sin un mensaje
De palomas en la puerta.
  

YO SOLO AMO SUS SUEÑOS DE AGUA


Yo le canto a María
La lavandera
La que lava la ropa
Entre susurros elementales
Y abalorios de humildad.
Yo estaré siempre de su lado
Porque amo sus sueños de agua
Sus anillitos de alegría
Su pequeño mundo de jabón
Y la ternura
Que riega
En mis camisas.

 ESCOBA


Escoba
Amiga nuestra
Te amamos
Porque eres humilde
Y buena.
Escoba
Pequeña amiga
Algún día
Estarás con nosotros
Los bebedores de ayunos
Limpiando los días
Las nubes
Y las estrellas
Y los sueños
De los hombres.
Mientras tanto
Enséñanos
Huerfanita
De los árboles
A cantar en el polvo
A espantar las moscas
Y a no morir
Entre los desperdicios
Del mundo.



EL TRASNOCHADOR


Bebiéndome la luna
Ebrio de vinos nocturnos
Recorro la ciudad hasta el alba
Comiendo fábulas en la sombra.
Recordando que cuando llegue a casa
Tendré que espantar
Como casi todas las noches
A los caballos salvajes que pastan
Cerca de mi ventana.
Pensando que tal vez no alcanzaré
A ver como todas las mañanas
A la muchacha que se baña desnuda
En la alberca del patio vecino
Mientras silba una canción de moda.
En la alcoba como siempre me esperan
Algunos fantasmas
Los que me acosan ansiosos
Hasta que muerdo las cobijas
Y llega el espejismo de los sueños.

De Declaración de Amor a las Ventanas (Ediciones Puesto de Combate, Bogotá, 1980)


EL AGUA QUE LLEVA EN SUS BOLSILLOS


Vendrá entonando la Rapsodia de Saulo
Y te hablará de un río
Del cuerpo blanco
De las mariposas en la sombra
Del lenguaje chino
De la luna y el pasto.
Espéralo muchacha
Vendrá en el mes de mayo
En el mes de los días de lluvia
Y del movimiento de los árboles
Bajo la luz de las estrellas.
Espéralo
No dudes
El maneja la trayectoria del sol
Y tiene tu signo
Y todo será tan simple
Como el alma de los pájaros.

De Declaración de Amor a las Ventanas (Ediciones Puesto de Combate, Bogotá, 1980)

SÍMBOLO


Como fluye el agua
De lo profundo de la tierra,
Como alguien enciende
El fuego en medio de la borrasca,
O Alicia, a través del espejo, se une
Al aire en el País de las Maravillas;
Así quisiera escribir mi poesía: desnudo,
Casi invisible: cantando
Como un pájaro de luz sobre la muerte.

De Puentes de Niebla (Trilce Editores, Bogotá, 1987)

EL VUELO


Para
Que no te derribes
En el lodo
Vuela ángel mío
Vuela:
Pesado monstruo de mi pureza.


De Puentes de Niebla (Trilce Editores, Bogotá, 1987)

UNA RESURRECCIÓN


Una resurrección,
Pido ahora para poder vivir
En estos días de muerte,
De mal que se agarra
A mi garganta como una soga.
Para volver a sentir de nuevo mis heridas
El sol que quema al deseoso
El odio, la ironía que nacen de mi amor.
Para volver a verte, amiga mía,
Dulce cantora entre la lluvia,
Como cuando estábamos poseídos de luz
Y tú soñabas frente a mi espejo
Y de tu boca salían pájaros.
Renacer,
Eso pido como cualquier Lázaro
En estos días en que transito
Solo en la sombra
Como una piedra lanzada al vacío.

De Puentes de Niebla (Trilce Editores, Bogotá, 1987)

 CAIN


Mudo contemplaba la hoguera cuando
pensó en matar a Abel. Ciego anda el crimen
desde la tarde en que levantó su garrote de
odio, su hueso negro.

De El Árbol Puro del Río (Trilce Editores, Bogotá, 1993)

EL MÚSICO


Llegó con los zapatos raídos, cuando
nadie estaba en casa. Lo dejamos seguir
porque algo tenía en sus ademanes que
invitaba al asombro. Se sentó en medio de
todos y de pronto empezó a dirigir una
orquesta invisible. Nunca supimos su nombre
ni a dónde se dirigía aquel vagabundo
que llevaba la música en sus manos.

De El Árbol Puro del Río (Trilce Editores, Bogotá, 1993)

EL CANTANTE


Empezó a cantar
Con su guitarra de sangre
Agitada por la lluvia.
Pájaros de ojos negros
Sobre el lomo de la luna
Escucharon su canción
Agujereada por el relámpago
   

DE NUEVO LO DESPIERTA EL ALBA


De nuevo lo despierta el alba
Como una invasión de mosquitos.
De nuevo con el espanto
Que hierve como un tejido
De gusanos jubilosos.

En el espejo se pregunta
Por el sentido de la muerte
Mientras afuera cae la lluvia
El canto de la paloma torcaz.

Y así sale sin alma, desterrado.
Implacable la luz cae
Pero siempre más allá
En una distancia que enloquece
Como pájaro que huye.

Y así lo devora la ciudad
El metálico ruido de su agonía.
Ve al lotero junto a la prostituta
Y al ciego que feroz
Desgarra su guitarra contra el polvo.
  
Lo deja impávido el aguacero.
El chapoteo de la mujer que cruza la calle
Y el delirio de los semáforos en la neblina.

Nada posee. Sin herida
Ni salvación. Sin luz ni llaga.
Ciego,  solamente ciego.

CIUDAD


Maligna es esta ciudad
Como baba del diablo
Desde que surge la luz del sol.
Donde la lluvia cae interminable
Como una monodia
Sobre los ventanales y los muros
Sobre el rostro de pordioseros
Que  aúllan como bestias heridas
Ante los basureros
Las iglesias
Y los portalones de mármol.
Donde cada saludo
Se parece a una pedrada
E inútiles brillan las estrellas en el cielo.
Sí, maligna es esta ciudad:
Temibles sus atardeceres de vaho plomizo,
Sus crímenes ocultos, sus jóvenes asesinos
Que conspiran en los bares.
Terrible es el espasmo de sus prostitutas
En los baños o los camastros de tendido grasiento
Mientras avanza el alba como un puñal
Sobre el sueño de los pobres.


 VISIÓN

La luna desciende sobre el árbol
Como una mancha roja
Y un rezagado murciélago
Se pierde con su destello.
Todo queda oscuro en el bosque
Aunque algunas veces
Brillen las hojas de los eucaliptos.
    

EL ADIÓS


Cantar de ciegos
Cantar de viento herido
Cuando dos amantes
Se despiden en el alba.


 NOCTURNO


Este es el instante de los acantilados
Y de los fantasmas que gimen
En el soplo de las tinieblas.
La hora en que los sonidos crecen
Y la ciudad se queda sola
Y como bestia muda
Despierta en busca del amanecer.
La hora en que la noche se baña
En el silencio de los árboles
Que temblorosos se sumergen
En el luto de la ciudad.

  Padezco de un sueño

Dejar de gritar
De oponer un vuelo de aves
Al lívido atardecer de los acantilados
Eso deseo:
Como los gorriones quisiera
Volverme hierba
Naranjo puro
En una pagoda de aire
Pero padezco de murallas
Y un sueño apedreado por los muertos.


Muchacha en el río

Recuerdo tu pubis bajo la sombra del puente.
El ruido del agua junto a tu cuerpo.
Recuerdo la salvajina y tu voz que sobresalía
del Chorro de las Piedras. Te recuerdo
junto al caballo, junto a la estrella que descendía
del árbol. Te recuerdo así: desnuda
sobre las piedras del río.

 

Los muertos

Amanecían en las calles con la cara de
espanto alterada por las moscas
O bajaban al pueblo en el lomo de las mulas
guindados como animales de sacrificio
O flotaban en la hierba y el río con el
treno inflamado bajo la luz de la luna:
En aquel tiempo
la violencia se paseaba con su tambor
de medianoche por las aldeas.

PALOMA BLANCA

 Tu canto
Sabe a hoja
A fruta triste
Del viento.

ESTAS AQUÍ

Estás aquí
Para alumbrar lo muerto
Para llenar los ojos
Del que cree en el milagro.
No sabrías volar
Si no supieras de pájaros
Si no conocieras el aire
Para erguirte como el árbol.
Soñadora: penetras en los
Huesos del pobre
Del que deambula solitario
Por  las calles del mundo.
Tienes la luz de la estrella
Pero tu poder
Está en el silencio
Del hombre que se desangra.

 MERCADO DE PULGAS

El domingo es la fiesta de los harapos
El alboroto de las baratijas
El aleluya de los sobrevivientes
Que se multiplican como el milagro
De un pasaje bíblico.
La felicidad depende
De un vocablo maltrecho
De un pedazo de pan
Y de un chontaduro que se mordisquea
Como la vulva
De una muchacha negra.
Los objetos inútiles cobran vida
Los billetes inician su baile
De una mano a otra mano
La codicia se excita
Con su aullido de bestia antigua.
Nada detiene este bullicio
Esta apoteosis del rebusque
Que crece como un pregón
Como el canto del negro
Que paladea como un ensalmo
Cada bolero
Cada moneda que cae
Sobre su boina roja.

ESCUELA


Me sabías a hierro, a jaula de pájaro trizado por el polvo. Nada te debo porque nada me enseñaste. Moralistas sin sotana, loros parlantes hablaban de todo porque nada sabían. Nada te debo. Pasé por tus aulas como el prisionero que devora la luz a través de las rejas.
  

LOS MUERTOS


Amanecían en las calles con la cara de
espanto alterada por las moscas

O bajaban al pueblo en el lomo de las mulas
guindados como animales de sacrificio

O flotaban en la hierba y el río con el
treno inflamado bajo la luz de la luna:

En aquel tiempo
la violencia se paseaba con su tambor
de medianoche por las aldeas.



De: TERRAZA PARA PISAR EL VACÍO,
Libro inédito que hace parte de la antología
SI ESE VIENTO FUERA MÍO
(2013)


NADIE SABE


Nadie sabe
Por qué ha muerto este pájaro.
Tal vez fue la lluvia
Un viento airado
O el silencio
De la última estrella.
Si cayó de un árbol
O en pleno vuelo
Traicionado por el frío.
Lo cierto es que está ahí
Inerte en el pavimento
Barrido por las hojas:
Y nos duele su plumaje
Humillado por el barro.

  

VÉRTIGO


Lenta
Cae una hoja.
Lo demás es silencio.




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