(Montemorelos, Nuevo León; 5 de abril de 1957- Ciudad de México; 20 de noviembre de 2019)
De retórica y poética
a Julio Ortega
No hay palabra que no esté en el diccionario.
Los vicios del poema dejan de serlo
si son verificados en su retórica.
Las inversiones del retruécano
se tornan, a punto de sutura,
lisas superficies del verbo.
Puedes levantar monumentos con la hipérbole,
monstruos con el oxímoron,
acicatear con la ironía,
evitar excesos y lugares comunes,
pero la poesía,
una vez que aparece,
no conoce de regla ni ley que detengan
la fuerza de su paso.
Ayer despedimos a Kyria Laurentia
Ha muerto Kyria Laurentia, matrona de severa
viudez,
ejemplo de rectitud y dones.
Después de las honras el cortejo tomó la ruta del
cementerio.
Incontenible era el llanto de Zephas, el menor de
sus hijos,
a quien todos vinculan con el narco.
—Ha de estar arrepentido del negocio.
—Hizo sufrir mucho a su madre.
—Míralo, cómo llora.
Seguimos hasta enterrar el cuerpo.
Si esta desgracia no hubiese acontecido,
el nuevo capo
no tendría que derramar tanta lágrima
a la sombra de su madre
como dinero dilapida
por los favores de las mujeres
que en el camino encuentra.
Latomías del Topo Chico y Apodaca
En Siracusa se plantó la semilla que,
cerca de tres mil años después,
germinó en campos de concentración:
dejaban morir a los reos.
Aquí no tenemos esclavos
pero las cárceles se han transformado en letrinas
infectas.
Antes, dos niños por año,
hoy nacen ciento treinta criaturas en cautiverio.
Inventaron un túnel,
aseguraron una fuga de presos
que solo era una treta para eliminar al joven
director.
En las cárceles del Topo Chico y Apodaca,
desde el lujo de sus celdas,
los capos controlan
drogas, mujeres y venganzas;
deciden cómo y cuándo
el resto de los reclusos
y todos nosotros
habremos de morir.
La litera de Claudia es detenida ante el paso de las masas
¡Esta aberrante multitud,
esta imprevista marcha que obstaculiza mi paso!
Ojalá mi hermano
volviera del Hades y estuviera aquí
para ordenar una leva
y así limpiar
nuevamente
las calles de Iguala.
43 d. C.
Desde su trono, Herodes pide superar el duelo,
viste Gucci, posa con Herodías, su bella mujer,
y los hijos que ha engendrado cada uno por su
cuenta.
La fotografía los muestra altivos y radiantes;
en joyas, vestuario y maquillaje
dispendian el erario público
mientras el pueblo,
entre los basurales,
busca el cadáver de sus hijos.
Catulo en los confines de la guerra del narco
a la memoria de Antonio Cisneros
Con su cuerno de chivo en la patrulla blindada
avanza contra legiones de narcos y bandidos;
en esa troca, con su chaleco antibalas,
no teme a los mil carros de combate.
Pero, valiente Catulo,
si mis ojos alcanzan tus pupilas
nada serás sino
el sobreviviente herido y sin caballo
que las fieras se rifan
cuando llega la noche.
El acto de caer
Una caída siempre obliga a las cavilaciones.
Si el golpe deriva en fractura
se requiere reposo y mucha materia gris
para aquilatar los pasos por andar,
y, sobre todo,
reconstruir en la imaginación
lo que mente alguna hubiera deseado:
la forma en que nosotros mismos
nos metemos el pie
para caer,
como si solo así, en la caída,
tuviéramos la dicha de contemplar el cielo.
Tomado de:
LA CASA
La casa que construiste fue arrasada
Vi cómo sucedió
cómo se desprendían paredes y ladrillos
El techo voló
sobre los huesos
y el paisaje entre la hierba abrió
echó raíces bajo las plantas de mis pies
Estoy anclada
y esta casa mojada por la lluvia
esta casa azotada por el viento
hecha polvo
y materia que crece
Esta casa soy yo
FARMACIA
Como si un papalote se alzara por el aire
el velo desprendido los niños
el cabello trenzando
la corona de azahares
los perros mi vestido
niños que el viento aleja
y yo intento unir
Entre esos niños estaba mi padre
que siempre soñó tener una farmacia
en esa esquina donde todo era viento
El salón
donde debo encontrarte
es el mostrador de esa farmacia
Tú pasas sujetando a tu madre en la silla de
ruedas
Velar te come las palabras
Estoy sola frente a tu madre
tiene dolor de cabeza cabellos de nieve y morena
la tez
Yo le doy dos pastillas que como flores
brotan de mis manos
Le toco la frente
le aliso el cabello
le digo que la amo
Entre el olor de asepsia y las vitrinas
vestida de novia con un satín de cisne
sé que vino a entregarte
EL PUENTE
a Bernard Pozier
Hace años el puente no existía
lo que hoy es el puerto fue un cerco de piedra
Esa casa tan alta de ladrillos rojos
era la primaria
donde yo estudié
Hoy la habitan ancianos
Ancianos:
los primeros niños
que pisaron la escuela
regresan a ella
para nunca salir
LA CAÍDA
La piedra cruzo todos los días
la piedra laja la piedra bola la piedra pinta
la caliza piedra blanda de tus labios
la tigre que con tus ojos me liga
como el cazador a su presa
y hace que caiga en la piedra
que repentinamente
se puso de pie
y me llamó desde un tiempo de silencio
me llamó
para que me aquietara
Tomado de:
Probar el fruto
y saber
que eres tú
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Adamar. México, Consejo para la Cultura y las
Artes de Nuevo León/Verdehalago, segunda edición, 2003.
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Sueño de un lienzo
en la ruta del agua
los zapatos de noche
en la lluvia cerrada
De noche
mis zapatos
se internan
se derraman
Somos un sueño
en la ruta del agua
Zapatos de la noche
que interna se derrama
en busca de esos barcos
que flotan por mi casa
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La condición del cielo. As de Oros, México,
Colibrí/Gobierno del Estado de Puebla, 2003.
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Era agosto y eras tú
y toda la parsimonia un calor que espejeaba
bajo las vigas de los álamos en pasadizos
nubilosos
El púrpura intenso del follaje disolvía los
cuerpos
La niebla abrazaba
Los pájaros
las nubes
El lago de nubes que cubre nuestra casa
Tu cuerpo
el bosque acelerando su ritmo
el corazón del bosque bebiendo nuestros pasos
y el tropel de caballos a galope encendido
La flor más tibia de tu cuerpo abría
La jacaranda echaba alfombra y un jardín a tus
pies
y al borde del estanque tensábanse
lienzo de su esmero
como tus arrebatos
las cúspides del fuego
Ese abaratamiento
esa cautiva humillación
Mármol día
de manos breves
Soles día
que huía
Por los peldaños de la biblioteca el azul
indomable de los árboles
La dorada rejilla
los asientos de cuero suspendidos
Lomos del Libro abriéndose en su albergue de plata
Nubes en lo hondo del techo
Nubes
papeles dispersos como golpes de lluvia que la diosa lanzaba
La flor más tibia de tu cuerpo y el tropel de
caballos labios latidos
El sol perdiéndose en la distancia
El rumor creciente la canción del follaje
El latín dominaba las tardes densas como reptiles
con sus nubes de moscas
Nuestros cuerpos hundidos
Ese diván
la lengua ese jardín de lenguas
bajo la cerradura
El sol el
hielo ardiente de la página
abriéndose a otro cielo de ala enmohecida
otro cielo el moribundo pez
carnada de la melancolía
esa lluvia
esa u ese furor del mar
goteando
mojando nuestra sombra
empapaba el cabello
las finas terminales con mis dientes
bajo de ti
el golpeteo de la lluvia el marco humedecido
Desatabas mis trenzas
Me llevabas al cielo con tu roce de uñas de mi
cuello a la nuca
La saliva del verbo conjugaciones pupitres en las aulas lejanas
Arrojados de sí
la saliva del verbo
El rumor de los cisnes
Ese oleaje de arena
de saliva del verbo
Sal sal a
la luz de esta declinación
Los días se apagan como una veladora en lo oscuro
del cielo
Sal sal de
ti
Un movimiento y otro lejos de Dios
Un movimiento hacia Dios
Por más que lo medite quedaré tajada
Sal
vuélvete paloma que muero de la luz del agua donde llamas
__
Herida luminosa. Práctica Mortal, México, Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, segunda edición, 2009.
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En esta
piedra yo te espero
en el estómago en el regazo de esta piedra
junto al río cuyas aguas dejaron cicatriz
Como jauría con hambre
como perro
te espero
sobre la piedra que contempla
las grandes aguas que no volvieron más
la vista fija de las vacas que la tarde apacienta
estrellas caídas las botellas que alguna vez
guardaron la pureza
Excepto tú todo pasa
y todos pasan por aquí
Excepto tú
por esta piedra
pasan
y en mi mente
quedan
como regalos
de tu ausencia
__
Tálamo. Monterrey, Ediciones Hiperión/Universidad
Autónoma de Nuevo León, 2013.
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Aparece
Antes del alba sus manos traen el cielo hasta el
muro de piedra
y en lecho de madera abro los ojos que no abro
Su hábito solar
su descalzo venir
estando aún dormida con otros ojos vi
Tersa Teresa de las metamorfosis
blanca es rosa su piel roza casi su rostro
Detrás del respaldo que no hay
ella misma es respaldo:
Cara
brazos torso manos
sobre mi cabeza
Inclinada está:
Cúmulo de luz Teresa bajo el velo negro en la
tiniebla rémora
sus pies desde otro plano
la vigilia previa de atravesar
el curso de los astros
e irrumpir
Tersa de las meditaciones
En la tierra el espanto:
Más que asombro
mantequilla líquida penetrando
por no sé qué resumidero
el cuerpo:
Seré una alcantarilla en manos de Teresa
una fiebre de oro de las llagas de Cristo
un cielo desprendido del siglo dieciséis
una viuda oscilante un dominico en ascuas
una familia perseguida
y de cuatro maneras germinará lo plantado:
Agua del pozo
Agua de noria sin anegar el huerto
Agua de río o del arroyo
Lluvia del cielo:
La humanidad de Cristo desnuda tus pupilas
su tórax alanceado aún gotea
Bañémonos Teresa en esta rojedad
En la tierra el espanto
Bañémonos Teresa
El espanto Teresa
Bañémonos Teresa en esta rojedad
__
Las maneras del agua. México, Instituto Nacional
de Bellas Artes/Instituto de Cultura de Aguascalientes/Fondo de Cultura
Económica, 2016.
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El ojo de agua de sus manos
Con sólo tocarme la cabeza mientras dormía
con sólo decirme sin decirme
al fuego celeste
desperté
Adicta
arrodillada
hasta las fundaciones
En la inmensidad de Icamole
cuando más amo el desierto
el ojo de agua de sus manos
su delirio
su tibieza feroz en mis rodillas
Vi sucederse las señales
hasta que se ausentó de la carne
como una virgen que desaparece
__
Las maneras del agua. México, Instituto Nacional
de Bellas Artes/Instituto de Cultura de Aguascalientes/Fondo de Cultura
Económica, 2016.
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Este parque quedó huérfano de ti
Este Vergel maltrecho
Estas calles
esta botella vacía
Estas matas que bajaron su vista
al no encontrarte
con sus cabezas gachas y sus cuellos
a punto de secarse
Esta casa cuyas paredes rosas se diluyen
Este solar que fluye en la ardentía
y resplandece cargado de naranjas
y perfuma de azahares el aire de la noche
para que todo El Vergel
recuerde el tránsito de tu reino
y cómo tu padre robó la luz de tus ojos
y cuánto amor diste a pesar de esto
__
Vike. Un animal dentro de mí. Monterrey, Nuevo
León, Editorial An.alfa.beta, 2018.
Tomado de:
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