jueves, 4 de marzo de 2021

POEMAS DE JOSEFINA DE LA TORRE



La tarde...

La tarde tiene sueño 

y se acuesta en las copas de los árboles. 

Se le apagan los ojos 

de mirar a la calle 

donde el día ha colgado sus horas 

incansable. 

La tarde tiene sueño 

y se duerme mecida por los árboles. 

El viento se la lleva 

oscilando su sueño en el aire.

 

Todos los días

Todos los días

llama a mi puerta el desconsuelo…

Estoy vacía y su eco resuena

por todos los rincones de mi vida.

Se estremece mi sangre

que es un hilo de hielo

al faltarme el calor de tu presencia.

No comprendo el idioma del paisaje;

qué quiere decir “sol”,

“cielo azul”

“aire”.

No comprendo mi ritmo,

ni mi esencia,

ni por qué sigo andando,

respirando,

contemplando a la gente,

a los perros que pasan,

a los pájaros

que mi balcón visitan diariamente.

Ni por qué la mirada,

mis ojos,

abarcan el entorno que me envuelve.

Ya no comprendo nada.

El mundo se me ha vuelto

un compañero extraño

que camina a mi lado

y no conozco.

¿Qué quiere decir “vida”?

Ya no encuentro

aquel sabor que un tiempo me dejara.

Las palmas de mis manos

se cierran sin calor,

desconsoladas.

Que eran tuyos tu casa y tu paisaje;

que está en ellos la huella de tus pasos,

el hueco de tu cuerpo…

Y está la casa llena

de tu recuerdo…

 

Mira:

me gustas porque sabes

decir mentiras.

Si dijeras verdades

no me gustarías.

¡Qué dulce que sabe

la mentira!

Es buena,

noble,

decisiva.

Y la verdad

¡qué tonta y desabrida!

Siempre igual,

esperada, conocida.

¡En cambio la mentira

qué dulce,

amarga compañera mía!

 

Te quiero,

porque sabes decir mentiras

Tomado de:

https://www.poeticous.com/josefina-de-la-torre?locale=es

 

Quisiera...

 

Quisiera tener sujeta 

la naranja de la tarde 

así entre las manos, fresca, 

sin la piel rubia y brillante, 

tirabuzón de la luna 

peinado por mi cuchillo. 

Qué sabor a fruta nueva 

ha de tener en los bordes 

el mar, la arena y el aire. 

¡Qué deseo de partir 

en dos mitades la tarde! 

Cuando la noche se asome 

a su ventanal de cobre 

se tragará la naranja. 

¡Ay, niña desconsolada!

 

DE POEMAS DE LA ISLA

 

Mis años...

 

Mis años compañeros, 

años míos, inciertos, 

niños desordenados, 

al salir del colegio... 

Ya son dos y son tres, 

compás del mismo tiempo, 

maravilla segura 

de inagotable anhelo... 

Mi corazón latió 

veintitrés balanceos. 

Mi corazón amigo, 

buen profesor pequeño. 

Y hoy no sé qué me pasa... 

Y hoy no sé lo que tengo... 

¿Es uno más, amigo? 

¿Uno más... o uno menos?

 

Llevabas

 

Llevabas 

en los pies arena blanca 

de una playa desconocida. 

Por eso 

cuando a mí llegaste 

no sentí tus pisadas. 

Llevabas 

en la voz desnuda 

un compás de espera. 

Por eso 

cuando me hablaste 

no pude medir tu voz. 

Llevabas 

en las manos abiertas 

espuma blanca de aquel mar. 

Por eso 

de tu bienvenida 

no pude conservar la huella. 

Todo tú 

venías en mi busca 

y no pude reconocerte. 

¡Arena blanca, compás de espera, espuma blanca! 

¡Inquieto sueño de la verde orilla, 

rizado de preguntas...!

 

de marzo incompleto

 

Noches...

 

Noches sobre la playa: rumor de orilla fresca. 

Blanco batir de remos que la sombra sorprende. 

Sobre la barra grande los hachones de pesca, 

y un cuerpo perezoso que en la arena se tiende. 

 

En lo alto de la Isleta el faro gira y gira. 

Un denso olor a algas... Venus, la Osa Mayor... 

Rasguea una guitarra. Una mujer suspira. 

La brisa trae aromas de madreselva en flor. 

 

Y en las noches de luna, sentados en la acera, 

al ritmo melodioso de una antigua habanera 

lánguida y cadenciosa con su aire dulzón, 

 

evocar las figuras de la memoria mía 

(los padres, el hermano, Dolores y María) 

envuelta entre los pliegues de un viejo pañolón.

 

de Medida del tiempo

Tomado de:

http://leiaa-lacasadelospoetas.blogspot.com/2010/06/josefina-de-la-torre.html

 

DE POEMAS DE MARZO INCOMPLETO


Me busco y no me encuentro.

Me busco y no me encuentro.

Rondo por las oscuridades paredes de mí misma,

interrogo al silencio y este torpe vacío

y no acierto en el eco de mis incertidumbres.

No me encuentro a mí misma.

Y ahora voy como dormida en las tinieblas,

tanteando la noche de todas las esquinas.

Y no pude ser tierra, ni esencia, ni armonía,

que son fruto, sonido, creación, universo.

No esta desalentado y lento desgranarse

que convierte en preguntas todo cuanto es herida.

Y ronda por las sordas paredes de mí misma

esperando el momento de descubrir mi sombra.

 

Soñábamos un mundo fabuloso.

Juntos, hubiéramos sembrado campos,

construido fortalezas: vencedores,

porque oíamos ambos igual eco.

Hoy nuestros hijos ya serían hombres,

muchachas que sonrieran su esperanza.

Hijos de nuestro amor, árboles fuertes

a cuya sombra nos acogeríamos.

Jamás el mar hubiérase apartado

de mi contemplación, hija de la isla,

porque allá en su rincón, el mar antiguo

habríame esperado cada estío.

En las cuatro paredes de su cada

—aquella que en imagen yo habitara—,

hubiéramos vivido nuestras horas.

¡Qué jóvenes y fuertes los dos éramos!

Edad nueva, increíble, misteriosa,

que entonces parecíanos sencilla

y hoy la sueño, impalpable, ya perdida.

 

 

DE MEDIDA DEL TIEMPO

Mis amigos de entonces,

aquellos que leíais mis versos

y escuchabais mi música:

Luis, Jorge, Rafael,

Manuel, Gustavo…

¡y tantos otros ya perdidos!

Enrique, Pedro, Juan,

Emilio, Federico…

¿por qué este hueco entre las dos mitades?

Vosotros ayudasteis

a la blandura del que fue mi nido.

Yo me formé al calor

que con vuestras palabras me envolvía.

me hicisteis importante.

Con vuestro ejemplo,

me inventé una ambición

y tuve

vuelos, insospechados de gaviota.

Gaviota, sí,

porque fue el mar mi espejo

y reflejó mi infancia, mis septiembres…

¡Amigos que de mí hicisteis nombre!

A la mitad vertiente de mi vida

hoy os llamo.

¡Tendedme vuestras manos!

Yo me sentí nacer,

para luego rozar de los cimientos

la certera caricia.

Pero de pronto,

un día me cubrió lo indefinible,

algo sin cuerpo, sin olor, sin música…

y me sentí empujada,

cubierta de ceniza,

borrada con olvido.

¿Dónde estabáis vosotros, compañeros,

vuestras letras de molde, vuestro ingenio,

vuestra defensa

contra el desconocido ataque?

¡Oh, amigos!

Enrique, Pedro, Juan,

Emilio, Federico…

nombre que no responderán mi voz.

Manuel, Gustavo,

lejos…

Luis, Jorge, Rafael…

Que aunque el afán

vientos nos dé para encontrarnos,

ignoro en qué ciudad

y si llegará el día

en que vuelva a sentirme descubierta.

Tomado de:

https://poesiamaspoesia.com/category/josefina-de-la-torre/

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