Poema
Entre la rebelión como un estudio privado y el desafío
público, hay solo simple acción sobre la cual la voluntad
vacila,
felinamente, para saltar. Si en la raíz del nervio hay
hierro
oculto, no hay adivino que lo sepa, sólo el momento puede
revelarlo.
Simple y confuso momento, una mañana completamente distinta
y bajo circunstancias distintas de las que esperabas.
Tu bandera es pública en el granito. Las gaviotas vuelan
sobre ella.
Cualquiera sea el resultado de la batalla, tu recuerdo
es público, para que lo retuerzan con manos retorcidas,
húmedos ojos. Y prestigios del pueblo se erigirán
sobre inexactos relatos de tu campaña. Eres nombre para
oradores,
figura esculpida en piedra bajo el cielo apagado de Dublín.
En una maniobra dilatoria, quizás, sobre una ladera en
territorio remoto,
los puestos de avanzada correctamente emplazados, asegurado
el repliegue
/ hacia el
bosque,
el puente minado para evitar la persecución, el tirador
apostado podría
descubrirte negligentemente expuesto.
O la muerte podría suceder a años de estricto
confinamiento,
en que la dieta es
uniforme como la ceremonia, carente sólo de fruta.
O producirse en el patio de las barracas antes de que el
sol arroje sombra.
Nombre, motivo de palabras del todo consideradas, elogio y
censura
irrelevantes, el discurso público que suena lo mismo que la
verdad
en el habla vacía, estarás con Parnell y Pearse.
Nombre con el que los concejales recogerán aplausos, al que
maestros
harán oblicua referencia en clase, y jóvenes y mujeres
extraerán goma de
/ sentimiento
por cualidades erróneamente atribuidas.
Hombre, morador de chozas en la montaña, poseedor de
bagatelas,
diestro en talentos manuales menores, versado en temas
oscuros,
en esgrima gaélica y armería medieval.
La técnica del hombre público, las servidumbres
enmascaradas
no son para ti. Maestro del oficio militar, das
como Raleigh, Lawrence, Childers*, tus servicios,
no tu alma.
* Referencia a Sir Walter Raleigh (1552- 1618), T. E.
Lawrence (1888-1935) y Robert Erskine Childers (1870-1922), respectivamente. Un
aventurero inglés, un soldado británico y un político y rebelde irlandés, los
tres fueron también escritores.
Tomado de:
https://cainabella.blogspot.com/2017/04/charles-donnelly-poema.html
LA TOLERANCIA DE LOS CUERVOS
La muerte llega abundante desde problemas
resueltos sobre el mapa, desde sabias disposiciones,
desde ángulos de elevación y de tiro;
llega inocente desde artilugios que los niños
querrían usar y guardar bajo su almohada,
e inocentemente empala cualquier cuerpo.
Tras la carne cae también la mente,
sale el pensamiento de la mente y se tronchan
los proyectos enfocados a la meta ansiada.
Se detiene el avance del veneno en los nervios.
Colapso de la disciplina.
El cuerpo sólo espera la tolerancia de los cuervos.
[Traducción extraída del libro ‘Bob Doyle: memorias de un
rebelde sin pausa’].
Tomado de:
https://innisfree1916.wordpress.com/2010/01/22/charlie-donnelly-el-brigadista-poeta/
Corazones heroicos
El hielo de los corazones heroicos sella la tierra
ensangrentada
Donde las cosas absurdas toman forma
Para mostrar en fragmentos de amabilidad lo que el tiempo
ha enterrado
Y llorar a la música bajo una tormenta de aviones.
Haciendo que las firmes cabezas sean sacudidas, que los
músculos tiemblen
E intentar que la boca recuerde la ternura de viejas
habilidades
El hielo de los corazones heroicos sella con hierro la
mente.
Allí nuevos miembros creados para abrazar la amistad
Se derriten como la cera. Allí sólo (hay) plantas sin hojas
Y una tierra que recuerda con desinterés.
Aunque encadenadas a la tierra,
se mueven entusiastas sobre el mapa grabado en esta
Corriente de acero. Sacudiendo sapos, columnas armadas
Rompen por muros de piedra o hueso sin aviso.
Mandíbulas encuentran un nuevo destino con la carne, la
cintura
Cimentados y ciegos, el nuevo destino de las mujeres.
En Las mujeres y las guerras, de Mary Nash y Susanna
Tavera. Icaria 2.003.
Tomado de:
http://nortedeirlanda.blogspot.com/2011/02/charles-donnelly-el-poeta.html
Barrotes en flor
Luego de agudas palabras de mente exquisita,
la protesta en la corte,
el íntimo fino intelecto coartado,
líneas rectas de prisión, paredes vacías,
una belleza sutil en un sitio simple.
Allí para forzar el pensamiento por el cerebro encerrado,
tejen allí
las delgadas cuerdas del pensamiento, en calma,
hasta que la rutina del horizonte confinó
la alegría en la seguridad
y entre el rigor creció la dulzura,
misterio de los barrotes en flor.
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/93/relojes.html
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