martes, 27 de diciembre de 2022

POEMAS DE MARUJA VIEIRA UN HOMENAJE POR UNA VIDA EN POESÍA

 

A esta maestra de la palabra la conozco por sus textos, y eso me basta; se por quienes han tenido el placer de compartir una charla que es una persona de enorme empatía y gran conversación: Una mujer con una formación espectacular, con un gran don de la palabra, con un encanto especial para narrar anécdotas y con una maravillosa historia de vida unida a la poesía.

 

Hoy me tomo el atrevimiento de hacer este pequeño homenaje publicando algunos de sus textos, deseando larga vida y esperando nuevos libros que nos alegren y nutran el espinoso camino diario de esto que es la vida.

 

 

LA MEMORIA DEL ÁRBOL

Un día en el futuro recordaré este árbol.

Sentiré que sus ramas llegan hasta mis manos

cargadas del perfume que hoy difunde la tarde.

 

Brillantes olas verdes son las hojas y el agua.

El tronco gris dibuja largos, extraños mapas.

 

Recordaré este cielo que asoma la ventana

y el pájaro invisible que en las mañanas canta.

 

Recordaré esta hora con el hombre que pasa

recogiendo botellas vacías por la calle

y la niñita pobre que viene sin zapatos

desde la cueva oscura que horada la montaña.

 

Lejos, una campana. Aquí dentro la música

y un rostro que me mira de más allá del alma.

Otra vez es septiembre, siento tu amor cercano.

 

Desde un lugar distinto de la vida, tus ojos

me miran en la bruma que borra las distancias.

En un lejano día recordaré esta hora

y ya estará más cerca de tu orilla mi barca.

 

 

NIÑA DE LAS CANCIONES

Cuando era necesario elegir

entre el pan y las flores

comprábamos las rosas.

 

Una taza de café negro y solo

nos bastaba.

Y nuestro amor

y un libro de poemas.

 

Estabas tú, invisible todavía,

niña de las canciones.

 

Nosotros fuimos tu camino,

jamás dudas

entre el pan y las flores.

 

 

EL POEMA DE LAS HERMANAS

A Gilda, Irma, Eglé y Magaly

Gómez Pietrini, (En Caripe, Venezuela)

 

Cuatro son las hermanas. Yo las recuerdo ahora

que diciembre se acerca.

 

Oyendo hablar a una sentí pasar un río,

una corriente diáfana, con sauces a la orilla.

 

Otra cuidaba flores en el jardín, iguales

a su silencio transparente.

 

Sonreía otra hermana y era todo su cuerpo

como un barco de brisa.

 

Y la otra ¿aún enciende, cuando mueve las manos,

una luz de perfume en el naranjo?

 

La Navidad pasaba junto a mis pies, rodando

como una piedra blanca.

 

Desprendida, cayendo….

 

Me dolían palabras y sueños destruidos,

ausencia, cosas que se iban.

 

Pero las cuatro hermanas me miraban sonriendo

y en el jardín había margaritas y orquídeas.

 

Detenida en mis manos la piedra blanca sueña.

 

En ella escribo el nombre de aquel pueblo

de mi primera Navidad sin casa.

 

Piedra blanca del verso.

 

 

CIUDAD REMANSO (POPAYÁN)

A Luz Valencia de Uruburu -

 

Hoy te hablo a ti, ciudad remanso

donde se aquieta la amargura.

Ciudad de ayer y eternidades,

lenta ciudad de sueño y bruma.

 

Vine buscándote en un mapa

de oscura sal y flechas rotas

y tu me diste la dulzura

de  tus caminos y tus horas.

 

En ti encontré mi infancia pura,

mi juventud, mi voz perdida,

y volví a ser la de otro tiempo,

maravillada ante la vida.

 

Ciudad, la piedra de tus muros

guarda en su cáliz el pasado

y el cáliz sube hasta los cielos

en la oración de tus campanas.

 

Guarda también, ciudad, mis huellas

entre tus calles silenciosas,

por donde fui encontrando el alma

tierna y segura de las cosas.

 

 

EL JARDÍN DE LA MUERTE

Al Fantasma de Canterville

 

La muerte es un jardín

con rosas amarillas.

 

Siempre amanece

o es el atardecer color violeta.

 

No hay sol de medio día

quemante, hiriente.

 

En esa orilla de la noche

el aire está poblado

de luciérnagas y estrellas.

 

Allá no estaré sola nunca.

Alguien espera.

 

 

VIOLÍN SOLO

En memoria de Isabel O’Byrne

 

Sucede con frecuencia

cuando estoy recordándote.

Una puerta se abre silenciosamente

¿es el viento?

el ruido de la calle cesa

y se oye un violín. Isabel…

 

No me contaste finalmente

lo que te sucedió

esa tarde de otoño en Roma

¿te asustaron los gatos?

¿o reíste sonoramente

escandalizando a los feligreses?

Porque fue en una iglesia.

Nunca pude saber más, Isabel.

 

Recuerdo tu vestido blanco,

tus pies desnudos, tu gesto firme.

Frente al mundo sola

habías encontrado tu verdadero amor,

tu único amor, la música, Isabel.

 

En donde estás ahora

las cuerdas de la lluvia

con el arco del viento

son tu violín eterno,

Isabel…

 

 

AMIGA INOPORTUNA

En memoria de Julián Benítez, poeta y soldador.

 

Quédate afuera, poesía.

No importunes ahora mi trabajo

con tu voz de cristal.

Déjame así, de espaldas a la luz

El viaje de las nubes

podría recordarme otro cielo.

 

Pero aquí estás, amiga inoportuna.

¿Quién te ha dejado entrar?

No tengo más remedio

que escucharte.

 

Me dices que los tornos

tienen música,

sorda música de olas

en un sombrío caracol metálico.

 

Y te respondo

que las estrellas de la soldadura

iluminan la noche del taller

y coronan de fuego

la frente del obrero

que podría ser el rey de aquella historia

del hombre de la máscara de hierro.

 

 

HOSPITAL MILITAR

¡Dios, qué mano tan fría!

dijo el soldado herido.

 

En la silla de ruedas su figura

sería un árbol joven

con las ramas cortadas.

 

Porque allí no había mano,

sólo unos ojos hondos,

muy hondos, que parecían

preguntarle algo a Dios.

Tomado de:

https://marujavieira.com/obra/poesia

 

 

Clave mínima

 

Déjame tu recuerdo, el de esta hora.

No importa que te vayas.

Déjame este recuerdo

de la última hora del alba.

 

Estaba azul el monte esa mañana

azul. Eras hermoso

y yo te amaba.

 

 

El nombre de antes

 

No es fácil escribir

el nombre de antes.

Es como volver a un traje antiguo,

unas flores, un libro,

un espejo, amarillos por los años.

Con aquel otro nombre

era como tener entre las manos

toda la luz del aire.

Ahora vuelvo

a mi nombre de antes.

Mi nombre de ceniza,

el que anduvo conmigo por el tiempo

y por las soledades.

Ahora estoy frente a mí, frente a mi nombre,

con la fría y terrible sensación de regreso

que conocen los náufragos.

Pero escucho una risa y unos alegres pasos.

Todo no se ha perdido.

Aquí estoy otra vez, frente a la vida,

con el nombre de antes.

 

 

Esta tarde

 

Esta tarde

todos miran la lluvia.

 

Aquí hay un árbol

y unas columnas blancas.

 

Donde va mi recuerdo

hay flores como espadas de amatista

y los hombres caminan en silencio.

Aquí la lluvia lanza

cada vez más de prisa

sus dedos transparentes

para ganar al sol la moneda del tiempo.

Allá, donde tú olvidas,

no hay lluvia... sólo flores y un mar verde.

 

 

Exilio

 

Mi patria eran tus manos,

tu mirada,

el suave temblor de tus labios.

 

Ya no tengo tu hombro

para mi cabeza rendida.

 

No tengo nada.

 

Veinte años de exilio,

amor mío,

veinte años sin patria.

 

 

Huella

 

La huella

de tu mano.

Apenas una gota

de rocío.

suave trazo

de luz distante y pura

La huella

de tu mano.

 

 

Letras de arena

 

Háblame. Al fin y al cabo

mis sueños están hechos de palabras.

Tus palabras.

Las que nunca me has dicho y están vivas

con fuerza de memoria verdadera.

Vivas como en el fondo transparente

las estrellas marinas.

Como el recuerdo tuyo que me sigue

y voy llevándolo.

Sin que lo aparte un cielo distinto ni una ola,

ni siquiera la sombra de otro cuerpo.

Escucha....El mar enreda

sus dedos verdes en los arrecifes.

Es como si tu voz estuviera buscándome

sin encontrarme y sin que yo la encuentre.

Desde lejos

viene a azotarme el rostro tu silencio.

 

 

Lluvia de agosto

 

Otra vez tú me tiendes

tu lento cerco de diamantes.

 

contigo estaba escrito

el nombre del amor sobre la tierra.

contigo, lluvia de la media noche,

tierna raíz de astros.

 

Y caes

y me envuelves.

Eres música,

estás ciñéndome los pasos

y el mundo se me pierde,

porque lo borras tú con la mano invisible

con que cierras jazmines

y entreabres luciérnagas.

 

 

Luz de septiembre

 

En la luz de septiembre

estoy buscándote.

Era una madrugada de campanas

que me ilumina todavía el alma.

 

Todo el amor del mundo

inundaba tus ojos.

Era un claro septiembre

de azahares.

 

Tu mano, firme y cálida,

en mi mano.

Tus labios en mi frente

¡y todo era tan frágil!

 

Como un hilo de sol

entre la lluvia.

como el perfume

de una rosa blanca.

 

Sobre mi cobardía

y mi derrota

gira el mundo implacable.

 

Te seguiré buscando,

con el amor de siempre,

en mi septiembre

solitario.

 

 

Luz de tu presencia

 

¿Tú venías buscándome desde playas y sierras?

¿Venías presintiéndome por todos los caminos?

¿Escuchabas mi voz en los ecos del viento

y tocabas mis manos en el agua del río?

 

Me hallaste en una tarde de soledad y música.

Suavemente llegabas con tu amor a mi vida.

Al fondo las montañas heridas por la lluvia

Y en medio de los muros la lámpara encendida.

 

Yo entendí tu presencia porque un fuego de angustia

destructor y quemante se apagó entre mis venas.

Porque el agua invasora de una inmensa amargura

desplegó hacia el olvido sus oscuras mareas.

 

Te di mi lejanía de bruma y de silencio

-la tienes en tus manos como una flor de sombra-,

en cambio tú me has dado tu claridad sonora

que resucita muros en mis ciudades rotas.

 

 

Más que nunca

 

Porque amarte es así de dulce y hondo

como esta fiel serenidad del agua

que corre por la acequia derramando

su amorosa ternura sobre el campo.

 

Te amo en este sitio de campanas y árboles,

en esta brisa, en estos jazmines y estas dalias.

La vida y su belleza me llegan claramente

cuando pienso en tus ojos bajo este cielo pálido.

 

Sobre la yerba limpia y húmeda mis pisadas

no se oyen, no interrumpen el canto de los pájaros.

Ya la niebla desciende con la luz de la tarde

y en tu ausencia y mi angustia más que nunca te amo.

 

 

Para ti no hay palabras

 

Para ti no hay palabras.

Hay sólo mudas páginas en blanco

y este lento caer

de las manos inútiles

que olvidaron y hallaron

letras

sueños

y árboles.

 

Hubo palabras antes.

Cuando el mar,

cuando el grito luminoso

de los últimos faros.

 

Para ti sólo hay tiempo,

no hay palabras.

Y el tiempo es infinito

ahora que te amo.

 

 

Poema del amanecer

 

Es la hora de las campanas,

cuando se cierran los abismos.

 

Con la luz de la madrugada

vuelven al mundo los caminos.

 

Vuelve el murmullo de los árboles,

el silencio de las espigas.

 

Vuelven las manos lentamente,

hacia las páginas del libro.

 

Vuelve la realidad perfecta

de tu presencia sin olvido.

 

 

Raíz eterna

 

Tú eres más que un rostro,

más que un hermoso cuerpo.

 

Eres aquel murmullo del río entre la lluvia,

aquella forma vaga del monte tras la niebla.

 

Profundamente asidos al trémulo paisaje

del sitio de la vida donde habita el recuerdo.

 

Tú eres más que un nombre.

Más que un paso en la tierra.

 

Te cerca un bosque denso, de misteriosos árboles.

con pájaros errantes y canciones sin término.

 

Te guarda entre sus ramas de música, te encierra

lejos de la ceniza destructora del tiempo.

 

En ti el amor humano, de raíces eternas,

me ha entregado su clave profunda y verdadera.

 

 

Siempre

 

Siempre regresas.

Para ti no hay tiempo

ni tiene oscuros límites la tierra.

Siempre vuelves.

Y siempre estoy aquí, esperando tus manos,

llenándome de sueños como de lluvia un árbol.

No hay nada diferente. Todo es igual y puro

cuando vuelves.

No han pasado los días ni he sufrido. Estoy sola,

con el corazón limpio como una fuente nueva.

Tengo otra vez palabras y caminos

y contigo regresan las brisas y las estrellas.

Regresan las campanas y los pájaros,

me devuelves la música, el murmullo

de los ríos lejanos,

la claridad del monte,

la perfecta verdad de que te amo.

 

 

¿Sola?

 

Tus ojos

vinieron a mirarme

en esta hora

oscura y áspera.

Yo me creía sola

pero estabas aquí.

El amor

le arrancó tu mirada

a la muerte.

 

 

Tarde, flores y río

 

Amor mío...

Ruedan estas palabras

en mitad del estruendo

del agua.

Amor mío...

como antes

deja caer sus flores amarillas

el árbol, nuestro árbol.

 

Por la orilla del río

camino lentamente,

buscándote.

 

Estás aquí. Lo sé.

He venido con la certeza de encontrarte

en la huella de la luz

sobre la piedra,

en la canción lejana,

en la torre encendida

de la tarde.

 

Amor mío

distante.

 

 

Tiempo definido

 

Está bien que la vida de vez en cuando

nos despoje de todo.

En la oscuridad los ojos aprenden

a ver más claramente.

Cuando la soledad es el vacío intenso

del cuerpo y de las manos,

hay caminos abiertos hacia lo más profundo

y hacia lo más distante.

En el silencio las amadas voces

renuevan dulcemente sus palabras

y los muros custodian el rumor infinito

de los ausentes pasos.

Los labios que antes fueran

sitio de amor en las calladas tardes

aprenden la grandeza

de la canción rebelde y angustiada.

Hay un viento en suspenso sobre los altos árboles,

un repique de lluvia

sobre ruinas oscuras y humeantes,

un gesto en cada rostro

que dice de amargura y vencimiento.

 

Sigue un lento caer de horas inútiles,

desprendidas del tiempo,

y más allá de todo lo que formaba

el círculo pequeñito del mundo,

"aquel mundo cerrado, con sus vagas estrellas

y su bruma de sueño",

despierta inmensamente la herida voz del hombre

poblador de la tierra.

Antes estaban lejos, casi desconocidos,

el combate y el trueno.

Ahora corre la sangre por los cauces iguales

del odio y la esperanza,

sin que nada detenga la invasora corriente

de las fuerzas eternas.

 

 

Todavía

 

Todavía

la frágil quemadura de una lágrima

borra la luz del árbol.

 

Todavía

cerca del corazón se detiene la vida

cuando te nombra alguien.

 

Todavía

rueda el mundo al vacío

desprendido y errante.

 

Todavía

no encuentro las palabras

para decir la ausencia de tus manos.

 

todavía

te amo.

 

 

última llama

 

Por qué lloras?

 

Porque anoche a mi lámpara

la apagó un viento amargo.

 

¿Qué buscas en la sombra?

La sombra de unas manos,

unas manos desnudas que se alzan

contra vientos de fuego

y los enlazan

y retuercen sus uñas malhirientes.

Unas manos que nacen

en el cauce del río de la infancia

y crecen en los árboles

y vuelan con el ala de los pájaros.

 

¿Quién apagó tu lámpara?

 

No importa.

Hoy he vuelto a encenderla

con la última llama.

Tomado de:

http://amediavoz.com/vieira.htm

 

 

memoria del abuelo inglés

Desde John Henry White, estudiante de Oxford,

hasta Don Juan Henrique, fundador de Dabeiba,

crece una geografía de nombres y de sueños,

donde un árbol indígena da sus claras maderas

y una tierra de América su más perfecta entraña

para guardar la huella de amor de un extranjero.

 

 

leyenda

Un rey loco de música

y un lago

que guarda su secreto.

Surge de la leyenda Luis II

con la armadura blanca

de Lohengrin.

Tomado de:

https://www.uexternado.edu.co/wp-content/uploads/2017/01/36-todoLoQueEraMio-MarujaVieira.pdf

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