A esta maestra de la palabra la
conozco por sus textos, y eso me basta; se por quienes han tenido el placer de
compartir una charla que es una persona de enorme empatía y gran conversación: Una mujer con una formación espectacular, con un gran don de la palabra, con un
encanto especial para narrar anécdotas y con una maravillosa historia de vida
unida a la poesía.
Hoy me tomo el atrevimiento de hacer este pequeño homenaje
publicando algunos de sus textos, deseando larga vida y esperando nuevos libros
que nos alegren y nutran el espinoso camino diario de esto que es la vida.
LA MEMORIA DEL ÁRBOL
Un día en el futuro recordaré este árbol.
Sentiré que sus ramas llegan hasta mis manos
cargadas del perfume que hoy difunde la tarde.
Brillantes olas verdes son las hojas y el agua.
El tronco gris dibuja largos, extraños mapas.
Recordaré este cielo que asoma la ventana
y el pájaro invisible que en las mañanas canta.
Recordaré esta hora con el hombre que pasa
recogiendo botellas vacías por la calle
y la niñita pobre que viene sin zapatos
desde la cueva oscura que horada la montaña.
Lejos, una campana. Aquí dentro la música
y un rostro que me mira de más allá del alma.
Otra vez es septiembre, siento tu amor cercano.
Desde un lugar distinto de la vida, tus ojos
me miran en la bruma que borra las distancias.
En un lejano día recordaré esta hora
y ya estará más cerca de tu orilla mi barca.
NIÑA DE LAS CANCIONES
Cuando era necesario elegir
entre el pan y las flores
comprábamos las rosas.
Una taza de café negro y solo
nos bastaba.
Y nuestro amor
y un libro de poemas.
Estabas tú, invisible todavía,
niña de las canciones.
Nosotros fuimos tu camino,
jamás dudas
entre el pan y las flores.
EL POEMA DE LAS HERMANAS
A Gilda, Irma, Eglé y Magaly
Gómez Pietrini, (En Caripe, Venezuela)
Cuatro son las hermanas. Yo las recuerdo ahora
que diciembre se acerca.
Oyendo hablar a una sentí pasar un río,
una corriente diáfana, con sauces a la orilla.
Otra cuidaba flores en el jardín, iguales
a su silencio transparente.
Sonreía otra hermana y era todo su cuerpo
como un barco de brisa.
Y la otra ¿aún enciende, cuando mueve las manos,
una luz de perfume en el naranjo?
La Navidad pasaba junto a mis pies, rodando
como una piedra blanca.
Desprendida, cayendo….
Me dolían palabras y sueños destruidos,
ausencia, cosas que se iban.
Pero las cuatro hermanas me miraban sonriendo
y en el jardín había margaritas y orquídeas.
Detenida en mis manos la piedra blanca sueña.
En ella escribo el nombre de aquel pueblo
de mi primera Navidad sin casa.
Piedra blanca del verso.
CIUDAD REMANSO (POPAYÁN)
A Luz Valencia de Uruburu -
Hoy te hablo a ti, ciudad remanso
donde se aquieta la amargura.
Ciudad de ayer y eternidades,
lenta ciudad de sueño y bruma.
Vine buscándote en un mapa
de oscura sal y flechas rotas
y tu me diste la dulzura
de tus caminos y tus
horas.
En ti encontré mi infancia pura,
mi juventud, mi voz perdida,
y volví a ser la de otro tiempo,
maravillada ante la vida.
Ciudad, la piedra de tus muros
guarda en su cáliz el pasado
y el cáliz sube hasta los cielos
en la oración de tus campanas.
Guarda también, ciudad, mis huellas
entre tus calles silenciosas,
por donde fui encontrando el alma
tierna y segura de las cosas.
EL JARDÍN DE LA MUERTE
Al Fantasma de Canterville
La muerte es un jardín
con rosas amarillas.
Siempre amanece
o es el atardecer color violeta.
No hay sol de medio día
quemante, hiriente.
En esa orilla de la noche
el aire está poblado
de luciérnagas y estrellas.
Allá no estaré sola nunca.
Alguien espera.
VIOLÍN SOLO
En memoria de Isabel O’Byrne
Sucede con frecuencia
cuando estoy recordándote.
Una puerta se abre silenciosamente
¿es el viento?
el ruido de la calle cesa
y se oye un violín. Isabel…
No me contaste finalmente
lo que te sucedió
esa tarde de otoño en Roma
¿te asustaron los gatos?
¿o reíste sonoramente
escandalizando a los feligreses?
Porque fue en una iglesia.
Nunca pude saber más, Isabel.
Recuerdo tu vestido blanco,
tus pies desnudos, tu gesto firme.
Frente al mundo sola
habías encontrado tu verdadero amor,
tu único amor, la música, Isabel.
En donde estás ahora
las cuerdas de la lluvia
con el arco del viento
son tu violín eterno,
Isabel…
AMIGA INOPORTUNA
En memoria de Julián Benítez, poeta y soldador.
Quédate afuera, poesía.
No importunes ahora mi trabajo
con tu voz de cristal.
Déjame así, de espaldas a la luz
El viaje de las nubes
podría recordarme otro cielo.
Pero aquí estás, amiga inoportuna.
¿Quién te ha dejado entrar?
No tengo más remedio
que escucharte.
Me dices que los tornos
tienen música,
sorda música de olas
en un sombrío caracol metálico.
Y te respondo
que las estrellas de la soldadura
iluminan la noche del taller
y coronan de fuego
la frente del obrero
que podría ser el rey de aquella historia
del hombre de la máscara de hierro.
HOSPITAL MILITAR
¡Dios, qué mano tan fría!
dijo el soldado herido.
En la silla de ruedas su figura
sería un árbol joven
con las ramas cortadas.
Porque allí no había mano,
sólo unos ojos hondos,
muy hondos, que parecían
preguntarle algo a Dios.
Tomado de:
https://marujavieira.com/obra/poesia
Clave mínima
Déjame tu recuerdo, el de esta hora.
No importa que te vayas.
Déjame este recuerdo
de la última hora del alba.
Estaba azul el monte esa mañana
azul. Eras hermoso
y yo te amaba.
El nombre de antes
No es fácil escribir
el nombre de antes.
Es como volver a un traje antiguo,
unas flores, un libro,
un espejo, amarillos por los años.
Con aquel otro nombre
era como tener entre las manos
toda la luz del aire.
Ahora vuelvo
a mi nombre de antes.
Mi nombre de ceniza,
el que anduvo conmigo por el tiempo
y por las soledades.
Ahora estoy frente a mí, frente a mi nombre,
con la fría y terrible sensación de regreso
que conocen los náufragos.
Pero escucho una risa y unos alegres pasos.
Todo no se ha perdido.
Aquí estoy otra vez, frente a la vida,
con el nombre de antes.
Esta tarde
Esta tarde
todos miran la lluvia.
Aquí hay un árbol
y unas columnas blancas.
Donde va mi recuerdo
hay flores como espadas de amatista
y los hombres caminan en silencio.
Aquí la lluvia lanza
cada vez más de prisa
sus dedos transparentes
para ganar al sol la moneda del tiempo.
Allá, donde tú olvidas,
no hay lluvia... sólo flores y un mar verde.
Exilio
Mi patria eran tus manos,
tu mirada,
el suave temblor de tus labios.
Ya no tengo tu hombro
para mi cabeza rendida.
No tengo nada.
Veinte años de exilio,
amor mío,
veinte años sin patria.
Huella
La huella
de tu mano.
Apenas una gota
de rocío.
suave trazo
de luz distante y pura
La huella
de tu mano.
Letras de arena
Háblame. Al fin y al cabo
mis sueños están hechos de palabras.
Tus palabras.
Las que nunca me has dicho y están vivas
con fuerza de memoria verdadera.
Vivas como en el fondo transparente
las estrellas marinas.
Como el recuerdo tuyo que me sigue
y voy llevándolo.
Sin que lo aparte un cielo distinto ni una ola,
ni siquiera la sombra de otro cuerpo.
Escucha....El mar enreda
sus dedos verdes en los arrecifes.
Es como si tu voz estuviera buscándome
sin encontrarme y sin que yo la encuentre.
Desde lejos
viene a azotarme el rostro tu silencio.
Lluvia de agosto
Otra vez tú me tiendes
tu lento cerco de diamantes.
contigo estaba escrito
el nombre del amor sobre la tierra.
contigo, lluvia de la media noche,
tierna raíz de astros.
Y caes
y me envuelves.
Eres música,
estás ciñéndome los pasos
y el mundo se me pierde,
porque lo borras tú con la mano invisible
con que cierras jazmines
y entreabres luciérnagas.
Luz de septiembre
En la luz de septiembre
estoy buscándote.
Era una madrugada de campanas
que me ilumina todavía el alma.
Todo el amor del mundo
inundaba tus ojos.
Era un claro septiembre
de azahares.
Tu mano, firme y cálida,
en mi mano.
Tus labios en mi frente
¡y todo era tan frágil!
Como un hilo de sol
entre la lluvia.
como el perfume
de una rosa blanca.
Sobre mi cobardía
y mi derrota
gira el mundo implacable.
Te seguiré buscando,
con el amor de siempre,
en mi septiembre
solitario.
Luz de tu presencia
¿Tú venías buscándome desde playas y sierras?
¿Venías presintiéndome por todos los caminos?
¿Escuchabas mi voz en los ecos del viento
y tocabas mis manos en el agua del río?
Me hallaste en una tarde de soledad y música.
Suavemente llegabas con tu amor a mi vida.
Al fondo las montañas heridas por la lluvia
Y en medio de los muros la lámpara encendida.
Yo entendí tu presencia porque un fuego de angustia
destructor y quemante se apagó entre mis venas.
Porque el agua invasora de una inmensa amargura
desplegó hacia el olvido sus oscuras mareas.
Te di mi lejanía de bruma y de silencio
-la tienes en tus manos como una flor de sombra-,
en cambio tú me has dado tu claridad sonora
que resucita muros en mis ciudades rotas.
Más que nunca
Porque amarte es así de dulce y hondo
como esta fiel serenidad del agua
que corre por la acequia derramando
su amorosa ternura sobre el campo.
Te amo en este sitio de campanas y árboles,
en esta brisa, en estos jazmines y estas dalias.
La vida y su belleza me llegan claramente
cuando pienso en tus ojos bajo este cielo pálido.
Sobre la yerba limpia y húmeda mis pisadas
no se oyen, no interrumpen el canto de los pájaros.
Ya la niebla desciende con la luz de la tarde
y en tu ausencia y mi angustia más que nunca te amo.
Para ti no hay palabras
Para ti no hay palabras.
Hay sólo mudas páginas en blanco
y este lento caer
de las manos inútiles
que olvidaron y hallaron
letras
sueños
y árboles.
Hubo palabras antes.
Cuando el mar,
cuando el grito luminoso
de los últimos faros.
Para ti sólo hay tiempo,
no hay palabras.
Y el tiempo es infinito
ahora que te amo.
Poema del amanecer
Es la hora de las campanas,
cuando se cierran los abismos.
Con la luz de la madrugada
vuelven al mundo los caminos.
Vuelve el murmullo de los árboles,
el silencio de las espigas.
Vuelven las manos lentamente,
hacia las páginas del libro.
Vuelve la realidad perfecta
de tu presencia sin olvido.
Raíz eterna
Tú eres más que un rostro,
más que un hermoso cuerpo.
Eres aquel murmullo del río entre la lluvia,
aquella forma vaga del monte tras la niebla.
Profundamente asidos al trémulo paisaje
del sitio de la vida donde habita el recuerdo.
Tú eres más que un nombre.
Más que un paso en la tierra.
Te cerca un bosque denso, de misteriosos árboles.
con pájaros errantes y canciones sin término.
Te guarda entre sus ramas de música, te encierra
lejos de la ceniza destructora del tiempo.
En ti el amor humano, de raíces eternas,
me ha entregado su clave profunda y verdadera.
Siempre
Siempre regresas.
Para ti no hay tiempo
ni tiene oscuros límites la tierra.
Siempre vuelves.
Y siempre estoy aquí, esperando tus manos,
llenándome de sueños como de lluvia un árbol.
No hay nada diferente. Todo es igual y puro
cuando vuelves.
No han pasado los días ni he sufrido. Estoy sola,
con el corazón limpio como una fuente nueva.
Tengo otra vez palabras y caminos
y contigo regresan las brisas y las estrellas.
Regresan las campanas y los pájaros,
me devuelves la música, el murmullo
de los ríos lejanos,
la claridad del monte,
la perfecta verdad de que te amo.
¿Sola?
Tus ojos
vinieron a mirarme
en esta hora
oscura y áspera.
Yo me creía sola
pero estabas aquí.
El amor
le arrancó tu mirada
a la muerte.
Tarde, flores y río
Amor mío...
Ruedan estas palabras
en mitad del estruendo
del agua.
Amor mío...
como antes
deja caer sus flores amarillas
el árbol, nuestro árbol.
Por la orilla del río
camino lentamente,
buscándote.
Estás aquí. Lo sé.
He venido con la certeza de encontrarte
en la huella de la luz
sobre la piedra,
en la canción lejana,
en la torre encendida
de la tarde.
Amor mío
distante.
Tiempo definido
Está bien que la vida de vez en cuando
nos despoje de todo.
En la oscuridad los ojos aprenden
a ver más claramente.
Cuando la soledad es el vacío intenso
del cuerpo y de las manos,
hay caminos abiertos hacia lo más profundo
y hacia lo más distante.
En el silencio las amadas voces
renuevan dulcemente sus palabras
y los muros custodian el rumor infinito
de los ausentes pasos.
Los labios que antes fueran
sitio de amor en las calladas tardes
aprenden la grandeza
de la canción rebelde y angustiada.
Hay un viento en suspenso sobre los altos árboles,
un repique de lluvia
sobre ruinas oscuras y humeantes,
un gesto en cada rostro
que dice de amargura y vencimiento.
Sigue un lento caer de horas inútiles,
desprendidas del tiempo,
y más allá de todo lo que formaba
el círculo pequeñito del mundo,
"aquel mundo cerrado, con sus vagas estrellas
y su bruma de sueño",
despierta inmensamente la herida voz del hombre
poblador de la tierra.
Antes estaban lejos, casi desconocidos,
el combate y el trueno.
Ahora corre la sangre por los cauces iguales
del odio y la esperanza,
sin que nada detenga la invasora corriente
de las fuerzas eternas.
Todavía
Todavía
la frágil quemadura de una lágrima
borra la luz del árbol.
Todavía
cerca del corazón se detiene la vida
cuando te nombra alguien.
Todavía
rueda el mundo al vacío
desprendido y errante.
Todavía
no encuentro las palabras
para decir la ausencia de tus manos.
todavía
te amo.
última llama
Por qué lloras?
Porque anoche a mi lámpara
la apagó un viento amargo.
¿Qué buscas en la sombra?
La sombra de unas manos,
unas manos desnudas que se alzan
contra vientos de fuego
y los enlazan
y retuercen sus uñas malhirientes.
Unas manos que nacen
en el cauce del río de la infancia
y crecen en los árboles
y vuelan con el ala de los pájaros.
¿Quién apagó tu lámpara?
No importa.
Hoy he vuelto a encenderla
con la última llama.
Tomado de:
http://amediavoz.com/vieira.htm
memoria del abuelo inglés
Desde John Henry White, estudiante de Oxford,
hasta Don Juan Henrique, fundador de Dabeiba,
crece una geografía de nombres y de sueños,
donde un árbol indígena da sus claras maderas
y una tierra de América su más perfecta entraña
para guardar la huella de amor de un extranjero.
leyenda
Un rey loco de música
y un lago
que guarda su secreto.
Surge de la leyenda Luis II
con la armadura blanca
de Lohengrin.
Tomado de:
https://www.uexternado.edu.co/wp-content/uploads/2017/01/36-todoLoQueEraMio-MarujaVieira.pdf
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