SALAMANCA
para
Eduardo Hernández
Si mi prominente estómago revelase
otro tumor en su interior como muñecas rusas
de secreciones mundanas y flujos gástricos
entonces mis sonetos comenzarán a tomar el sabor de la
quimio,
y dónde puedo colocar los trapecios de cielo
que corté de los tejados inclinados de Salamanca
cuando el mejor equipo de traductores en el mundo
seguían su arduo camino por la predestinada calle empedrada
de la Fe,
entrando por grandes puertas bajo las miradas de arenisca
de Nando e Isa, quienes ejecutaron una limpieza étnica de judíos
y desterraron a los musulmanes al arenoso Maghreb
el mismo año que los Taínos descubrieron a Colón,
y subiendo junto a un laberinto de clases
llegamos a la sala del altar del Incunabulae
donde libros de cuero relucen con oro como molares
y la gente corriente se ve detenida por un cristal
Eduardo Hernández nos muestra evangelios en vitela
escritos a mano por monjes que suelen tener túnel carpiano
Copérnico censurado por Gachupín
edición multilingüe de Fray de León
cuyo ruso, Ekaterina nos dice,
avergüenza nuestra profesión. Una biblioteca
de recuerdos puede caber en una uña,
la biblioteca de Borges cabe cómodamente en mi cerebro.
Mi español es suficientemente bueno
para comprender mientras Eduardo explica cómo la imprenta
fue el ciberespacio del siglo XV,
tras lo cual con una llave de hierro abre
una aparente librería que lleva a otra cámara
de temperatura aún más controlada para textos frágiles
dentro de la cual hay un cofre
que Eduardo abre con otra llave negra
y muestra, en su pergamino de madera, una Torah,
una compañera lejos de casa, una hermana pequeña,
en cautividad durante tantos siglos,
que mi lamentable autodidacta hebreo
suena titubeante V’OMER MOSHE ADONAI
para que los goyim sepan que Dios y Moisés
estaban conversando en la montaña
y a mi vuelta la exploración del TAC dio resultado
negativo.
Traducción: Laurent Wigley
Tomado de:
TESLA ROSE 39 meses. Meditación
Mi meditación es sentarme en silencio
exactamente seis breves minutos cada mañana
la meditación de Buda está hecha de piedra
serenidad de ochenta dólares para tu jardín
mi mirada viaja desde el tomatero a la verde mostaza
enumera y se disuelve entre las flores amarillas
de mostaza en mi cráneo terco en recordar
fuera de él a Buda y Tesla Rose
que notó el pequeño Buda en el cuarto de Becky.
Le expliqué para enseñarte a meditar
y ella repite la enseñanza en el vivero,
pero yo raramente alcanzo una paz interior
antes de que el reloj insista su “bip-bip”
y el espacio sagrado se esfume como globo desinflado,
y su mudo bang resuene a través de todos los mundos
posibles.
Tomado de:
http://www.espacioluke.com/2012/Noviembre2012/simon.html
Pablo
Tal como mi compadre Pablo Neruda,
terriblemente debilitado por cáncer metastásico,
yacía en la cama escuchando la radio
una noche de septiembre en Isla Negra
absorbiendo la noticia de que la extrema derecha
había bombardeado el palacio presidencial,
asesinando a su querido amigo Salvador Allende
y comenzado a torturar a la oposición,
Pablo lo tomó como un derechazo a las entrañas
y renunció a la luz (quizás con un venenoso empujoncito
cortesía de la CIA) en las dos semanas que siguieron
Ayúdame a soportar y resistir
ahora que hemos elegido a esa pandilla en el gobierno
al igual que los buenos alemanes en el ’33.
Tomado de:
https://letrasdechile.cl/2017/01/20/poema-pablo-de-john-oliver-simon/
estelas
Hay estelas en Palenque
que no son más que nombres y números.
Cuadrangulares, ponches y bases robadas
para Hunahpú y Hunahpú
que jugaba el juego sagrado cuando
tenías que arañar por cada carrera
no como hoy El gerente perdedor
fue destripado en el montículo
por el cuchillo de la estrella de la mañana.
Me hago mayor, hombre, o el imberbe
los mozos que caminan hacia el plato crecen jóvenes.
A los 41 jugué en Jalatlaco,
topónimo que significa “juego de pelota de arena”.
El zurdo zapoteco me engalanó.
¿Cómo se dice beanball en español?
Y luego por una vez en mi mortal
la carrera del jugador de cuadro medio vagabundo
Tengo buena madera en la pelota,
navegó hacia el anillo sagrado,
Llegó a la antigua muralla de un salto.
Hunahpú y Hunahpú
jugaron a la pelota contra los dioses
en Xibalbá. Perdieron.
Les cortaron la cabeza
y los convirtió en pelotas de béisbol
y los clavó en un árbol.
Se los comió una niña. Ella tuvo bebés:
Hunahpú y Hunahpú.
Terminaron segundos dos años consecutivos.
Fumaron las velas del inframundo,
volvió a desafiar en los playoffs.
Usaron un mosquito en el jardín central
para robar señales. Se los robaron a ciegas.
Sacrificaron, tuvieron el balón largo,
tenían magia defensiva. tiraron
el cambio, tiraron el dedo partido.
Recuerdas la secuencia del Sexto Juego.
Los mayas tallaron las clasificaciones
en piedra caliza. Aprende a interpretar
las estadísticas del cielo,
estos fractales cíclicos del juego sin fin.
Tomado de:
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