lunes, 4 de noviembre de 2024

POEMAS DE MÓNICA OJEDA



MAMÁ CÓLERA

 

 

 

 

P E R S E C U C I Ó N

 

 

……….. Repto lo oscuro de la aorta de un bisonte atravesado por el mar

………….en medio de la teoría humana más violenta del poema.

 

Tus brazos umbilicales

 ……….madrezebra en las llanuras

ahorcan la prehistoria de la leche de montaña

……….leche de cal apagada,

……….leche de higo en cristal,

……….leche en la roca de la pintura sagrada del calavera poem

gruta de naturaleza táctil al Amazonas de tus glándulas rellenas de humores:

……….. Big Bang de dios por siempre muerto en los maremotos amén.

 

Palpo la atmósfera que humedece su atlas de la ira,

escarabajo mutante rodando las escaleras del magma de tu vientre,

 

…………….. ¿me romperás contra la musculatura de los cetáceos axiales?

…………………………………………….madretundra de las orcas

……………………… ¿abrirás las cejas al frío goce de los volcanes?

 

Ellos se sueñan en la blancura de los fermentos de la noche en torrente.

 

Pliego mi ala junto a una noria de eterna venganza,

……….. madrepiedra de los pálidos trasmundos

……….. madrecidra constelando un infierno de intestinos que doran los rosales.

 

Tu baba salpica en todas las direcciones de los paisajes algebráicos:

 

….CRÁNEO – CALAVERA = X

 

Incógnita en la lengua de los muertos.

 

………………………………………………….. Poema cero.

 

He oído que montas sobre las cabezas de las Furias

y te desbocas

y manchas los eriales de leche cuajada

……….leche mía coagulada

y ellas te la beben y te alumbran

un cráneo con cañones de plata apuntando hacia mi pecho

suite de estelas eléctricas y membranas saladas

……….madrealambre de las navajas

……….madrebuitre de los cinerarios

las tres se relamen las encías bajo el umbral tibio de tus riñones en flor:

tienen pezuñas y desgarran el camino de los ríos gástricos a los maizales.

 

………………….. Se derraman sobre la vía láctea cabalgándote.

 

……….Se orinan sobre las mazorcas de dientes pelándose al poniente.

 

«Madre e hija es una antinomia»,

te canta la clarividencia subacuática de tu trinomio de canes perfecto

y repites al sur de su estampida:

 

…………………………………………………………….«Madre e hija es una antinomia

………………………………………………………………con patas y pelos de tarántula

……………………………………………………………………..en una jaula vacía».

 

Arden tus cabellos de elefantes marciales cruzando los desiertos

………..madremandril de sable

………..madreladrido de pez aéreo.

Quieres mi carne en tu leche terrible

cociéndose a la alta temperatura de los huracanes

 

………………………………………………………(cardúmenes de esperma del dios muerto

………………………………………………….pueblan encima de las aguas galácticas del norte).

 

Tiemblo en los refugios colapsados por tu vientre de ballena en histeria

……….Madremendrugo de la explanada

……….Madredrácula de los mausoleos

Las cabezas de las Furias sonríen torcidas a la sangre,

ateridas bajo muslos galgos y la perfecta escultura del tórax;

quieren cocinarme en tu néctar vencido de yedra,

forzarme la leche de hígados por la ranura celeste de sus madrugadas.

 

…..Mazorcas de dientes se pelan y muerden mis escombros quietos al pasar.

 

Me oculto entre las pieles de los vertebrados

y convierto mi cuerpo en un saco de plumas

que emerge fresco entre los fémures silvestres.

 

……………………………….Madre e hija es una antinomia.

 

Un cráneo gastado vigila mi señal desnuda:

 

……………………………….toda suerte de escape termina

………………………………..en las profundas cavidades

…………………………………….de un animal muerto.

 

 

IV

EL LIBRO DE LOS ABISMOS

fragmentos de Caína

 

*

:

 

El tórrido aliento de un órice despierta la montaña,

 

te despierta con ella y despierta a los viejos leones:

 

es hora de almorzar.

 

Todos los días en tu mente habrá un desierto sepultando la calavera de la poesía;

 

la llevarás contigo al exilio para defenderte de la inclemencia de tu sombra

 

siempre extendiéndose con movimientos de astros oscuros sobre los senderos.

 

……………………………………………Tu sombra es el reflejo más antiguo de tu cuerpo.

 

Pero cada mañana la calavera de la poesía pesará un poco más que ayer.

 

La arrastrarás hacia la cima de la montaña como una constante de vapor

 

nublando los sentidos de los cazadores;

 

una amenaza que el viento cubre de arena y que barres con tu única ala.

 

Sus cuencas libres empañarán tu interior

 

y escaparás manchando de sombra un dolor antes temido:

 

una fiebre que reblandece los picos y tiñe la hierba con moscardones.

 

A pesar del fracaso no soltarás la cabeza del misterio:

 

la subirás a la montaña

 

con el peso de su mandíbula empujándote a los cuernos en manada.

 

Descansarás con ella en un nido improvisado.

 

Retozarás con sus cuencas abiertas a la noche.

 

No te curará la carne, pero al día siguiente será tu casa.

 

.

 

.

 

*

La poesía es lo perfecto del muerto:

 

lo incorruptible, la selva encadenada.

 

 

 

VI

EPÍLOGO

 

 

T E O R Í A   D E   L A   L E C H E

.

 

1

Un poema es un cráneo de leche.

 

:

 

2

La leche es una dramaturgia que desaparece y se dispersa.

 

Una pureza que se mancilla.

Un veneno de hambre.

 

 

 

3

Un cráneo tiene el poder de la encarnación.

 

 

4

La leche invoca imágenes que bifurcan el cuerpo del lenguaje.

 

 

5

Todas las metáforas son lácteas.

Avisos de desastres en miniatura.

 

 

6

La poesía es un claro de cielo difunto

goteando sus blancas inquietudes

sobre la desnudez de los sobrevivientes.

 

 

7

Un poema es profético, como la leche,

pero no puede decir el mañana de los hechos

sino el mañana del ser.

 

El futuro es el presente de lo que nunca cambia.

 

 

 

8

La escritura:

inquietud blanca que se nombra de rodillas.

 

 

 

9

Sueños de leche.

Mirar hacia el símbolo con los ojos cerrados

es la única forma de llevar su peso.

Tomado de:

https://poesia.uc.edu.ve/historia-de-la-leche-monica-ojeda-poesia-ec/

 

 

Una hija es un ojo que muerde

 

1

 

Papá, tú querías un hijo y

   en cambio

te nació esta cabeza.

 

Una planta que crece hacia adentro.

 

   Una uña.

   Un estanque.

 

Por eso dijiste

callado a la placenta: “UN HIJO ES UN HOMBRE”.

 

Creías que serlo era irse callado de pesca

 

   pescar la vida

 

       sacarla del agua

 

y me llevas a pescar para que aprenda a ser un hombre

para que saque de la vida algo tibio que matar.

 

   “Matar te hace hombre”, me dijiste.

 

Creías que serlo era irse risueño de caza

empuñar un rifle a un corazón con astas

 

   reventarle el cráneo a la vida

 

tú piensas que eso que se inventa el bosque es un hombre

y me llevas a cazar contigo para que lo vea

 

me enseñas a dispararle a un árbol

a una nube todavía niña en mi cerebro

 

   porque pienso demasiado fácil, dices

 

       porque pienso cosas que se atraviesan

 

Y en cambio un hombre no arde de útero

 

         dice la-madre-coja-de-las-axilas

 

ni sangra en los pasillos

ni riega su leche sobre las ecografías abiertas

ni se mete el dedo índice

   para tocar a Dios

en un volcán de pelvis.

 

Una hija mata

pero como un hombre respirando al revés

en mitad del bosque.

 

Un amor umbilical rodeándote la manzana:

 

   una hija es un ojo que muerde

   —una mandíbula de leche—

   un anzuelo al cielo de los cabellos

 

Por eso “pesca la muerte”, dice mamá lamiendo la escopeta

 

   “caza la vida”

 

como una hija que es un hombre y una cabeza

como un río en una sábana de dientes mastodónticos

y el sexo abierto de las balas

goteando sobre la encimera.

 

 

 

2

 

Hora de huir

de la madre.

 

El origen es una aguja

escribiendo los nombres de los muertos

en las pupilas de los peces.

 

   Ceguera oceánica.

 

Sin imagen sólo queda el sentido de lo invisible

y una punta sangrienta como línea de salida a la superficie.

 

Mientras tomas aire

la escritura se humedece de futuro.

Tomado de:

https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/una-hija-es-un-ojo-que-muerde/

 

 

Del Libro de los abismos

 

Negro es el páramo donde caen las focas como meteoritos de mar

nadando sus oquedades en el pecho gigante de la hierba de tu exilio

Sus fósiles encenderán la lámpara de tus sueños y esa voz

que vuela alrededor de los volcanes

te mostrará el pasado como resina de insectos:

una piedra que no puede ser iluminada

enterrada al fondo del sol

 

 

 

De Mamá Cólera

 

                                           *

Tus golpes caen sobre los abetos derribados en mi cabeza.

             Los llamo Erinias porque hieden a montaña

 

                                          *

            Después de limpiar a tu niña con mi lengua

    tomé su cuerpo ahogado de galaxias y lo desmembré

            para regar su gloria cósmica sobre mi sombra

 

                                        *

            Por campos y llanos cayeron sus costillas,

                                          vértebras

                                       y omóplatos,

    y de los árboles colgó su carne ondulando sangre

 

                                       *

Cabalgaste la tierra recogiendo los fragmentos de mi hermana:

    los hallaste junto a los peñascos y los volcanes,

          ocultos en las cuevas y en la maleza,

    y te preguntaste si habría alguien de este mundo

          que pudiera juntarlos en la luna

 

 

De Botánica de Quincy

 

Hago el amor con tu muerte

 

Me desnudo sobre el silencio como un ave destripando su destino

completándose, por fin, en los amplios jardines familiares,

naciéndote ecuestre en los galpones del llanto de mamá quemado al rocío

 

Hay cientos de gaviotas en el orgasmo de tus dientes lloviendo la neblina

Se vuelan al paso de los termómetros en nuestra sangre purísima de fiebre;

llenan las jaulas de biberones para el chacal hambriento de los bosques

 

                        Haré con tu muerte una obra incorruptible

                          a dos metros de altitud bajo mi sombra

 

Yo quise morderte los ojos con los que veías mi fuerza como una hoz

cortando la arquitectura de tus desiertos soñados en la nieve,

pero ahora veo mi cuerpo en la luna donde te enterré ya rota de mí

y como un monstruo común te lloro de belleza

 

Te lloro acabada y completa en la taxidermia de los volcanes

Tu saliva se seca dejando una línea de mantarrayas en

dirección a las orquídeas: ellas nadan cortando el cuerpo de

Dios de espaldas a la tormenta del mundo

 

                 Todo lo oscuro y lo abundante aterriza como una caricia

                                          sobre el espanto de su abandono

 

He aprendido a cultivar un cadáver a la orilla de nuestra cama

                                         |Un cadáver con inflorescencias de sentido

                                                  es tu sangre pura de clavel en fiebre

 

Me dijo que tu muerte era una estrella colgando como una

ventana abierta afuera de la sábana:

 

                     un tambor de agua en la pelvis del tejado,

                una cáscara de mandarina olorosa a vejez solar

         cubriendo los rosetones de tu cuello erguido al tiempo de

                                              las almohadas

 

Yo empujé tu tráquea hacia el paraíso podrido de los buitres

artificiales

                                                   |No hay mayor rebelión que hacerte

                                                   Edén de los pájaros de los misterios

 

Un homicidio, dijiste, es un espectáculo teatral con aves

falsas e instrumentos de Jubal

 

Me siento y aplaudo la memoria entrando hacia el infierno

de tu cráneo como olas incansables de incendios líquidos

 

                                                Cae la cuarta pared en los jardines familiares:

                                                             todo el daño de la luz dialoga conmigo

 

Hago el amor con tu muerte para que abras tus pétalos de

buey desollado sobre mi lengua

 

Huevos negros de mariposas abonan tu flor cadáver como

una escultura en el centro de la ciudad: esperan el nacimiento

de tus rosetones en frente, cuello, vientre…

 

Jubal te compondrá una canción como un grito en la

primavera de los templos

 

                               Dormida regaré un cadáver en mi futuro como un jardín

Mabel,

yo te golpeé para sembrarte un arte vegetal que creciera

entre los mingitorios de los museos

 

Mabel,

yo te golpeé para convertirte en una flor de carne soltándose

a la vida de los anfibios

 

Mabel,

yo te golpeé para que sudaras pestañas eternamente en mi apariencia,

y te hice tanto daño como pude,

y sentí placer mientras te apagaba una vela ancha en los

altiplanos de los girasoles que bucean los días más débiles

del planeta

 

Hago el amor con tu muerte cada segundo desde que te

expandiste sobre el lomo arqueado de Nuestra Señora

Calavera del Poema:

                                                 a un extremo de su erial está mi

                                                 escritura mascando el dictado

                                                 de mi sombra; al otro, tu silencio

                                                 manifestándose en potencia

                                                 magna al vacío

 

Riego tu sangre de clavel en fiebre para que crezca firme

entre los músculos de mi sexo:

 

                                                        el lugar más fuerte y sensible al vértigo

 

Allí me creces apagada como un tallo de ceniza junto a los

crisantemos;

 

puños de carne que cuelgan de mi conciencia y rodean tu

frágil resurrección en el patio de las cigarras

 

Se levantan tus restos entre los rombos para darle paso a la

ingeniería de la poesía,

 

                                     y dices molesta hacia los corales:

 

–Existe una teoría de la leche que explica por qué un pájaro

de hielo y un pájaro del misterio vuelan en direcciones

opuestas al mismo punto cardinal

 

Te hundo en mi sombra y te conservo como a un tiburón tras los

cristales del invernadero

 

–Una teoría de la leche es una teoría del poema y también

de lo imposible. ¿Quieres morarme en lo que no puede ser?

 

                                                                 Mabel, hago el amor con tu muerte

 

Te escucho obra y eterna en la escritura donde encontré la

mortalidad de los gladiolos,

                                   y te senté en mis rodillas,

                                         y te hallé amarga,

                                             y te injurié

 

Te lloro de belleza, Mabel

 

 

De Epílogo

 

La poesía es un claro de cielo difunto

    goteando sus blancas inquietudes

sobre la desnudez de los sobrevivientes

Tomado de:

https://wp.nyu.edu/gsas-revistatemporales/historia-de-la-leche-poemas-de-monica-ojeda/

 

 

PRIMERA EXPERIENCIA DE LA CRIATURA SIN ROSTRO

 

1. El quebrado mundo

 

Como cuando me llovió un océano con la sangre de mis hermanos sobre el ancho lomo y levanté la conciencia hacia el centro del espejo. Así aprendí a respirar la primavera bajo la piel abierta de quienes alguna vez me amaron, y dije que ninguna imagen ni olor ni sonido articulado podría hacerme sentir nunca lo que era romperse encima de algo vivo | ninguna palabra podría comunicar el sentido de la fragilidad cayendo sobre la fuerza y bañándola de eso que la hace fuerte: la debilidad de los pétalos ardiendo el cielo, las raíces del relámpago encarnando el árbol. Toda la brutalidad estaba en la vida que era ternura empozada en la violencia, por eso el mundo se partía como los dientes de una casa enterrada en la herida de un niño.

 

 

 

SEGUNDA EXPERIENCIA DE LA CRIATURA SIN ROSTRO

 

2. El callado abismo

 

Ocurrió entonces que las palabras trepaban nuestras pezuñas como tarántulas cojas queriendo renombrar la vida, pero nosotros, hundidos en el callado abismo, nos negamos a volver al estado primigenio donde la lengua importaba más que el lenguaje de las piedras. Hoy el agua horada los párpados y cada mil años una gota deforma la roca que esconde la vieja escritura de los hombres. Los oídos de los otros escuchan sus asperezas rendidas | nuestros ojos rasgan la dura materia de las cuevas donde nacimos. La discapacidad de las palabras ahora es el poder de la precariedad cubriendo los cuerpos con conceptos limitados sobre la naturaleza del paisaje y sus sonámbulas criaturas. Por eso en la claridad del silencio perfeccionamos movimientos que fueron la forma de decir más pura de nuestra especie y también el inicio de una civilización despojada de la gramática heredada. Los hombres y las mujeres de afuera, sin embargo, pelearon por el orden de las tarántulas para nombrar la naturaleza vencida de las bestias sin lengua. Ellos definen el amanecer de los cedros revestidos con las garras perdidas de los animales: nosotros hallamos el sentido de la guerra en la forma de sus huellas.

 

 

 

TERCERA EXPERIENCIA DE LA CRIATURA SIN ROSTRO

 

3. Los atrapados párpados

 

Abro los párpados detrás de mis costillas para ver con el cuerpo la verdad descubierta en el centro del espejo: no existe un camino que me lleve al interior de mis hermanos. Cualquier movimiento es hambre en la verdad y en el espacio sin nido que guarda todo lo que no sé que me habita. Ese vacío espectral colgado de la esquina más árida me llena de relojes rotos en el cosmos de la respiración agitada de un jilguero. De esta manera las hojas se arrastran por las vías de un tren de leche hasta quebrarse en mi ausencia de rostro y hervir en mi vientre el cascarón de la intranquila noche. El frío es una extraña bicicleta sobre la que trepamos la distancia a la pregunta antes informulable: ¿cómo cavar con los ojos todo lo que es cierto?

 

 

 

CUARTA EXPERIENCIA DE LA CRIATURA SIN ROSTRO

 

4. Las ciudades renacidas

 

Cientos de bloques crearon los caminos de antes con paisajes controlados por la nueva tecnología: la escritura del amor y de la derrota | dos escrituras hermanadas en el castigo de abrir las puertas de las ciudades renacidas. Diseñaron el círculo olvidado de la especie que se nombra. Construyeron en su nombre la única cárcel de la naturaleza. Los sabios temieron el regreso del tiempo: dijeron que escribir era como ir rompiéndonos para nacer de afuera hacia dentro y gritar al interior toda la luz de los olmos. Bajo esa claridad yo escribí mi cara al menos una docena de veces en la soledad de los viejos caminos de paisajes vigilados. Así nació la máscara # 1.

 

 

 

MÁSCARA #1

 

Mi rostro es una columna desvencijada;

una hernia en la velocidad del miedo que

me impulsa a matar hasta los más bellos insectos del silencio.

Ellos reproducen el ruido de la nada sobre los pedazos de mi cara.

El rostro es eco en la construcción de lo invisible

bajo los labios cosidos de nuestro último amanecer.

Pero el viento golpea con la tierra del llanto de las bestias

mis mejillas quebradas al sol:

               ahora nidos carnosos se alojan en mi alma.

El monstruo y la persona

habitan la misma línea que parte la materia

en dos hemisferios míticos

de pulmones que respiran el aire de otras regiones

desplazadas más allá del sur.

El vacío de mí no es un abismo

pero posee el corto cielo de las cabezas de los animales

y el silencio que descompone

las piezas de mis mejillas quebradas al sol:

               ahora hay nidos carnosos alojándose en mi alma.

En este mapa se trazan los límites de los fragmentos de mi semblante:

arriba o abajo es un espacio que no existe.

Toda descripción que nace de la observación

es luz y excremento.

Tomado de:

https://www.auroraboreal.net/literatura/poesia/2238-poesia-de-monica-ojeda


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