martes, 19 de noviembre de 2024

POEMAS DE VALERIA MUSSIO



siempre me tomabas las manos

siempre me tomabas las manos

con tus manos y decías «estos dedos

son perfectos para anillos» revolvías

tus cajones por algún

circulito de oro con el que rodear

mis falanges con una perla

o alguna piedra brillosa

en un extremo. nunca entendí

por qué mis manos te gustaban

tanto, mis dedos en realidad son

cortos y gorditos, ningún anillo

me queda bien si no que todos

me aprietan y me dan la forma

de la asfixia. supongo que mirabas

mis manos blancas y sin callos:

manos que no tuvieron que fregar

contra una tabla de madera con agua

helada en las piedras de un río,

manos sin registros de sabañones manos

suaves y sin grietas. tocás mis dedos y a través

de tus dedos podríamos hacernos una,

creo que esto es lo más cerca

que supiste darme a un abrazo y hoy

tu corazón está fallando de tanto

odio que se fue acumulando dentro,

odio que más bien es amor

que no te dejaron sacar hacia afuera, porque quién

mete a una hija en un barco y la encomienda

a cruzar el océano como si solo un baúl

abandonara el continente. entonces llegaste

a ser igual de pobre acá que allá y tal vez

hubieras preferido morir si morir era

abrazarte para siempre con tu mamá,

creo nadie te preguntó por tu deseo aunque ahora

puedas recordar con amor los cuerpos

desintegrados que te trajeron

hasta acá. tu corazón está fallando

y mientras hablás te cuesta respirar

cada vez más la gente que te ama

porque nació de adentro tuyo

te quiere rodear y vos solo sabés

ser la que siempre fuiste y gritarles no,

por favor no vengan no,

váyanse de mi casa

ahora es mi turno de morir tranquila.

 

 

sierra de la ventana

ya sabés vos cómo funcionan las montañas

al principio son altísimas y filosas

amenazantes

y por años el viento las lame con amor

se amansan hasta desaparecer

y lo que se desprende de a poquito de

sus costados y sus puntas y sus manos

sedimenta y fecunda la tierra

 

enamorarse de un cuerpo siempre

es apostar a un proyecto de caída

 

el tiempo te lame con amor

todos los días. pero no tengas miedo

levantate y caminá

sobre las personas que amaron personas antes que vos amaras

lo que sea. sentí las sierras cuando pises

la llanura. dejá que los árboles te cuenten

sus historias de amor y de ternura

algún día van a hacerlo con tu voz.

 

 

vivir juntxs es una ventaja evolutiva

mi perro me rasca la pierna

para exigirme que acaricie sus orejas,

mi perro de cemento que no conoce

lo que es hacer un agujero en la tierra, clava

sus uñas filosas siempre en mis muslos

y mientras pide amor

retribuye con daño,

retribuye con marcas blancas que de a poco

se tornan rojas. este cuerpo ya empieza a tener

cicatrices que no identifico

con la memoria, acá

una aguaviva en pehuen-có, acá

un fierro sobresaliente de la ventana,

allá ya no me acuerdo y acá

mi perro

que rasca mi pierna

y si separo mi mano de su cabeza exige más,

araña y me exige más

porque en su pasado de lobo que así

como lo ves y aunque no

puedas creerlo, sí

esta criaturita de cuatro kilos tuvo

un pasado de lobo

en el que desviado sin querer de su manada

vio una mano sin pelo acercarse

con un pedazo de carne entre los dedos

y en vez de clavar sus dientes en las palmas

decidió que tocaba descansar

y lamió con suavidad su amigo nuevo

sin perder en ese acto inaugural

la involuntaria capacidad de destruir.

Tomado de:

https://poesia.uc.edu.ve/valeria-mussio/

 

 

querida no estuve pensando mucho

en vos últimamente. perdón,

es que no tengo suficiente espacio mental

para recordar siempre

a todas mis amigas. en silencio,

sin querer, nos desencontramos

 

y ahora no tengo idea de cómo estás,

en ese momento no te estabas cuidando bien

pero vos decías que estabas bien,

o en realidad, fruncías un poco la boca

y asentías mientras decías “no”,

nunca te animaste a decir algo

que pueda herir a alguien, pero no por eso

no tenías capacidad para destruir.

 

yo en eso soy distinta:

hago mucho ruido con la boca

pero las estanterías de mi casa

siempre quedan intactas.

a veces, cuando alguien me toca,

calculo cuántas posibilidades tengo

de quebrarle un dedo o la muñeca,

pero nunca tuve el coraje suficiente

para defender lo que era mío.

 

en fin,

espero que andes mejor ahora, que el local

de ropa no haya cerrado y tengas

un trabajo bonito.

nunca tuve una amiga que le comprara cosas

a cada vendedor ambulante que pasara,

¿te imaginas que no lo pudieras hacer más?

la ciudad colapsaría, como ese día

en ese centro cultural que 100% seguro

es un cementerio indio, ¿te acordás?

fue increíble, tuvimos

un ataque de pánico a la vez, nunca

habíamos estado más unidas, jamás

sentí esa conexión con nadie

 

 

una foto de una chica envuelta en una frazada

a la orilla del mar

el mar aparece congelado en movimiento

jota me explicó que para lograr eso

hay que bajarle la velocidad al obturador,

la luz tiene que entrar durante más tiempo y más lento

 

no voy a mentir, la verdad miro las fotos

de una persona que no conozco ni planeo conocer

solo para ver y volver a ver la misma foto

me emociona mucho esa foto

me emociona mucho y en serio

me emociona y pocas cosas me emocionan

estos días

 

siento que esa foto es lo mismo que el amor o

/algo así

porque el mundo es voraz y no para nunca

y todo sigue un curso imposible de frenar

las olas arrasan con todo

los pulmones se nos llenan de agua pero

en el medio de todo eso

que destroza nuestras casas y nuestros cuerpos

una persona por un segundo

hace parecer que podemos estar quietos

 

 

AMO ver cómo las cosas bellas mueren

vos y yo siempre arrancamos las flores,

no pensando que era un gesto romántico

sino en genocidio deliberado

de lo que se supone que seríamos

cuando nos hiciéramos grandes

 

¡qué bueno amiga! ¡así vamos a vivir

para siempre! alguien se olvidó de nosotras

en la puerta de la casa, alguien

no le puso sábanas a la cama porque

olvidó que nos quedábamos a dormir,

a alguien no le importó que quisiéramos

ser corredoras de fórmula uno, a alguien

no le interesó lo que teníamos para decir.

 

¡qué bueno amigas! solo las cosas bellas

mueren. yo voy a ser eternamente joven,

voy a ir caminando por la calle

y voy a mirar a través de sus ventanas

sin deseo de entrar a ninguna de sus casas,

voy a besar cada uno de mis músculos fuertes

voy a salir corriendo en mi propia maratón

voy a comprar una cerveza y papas fritas

 

 

voy a morderle la cara

a algún chico en una fiesta

y voy a mirar mi propia cara reflejada

en el lago por largas

larguísimas horas, y a nadie

le va a importar, nadie

va a verme mientras me veo

entonces, ¡amiga!

aplastando las flores en las manos nosotras

vamos a ser libres como nunca

nadie

lo fue

Tomado de:

https://vuelapalabra.com/poemas-de-valeria-mussio/

 

 

no lo hagas

si prendés fuego un animal que vive

va a correr huyendo del dolor

sin saber que es imposible desprenderse

de su propia carne que se incendia

 

el animal

prendido fuego

correrá

 

y sus pies calientes van a causar

la destrucción completa de esta casa

que existía mucho antes que nosotros

los que aprendimos a hacer fuego con las manos

e intentando salirse de sí mismo, va a provocar

un incendio forestal incontrolable

hasta que sus miembros chamuscados se desmayen

dejando restos que descansan libres

de culpa, de juicio y de recuerdo

porque casi todas las catástrofes que conocemos

se originan en un cuerpo maltratado

que no pudo frenar con el dolor.

 

 

huecuvu mapu

la ballena encalló muerta en la playa de monte hermoso

y nos trepamos al auto rapidísimo esperando

vivir una aventura única, vos y yo las primeras

nenas del mundo en montar una bestia

marina. pero cuando pensamos en la muerte

nos olvidamos que huele terrible, claro

y que ya desde la entrada que está en la ruta sentíamos

ese olor dulzón y agrio que nunca habíamos olido

pero no podía confundirse con ninguna otra cosa.

en la nueva provincia hay una nota de 1859

en la que los vecinos de la fortaleza protectora argentina piden

     por favor

que se haga algo con el pelotón de cadáveres de indios

amontonados en el medio de la plaza rivadavia, que el olor

no estaba dejando dormir, que por favor estomba

o quien sea mande a construir la pira funeraria para

el cacique cafulcurá, guayaquil y antenef

junto a sus tres mil lanzas. la nueva roma nacería

de las cenizas de los cuerpos quemados justo

en el centro de la plaza, y nosotras apoyaríamos

nuestras orejas en el cemento para sentir

la posible vibración de los caballos fantasmas,

creceríamos sabiendo que crecíamos

en una tierra completamente maldita, el olor

a muerto nos perseguiría hasta la playa.

 

la ballena no va incendiarse hoy

ni mañana: alguien que no es nosotras se trepa

al monumento desde arriba y corta

su cuerpo a pedazos, porciones

que van a enterrarse en la arena, mientras

los médanos van cambiando de lugar

la tierra seca va a comerse la carne

muerta de un animal gigante, y no sé si sabías

pero de cerca el olor es peor, las ballenas eyaculan

cuando mueren.

¿sabías vos lo que es eyacular?

yo tampoco en ese momento y

miré directo

al ojo muerto de la ballena, debe ser curioso

pensé, morir en el agua:

debe ser curioso ser ballena y que sea el océano

el que se encargue de llevarte a donde tengas que llegar,

abandonar el cuerpo en el medio del atlántico

y que tu destino último sea una playa

perdida en el sur argentino

donde curiosamente el sol amanece

y atardece siempre sobre el mar

 

el primer encuentro con la magia

entonces, cuando naciste y eras chiquita

y el mundo no iba más allá de la manteca y el azúcar

todavía no estabas enredada en la metáfora

y cuando apretaste en la pestaña

“refranes populares” de la encarta ‘98

apareció una frase más bien rara

que para vos no tenía sentido alguno

porque nunca viste con tus ojos

cientos de pájaros y ninguno

quiso dormir tranquilo entre tus manos.

 

decidiste que era mejor investigar

y resuelta a descubrir el mundo, apagaste

la computadora usando solamente tu pie

saltaste de la silla, ataste tus zapatos

y buscaste entre sillones a tu papá

él descansaba, oliendo a oleaginosa

vos te paraste enfrente de la tele

y le dijiste “¡vamos!”

él cerró los ojos un ratito

se sacó la camisa que bordaba cargill

y se puso la remera que decía boca juniors

dejando el ocio oficialmente habilitado.

caminaron por el paseo

y llegaron hasta el parque de mayo

donde él señaló, atenta al cielo

que lento se hacían las siete de la tarde

y en el trasfondo rosado que atardece

los loros barranqueros volvían a su hogar.

 

sí, ahí estaban:

exactamente cientos de pájaros volando,

y se adentró en tu entraña lo salvaje

sonreíste, encontrando la manada

entre tus manos tu corazón agitadísimo

un benteveo deseando cantar.

 

le hice un altar a patti smith en mi cuarto

y mientras le rezo pienso en el primer

hijo que tuvo y decidió

dar en adopción. considero

la posibilidad de existir como hijo

de patti smith pero lejos de patti smith,

ser la razón que podría haberla

convertido en una maestra jardinera y no

una adolescente de 19 años que toma

un colectivo se cruza

a robert mapplethorpe y le pide, descarada

que si piensa regalarle a una chica

aquel collar violeta que esa chica sea

únicamente ella. cuartos con estrellas

de seis puntas y tules oscuros con dibujos

porno y polaroids tapando las ventanas,

toda la música que no hubiera

sucedido si el hijo dado

en adopción de patti hubiera atado

sus tobillos como estacas en la tierra, pienso

en sus noches sentado en el porche

de su casa de estadounidense promedio

con su esposa promedio y sus hijos

debajo del promedio, noches de verano

sofocantes cada vez menos luciérnagas

una cerveza que se calienta mientras mete

su mano en su calzón imaginando

formas en los pastos mientras la otra

mano abolla una lata vacía. pienso en dios,

porque antes de patti estuvo la primera

comunión y el primer sorbo de vino

que no anticipó nada de lo que estaba

por pasar, pienso en dios

que debería haber tenido miles de hijos pero uno

solo descendió para nacer de entre las piernas

sangrantes de una mujer pobre en medio oriente,

en lo que debe ser saberse el único hijo

destinado a morir, a morir como morimos los demás

a sentir dolor en el cuerpo como en el cuerpo

sentimos los demás, personas comunes amontonadas

en patios con el pasto crecido abanicándonos

con revistas que dejaron de imprimirse y se acumulan

porque nunca nos decidimos a tirarlas, con mosquitos

pegoteándose en nuestra piel sudada, aventurando

dedos que se filtran entre muslos que se abren

de a poco, en clavículas que se estremecen pelos

que se erizan con el tacto porque el hijo de dios murió

por los pecados de alguien

pero no por los nuestros

Tomado de:

https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/poeta/663036c35e6b70475d38a030

 

 

no sé si te conté alguna vez mi teoría estúpida

pero estoy tan segura como para jurar

sobre lo más preciado que tenga que puede ser

este sándwich de palta y queso que sostengo con la mano,

que aunque no tenga forma de probarlo

estoy segura de que soy estéril.

mi argumento se funda en

nada, en la sensación de que mi cuerpo

no puede darle vida a cosas que no sean

coágulos de sangre o sentimientos

tristes que se vuelven rápido

formas torcidas que tropiezan

entre las cosas que están

bien hechas.  claro, no voy a ser tan tonta

de permitir que nosotros pongamos

una criatura en el mundo sin querer,

dos personas que se encuentran

jóvenes en la tierra y edifican de a poco

algo defectuoso que mame

el petróleo que sale de los agujeros

que deberían despedir nuestras lágrimas.

en este punto nos encontramos en la playa,

tu cuerpo recordándome que tengo

un cuerpo, mis brazos salados y rígidos que apenas

se dejan rozar. quizá sientas que tengas que decirme

que me querés más que nunca en este instante pero

ya sé que no es así, sé que estás solo y que yo

estoy acá, y cuando intentes tocar

mi estómago se va a volver

arena, que se va a confundir con más

arena, que se va a ir mezclando con esta

tierra seca que no se puede cultivar

 

 

ritos funerarios

 

no entiendo por qué las abejas deciden

morir en casa, por qué una vez que entran

por la ventana ya no pueden

salir, cómo es que se marean

tanto que confunden este vidrio

esmerilado y difuso con la claridad

del aire que las llevó

hasta esta altura insólita.

me decís que si las abejas caen

al suelo y no remontan

vuelo es porque tienen sed, y yo

ajena a los comportamientos animales

les acerco agua en la tapita de una botella

que ignoran completamente mientras agonizan

justo al lado de las flores que podrían

comer. pienso: cada edificio que construimos

le quita a alguien una montaña,

y algunas montañas que conocemos

simplemente como cúmulos de tierra

y rocas accidentalmente altas son

en realidad

cementerios antiguos.

como ese cerro triangular en el medio

de comodoro rivadavia, ese que de noche

se desprende de a poco en las tormentas

de viento más violentas que pasé

en mi vida. este edificio es un cementerio

de abejas, específicamente, mi casa.

dejo los cadáveres algunos días

en el piso respetando el tiempo

prudente que un alma requiere

para abandonar la materia, o más bien

últimamente estoy triste y me cuesta

limpiar. la casa es vieja y aunque intento

luchar contra el decaimiento

de los materiales me supera

el hecho de que, eventualmente,

todas las cosas se desvanecen; así

asistimos a la destrucción lenta

de lo conocido: yo refrescándome

con la losa, a mi alrededor

cadáveres de insectos, mi perro

lamiéndome los pies, por la ventana

entra el sonido del tren que llega

y otra abeja se mete para morir;

yo simplemente espero.

 

 

 

no creo que sepas el efecto que causás en mí, pero no dejes que nadie te convenza de que no existe tu belleza

 

con esto que siento por vos puedo entender

lo que hace unos años me pasó con ella:

quisiera contarte sobre lo que es

ser un cuerpo que crece sin ternura

y que alguien te acaricie el pelo

por primera vez. quisiera contarte sobre

lo que un cuerpo malnutrido es capaz

de hacer por vivir

eso de nuevo. tal vez no te resuene

para nada, pero a la luz de vos

cobra sentido lo que pasó con ella,

en ese momento también

intenté asimilarla a mi cuerpo y así

de a poco la fui deshaciendo

hasta empujarla lejos de mis manos.

ahora crecí un poco pero vos

sos más viejo que yo

y no voy a pretender que no se nota,

dudo mucho que entre tus clavículas

y la última de tus costillas esté prendida

la misma hornalla que despacita me quema

a mí, a mí por dentro.

voy a hacer un esfuerzo para no

arrasar con tu casa, pero si supieras

que si pusieras una mano tuya

ahí, donde arde

atravesarías mi pecho que se torna

blandito y se derrite con el mimo de cualquiera

atravesarías mi pecho que de a poco

deja ver un animal que lento

muy lento

se resquebraja

para dejar entrar solo

lo que se siente como esa primera vez

que alguien pasó una mano suave

por mi cara. voy a hacer un esfuerzo

por dejarte ir tranquilo y no volver

a quemar lo que amo intentado

evitar el derrumbe

quiero aprender

una relación tierna con la ternura

relajada, con confianza

como quien sabe que las frutas

siempre surgen en la estación que corresponde

no como un lobo

que cuando tiene la comida entre los dientes

la destroza.

Tomado de:

https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/no-entiendo-por-que-las-abejas-deciden-morir-en-casa/

 

 

2 — tres corazones míos

 

tres corazones míos cabalgan

 

como locos, por lugares de pastos inmensos

 

ven vallas y saltan así

 

con dulzura y gracia

 

ven caballos y dicen “hola, caballos”

 

somos casi lo mismo

 

ven agua y la beben sin

 

desesperar, ven perros

 

y se revuelcan en el barro, juegan

 

a ensuciarse. tres corazones míos

 

cabalgan con el amor intacto

 

persiguen persiguen y persiguen

 

no temen nada

 

me protegen mientras me quedo quieta

 

me protegen de la que me dice

 

cosas tan feas que no me dejan dormir

 

cuando es de noche, cuando estoy sola

 

cuando me traga el cemento y el calor.

 

tres corazones míos cabalgan

 

me traen para comer cerezas

 

me cantan con voz dorada

 

no dicen nada sobre

 

lo chiquitas que son mis manos,

 

tres corazones míos como si nada entran en mi palma

 

me hacen sentir que puedo sostenerlos

 

se duermen conmigo, en mi regazo

 

me aman

 

me aman, me aman

 

son en todo mejores que yo

 

me tratan bien mientras se alejan

 

no se olvidan de mirar para atrás.

 

3 — un poema de thaís espaillat en el que le agradece a una montaña por recordarle que su cuerpo es pequeño

 

hoy amé la vida caminando por el abasto

corrientes de noche a esta altura de la ciudad

pierde en glamour pero gana en noséqué.

entre basura y más belleza somos

 

mis manos llenas de acrílico y yo

contra el mundo

voy lento y amo la vida caminando

sobre todo ahora que pude darme cuenta

de que no soy para nada inteligente.

 

esto, amigas

es mi victoria diminuta.

ahora que ya no pesa, por fin

puedo ser todas las cosas:

bonita, saltarina, la montaña más antigua

erosionada ligeramente, besada por el viento

pura carne, piel y hueso pero sobre todo carne

un conjunto leve de destellos

 

algo que brilla, que gusta de que la miren

que se escurre fácil, que resbala

un cuerpo denso, atado al núcleo de la tierra

un pato, un biguá, un sietevestidos

un punto blanco en medio del bañado

algo que podría ser una garza

o una bolsa de papel

un perro suave echado al sol, un chillido

una chincheta roja que señala

un lugar determinado del planeta

al que me sujeto por gusto y por placer.

 

amo la vida ahora que puedo ser todas las cosas

y esta ciudad me ama a mí también

me recuerda que soy pequeña y acariciable.

 

 

4 — cantan hoy todas las cosas que te extrañan

 

momentos sagrados, por lo menos, había tres

el primero una liturgia clásica

cuando acostadas en la cama, observadas

por la sagrada familia gigante

y las ramas secas del olivo

me enseñabas a rezar mirando

mi primer san cayetano en estampita

 

siguiendo la costumbre de tu casa

de pedir tan solo lo concreto:

un trabajo, panzas bien nutridas

que todo lo que amamos

nos sobreviva

una vida sin tanto llanto, cada milagro

tangible que aparezca y paciente

se ofrezca a sí mismo de comer.

 

el segundo momento eran las apariciones

de las gotas de miel que descienden

de los cielos a las copas de los árboles

recolectadas en cuencos de metal, rojos

de los que tiene en casa cualquiera

para sentarnos a comer resguardadas

del sol, mirando la novela del momento

en la misma cama que rezamos, ahora

haciendo la danza de apagar y prender

el ventilador, correteando

la siesta en silencio y en busca

de un pedazo de queso

un vaso de vino

un poco de pan también.

 

el tercer momento, entonces

eran los atardeceres

la hora de regar las plantas

el olor a tierra húmeda, el primer

sorbo de cerveza, los cantos

alejados de las cotorras

 

hay algo en ese patio que condensa toda imagen posible del verano.

del mes de enero, si quiero ser exacta.

ahora me encuentro despojada de rituales.

llamo a una bruja

y solo le pido que acaricie mi frente

me dice que tengo niebla en los ojos por el duelo

mi amigo abre un libro y lee en voz alta

“un zorro blanco apareció en la patagonia”

y me dice “así,

así empiezan esos textos tuyos”

y yo me río pero tampoco sé explicarle

que me encuentro desahuciada de animales

se fueron yendo cuando pintó negra la cosa.

 

queda entonces, para mi

un solo momento sagrado

y es mi forma revivirla, de negar que estuvo muerta.

cada quince días, voy a almagro y compro flores

camino las veinte cuadras hasta once

le doy permiso al sol

para tocar mi cuerpo

me exijo ser un acto de belleza

que esta cara

tan parecida a su cara también

se pasee por la ciudad recordando

ella fue así, creció en la boca

fue joven, un instante de lo más perfecto

amó las plantas, amó las ciruelas, amó a sus nietas

fue un animal blanco que llegó por mar.

Tomado de:

https://vamussio.medium.com/algunos-poemas-de-estos-%C3%BAltimos-d%C3%ADas-f74e4a5c7556

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