(Bagdad, 1923 - El Cairo, 2007)
Elegía de una mujer sin valor
Imágenes de un callejón de Bagdad
Partió sin que palideciera ninguna mejilla ni temblara ningún labio,
las puertas no oyeron la historia que contaron de su muerte,
no se levantó la cortina de una ventana ni se derramó la tristeza,
las miradas fijas vieron desaparecer el ataúd,
sólo los restos de un esqueleto hicieron temblar su memoria,
una noticia errante en las callejuelas sin hallar morada,
se refugió en el olvido de algún agujero
y la luna lloró su pena.
La noche indiferente se recogió, la mañana
trajo la luz, la voz de la vendedora de leche, el ayuno,
el maullido de un famélico gato hambriento
y la discusión de los vendedores; con la amargura,
con la cloaca de agua sucia por la calle, con los olores,
fue abandonada de las puertas de las azoteas, sin amigos,
casi en un profundo olvido.
Extraños
Apaga la vela y déjanos aquí desamparados,
somos dos partes de la noche ¿Qué significa el destello?
Cae la luz sobre quimeras en los párpados de la tarde,
cae la luz sobre algunas esquirlas de esperanza,
llamada por nosotros, llamada por mí, cansancio.
Somos aquí como la luz,
extraños.
El encuentro es el estupor, el frío como el día lluvioso
fue una muerte para mis canciones y una tumba para mis sentidos.
Las horas llaman en la oscuridad,
las nueve, las diez,
desde mi dolor escucho y cuento.
Preguntaba perpleja al tiempo:
Tú que sabes más, ¿para qué mi alegría
si hemos pasado las tardes como
extraños?
Pasan las horas como el ayer, cubriéndose marchitas,
como el ignorado mañana desconoce si será o no puro.
Pasan las horas,
y el silencio, como el aire de invierno,
les concede inundar mi sangre y ahogar mi aliento,
les concede susurrar en mi alma:
Bajo el remolino de la tarde sois
extraños.
Apaga la vela y los espíritus en la noche densa.
Cae la luz como el color del otoño.
¿No lo ves? Nuestros ojos están marchitos y fríos.
¿No lo oyes? Nuestros corazones están parados
y la extinción de nuestro silencio
es el eco de un temeroso aviso,
burlón de que nos volvamos
extraños.
¿Somos unos que traen el día?
¿Desde dónde empezamos?
El ayer no nos reconoce como amigos... y nos rechaza.
Saltamos el recuerdo como si no hubiera un día de juventud
en que algún amor precipitado nos recorriera
y nos olvidara después.
¡Ah! si volvieramos allí de donde somos antes de perecer
aún seríamos
extraños.
LAVAR LA DESHONRA
¡Mamá! Un estertor, lágrimas, negrura.
La sangre fluye, el cuerpo apuñalado tiembla,
El pelo ondulado se ensucia de barro.
¡Mamá! Sólo se oye al verdugo.
Mañana vendrá la aurora,
Las rosas se despertarán
A la llamada de los veinte años
Y la esperanza fascinada.
Las flores de los prados responden:
Se ha marchado... a lavar la deshonra.
El brutal verdugo regresa y dice a la gente:
¿La deshonra? –limpia su puñal-
Hemos despedazado la deshonra.
De nuevo somos virtuosos, de buena fama, dignos.
¡Tabernero! ¿Dónde están el vino y los vasos?
Llama a esa indolente belleza de aliento perfumado
Por cuyos ojos daría Corán y destino.
Llena tu vaso, carnicero,
La muerte ha lavado la deshonra.
Al alba, las chicas preguntarán por ella:
¿Dónde está? La bestia responderá:
la hemos matado. Llevaba en la frente
el estigma de la deshonra
y lo hemos lavado.
Los vecinos contarán su funesta historia
Y hasta las palmeras la difundirán por el barrio,
Y las puertas de madera, que no la olvidarán.
Las piedras susurrarán:
"Lavar la deshonra"
"Lavar la deshonra"
Vecinas del barrio, chicas del pueblo,
Amasaremos el pan con nuestras lágrimas,
Nos cortaremos las trenzas,
Nos decoloraremos las manos
Para que sus ropas permanezcan blancas y puras.
No sonreiremos ni nos alegraremos ni nos giraremos
Porque el puñal, en la mano de nuestro padre
O de nuestro hermano, nos vigila
Y mañana, ¿quién sabe en qué desierto
Nos enterrará para lavar la deshonra?
LA BAILARINA APUÑALADA
Baila, con el corazón apuñalado, canta
Y ríe porque la herida es danza y sonrisa,
Pide a las víctimas inmoladas que duerman
Y tú baila y canta tranquila.
Es inútil llorar. Contén las ardientes lágrimas
Y del grito de la herida extrae una sonrisa.
Es inútil explotar. La herida duerme tranquila.
Déjala y venera tus humillantes cadenas.
Es inútil rebelarse. Nada de cólera contra el furioso látigo.
¿Qué sentido tienen las convulsiones de las víctimas?
El dolor y la tristeza se olvidan
Y también uno o dos muertos, y las heridas.
Convierte el fuego de tu herida en melodía
Que resuene en tus labios anhelantes
Donde queda un resto de vida
Para un canto que no callan la desgracia ni la tristeza.
Es inútil gritar. Repulsa y locura.
Deja al muerto tendido, sin sepultura.
Cualquiera muere... que no haya gritos de tristeza.
¿Qué sentido tienen las revueltas de los presos?
Es inútil rebelarse. En la gente, los restos
De venas no dejan circular la sangre.
Es inútil rebelarse mientras algunos inocentes
Esperan ser inmolados.
Tu herida no se diferencia de las demás.
Baila, ebria de tristeza mortal.
Los insomnes y los perplejos están abocados al silencio.
Es inútil protestar. Descansa en paz.
Sonríe al rojo puñal con amor
Y cae al suelo sin temblar.
Es un don que te degüellen como una oveja,
Es un don que te apuñalen el corazón y el alma.
Es una locura, víctima, que te rebeles.
Es locura la cólera del esclavo cautivo.
Baila la danza del fuerte, del feliz
Y sonríe con la felicidad del esclavo a sueldo.
Contén el dolor de la herida: es pecado gemir,
Y sonríe complacida al asesino culpable.
Regálale tu corazón humillado
Y déjale cortar y apuñalar con placer.
Baila con el corazón apuñalado, canta
Y ríe: la herida es danza y sonrisa.
Di a las víctimas degolladas que duerman
Y tú baila y canta tranquila.
CALENDARIO
Para nuestros pasos había un pasado; está muerto
Desde hace cientos de años.
Los años han borrado su recuerdo
Y lo han colocado entre los muertos.
Durante mucho tiempo hemos buscado
Sus astros desaparecidos,
Hemos recurrido al imposible
Para devolverle la vida.
Hemos intentado, traspasando los siglos,
Hacerle volver a sus comienzos,
Esperando recobrar nuestros sentimientos,
Y hemos regresado con las manos vacías.
Hemos atravesado las tinieblas,
Franqueado lo impasible, inmóvil,
Excavando los huesos amontonados,
Y no hemos encontrado lo extraviado.
Hemos visto, allí, frentes
Que no veían porque estaban ciegas,
Ojos ensimismados en la vida
Silenciosa, porque estaban mudos.
Hemos visto restos de corazones
Embalsamados con el recuerdo.
En vano habían intentado encontrar
El sentido... eran restos.
Hemos visto labios vacíos
Que no emitían quejas ni sentían hambre
Y manos marchitas, plegadas,
Cuya desgracia no provocaba lágrimas.
Nos preguntamos por nuestro pasado
Y tropezamos con un ataúd.
Allí, sobre la tumba, yacía el tiempo descolorido.
Regresamos al calendario:
¿Se puede engañar a los días?
Y oímos gritar a los restos
Tras el sarcasmo de las cifras.
Vimos el mañana esperado
Arrastrando su mitad paralizada,
Arrastrando su mitad despreciada,
Su mitad congelada, inerte.
Allí, un libro se cerraba
Y finalizaba el antiguo canto.
Mañana, la vida germinará
Sobre las heridas del doloroso tiempo.
La voz del ayer se perderá
En el torbellino profundo del tiempo
Y sentiremos en nuestras copas
La palpitación del sueño que se despierta.
NOCHE
La noche se desliza por ellos estepas,
Las manos de las nubes pasan por el horizonte
Y las Tinieblas Duermen,
En silencio impresionante,
Bajo las Alas del silencio.
Sólo si Oye el zureo de las palomas,
El gimiente Murmullo de los arroyos
Y el ruido de la ONU Pasos en la oscuridad
Lo que caminan con cuidado.
Me siento, entregándome a la calma la noche,
He aquí el color de triste Tinieblas ellos,
Lanzo mis esquinas al Espacio
Y lloro por Todos Los corazones ingenuos.
Oigo los susurros de las Palomas,
La lluvia que cae en la noche,
Los gemidos Una tórtola En la oscuridad
Cantarlo Lejos en las ramas
Y la queja lejana de la ONU molino
Ese esquema en la noche Y Llora fatiga.
Sus gritos de mis oidos atraviesan
Y va a morir detrás de ellos colinas.
Escucho ... Sólo si ellos Oyen plantas.
Miro ... Sólo se ve oscuridad.
Nubes, silencio y Una noche triste.
¿Como en Sentirme en dificultades?
La Vida Para Mí es como esta noche:
Tinieblas, la melancolía, la desesperanza,
Los Demás de Mientras suenan CON claridad
En una noche profunda e impresionante.
Llanto continuar de la Naturaleza,
Silencio de las Tinieblas, gimen de los Vientos,
Suspiros de la brisa de la tarde,
Las lágrimas del rocío en los ojos de la Mañana.
Veo en las Riberas de la Desgracia
A la multitud a los afligidos,
El cortejo ellos hambrientos
Ahuyentados por los aullidos del destino,
Sin poder pronunciar Palabras de despedida.
Escucho: Sólo Los Sollozos
Mandan do mis oidos de eco
Detrás de ellos los baluartes y en las praderas ellos.
ENTONCES, ¿Quien Puede conmigo cantar?
En el futuro Portare mi lira,
Lloraré La Desgracia del universo
Y declamaré millas Compasión por su infortunio
A los oidos del tiempo cruel.
Traducido del árabe por María Luisa Prieto
Yo
La noche se pregunta quién soy yo.
Yo soy su secreto profundo, inquieto
y negro, su secreto rebelde.
He escondido mi esencia en el silencio.
He envuelto el corazón en conjeturas.
Y me he quedado aquí, pálida, inerte,
viendo cómo los siglos se preguntan
quién soy.
El viento se pregunta quién soy yo.
Soy un soplo asombrado, renegada del tiempo,
y, lo mismo que él, no tengo sitio.
Seguimos caminando sin final,
pasando eternamente, y al llegar a la cumbre,
encontramos tan sólo el fin de la miseria;
entonces, el vacío.
El tiempo se pregunta quién soy yo.
Como él, una orgullosa que devora las eras,
y las dota de vida nuevamente.
Creo el lejano pasado
de una esperanza fácil, seductora,
para volver yo misma a sepultarlo.
Y así poder forjarme un ayer diferente,
y de helado mañana.
La esencia se pregunta quién soy yo.
Como ella, marcho fija en las tinieblas,
sin que nada la paz me proporcione.
Yo sigo preguntando, y la respuesta
sigue siendo también un espejismo.
Y aunque la creo cercana —como siempre—
al llegar a su lado, se ha disuelto.
Desaparece. Muere.
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