(30 de junio de 1911Šeteniai, Reino de Prusia(actualmente Lituania) - 14 de agosto de 2004Cracovia, Polonia)
Encuentro
Estuvimos paseando a través de los campos
en un vagón al amanecer.
Una herida rosa roja en la oscuridad.
Y de pronto una liebre atravesó la carretera.
Uno de nosotros la señaló con la mano.
Eso fue hace tiempos. Hoy ninguno de ellos está vivo,
Ni la liebre, ni el hombre que hizo el ademán.
Oh, amor mío, dónde están ellos, a dónde han ido?
El destello de una mano, la línea de un movimiento,
el susurro de los guijarros.
Pregunto no con tristeza, sino con asombro.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Eso
Ojalá por fin pudiera decir qué está en mí.
Gritar: gente, les mentí
diciendo que eso no estaba en mí,
cuando eso está ahí siempre, días y noches.
Aunque gracias a eso supe describir sus ciudades inflamables,
sus cortos amores y juegos desmembrándose en humus,
aretes, espejos, el deslizar de un tirante,
escenas de alcoba y de campos de batalla.
Escribir fue para mí estrategia de protección,
de borrar las huellas. Porque a la gente no puede gustarle
aquél que alcanza lo prohibido.
Llamo en mi ayuda a los ríos en los que nadé, lagos
con puentecillos entre cedazos, valle
en cuyo eco la canción duplica la luz del anochecer,
y confieso que mis extáticos halagos a la existencia
sólo pudieron ser entrenamientos de alto estilo,
Pero abajo estaba eso, que no me atrevo nombrar.
Eso se parece al pensamiento de alguien sin hogar, cuando
atraviesa la ciudad ajena, congelada.
Se asemeja al momento cuando un judío cercado ve aproximarse
los pesados cascos de los gendarmes alemanes.
Eso es cuando el hijo del rey se dirige a la ciudad y ve el mundo
real: pobreza, enfermedad, vejez y muerte.
Eso puede ser comparado con el inmóvil rostro de alguien
que entendió que fue abandonado para siempre.
O con las palabras del médico sobre la sentencia inevitable.
Porque eso significa enfrentar un muro de piedra
y entender que ese muro no cederá ante ninguna de nuestras súplicas.
Versión de Agnieszka Kawecka
Estudio de la soledad
Un guardián de conductos de larga-distancia en el desierto?
Un equipo de un solo hombre para una fortaleza en la arena?
Quienquiera que él fuera. Al alba vio las surcadas montañas
El color de las cenizas, encima la fundida oscuridad,
Saturada de violeta, irrumpiendo en un fluido carmín,
Aún permanecerían, inmensos, en la luz naranja.
Día tras día. Y, antes que lo notara, año tras año.
Para quién, pensó, ese esplendor? Para mí, solitari0?
Aún permanecerá aquí por mucho tiempo después que yo perezca.
Qué es eso en el ojo de una lagartija? O cuándo fue visto
por un pájaro migratorio?
Y si yo soy toda la humanidad, existe ella a si misma sin mí?
Y sabía que no se acostumbraba pregonarlo, por ninguno de ellos
se salvaría.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Honesta descripción de mí mismo
Tomándome
un whisky en un aeropuerto,
digamos que en Mineápolis
Mis oídos captan cada vez menos las conversaciones,
mis ojos se debilitan, pero siguen siendo insaciables.
Veo sus piernas en minifalda, en pantalones o envueltas
en telas ligeras.
A cada una la observo por separado, sus traseros y
sus muslos, pensativo, arrullado por sueños porno.
Viejo verde, ya sería tiempo de que te fueras a la tumba
en lugar de entretenerte con juegos y diversiones de jóvenes.
No es verdad, hago solamente lo que siempre he hecho,
ordenando las escenas de esta tierra bajo el dictado
de la imaginación erótica.
No deseo a esas criaturas en particular, lo deseo todo,
y ellas son como el signo de una relación extática.
No es mi culpa que así estemos constituidos: la mitad
de contemplación desinteresada y la mitad de apetito.
Si después de morir me voy al cielo, tendrá que ser
como aquí, sólo que liberado de estos torpes sentidos,
de estos pesados huesos.
Transformado en mirar puro, seguiré devorando las
proporciones del cuerpo humano, el color de los lirios,
esa calle parisina en un amanecer de junio, y toda la
extraordinaria, inconcebible multiplicidad de las cosas visibles.
Versión de
Gerardo Beltrán
Isla
Piense como quiera acerca de esta isla, la blancura de su
océano, grutas
cubiertas de viñedos, violetas, manantiales.
Estoy atemorizado, para poder recordarme difícilmente
allá, en una de esas
mediterráneas civilizaciones desde las cuales uno debe
navegar lejos, a través de
la lobreguez y el susurro de los icebergs.
Aquí un dedo señala los campos en filas, los perales, una
brida, la yunta de un
cargador de agua, cada cosa encerrada en cristal y,
entonces, yo creo que,
sí, una vez viví allá, instruido en esas costumbres y maneras.
Me acomodo el abrigo escuchando la marea cómo asciende,
balanceo
y lamento mis necios caminos, pero aún si hubiera sido
sabio habría fracasado
al cambiar mi destino.
Lamento mis necedades entonces y más tarde y ahora, por
lo cual mucho
me gustaría ser perdonado.
Versión de
Rafael Díaz Borbón
La caída
La muerte de un hombre es como la caída de una poderosa nación
Que tuvo valientes ejércitos, capitanes y profetas,
Y ricos puertos y barcos en todos los mares,
Pero ahora no socorrerá ninguna sitiada ciudad,
No entrará en ninguna alianza,
Porque sus ciudades están vacías, su población dispersa,
Su tierra que una vez proveyó de cosechas está saturada de cardos,
Su misión olvidada, su lengua perdida,
El dialecto de un pueblo puesto sobre inaccesibles montañas.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Lecturas
Usted me preguntó qué es lo bueno de leer El Evangelio en Griego.
Yo respondo que eso es propio de nosotros mover nuestro dedo
A lo largo de las letras que perduran más que esas grabadas en la piedra,
Y que, despaciosamente pronunciando cada sílaba,
Descubrimos la verdadera dignidad de la palabra.
Compelido a ser obsequioso pensaremos esa época
No es más distante que ayer, aunque las cabezas de los Césares
En monedas sean diferentes hoy. Aún hasta esto es la misma eternidad.
Miedo y deseo son lo mismo, aceite y vino
Y pan significan lo mismo. Por tanto la misma veleidad de la multitud
Ávida de milagros como en el pasado. Todavía costumbres,
Fiestas de bodas, drogas, lamentaciones por la muerte
Solamente parecen diferir. Por consiguiente, también, por ejemplo,
Hubo muchos a quienes el texto llama
Daimonizomenoi, esto es, los endemoniados
O, si usted prefiere, lo diabólico (Lo de "los posesos" es el
capricho
de un diccionario).
Convulsiones, espumarajos, rechinar de dientes
No se consideraron signos de talento.
lo diabólico no tuvo acceso a la impresión y a las pantallas,
escasamente comprometidas en artes y literatura.
Pero la Parábola Evangélica permanece con fuerza:
que el espíritu dominándolos puede entrar en puercos,
El cual, exasperado por semejante repentino choque
Entre dos naturalezas, la de ellos y la de Lucifer,
Salta dentro del agua y se ahoga (ocurre repetidamente).
Y, así, en cada página, un persistente lector
Va veinte centurias como veinte días
En un mundo que un día vendrá a su fin.
Versión de
Rafael Díaz Borbón
Madurez tardía
Tarde, ya en el umbral de mis noventa años
se abrió la puerta en mí y entré
en la claridad de la mañana.
Sentía cómo se alejaban de mí, como naves,
una tras otra, mis existencias anteriores con sus congojas.
Aparecían, otorgados a mi buril,
países, ciudades, jardines, bahías, para que los describiera
mejor que antaño.
No vivía separado de la gente, el pesar y la piedad
nos unieron y dije: olvidamos que todos somos
hijos del Rey.
Porque venimos de allí donde aún no hay
división entre el Sí y el No, no hay división entre el es,
el será y el ha sido.
Somos infelices porque hacemos uso de menos de
una centésima parte del don que habíamos recibido
para nuestro largo viaje.
Momentos de ayer y de hace siglos: un corte de espada,
un maquillaje de pestañas delante de un espejo de metal
bruñido, un disparo mortal de mosquete, una colisión
de una carabela con un arrecife, se mezclan en nosotros
y esperan su cumplimiento.
Siempre he sabido que seré obrero en la viña,
al igual que todos mis contemporáneos,
conscientes de ello, o inconscientes.
Versión de Elzbieta Bortkiewicz
No este camino
Perdóname. Yo fui un intrigante como muchos de esos que se deslizan
furtivamente por las humanas habitaciones de la noche.
Yo calculé la posición de los guardias antes de arriesgarme a acercarme
a las fronteras cerradas.
Conociendo más, pretendí satisfacer menos, a diferencia de
esos que dan testimonio.
Indiferente al cañoneo, al clamor en la maleza y a la burla.
Deja a los sabios y a los santos, pensé, trae un don a toda
la Tierra, no meramente al lenguaje.
Yo protejo mi buen nombre para que el lenguaje sea mi medida.
Un bucólico, un lenguaje pueril que transforma lo sublime en cordial.
Y el ritmo o el salmo de maestro de coros cae aparte, únicamente
un cántico permanece.
Mi voz siempre careció de plenitud, me gustaría dar una acción
de gracias diferente.
Y generosamente, sin la ironía que es la gloria de los esclavos.
Más allá de siete fronteras, bajo la estrella de la mañana.
En el lenguaje del fuego, del agua y de todos los elementos.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Noticias
De la terrena civilización, qué diremos?
Que fue un sistema de coloreadas esferas vaciadas en vasos ahumados,
Donde un luminiscente hilo líquido se mantuvo envuelto y desenvuelto.
O que fue una imponente colección de repentinos resplandores de palacios
Destrozados a tiros desde una cúpula de macizas puertas
Detrás de la cual anduvo un monstruo sin rostro.
Que cada día se echaron las suertes, y que quienquiera que se arrastró bajo
fue conducido hasta allá como sacrificio: ancianos, niños,
muchachas y muchachos.
O pudiera ser de otra manera: que vivimos en un vellocino de oro,
en una red de arco-iris, en un capullo de nube,
Suspendidos de la rama de un árbol galáctico.
Y nuestra red fue tejida de materia de signos,
Jeroglíficos para el ojo y el oído, amorosos anillos.
Un sonido retumbado adentro, esculpiendo nuestro tiempo,
El pestañeo, aleteo, gorjeo de nuestro lenguaje.
Que nosotros pudimos tejer la frontera
Entre dentro y sin, luz y abismo,
Si no, desde nosotros mismos, desde nuestro propio cálido aliento,
Y lápiz labial y gasa y muselina,
Desde el latido del corazón cuyo silencio hace el mundo morir?
O quizá, no diremos nada de la terrena civilización.
Para que nadie realmente conozca lo que fue.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Nunca de ti, ciudad
Nunca de ti, ciudad, he podido irme.
Larga fue la milla, pero algo me retrocedía como a una
pieza en el ajedrez.
Huía yo por la tierra que rodaba cada vez más rápida
Y siempre estuve ahí: con los libros en mi morral de lona,
Clavando los ojos en las pardas colinas detrás de las torres
de Santiago
Donde se mueven un pequeño caballo y un hombre pequeño
detrás del arado,
Ciertísimamente desde hace mucho ya muertos.
Sí, es verdad, nadie comprendió la sociedad ni la ciudad,
Los cines Lux y Helios, los letreros de Halpern y Segal,
El paseo en la calle de San Jorge, llamada de Mickiewicz.
No, no los comprendió nadie. Nadie lo ha logrado.
Pero cuando la vida transcurre en una sola esperanza:
De algún día ya sólo quedan claridad y distinción,
Entonces, muy a menudo, da pena.
Versión de Jan Zynch
Río Wilia
El río, que viene de los
bosques, gira aquí.
Es domingo, las campanas de las
iglesias del pueblo repican.
Las nubes se acumulan, se
dispersan, y de nuevo el cielo es azul.
A lo lejos, ellos, diminutos, corren
a lo largo de la orilla.
Prueban el agua, se sumergen,
el río los lleva.
En medio de la corriente sus
cabezas, tres, cuatro, siete,
echan una carrera, sus voces se
llaman, y retornan como eco.
Mi mano lo describe en tierra
ajena.
Quién sabe por qué lo hace.
Quizá porque ocurrió tal y como
lo recuerda.
Versión de
Sergio Trigán
Tentación
Bajo un cielo de estrellas estuve paseando,
En una sucesión de ciudades desconocidas de neón,
Con mi compañero, el espíritu de la desolación,
Quien corriendo a mi alrededor y sermonizando
Me dijo que yo no era necesario, por si no yo, entonces alguien más
Estaría caminando aquí, tratando de comprender su edad.
Si hubiera muerto hace tiempos, nada hubiera cambiado.
Las mismas estrellas, ciudades y países
Serían vistos con otros ojos
El mundo y sus trabajos continuarían como de costumbre.
Por el amor de Cristo, apártese de mi.
Usted ya me ha atormentado suficiente, dije.
No es a mi a quien corresponde juzgar el llamado de los hombres.
Y mis méritos, si alguno existiere, no los conoceré de todas formas.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Un poema para final del siglo
Cuando todo estaba bien
Y el concepto de pecado había desaparecido
Y la tierra estaba lista
En paz universal
Para consumir y disfrutar
Sin dogmas y utopías,
Yo, por razones desconocidas,
Rodeado por los libros
De profetas y teólogos,
De filósofos, poetas,
Buscaba una respuesta,
Frunciendo el ceño, gesticulando,
Caminando de noche, refunfuñando al amanecer.
Lo que me oprimía en demasía
Era un poco vergonzoso.
Hablando de ello en voz alta
No mostraría ni tacto ni prudencia.
Podría incluso parecer un agravio
En contra del bienestar de la humanidad.
¡Ay de mí!, mi memoria
No quiere dejarme
Y en ella, la vida comienza
Cada una con su propio dolor,
Cada una con su propio morir,
Con su propia turbación.
¿Por qué entonces la inocencia
En playas paradisíacas,
Un cielo impoluto
Sobre la iglesia de la higiene?
¿Será porque eso
fue hace mucho?
A un hombre santo
-Así dice un cuento árabe-
Dios le dijo con maldad:
"He revelado a tu pueblo
Cuán gran pecador eres,
Ellos no te podrán alabar."
"Y yo", contestó el devoto,
"Les he descubierto a ellos
Cuán misericordioso eres,
Ellos no se preocuparán por ti."
¿A quién recurriría
Con asunto tan oscuro
De dolor y también de culpa
En la estructura del mundo,
Si ninguno aquí abajo
O allá arriba en las alturas
Puede abolir
La causa y el efecto?
No piensen, no recuerden
La muerte en la cruz,
Aunque cada día Él muera,
El único, el siempre-amado,
Aquél que sin necesidad alguna
Consintió y permitió
Existir a todo lo que es,
Incluyendo las garras de tortura.
Completamente enigmático
Enredo imposible.
Mejor dejar de hablar aquí.
Este lenguaje no es para personas.
Bendita sea la jubilación.
Vendimias y cosechas.
Aun si nadie
Tiene la serenidad garantizada.
Versión de Luis Ignacio Sáinz
Una frívola conversación
-Mi pasado es un estúpido viaje de mariposa en ultramar
Mi futuro es un jardín donde un cocinero corta el cuello de un gallo.
Qué tengo, con toda mi pena y mi rebelión?
-Tome un momento, uno exactamente, y cuando su fina concha,
Dos palmas reunidas, despaciosamente se abre
Qué ve usted?
-Una perla, un segundo.
-Dentro un segundo, una perla, en esa estrella salvada del tiempo,
Qué ve usted cuando el viento de la mutabilidad cesa?
-La tierra, el cielo y el mar, barcos ricamente cargados,
Mañana de primavera llena de rocío y remotos principados.
Maravillas desplegadas en tranquilo esplendor
Yo miro y no deseo porque me encuentro plenamente satisfecho.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Una hora
Hojas que brillan con el sol, celoso zumbido de abejorros,
Desde lejos, desde algún lugar allá del río, ecos de prolongadas voces
Y lentos sonidos de un martillo, me dieron la alegría no solamente a mí.
Antes, los cinco sentidos, estaban abiertos y, más temprano
que en cualquier comienzo,
Esperaron, listos, por todos los que a sí mismos se llamaran mortales,
Para que de este modo ellos pudieran alabar, como yo hago, vida,
eso que es la felicidad.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Una vida feliz
Su antigua edad cayó en años de abundante cosecha.
No había terremotos, sequías o inundaciones.
Parecía como si el cambio de las estaciones ganara en constancia,
Las estrellas crecían vigorosas y el sol aumentaba su poder.
Aún en remotas providencias no se agitaba la guerra.
Las generaciones crecían amistosas hacia el prójimo.
La naturaleza racional del hombre no era un motivo de irrisión.
Era amargo decir adiós a la tierra renovada.
Estaba envidioso y avergonzado de su duda,
Contento de que su lacerada memoria desaparecería con él
Dos días después de su muerte un huracán arrasó las costas.
Humo vino de los volcanes inactivos por un centenar años.
La lava se extendió por los bosques, viñedos y poblados.
Y la guerra comenzó con una batalla en las islas.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Encantamiento
La razón humana es bella e invencible.
No hay bares, no hay
alambre de púas, sin la fabricación de pasta de libros,
No hay pena de expulsión
puede prevalecer contra ella.
Establece las ideas universales
en el lenguaje,
Y orienta nuestra mano
para que escribimos la Verdad y la Justicia
Con mayúsculas, la
mentira y la opresión con la pequeña.
Pone lo que debería
estar por encima de las cosas como son,
Es un enemigo de la
desesperación y un amigo de la esperanza.
No sabe Judio del griego
o esclavo desde el maestro,
que nos da la herencia
del mundo de manejar.
Se ahorra frases
austeras y transparentes
A partir de la discordia
sucia de las palabras torturados.
Se dice que todo es
nuevo bajo el sol,
Abre el puño congelado
del pasado.
Hermosa y muy jóvenes
son filo-sofía
Y la poesía, su aliado
en el servicio del bien.
Tan tarde como ayer
Naturaleza celebra su nacimiento,
La noticia fue llevado a
las montañas por un unicornio y un eco.
Su amistad será
glorioso, su tiempo no tiene límite.
Sus enemigos han
entregado a sí mismos a la destrucción.
Lago
Maidenly lago, el lago sin fondo,
Manténgase lo que eras
una vez, cubierto de juncos,
Ralentí con una nube
reflejado, por causa de mí
Quien a su tierra ya no
se toca.
Tu chica siempre fue
real para mí.
Sus huesos se encuentran
en una ciudad junto al mar.
Todo ocurre también con
normalidad.
Un amor único,
simplemente se desgasta.
Muchacha, eh, chica, que
reposan en un abismo.
La base de un cráneo,
una costilla, una pelvis,
¿Eres tú? ¿yo? Estamos más que esto.
No hay reloj cuenta
horas y años para nosotros.
¿Cómo podría una
criatura, efímero y eterno,
Medir para mí la
necesidad y el destino?
Estás encerrado conmigo
en una carta de cristal.
No importa que no eres
una dama de estar.
En Varsovia
¿Qué haces aquí, poeta, sobre las ruinas
De la catedral de San
Juan esta soleada
Día de la primavera?
¿Qué está pensando aquí,
donde el viento
Que sopla desde las
dispersa Vístula
El polvo rojo de los
escombros?
Juraste no volver a ser
Un duelo ritual.
Juraste no volver a
tocar
Las heridas profundas de
su nación
Por lo que no les haría
santo
Con la santidad maldito
que persigue
Descendientes durante
muchos siglos.
Pero el lamento de
Antígona
En busca de su hermano
Es de hecho más allá del
poder
De la resistencia. Y el corazón
Es una piedra en la que
está encerrado,
Como un insecto, el amor
oscuro
De una tierra más
infeliz.
Yo no quiero amar de
modo.
Esa no era mi diseño.
Yo no quiero lástima por
lo.
Esa no era mi diseño.
Mi pluma es más ligero
De la pluma de un
colibrí. esta carga
Es demasiado para que
ésta soporte.
¿Cómo puedo vivir en
este país
Donde el pie golpea
contra
Los huesos insepultos de
los parientes?
Oigo voces, veo
sonrisas. No puedo
Escribir nada; cinco manos
Agarre mi pluma y me
para escribir
La historia de sus vidas
y muertes.
He nacido para
convertirse
un duelo ritual?
Quiero cantar de las
festividades,
El bosque verde en la
que Shakespeare
A menudo me llevó. Salir
Para los poetas un
momento de felicidad,
De lo contrario su mundo
perecerá.
Es una locura vivir sin
alegría
Y repetir a los muertos
Cuya parte iba a ser la
alegría
De acción en el
pensamiento y en la carne, cantando, fiestas
Sólo las dos palabras
recuperados:
La verdad y la justicia.
Duermo mucho
Duermo mucho y leo Santo Tomás de Aquino
O la muerte de Dios (que
es un libro protestante).
A la derecha de la bahía
como si estaño fundido,
Más allá de la bahía, la
ciudad, más allá de la ciudad, océano,
Más allá del océano,
océano, hasta Japón.
Para las colinas secas
de izquierda con la hierba blanco,
Más allá de las colinas
de un valle de regadío donde se cultiva arroz,
Más allá del valle, las
montañas y los pinos Ponderosa,
Más allá de las
montañas, el desierto y ovejas.
Cuando no podía
prescindir del alcohol, me llevó a mí mismo sobre el alcohol,
Cuando no podía
prescindir de cigarrillos y el café, me llevó a mí mismo
Sobre los cigarrillos y
el café.
Yo era valiente. Industrioso. Casi un modelo de virtud.
Pero lo que es bueno
para nada.
Siento un dolor.
aqui no. Aún no lo sé.
muchas islas y
continentes,
palabras, bazares,
flautas de madera,
O el exceso de beber al
espejo, sin belleza,
Aunque uno que iba a ser
una especie de arcángel
O un San Jorge, allá, en
la calle St. George.
Por favor, doctor,
Aqui no. No,
Tal vez sea demasiado
no pronunciada
Por favor, Curandero,
siento un dolor.
Siempre creí en hechizos
y encantamientos.
Por supuesto, las
mujeres tienen sólo una, católica, alma,
Pero tenemos dos. Cuando se empieza a bailar
Usted visita este
pueblos remotos en su sueño
E incluso tierras que
nunca ha visto.
Poner, te lo ruego,
encantos de plumas,
Ahora es el momento de ayudar
a uno de los suyos.
He leído muchos libros,
pero no creo que ellos.
Cuando le duele volvemos
a los bancos de algunos ríos.
Recuerdo aquellos cruces
con soles y lunas cincelados
Y los magos, la forma en
que trabajaron durante un brote de tifus.
Envíe su segunda alma
más allá de las montañas, más allá del tiempo.
Dime lo que viste, voy a
esperar.
Cómo era
Acechando un ciervo Vagué profundamente en las
montañas y desde allí vi.
O tal vez era por alguna
otra razón por la que se elevó por encima del sol poniente.
Por encima de las
colinas de Blackwood y un trozo de mar y los pasos de un glaciar, carmín de
color en la penumbra.
Vi ausencia; el gran poder de la lucha
contra el cumplimiento; la sanción de una promesa perdido para siempre.
Si, en tipis de madera
contrachapada, trozos de llanta, y la chapa de hierro sucio, antiguos
habitantes de esta tierra sacudieron sus cascabeles, todo fue en vano.
Sin águila-creador con
un círculo en el aire a partir del cual el rayo de su gloria había sido
expulsado.
espíritus protectores se
escondieron en camas subterráneas de mineral de burbujeo, sacudiendo la
superficie de vez en cuando para que el tejido de las autopistas reventaba en
dos.
Dios Padre no caminaba
sobre más de largo que tiende los nuevos brotes de un cedro, ya no se oye su
espíritu corriendo.
Su hijo no sabía que su
filiación y apartó los ojos al pasar por una cruz de neón plana como una
pantalla de cine que muestra un striptease.
Esta vez fue realmente
el final del Antiguo y el Nuevo Testamento.
Nadie imploró, cada uno
cogió un nódulo de ágata o diorita para susurrar en la soledad: no puedo vivir
por más tiempo.
mensajeros con barba y
collares de cuentas fundada comunas clandestinos en las ciudades imperiales y
en los puertos de ultramar.
Pero ninguno de ellos ha
anunciado el nacimiento de un niño-salvador.
Los soldados de
expediciones enviadas para castigar a las naciones se van disfrazados y
enmascarados a participar en ritos prohibidos, no en busca de alguna esperanza.
Inhalaron humo calmante
toda la memoria y, meciéndose de un lado a otro, compartidos con cada palabra
de una unión sin nombre otra.
Tallado en madera negro
de la rueda del Eterno Retorno se puso delante de las tiendas de campaña de
vagar órdenes monásticas.
Y los que anhelaba el
Reino se refugiaron como yo en las montañas para convertirse en los últimos
herederos de un mito deshonrado.
Forget
Olvidar el sufrimiento
Usted causó otros.
Olvidar el sufrimiento
Otros que causaron.
Las aguas corren y
corren,
chispa resortes y se
realizan,
Se puede caminar a la
tierra es un olvido.
A veces se oye un
estribillo distante.
¿Qué significa, usted
pregunta, que está cantando?
Un sol de niño crece
tibia.
Un nieto y bisnieto de
nacer.
Usted es guiado por la
mano una vez más.
Los nombres de los ríos
permanecen con usted.
¿Cómo esos ríos sin fin
parecen!
Sus campos en barbecho,
Las torres de la ciudad
no son lo que eran.
Se pone de pie en el
umbral de silencio.
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