Este maravilloso libro, ganador del concurso nacional de
poesía “Ciro Mendía” 2013.
Publicado por la Editorial Babilonia en su Colección de Poesía.
Es uno de esos libros que hubiera querido haber encontrado antes, no solo por
el buen gusto y el placer que produce su lectura, sino por el enriquecedor
panorama de la música; cualquiera que se precie de melómano o amante del rock
debe tener este libro al alcance de su mano, para deleitarse con las letras que
Henry le dedica a cada uno de estos magníficos músicos, en un recorrido que nos
presenta los más diversos y mejores momentos de la historia del género.
Sea esto una invitación a todos los lectores a buscar este
Libro del poeta Henry Alexander Gómez y disfrutar tanto o más cómo lo he hecho
yo.
ROBERT JOHNSON
Alguien dijo que fue un tañido grave, producido por el
Aleteo de una polilla moribunda, lo que incendió su amor
Por la música e impulsó su fuga de gato herrumbroso.
Acompañado solo
por su guitarra de azogue, sobre los
caminos dos veces nocturnos, le arrebató su suerte a todo
aquello que se desprecia.
Recorrió
tabernas y pueblos, suburbios y ciudades.
Los negros se
aterraban con el combate de sus bajos y su
guitarra mordida por una nube de sombra
Se tatuó en la
piel su propia leyenda -el tiempo no podía
malgastarse-. Había que quebrarse las botellas directo en
la garganta, seducir escorpiones, copular con pañuelos blan-
cos, para después desaparecer en el aire.
A sesenta y ocho
revoluciones por minuto concibió todo
lo que debía decirse: veintinueve canciones y dos ligeras
fo-
tografías donde vemos a un bluesman tostado por los rudos
soles del delta.
La leyenda
agrega siempre que, a sus veintisiete años,
mientras la depresión de un vaso de whiskey en el fon-
do e un bar, lo irrumpió un hombre que portaba una más-
cara del color de la noche; vestía un extraño levitón y
parecía
llevar a cuestas un alud de árboles deformes.
Johnson, con un
ligero movimiento de manos, le dijo:
“Hola Satán. Sí, lo sé. Es de nuevo la hora de marcharnos.”
HUMBERTO MONROY
El humo de la noche ha rodeado mi casa. Sin tocar las
notas bajas de la sed, la música florece en la línea del
aire.
Mi boca posee cuatro labios, mis ojos cuatro pupilas para
Descifrar la oscura pulsación de la luz. Mi vida ha sido el
temblor de un alfabeto encallado en el destello del relampa-
go.
Humo en las
ventanas, en la densidad del polvo. Este lar-
go de envejecer en el origen.
RANDY RHOADS
Atar mis seis cuerdas al cielo y apoyar el oído en la
tierra.
La vida es un corto silencio que debe aprender a escucharse
JANIS JOPLIN
Inútil es viajar entre el olor de la ceniza, sepultar amapo-
las en las mandíbulas del ángel ciego.
Canción de la infancia: fumar el opio de la piel y beber la
última gota de un blues de la botella más oscura de un bar
de
Louisiana. El pulmón amordazado mientras el gramófono
suena a Bessie Smith o a Billie Holiday.
Una huella descalza la delata, la delata su sombra trans-
parente.
Hurga una grieta en la penumbra. Descúbrete impedida
para contar la multiplicidad de nubes que rodean tus dedos.
Es bello vigilar desnuda al sol cuando anochece: la orgía
de su voz baja cóncava al interior de la tierra.
No olviden buscar este libro en las diferentes librerías en
Bogotá, o Comunicarse con Editorial Babilonia para mayor información.
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