(1 de noviembre de 1921, Viena, Austria - 11 de noviembre de 2016, Viena, Austria)
Respuesta invernal
El mundo es de
la materia
que exige
contemplación:
ya no quedan
ojos
para ver los
prados blancos
ni oídos para
oír entre las ramas
el revolotear
de los pájaros.
Abuela, ¿adónde
se han ido tus labios
para saborear
las hierbas
y quién nos
huele el cielo hasta el final?
¿De quién son
las mejillas que aún hoy
se desuellan en
los muros del pueblo?
¿No es un
bosque sombrío
este en el que
hemos caído?
No, abuela, no
es sombrío,
lo sé, he
vivido mucho tiempo
con los niños
en la linde
y tampoco es un
bosque.
Ilse Aichinger
(Viena, 1921), Consejo gratuito, Linteo, Ourense, 2011
Traducción de
Rosa Marta Gómez Pato
Envío de Jonio
González
DOMINGO POR LA MAÑANA
Amar a dios,
adorarlo
y sólo a él
servir.
Descansando
de camino a las
granjas
a la hora
señalada
visto desde
lejos
sobre la nieve.
MARIANNE
Me consuela
que en las
noches doradas
duerma una
niña,
que su aliento
acaricie la herrería
y su sol se
levante,
al alba,
con el gallo y
las gallinas
sobre la hierba
mojada.
FUERA DEL PAÍS
Libros de
bibliotecas extrañas,
palomas
fortalecidas.
Si dependiera
de los lugares
que somos
capaces
de abandonar,
con sus
frambuesos,
con las telas
que ya se
pliegan con el viento;
cambian
silenciosos detrás de nosotros,
mientras
nosotros permanecemos
en las cálidas
espaldas
de los
jardines, de piedra
o de arena.
Nota de la
Redacción: agradecemos a Ediciones Linteo la gentileza por permitir la
publicación de estos poemas del libro de Ilse Aichinger, Consejo gratuito
(Linteo, 2011), en Ojos de Papel.
Detrás de la pared
Pendo como
nieve de las ramas
hacia la
primavera del valle;
cual frío
manantial, derivo al viento,
húmeda caigo
sobre las flores
como una gota
en torno a la
cual ellas se pudren,
como en torno a
un pantano.
Soy el pensar
siempre en morir.
Vuelo, de no
poder andar tranquila,
por seguros
edificios de todos los cielos,
y derribo en
derredor columnas y muros huecos.
Prevengo, de no
poder dormir de noche,
a los otros con
el remoto rumor del mar.
Trepo a la boca
de las cascadas
y desde las
cumbres desprendo estrepitosos cantos.
Hija soy del
gran miedo universal,
que se cierne
sobre la paz, sobre la dicha,
como campanadas
en el avanzar del día,
como la guadaña
en el campo maduro.
Soy el pensar
siempre en morir.
Temprano mediodía
Callado verdece
el tilo en el verano naciente,
muy lejos de
las ciudades, rutila
la lúgubre luna
del día. Es ya mediodía,
ya se agita el
destello en la fuente,
ya se alza bajo
astillas de vidrio
el ala
ultrajada del ave de los cuentos,
y la mano
deforme de lanzar la piedra
nos hunde la
simiente que despierta.
Donde el cielo
de Alemania ennegrece la tierra,
busca su ángel
decapitado un sepulcro para el odio
y te sirve el
corazón en un cuenco…
Un puñado de
dolor se pierde en la colina.
Siete años
después
te acuerdas de
nuevo
en la fuente
ante el portón;
no mires tan al
fondo,
se te
derramarían los ojos.
Siete años
después
en una casa de
muertos,
beben los
verdugos de ayer
la jarra dorada
hasta el fin.
Te hundirías
con los ojos.
Es ya mediodía,
en la ceniza
se doblega el
hierro, en la espina
han izado la
bandera, en la roca
de un sueño
inmemorial sigue
forjado el
águila.
Sólo la
esperanza mastica cegada por la luz.
¡Záfale las
ataduras,
tráela cuesta
abajo, cúbrele
con la mano el
ojo, que ninguna
sombra la
chamusque!
Donde la tierra
de Alemania ennegrece el cielo,
busca una nube
palabras y colma el cráter
con silencio,
antes de que el
verano la escuche en la llovizna.
Se va lo
indecible, dicho en voz baja, sobre la tierra:
es ya mediodía.
Salmo
1
¡Calla conmigo, como callan las campanas!
En la placenta
de los pavores
buscan nuevo
sustento las sabandijas.
Visible pende,
cada viernes santo, una mano
en el
firmamento, dos dedos le faltan,
no puede jurar
que todo,
todo no ha sido
y que nada,
nada será. Se
sumerge en un rojo de nubes,
aleja a los
nuevos homicidas
y se marcha,
libre.
De noche, en
esta tierra,
asir la
ventana, apartar las telas
y revelar el
secreto de los enfermos,
una úlcera
colmada de alimento, de dolores infinitos,
para todos los
gustos.
Los carniceros,
enguantados,
contienen el
aliento a los expuestos,
la luna, en la
puerta, cae al suelo,
deja las
astillas ahí, el asa…
Todo estaba
dispuesto para la extremaunción.
(No puede
consumarse el sacramento.)
2
Cuán vano es
todo.
Trae rodando
una ciudad,
levántate del
polvo de esta urbe,
asume un puesto
y disimula,
evita quedar al
descubierto.
Desembarga las
promesas
ante un espejo
ciego en el aire,
ante una puerta
cerrada en el viento.
Intransitados
los caminos en el despeñadero del cielo.
3
Ojos quemados
en este granero del sol, la tierra,
agobiados con
la lluvia de todos los ojos,
y ahora
enmarañados, tejidos
por las
trágicas arañas
del presente…
4
En la artesa de
mi mudez,
deposita una
palabra
y cría bosques
a ambos lados
para que mi
boca
yazca bien a la
sombra.
—————————————————————————————————————————————————-
(poemas en el
idioma original, alemán)
Tomado de: www.vallejoandcompany.com/tag/ilse-aichinger/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario