(25 de mayo de 1910 Huila Cauca Colombia - 19 de marzo de 2008. Bogotá Colombia)
Recién venidos
Las palabras se escapan
pero el alma es tan cierta
como la gota de agua
que me sigue mirando.
El habla nos traspasa
y la imagen trasciende
a lo desconocido.
Las paredes del mundo
son muros de piedra que duelen.
Nos conturban los soles violentos;
el asombro, el milagro,
el murmullo, frontera
que orienta los pasos
a la estancia de algún
paraíso perdido.
Somos los recién venidos
pulsando el recuerdo
en la hora implacable
que se vuelve de espuma;
en el aire y en el pecho
toma forma de largo camino.
Somos los recién venidos
cultivando los sueños
viendo correr el torrente de lluvias
que maltrata las rosas
desde la luz hasta el primer sollozo.
Llueve
En esta embarcación
sin madrugada
llueven las sombras.
Se derrumban
los reinos del amor
y vuelan las mariposas blancas
como flores silvestres.
Tras la nube más negra
se concentran los vientos
noticiosos, sedientos, llueve.
Desfilan los recuerdos;
historias de pasión con incendios,
temblores o viva muerte.
Mágicas visiones en el aire
ruedan a la tiniebla, llueve.
En esta embarcación sin madrugada
no hay recobro posible;
cerrado el horizonte, llueve.
(31 de agosto de 2005)
Uno de tantos días
Me sumerjo
en las claridades nocturnas
para entender mejor el medio día.
Umbrosa recojo las pavesas
de quienes fluye el asombro
debajo de las frondas crepusculares.
Alas angélicas o simplemente desvaríos
de una infancia que empezó con el tiempo.
Distraída busco la esperanza
sobre los pliegues del día lento
como el vuelo del pájaro que pasa.
Los árboles se agitan
y sorprende el mensaje tímido y sudoroso
del instante.
Por la insistencia de saber
que los días se van
con sus oros deshechos y sus danzas festivas
donde mueren las rosas.
Todo magnificando la soledad
floración de congojas altiva incertidumbre
de tener otra vez esas gotas
de sol entre las manos.
(10 de agosto de 2003)
Ciudad blanca
En Popayán de piedra pensativa
Eduardo Carranza
I
Cómo acercarme a ti si nada traigo
Solamente mi voz y el corazón del hijo
que sigue ardiendo.
Nombres, fechas, gotas de eternidad
crecidas en la hierba.
II
Ni la furia del trueno
ni la hora de la tempestad
hieren más alto que mi pena.
No es solazarse en la amargura
recorrer silenciosa piedra y muro
ni batir con el viento las ventanas,
ni espiar por cual rincón del cielo
nos revisa las cuentas el lucero.
III
Es toda la inocencia del paisaje
con las colinas verdes, dulces
como niñeras descalzas sacudiendo
el boscaje que reparte la brisa
-la única y feliz- cuando le besa
el rostro a la ciudad más blanca.
No es la historia, ni el bronce
ni la solemnidad de los espejos.
Es más hondo tu vuelo: son tus pasos
sonoros armados en el tambor del tiempo
Si te nombro, zozobra mi alma, esa alma
que a veces se hace flor, llanto o ceniza
desde el sigilo al sueño!
(Inédito)
En las más altas noches
De arenas movedizas
y recia mansedumbre
la mujer es presencia
en todas las edades.
La nublan los ocasos
y los amaneceres tristes
con la dulce tristeza de los niños
que atrapan la mariposa
y la ven escaparse de sus manos.
En su angustia
los ahogados las buscan
desesperadamente y ellas
maternales o amantes
les confortan los pasos
y borran la tiniebla
que les cubre los ojos.
Son las mismas
que espantan oleajes
y ven perderse en la bruma
los seres y las cosas
más amadas y deseadas.
Son las mismas
que en las más altas noches
dialogan con los astros
y sienten el estupor
de los “ayes” cautivos
y el obstinado vuelo
que rescata los sueños
sin el límite oscuro
de las paredes blancas.
(1 de julio de 2005)
Los hijos del delirio
Olvidaron sus nombres.
Sus rostros padecen un aire
que a todos los envuelve
y los distrae en un compás
en donde nadie escucha.
Las palabras caen al vacío
o se rompen en un cristal sin fondo.
Todo es confusión como en la fiesta olímpica.
¿Quién hablará de orígenes?
El viento, las raíces, los recuerdos,
las preguntas. Los fantasmas huyen.
Las ventanas sin alas como ojos inmensos
atalayan rumores que se alejan cantando.
Los hijos del delirio reconocen
“sus ires y venires” en sueños
y en las calles que cruzan ardorosas
como ellos.
En su delirio inventan escalas,
llamas que tocan dimensiones
como ángeles de fuego y columnas sonoras
donde amanece un dios despavorido
que los sigue buscando.
(22 de mayo de 2006)
esto
El poema
me sumergí en el fondo
donde habitan los gérmenes
que preparan el vuelo.
Antes que sea la flor,
tú ya lo sabes,
trabajan las raíces en la sombra.
Para encontrar tu forma
mis manos te buscaron en la tierra
y aprendí que la voz,
la verdadera voz,
puede ser una rama,
un hilo de agua pura
o simplemente la ternura humana.
Tu carne no es tan sólo de sueño,
ni de fibra retórica.
Podrías ser el hijo del pescador,
de la mujer que cose, llora o canta,
de la que alguna vez
se asomó a las estrellas
y sintió
que en el pecho le nacía una rosa.
Tú vienes del reino elemental
con su fertilidad clara y activa.
Tú vienes de las cosas humildes
y en tu afán de llegar
tus pulsos se detienen
en el rostro del mundo.
¿Es eso lo que quieres?
¿Ser el dulce registro,
nada más que el registro,
de lo que nace y muere?
Puede ser que tu mensaje sea pequeño
como el aroma del jazmín pequeño,
como el temblor del árbol solitario
que con sus ramas apacienta nidos,
o la gota de agua
que se bebió un lucero.
Antes de tu venida
quise que fueras música,
torrente desbordado en armonía,
pero al mundo le falta
la igualdad del reparto,
la armonía de los dones.
Dime:
¿Cuándo tocaste el aire,
no fue primero el ruido de cadenas?
¿Cuándo tu piel se hizo,
no fue primero el llanto?
¿Cuándo miraste el agua,
no fue la sed primero?
No puede ser distinta tu presencia
al mundo desigual,
sordo y oscuro.
donde habitan los gérmenes
que preparan el vuelo.
Antes que sea la flor,
tú ya lo sabes,
trabajan las raíces en la sombra.
Para encontrar tu forma
mis manos te buscaron en la tierra
y aprendí que la voz,
la verdadera voz,
puede ser una rama,
un hilo de agua pura
o simplemente la ternura humana.
Tu carne no es tan sólo de sueño,
ni de fibra retórica.
Podrías ser el hijo del pescador,
de la mujer que cose, llora o canta,
de la que alguna vez
se asomó a las estrellas
y sintió
que en el pecho le nacía una rosa.
Tú vienes del reino elemental
con su fertilidad clara y activa.
Tú vienes de las cosas humildes
y en tu afán de llegar
tus pulsos se detienen
en el rostro del mundo.
¿Es eso lo que quieres?
¿Ser el dulce registro,
nada más que el registro,
de lo que nace y muere?
Puede ser que tu mensaje sea pequeño
como el aroma del jazmín pequeño,
como el temblor del árbol solitario
que con sus ramas apacienta nidos,
o la gota de agua
que se bebió un lucero.
Antes de tu venida
quise que fueras música,
torrente desbordado en armonía,
pero al mundo le falta
la igualdad del reparto,
la armonía de los dones.
Dime:
¿Cuándo tocaste el aire,
no fue primero el ruido de cadenas?
¿Cuándo tu piel se hizo,
no fue primero el llanto?
¿Cuándo miraste el agua,
no fue la sed primero?
No puede ser distinta tu presencia
al mundo desigual,
sordo y oscuro.
Nada más cierto
A Luis Carlos Pérez
In memoriam
In memoriam
Nada más cierto
que tu ausencia
y este incansable viento.
Revestido de sombras
el color de los días
se recoge en silencios
los tuyos y los míos
y toco tu pensamiento.
A veces se me quiebra
el mundo entre las manos
y oigo un clamor que se perfila en tu frente.
"¿Dónde caen las horas
sin el terror nocturno?"
La pregunta se pierde
y los goznes dolidos
de la puerta entreabierta
son pasos misteriosos
de este implacable viento.
Febrero 24/2004
2004
Con voz de fatiga
golpea la puerta.
Como si nunca se hubiera abierto.
Los sonidos se repiten multiformes
opacos y sombríos.
La cortina cae y el número y la luz
se despiertan y el infinito se da
en una rosa blanca que
amanece temblando.
¡Es tan pequeño el mundo!
"descolgado el corazón"
siguió llamando mas
todo confundido.
Creyó que el arrebol tardío
era el sol de mediodía
y la imprecisa claridad
la pupila de un dios
¡Que se recreaba en la lubricidad
de las estrellas!
Las corrientes humanas
plegadas o en desborde soportan
un aire soterrado que estropea
que fuera pasión o ardiente vuelo.
Se humedecen los ojos, los reflejos
se hunden y el pensamiento
va más lejos.
Llueven las sombras
con la velocidad
un río el mismo río que se levanta
limpia la encrucijada que se gasta
y que a veces nos duele en juego
con la herida.
Enero 16/2004
Multitudes
No por sonoro este brazo de mar
es más profundo. Sus violentas
espumas derretidas al sol
son el paso primario
de los vientos alisios
en cuyos nudos se enreda
el oro de los sueños, el amor,
la desnudez y la esperanza
de un nuevo amanecer.
Nada detiene este andar
de animal recién venido
a la invasión que sólo se deshoja
cuando sorprende el rayo.
No hay memoria feliz
para el que ingresa al
poder uniforme
que derriba las alas y marchita
el rosal para quien ama y sueña.
II
Valga la soledad
cuando despunta el alba
o se inclina
para besar la noche.
El mensaje transita y no
es de multitudes
su esencia, su intención, su delirio
sólo por un instante
o por una eternidad.
Febrero 15/2004
Una voz
No era una queja
tampoco la voz del caracol
en su playa desierta.
Ni el paso de la bestia
por un peñasco oscuro.
Era el presagio que florecía
los ecos y la ráfaga azul
de un juego niño.
Era una voz sin fondo
aérea como el canto.
Si volviera a escucharla
entendería mejor el sesgo
de una voz sorprendida
en la noche.
(De La Tierra Oscura)
Hacia la tarde
Al poeta Winston Morales Chavarro
Un desteñido sol
Recorre conmigo las estancias
Que ya no tienen nombre;
Los pasadizos vueltos hacia la tarde
Solos como los nacimientos
Y ausentes como un grito.
Emergen parecidos distantes
Bajo el ardor de las cenizas.
Se conmueven las frondas
Arrebatadas por los vientos
Sin destino como los sueños.
Bajo el ardor de las cenizas.
Se conmueven las frondas
Arrebatadas por los vientos
Sin destino como los sueños.
Lastiman los escombros
De las primaveras enterradas
Y el gemir de los volcanes
En su incandescente agonía.
Y al fondo la esperanza
Medusa desgarrada en busca
De otro mar y otra orilla
Pulsando las arenas
En esta navegación de los olvidos.
De las primaveras enterradas
Y el gemir de los volcanes
En su incandescente agonía.
Y al fondo la esperanza
Medusa desgarrada en busca
De otro mar y otra orilla
Pulsando las arenas
En esta navegación de los olvidos.
Un día sin nombre
¿En qué momento, amor,
se oscureció tu calle
y tu casa fue el blanco
de la sombra?
se oscureció tu calle
y tu casa fue el blanco
de la sombra?
Una ola de polvo
Lloroso y amargo
Se estableció en la hora.
Desde entonces el tiempo
Madeja silenciosa
Va corriendo sus hilos
Para la dura tela
Que defiende mis lunas
Secretas.
Lloroso y amargo
Se estableció en la hora.
Desde entonces el tiempo
Madeja silenciosa
Va corriendo sus hilos
Para la dura tela
Que defiende mis lunas
Secretas.
Lentos trascienden los días
A donde sólo llega
El temblor de la luz
En el vacío.
A donde sólo llega
El temblor de la luz
En el vacío.
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