domingo, 10 de mayo de 2020

POEMAS DE ALVARO MIRANDA


Alcaldía de Montería on Twitter: "Iniciamos el segundo día en la ...
(Santa Marta, Colombia, 8 de abril 1945)

Un día Madre dijo:

Ven hijo te regalo este muerto.

Era un muerto culto que en medio de la noche gritaba:

“…Qué dolor me inspira el magnánimo Eneas el cual

vencido por Aquiles va a descender a los infiernos por

haber dado crédito a las palabras del Flechador Apolo”.

–Llévatelo al colegio –prosiguió Madre– siéntalo a tu lado

entónale tus canciones

regálale la piel de gato que guardas como tesoro

préstale tus abedules llenos de vientos

báilale tu trompo de cedro

muéstrale el agua que bebemos

el horno donde se asa el pan al caer los sueños.

Todo iba bien. El muerto izaba bandera

escribía con tinta china las vocales que saltaban de las

palabras para bajar del tren que las

llevaba sobre las líneas dobles del cuaderno.

Un día llegó el aguafiestas del Maestro y dijo:

“Joven: ¿Qué hace usted con ese muerto en el colegio?”

Madre tomó cartas en el asunto. Recogió el muerto

lo llevó al cementerio y lo enterró en la tumba al lado

de los crisantemos.


Una palabra repetida que está a punto de sangrar sus vocales

no debe salir de tu lengua ni entrar a tus oídos. Las palabras

son agujas que los hombres lanzan al aire para ver a quien

pinchan con su filo en los viajes sin destino.

Ante ello –Señor Juez– me dije: ¿Por qué no he de disparar a un

muerto que todas las noches llega a nuestra conciencia nocturna

para repetir a nuestros oídos la bruma de sus sueños?


Muerto rompió en llanto ante las palabras de Madre.

Algo de ganso algo de trompeta. Lejos de sus compañeros

se sentó a orillas del mar.

“Estoy muerto” dijo Muerto. Lo sé porque en mi boca florece

una rosa de los vientos con pétalos y con espinas.

Mi país es un país de papel con sellos de juzgados

con notarios que cargan caspa y olvido sobre hombros

y una hipoteca para embargar el cielo.

Mi país es un país con dos mares donde vivos como muertos

carecen de agua potable o espuma de luz que brote de los

grifos.

Mi país lleno de aguas y cascadas gusta oír el estruendo que

produce el orinar de las yeguas al final de los combates.
Tomado de:


El altar de los alcatraces


Cuando los lugares se empenachaban de árboles bembones

rezo ante ti, mi minina infernal de ocho vidas, para

que los caballitos del diablo duermen conmigo el más

patriarcal de los silencios.



Cuando los días se hollinan por las tardes,

cuando las casonas crujen sus clavos oxidados;

sueño ante ti, mi calabacita jactanciosa.



En el instante de ese instante, cuando las lagartijas de

ojos metálicos se hacen participe del rapto de la distancia;

aúllo ante ti, mi almidón intocable, para que sobre nuestras

tortugas gorgojeadas emprendamos la caminata hacia la luz

que en Selene habita más allá de los recuerdos, más allá de

la chusma de estrellas celestiales.



Cuando los silencios germinan de par en par, invoco ante ti,

ante los alambres de púas, para que las cucarachas

imperiales nos preparen la noche sobre el ente insomne del

espacio.



En los medios amaneceres, cuando los cuadros torcidos nos

sonríen con su mejor sonrisa, sueño ante ti amor mío, para

que la orquestación de la brisa sea siempre mi primer

instante, mi primer idioma, en el primer otoño de mi vida.



Ahora, amor mío, cuando tu recuerdo me penetra por

los ojos como una lagrima encendida; lloro ante

El Altar de los Alcatraces,

porque nuestros búhos mensajeros, porque nuestras

oraciones paganas, están vegetando con el viejo Jehová,

sobre las aéreas cumbres de los cóndores enloquecidos.



Lloro hondo mi oropéndola.

¡Oh mi minina infernal de ocho vidas!

¡Oh mi amor, mi blanda hamaca,

mi mosca de alas remendadas!

Fiebre malaria


Cuantas veces te has reído de mí

con tus postizos dientes:

Oh parasita.

Y cuantas veces has pasado tu carrasposa

lengua por mis muslos.



Mil y una vez te he espantado

con la toalla en el corral:

gallina clueca

y tu tibiringa regresas disfrazada

de cualquier cosa para seguir lengüeteando

mis labios o seguir mamando mis tetillas

en el sopor de la fiebre

hasta inocular mi carne con tus vacíos

y lagunas de sueños gelatinosos.



A veces vuelves al maizal y acuclillada

como una orangutana me quedas mirando

con tus ojos de cebolla,

hasta que escurres tu babaza:

¡Oh plasmodium inmaculatum!



Te balanceas rítmicamente y tus testículos

de chirlomirlo se vuelven apetito de brujas.

Tu voz se va hundiendo en mi paciencia

para cazarme en furrusca

y yo, pálido y jipato

me tiendo en el horcón consumido en calenturas:

¡Oh malaria!



Te tiras al sol con tu panza purulenta

para que copulen los más extraños deseos del delirio.

Luego,

más luego, llenas tu barriga de pútridas aguas

y decides parir tu herencia en los pliegues

de la chinchulla humana:

¡Oh mareo, oh náuseas, oh depredadora

de mi locura.



Ahora llenas de escamas mi conducta

y yo me sumerjo en la desesperación,

en la espera de un ataúd que sepa amortajar

mis sueños, en la espera de nada, en el

recuerdo de mis más olvidados pensamientos.



¿Qué sabañón ocultas en tu palúdica fiebre

que hace reconfortar mi vida

en este letargo de pesados pies?

¡Oh flor del mal!

¡Póstuma amante de la muerte!

¿Acaso conoces tú las grietas de mi melancolía?

¿Sabes acaso dónde guardo los tesoros de Morgan?

Acaso el tulipán y el alma de mi alma

florecen en tu condado?

¿Quién te ha enseñado a descifrar el

jeroglífico de mis sueños?



Me eres odiosa y sin embargo, llevas

mi conciencia hasta el silencio.

¿Qué buscas? ¿Qué rastreas? Perra hija de perra.

Has pesado mi encéfalo y ahora decides

comértelo como una rata hambrienta.



Vete. Tu asquerosa presencia chicharrona

corroe mi espíritu, lapida mi risa, bloquea mi

silbo de aleatorio vuelo.

Ay me rascan tus garras, me llenas de

insomnios y estallan albúminas en mi torrente

sanguíneo.



Oh anofeles, bicharraco vilipendioso: tejes

en este tepe de barro a mi altiplanicie andina,

a mi Zipa, a mi Zaque.

Eres dueña de este camino apócrifo: agarra

mi alegría porque aquí estamos los que no

tenemos temor.



Añingótate ahí en tu letrina: yo me voy al mar.

El monstruo me enseñara sus secretos

y yo radiante de estar lejos de ti

me uniré a las multitudes, riéndome,

burlándome de mí mismo:



¡Oh Malaria! ¡Oh Malaria! ¡Oh Malaria!

Tomado de:

Poema Caída Libre.

¿cuántas galerías, corredores, salas de espera
aguardando que los Poderosos me hablaran
con muecas de tristeza y señas falsas
torciendo mi vida?. Yo quería decirles:
señor, no es mi vida una vara flexible
o un caño de aluminio. No puede torcerse a placer.
piense usted que es la vida de un ser humano
pero disponía de algunos segundos para hablar con los
Poderosos
y las palabras se atropellaban para salir.
Según pude conocer por los resultados nunca dije nada
particularmente eficaz. Sólo me derivaban hacia otras
galerías, corredores, salas de espera
donde las secretarias, los adulones, los mayordomos
me atendían con muecas de desprecio
el tiempo se consumía en mi descenso
en mi caída libre y lenta

Mi Ángel.

el ángel vino a mí de pronto, me protegió
tenía el rostro de mi madre? hijo, has vuelto
a vivir? Tenía algún tiempo más, supuse,
he de enmendar mis criterios, los actos deben
ser cambiados. Pero permanecí irreductible
hoy podría haber sido ayer o quizás mañana
nada cambiaría, en todo caso
hubiera sido un accidente más, una pequeña nota
en los periódicos, algún obituario,
vendría el carpintero a reparar la madera
el vidriero cambiaría el vidrio por uno nuevo, brillante,
la trampa estaría servida otra vez
dando trabajo a otro ángel. ?Vés, no quieres reconocer
cuando te equivocas?. ?Lo sé, madre, es que siempre
he vivido equivocado. No sé vivir de otra manera?.

AQUÍ SE DICE CÓMO ESTABA DOLIENTE DON SANCHO JIMENO PORQUE NADIE VENÍA DE CARTAGENA A AYUDARLO

Canta la rana, cojea la lluvia,
la mar es zozobra que salva el rocío,
preludio de nada que prende en el tiempo,
crueldad del asombro que queda en el grito,
cadáver, cadáver del día que muere perdido.
La noche se orilla,
borda el lucero la voz del arrullo,
estatua de un sueño que crece en el mármol,
piratas sin figado que viandan la historia,
malvados sin facha,
se suenan las ñatas,
se dan puntapiés,
se comen los mangos, chorrean las patillas,
el zumo es esmalte que prueba la sangre,
perfume que sube chirriando a los montes,
canción que se pierde en la boca más agria,
saliva que espesa con velos la tarde.


AQUÍ PARECIÓLE AL REY SOL QUE DEBÍA GANAR OTRA BATALLA,LA DEL VERBO Y POR ESO SE EMPEÑÓ EN REPETIR DE OTRA FORMALO MISMO QUE ANTES DIJO

Segunda versión para la carisma Corte
Qué umbría tiene la España
que ni cabestros ni espuelas,
sólo pellejos os cuelgan
en los bocios y en las crestas:
quintales por posaderas
y tetas por las hombrías.
Qué malandrín hizo hechizo,
qué diablos tajó las glorias:
que sólo derrotas os quedan desde Flandes a Pavía.
Vengan pues mis señores
que la cena está servida:
manatí os doy por carne
y Useñorías:
por vuestras madres
¡Qué vaina!
Tomado de:





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