MATAMOS EL TIGRE…
PERO ¡¡ NOS QUIEREN ASUSTAR CON EL
CUERO!!
Recordé
este viejo refrán, mientras veía un noticiero, y esto me llevó a una reflexión:
MATAMOS EL TIGRE
Luego
de más de sesenta años de conflicto armado y de más de cinco millones de
víctimas, que es lo que han estimado algunas fuentes. No me queda más sino un
sinsabor en la boca.
Y,
es que luego de ver que finalmente la guerrilla y el gobierno se han sentado a
dialogar, la reflexión es que hemos
matado al tigre, porque luego de tantos años de violencia lograr que estos
dos actores finalmente se sienten a dialogar es como si se hubiera matado al tigre,
el tigre es la guerra. Porque han
sido las manifestaciones y el clamor de un pueblo que finalmente las partes han
accedido a dialogar, y no es que diga que la ciudadanía ha obligado a dialogar,
es simplemente el curso normal de un
conflicto estancado, que cuando la guerra se extiende por tanto tiempo, y el
baño de sangre y las consecuencias van quedando tan explícitas no queda otro
camino que el diálogo; a esto finalmente
hemos llegado lo que es para todos una gran satisfacción. Ver a los
contendientes sentados en una mesa y no disparándose es toda una ilusión para
un país sumido por tantas décadas en el dolor de la guerra.
La
guerra que a su vez y si lo miramos bien es más fácil hacerla, pues formar
combatientes y sembrar odios es más sencillo que educar y edificar para el bien
común.
A
esto me refiero con matamos el tigre, con el hecho que ahora existe una mesa en
donde se han sentado a exponer y tratar de solucionar las diferencias es un
indicativo claro de que ambos bandos se han agotado en medio de una larga
guerra que lo único que ha dejado es un campo ensangrentado y unas ciudades
cada vez menos viables…
¡¡NOS QUIEREN ASUSTAR CON EL CUERO!!
Para
nadie es un secreto, que firmar un documento no es un apagar la luz para
encenderla y ver el paraíso, no, para nada, la paz es un proceso que apenas
iniciará con una firma y que de ahí en adelante será un largo camino de construcción
y reconstrucción, y no solo de lo material, esto implica desde la construcción
de una nueva mentalidad, pasando por la identidad nacional.
El
cuero, que no va a ser algo fácil de destrabar, pues estamos educados más para
el conflicto que para la paz. Es en este momento cuando realmente se inicia un
proceso de paz, que no implica únicamente el silencio de las armas sino todo un
cambio fundamental en la sociedad y en los procesos de construcción de
sociedad. No, realmente no va a ser fácil, ni mucho menos inmediato. Es bueno
aclarar que tal vez pasen muchos años y muchas etapas, desde el mismo momento
del silencio de las armas, a un estado de tranquilidad y sosiego que se pudiera
llamar la paz, porque la paz no es simplemente un estado de no conflicto, es
algo aun más profundo que tiene que ver con equidad social, igualdad de
oportunidades y una construcción humana más compleja. Desde el mismo campo de
la educación, y la estructura de la familia, se ha de iniciar un cambio, no
solo en la palabra, sino en el quehacer cotidiano de los ciudadanos. Es esta la
parte más compleja, como nos reeducaremos para convivir en un nuevo modelo
social que cambie los valores de la guerra y la confrontación por un estilo de
vida basada en el diálogo y el respeto por la diferencia y ante todo por la
solidaridad y la equidad, que en última son las causas de los conflictos. Hasta
la moral se cambia, porque estos nuevos ciudadanos y familias van a iniciar en
un nuevo punto, donde ojalá las oportunidades nos toquen a la mayoría y esto
permita superar no solo la pobreza en términos de cosas sino la pobreza de
pensamiento. Sea esta nueva ciudadanía comprensible, tolerante y respetuosa, y
que ante todo esté comprometida con la conservación de un estado de cosas que
impida un renacer de la guerra. Y, es que tal vez esto sea lo que nos asusta,
perder privilegios, porque nos creemos merecedores de muchas cosas y
naturalmente será difícil sino imposible para muchos no perder sino también
acceder a una sociedad en construcción, estamos en esto, un proceso de
construcción que necesariamente partirá de una firma, de un cese al fuego, o
como quiera que decidan frenar la guerra, para nadie es un secreto, que todo en
la vida tiene un costo, y lo más importante es que estemos claros si estamos
dispuestos, bien sea para continuar el conflicto y reencontrarnos dentro de
cinco millones de víctimas más adelante o para aportar a la paz, ambos tienen
un gran costo, pero en el segundo caso se evitarían más víctimas. Por esto tal
vez nos han querido vender la idea de la hecatombe, porque para muchos el
diálogo se considera una derrota, cuando realmente lo podemos considerar como
lo que es “Una Negociación”, y es que en casos en los que realmente no hay
vencedores ni vencidos y entonces se dialoga, y no ser vencido es otra manera
de triunfo para el bando que sea. Y, por qué es mejor, silenciar los fusiles,
si es que con tantas víctimas el país está sumido en una crisis, solo basta
imaginarse el gran avance posible en tiempos de paz si hemos logrado algo en
tiempos de guerra… pensemos en los nuevos ciudadanos, en su formación, y en la
capacidad de resolver los problemas más allá del facilismo de la violencia.
Entonces, tal vez sea el momento de avanzar, con la frente en alto, y con las
manos abiertas dispuestas a recibir no solo a los excombatientes sino a los
ejércitos de jóvenes que ya no irán a la guerra sino que estarán llenando las
aulas escolares y las universidades prestos a investigar y crear, más allá de
los cuarteles y los campamentos en las montañas, esperemos ver la nueva Patria,
la nueva sociedad, no le tengamos miedo a la paz, los señores de la guerra son
los únicos temerosos de construir un nuevo país, el país de los nuevos hombres
y mujeres, un país multicolor, multiétnico con todos como ciudadanos libres y
pacíficos construyendo realmente un futuro. Tampoco es que la paz sea una
pesadilla, ni que vayan a dejar pobres a los ricos, es solo otra forma de vida,
y sin muertos, será mejor
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