viernes, 30 de septiembre de 2016

POEMAS DE JUAN DEL ENCINA poesía romántica española

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(12 de julio de 1468, Fermoselle, España - Toledo, España 1529)


Del Rosal Vengo, Mi Madre


Del rosal vengo, mi madre,
vengo del rosale.
A riberas de aquel vado,
viera estar rosal granado;
vengo del rosale.
A riberas de aquel río,
viera estar rosal florido;
vengo del rosale.
Viera estar rosal florido.
cogí rosas con sospiro;
vengo del rosale, madre,
vengo del rosale.

Disparates


Anoche de madrugada,
ya después de medio día,
vi venir en romería
una nube muy cargada;
y un broquel con una espada
en figura de ermitaño,
caballero en un escaño
con una ropa nesgada,
toda sana y muy resgada.
No después de mucho rato
vi venir un orinal
puesto por pontifical,
omo tres con un zapato;
y allí vi venir un gato
cargado de verdolagas,
y a parce mihi sin bragas,
caballero en un gran pato
por hacer más aparato. [. ..]
Navegando vi venir
tres calabazas por tierra,
y una azuela y una sierra
tropezando por huir;
vino Beatus vir
en una burra bermeja,
cargado de ropa vieja
con su vara de medir,
bocezando por dormir.
En un puerco, a la jineta,
vi venir a san Zorito,
jugando con un garlito
al juego de la jaldeta;
y la ley de barjuleta
escrita en un cesto de agua,
con unos fuelles de fragua
atizando una trompeta
encima de su carreta.
Levatóse la sardina
muy soberbia con un palo
tras Solibranos a malo,
por medio de una cortina;
y en un monte de cecina
vi cazar una tinaja,
y unos órganos de paja
atestados de cocina
pescando sobre una encina.
Ojos garços ha la niña:
¡quién ge los namoraría!
Son tan bellos y tan bivos
que a todos tienen cativos,
mas muéstralos tan esquivos
que roban el alegría.
Roban el plazer y gloria,
los sentidos y memoria;
de todos llevan vitoria
con su gentil galanía.
Con su gentil gentileza
ponen fe con más firmeza;
hazen bivir en tristeza
al que alegre ser solía.
Fin
No hay ninguno que los vea
que su cativo no sea.
todo el mundo los dessea
contemplar de noche y día.

Ojos Garzos Ha La Niña


Ojos garzos ha la niña:
¿quién gelos namoraría?
son tan bellos y tan vivos,
que a todos tienen cativos;
mas muéstralos tan esquivos
que roban el alegría.
Roban el placer y gloria,
los sentidos y memoria:
de todos llevan vitoria
con su gentil galanía.
Con su gentil gentileza
ponen fe con más firmeza,
hacen vivir en tristeza
al que alegre se solía
No hay ninguno, que los vea,
que su cativo no sea:
todo el mundo los desea
contemplar de noche y día.

Las Cosas Que Deseamos


Las cosas que deseamos
tarda o nunca las habemos,
y las que menos queremos
más presto las alcanzamos.
Porque fortuna desvía
aquello que nos aplace,
mas lo que pesar nos hace
ella mesma nos lo guía:
así por lo que penamos
alcanzar no lo podemos,
y lo que menos queremos
muy más presto lo alcanzamos.

No Te Tardes Que Me Muero


No te tardes que me muero,
carcelero,
no te tardes que me muero.
Apresura tu venida
porque no pierda la vida,
que la fe no está perdida,
carcelero,
no te tardes que me muero.
Bien sabes que la tardança
trae gran desconfiança;
ven y cumple mi esperança,
carcelero,
no te tardes que me muero.
Sácame desta cadena,
que recibo muy gran pena,
pues tu tardar me condena.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
La primer vez que me viste
sin te vencer me venciste;
suéltame, pues me prendiste.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
La llave para soltarme
ha de ser galardonarme,
proponiendo no olvidarme.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
Fin
Y siempre cuanto vivieres
haré lo que tú quisieres
si merced hacerme quieres.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

Reina Del Cielo


Pues que tú, Reina del cielo,
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!
Tú, Virgen, que mereciste
ser Madre de tal Señor,
le pariste sin dolor;
pues con nuestro Salvador
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!
Tú, que del parto quedaste
tan virgen como primero;
tú, Virgen, que te empeñaste
siendo virgen por entero;
pues que con Dios verdadero
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!
Tú, que te dicen bendita
todas las generaciones;
tú, que estás por tal escrita
entre todas las naciones;
pues en las tribulaciones
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!
Tú, que tienes por oficio
consolar desconsolados;
tú, que gastas tu ejercicio
en librarnos de pecados;
tú, que guías los errados
y los vales,
¡da remedio a nuestros males!
Tú, que estabas ya criada
cuando el mundo se crió;
tú, que estabas muy guardada
para quien de ti nació,
pues por ti nos conoció,
si nos vales,
fenecerán nuestros males.

Romance


Yo me estava reposando,
durmiendo como solía.
Recordé, triste, llorando
con gran pena que sentía.
Levantéme muy sin tiento
de la cama en que dormía,
cercado de pensamiento,
que valer no me podía.
Mi passión era tan fuerte
que de mí yo no sabía.
Conmigo estava la Muerte
por tenerme compañía.
Lo que más me fatigava
no era porque muría,
mas era porque dexava
de servir a quien servía.
Servía yo una señora
que más que a mí la quería,
y ella fue la causadora
de mi mal sin mejoría.
La media noche passada,
ya que era cerca el día,
salíme de mi posada
por ver si descansaría.
Fui para donde morava
aquella que más quería,
por quien yo triste penava,
mas ella no parecía.
Andando todo turbado
con las ansias que tenía,
vi venir a mi Cuidado
dando bozes, y dezía:
«Si dormís, linda señora,
recordad por cortesía,
pues que fuestes causadora
de la desventura mía.
Remediad mi gran tristura,
satisfazed mi porfía,
porque si falta ventura
del todo me perdería.»
Y con mis ojos llorosos,
un triste llanto hazía
con sospiros congoxosos,
y nadie lo parecía.
En estas cuitas estando,
como vi que esclarecía,
a mi casa sospirando
me bolví sin alegría.

Más Vale Trocar Placer


Más vale trocar
placer por dolores
que estar sin amores.
donde es agradecido
es dulce morir;
vivir en olvido
aquel no es vivir;
mejor es sufrir
pasión y dolores
que estar sin amores.
Es vida perdida
vivir sin amar;
y más es que vida
saberla emular;
mejor es penar
sufriendo dolores
que estar sin amores.
La muerte es vitoria
do vive afición;
que espere haber gloria
quien sufre pasión:
más vale prisión
de tales dolores
que estar sin amores.
el que es muy penado
más goza de amor;
que el mucho cuidado
le quita el temor;
así que es mejor
amar con dolores
que estar sin amores.
No teme tormento
quien ama con fe,
si su pensamiento
sin causa no fue;
habiendo por qué,
más valen dolores
que estar sin amores.
Amor que no pena
no pida placer,
pues ya le condena
su poco querer:
mejor es perder
placer por dolores
que estar sin amores.


jueves, 29 de septiembre de 2016

POEMAS DE JEAN COCTEAU


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(5 de julio de 1889, Maisons-Laffitte, Francia - 11 de octubre de 1963, Milly-la-Forêt, Francia)

Ayer por la noche...


Ayer por la noche quise tomar un comprimido para dormir; me he dicho que si tomase más, dormiría mejor, 
y que si los tomase todos, dormiría, sin sueño, sin despertar, estaría muerta. (Llora.)...
He tomado doce...en agua caliente... 
.......Como una masa. Y he tenido un sueño. He soñado lo que es. Me he despertado sobresaltada, muy contenta 
porque era un sueño; y cuando he sabido que era verdad, que estaba sola, que no tenía la cabeza encima de tu 
cuello y de tu hombro y mis piernas entre las tuyas, he sentido que ya no podía, que «no podía» vivir...., 
ligera  y fría, y ya no sentía latir mi corazón y la muerte tardaba en venir; y como tenía una angustia espantosa, 
al cabo de una hora he telefoneado a Marta. No tenía valor para morir sola....  Querido......Querido......
Eran las cuatro de la mañana. Ella ha llegado con el médico que vive en su inmueble. Tenía más de cuarenta. 
Parece ser que es muy difícil envenenarse y que siempre se equivoca uno de dosis. El doctor ha hecho una receta 
y Marta se ha quedado conmigo hasta esta noche. Le he suplicado que se marchase porque tú habías dicho que 
telefonearías una última vez, y tenía miedo de no poder hablar libremente......
Muy, muy bien..... En absoluto.... Si, es verdad....... Un poco de fiebre , treinta y ocho y tres ; era cosa nerviosa....
.........¡No te preocupes!...... ¡Qué torpe soy! Me había jurado no darte inquietudes, dejarte marchar tranquilo, decirte:
 «¡Hasta la vista!», como si tuviésemos, que volver a vernos, a encontrar mañana....... 
......Tonta que es una.......¡Sí, sí, tonta!........ Se hace duro el volver a colgar, quedarse en la oscuridad......... 
......... (Llora.).......¡Oiga! Creí que habían cortado.............. Tú eres bueno, querido.......... Mi pobre amorcito al que 
he hecho daño......... Sí, habla, habla, di cualquier cosa........... Sufría hasta retorcerme por suelo y ha bastado que hables 
para que me sienta bien, para que cierre los ojos. ¿Sabes?, algunas veces cuando estábamos acostados, y yo tenía mi 
cabecita en su sitio, con el oído junto a tu pecho, y tú hablabas, yo oía tu voz, la misma exactamente que esta noche 
en el aparato..........¿Cobarde?..........Soy yo la Cobarde. Me habla jurado.....
yo............¡De ninguna manera!  Tú, que......., tú........., tú, que no me has dado siempre más, que felicidad.........
............Pero, querido, te lo repito; no es exacto. Puesto que yo sabía («yo sabía»), esperaba lo que ha ocurrido. 
Mientras que tantas mujeres" imaginan Pasar su existencia junto al hombre a quien aman y se enteran de la ruptura 
sin preparativos, «yo sabía»............................................ Ni siquiera te lo había dicho nunca; pero, fíjate, en casa de la 
modista, en una revista, vi tu fotografía...........Encima de la mesa...bien abiertas las páginas por su sitio.......
Es humano o más bien femenino...........Porque yo no quería estropear nuestras últimas semanas........., no, 
completamente natural............ No me hagas mejor de lo que soy................. ¡Oye! Estoy oyendo música............. 
Digo que oigo música...............Venga, deberías golpear en la pared e impedir que esos vecinos toquen el gramófono 
a estas horas. Han cogido esas malas costumbres porque tú nunca vivías en tu casa.......... 
............Es inútil. Por lo demás, el doctor de Marta vendrá mañana.......... No, no, querido. Es un médico muy bueno, 
y no hay razón alguna de que le ofenda mandando venir a otro........ No te preocupes..... que sí........ que sí..........
Ella te dará noticias.............................
..............Comprendo.....................Comprendo...................... Además, esta vez soy valiente, muy valiente..........
.....¿Qué?.............¡Oh!, sí, mil veces mejor. Si no hubieses llamado, estaría muerta.................
 No................espera ,.................... espera.............................. Encontremos un medio.............
 (Recorre la habitación de punta a cabo y su dolor le arranca lamentaciones.)
Perdóname. Yo sé que esta escena es intolerable y que tienes mucha paciencia, pero compréndeme; yo sufro, sufro. 
Este hilo es el último que me une todavía a nosotros....................
.............................¿Anteayer por la noche? He dormido. Me había acostado con el teléfono..............
No, no. En mi cama............  Sí, ya lo sé.  Soy ridícula, pero tenía el teléfono en la cama porque, a pesar de todo, estamos 
unidos por el teléfono. Llega hasta tu casa y, además, tenía la promesa de tu llamada. Así que figúrate que he tenido un 
montón de sueños. Esta llamada era un verdadero golpe que tú me dabas y yo me caía, o bien un cuello, un cuello que 
se puede estrangular, o bien yo estaba en el fondo de un mar que se parecía al piso de Auteuil, y yo estaba unida a ti por 
un tubo de escafandra y te suplicaba que no cortases el tubo; en fin, sueños estúpidos si se cuentan; únicamente que en 
el sueño tenían vida y era terrible............
Porque tú me hablas. Hace cinco años que vivo de ti, que tú eres mi aire respirable, el único; que paso el tiempo 
esperándote, creyéndote muerto si te retrasas, muriéndome por creer que estás muerto, reviviendo cuando entras y 
por fin estás aquí, muriéndome de miedo cuando te marchas. Ahora tengo aire porque tú me hablas. 
No es tan tonto mi sueño. Si cortas, cortas el tubo................................ 
.......De acuerdo, querido; he dormido. He dormido porque era la primera vez. El médico lo ha dicho: es una 
intoxicación. La primera noche se duerme. Y además el sufrimiento distrae, es completamente nuevo, se soporta. 
Lo que no se soporta es la segunda noche, ayer, y la tercera, esta noche, dentro de unos minutos, y mañana, 
y pasado mañana, y días y días..., ¿qué va a hacer una, Dios mío?........ 

De "La voz humana" 1930
Traducción de Julio Lago
De "Obras escogidas" Editorial Aguilar 1966



El Cabo de la Buena Esperanza


Entre 1915 y 1917 Jean Cocteau compuso este poema, en algunos aspectos 
según los principios de la escuela Dada. El personaje central es Roland Garros, 
primer vencedor del Mediterráneo, muerto en combate en 1918. 

                                                            23 septiembre 1913 
                                                          aeródromo de Túnez 

una seria turba árabe, francesa prevenida 
por los radiotelegramas hormiguea Islam el calor 
negrillos en los árboles                            el vendedor 
de buñuelos con miel                        el severo servicio de orden 
los reporteros                              los fotógrafos 
seis mil espectadores 
caras mirando hacia occidente esperan 
prestos al entusiasmo 
por una liza 
el anuncio espléndido 

el-joven -que-ha -cruzado-el-mar 

tres torpederos 
chafados en su baba


 El poeta es exacto. La poesía es exactitud...

El poeta es exacto. La poesía es exactitud. Desde Baudelaire, el público ha comprendido, poco a poco, 
que la poesía es uno de los medios más insolentes de decir la verdad. 
No existe arma de mayor precisión; y para defenderse, con una defensa instintiva, de la angustia de la 
exactitud y de las claridades reveladoras, se obstinan las gentes en confundir la poesía con la mentira, 
la viveza de espíritu con la paradoja. 
¿Para qué referir una historia que no lleve en sí el peso inimitable de la verdad? ¿Para qué Memorias 
imaginarias, falsas anécdotas, frases que se equivocan de labios y recuerdos pintorescos? El peso muerto 
de la inexactitud abruma de fatiga. 
Muy distinto es el haz de luz de un proyector, que se pasea por la superficie de esa noche acumulada 
detrás de cada uno de nosotros y que se detiene sobre un rostro, un acto o un lugar significativos, de forma 
que les dé el máximo de fuerza expresiva y de resurrección.[...]

1934-1935. Un telón cae, un telón se levanta. La vida ha muerto, viva la vida! Ha muerto una época, que he 
vivido desde su comienzo intensamente, pero contra toda mi voluntad; mis antenas me anuncian que 
empieza una era nueva en la que entreveo la nobleza cuyos signos me agradan. Aprovecho unos minutos de 
entreacto para levantarme, descansar, volverme y pasear mi anteojo. [...]

Un señor, cuya papel de cartas se embellece con profusión de lugares comunes grabados: Legión de Honor..., 
Palmas Académicas... , teléfono... , telégrafo... , me censura el empleo de lugares comunes que ruedan por 
todas partes. Yo enrojecería de vergüenza si el periodismo no me diera el ejemplo y el estilo frívolo que 
exige no comportase el uso de tales términos; unos, sin excusa; otros, magníficos, firmes en sus pedestales 
de mármol puro, verdaderas obras maestras de los siglos. ¿Nacieron alguna, vez? ¿Salieron, sin padre, del 
fondo de las excavaciones? 
Un agricultor encuentra los brazos de la Venus de Milo. ¿A quién pertenecen? ¿A la Venus de Milo o al 
agricultor? Pertenecen al mito. Se abrazan al cuello de la poesía. Son serpientes blancas que tienen vida propia. 
¡Qué delicia emplear los: «No obstante », "En resumen », «Por lo demás... », «Aparte de », «En una palabra » 
que se ensamblan ellos solos como fragmentos de un puzzle! 
Perdóname, lector. Compréndeme. Ayúdame. Juega conmigo. No te quedes en pie delante de mi mesa. 
Conviene escribir y leer juntos esta prosa con plantilla y por retazos. 

Fragmento de "Retratos-Recuerdo" 1935
Traducción de Enrique López Martín
De "Obras escogidas" Editorial Aguilar 1966




Fruto


Un farol dominguero
madurado por el viento
puede incendiar las ramas.
Debe recogerse antes.

Versión de L.S.
  

Hay gentes que lo poseen todo...

Hay gentes que lo poseen todo y no consiguen hacerlo creer; ricos tan pobres y nobles tan vulgares 
que la incredulidad que suscitan acaba por hacerlos tímidos y les da una actitud sospechosa. 
En algunas mujeres, las más hermosas perlas resultan falsas. En cambio, en otras las perlas falsas parecen 
verdaderas. De igual modo, hay hombres que inspiran una confianza ciega y que gozan de privilegios 
que no podrían pretender. Guillermo Tomás pertenecía a esa raza de ventura.
Se le creía. No necesitaba adoptar precaución alguna ni hacer ningún cálculo. Una estrella de mentira le 
llevaba derechamente a su objeto. Así, nunca tenía el rostro preocupado, turbado ni ceñudo. No sabiendo 
nadar ni patinar, podía decir: «Yo patino y yo nado.» Todos le habían visto sobre el hielo y en el agua. 
Un hada especial da esa suerte en el nacimiento. 
Hay algunos que triunfan y a cuya cuna no acudió más hada que esa. 
Nunca se le ocurrió a Guillermo hacer su examen y pensar: «¿Cómo saldré de esto?», o «Estoy engañando», 
o «Soy un miserable», o «Soy un hombre hábil». 
Caminaba estrechamente unido a su fábula. 
Cuanto más vivía su papel, más se incorporaba a él y más le aportaba ese fuego y esa franqueza que persuade.

Fragmento de "Tomás el impostor" 1923
Traducción de Luis Hernández Alfonso
De "Obras escogidas" Editorial Aguilar 1966

  

Mediodía 


El sol cae aplomado 

El pájaro 
Alcanzando su sombra 
Se posa dulcemente sobre ella 
En Bizerte 

Y un campesino corre...

  

Oda a Picasso  (fragmento)

Recuerdo de Montparnasse

«Oh mi bella»

los sitios de sombra

                  fuma su pipa
sentado en sí
y contra sí


cita en casa de Nadar
                             con
               la eternidad


                  el oro del hielo
              gira alrededor

del domador

                              de musas
              que         cuelga

una cacerola
al perro de la troupe

a su vez amordazado
medita
un golpe bajo


una                        zancadilla

                  inesperada

                       pues

habiéndose
                       bufado de ellas

                             fue
                   hecho prisionero
           en su ronda terrible


y allí

busca


por
donde 
                                        salir

Versión de Cristina Peri Rossi 
José J. Olañeta, Editor 2003
 
 

Un amigo duerme

Tus manos por las sábanas eran mis hojas muertas. Mi otoño era un amor por tu verano. 
El viento del recuerdo resonaba en las puertas de lugares que nunca visitáramos.

Permití la mentira de tu sueño egoísta allá donde tus pasos borra el sueño. Crees estar donde estás. 
Qué triste nos resulta estar donde no estamos, así siempre.

Tu vivías hundido dentro de otro tú mismo, abstraído a tal punto de tu cuerpo que eras como de piedra. 
Duro para el que ama es tener un retrato solamente.

Inmóvil, desvelado, yo visitaba estancias a las que nunca ya retornaremos. 
Corría como un loco sin remover los miembros: el mentón apoyado sobre el puño.

Y, cuando regresaba de esa carrera inerte, te encontraba aburrido, con los ojos cerrados, 
con tu aliento y con tu enorme mano abiertos, y tu boca rebosante de noche...


Mediodía


El remero, angel de madera, impulsa con sus alas
-Afrodita, sus avestruces, sus diamantes-,
desde la amplia calma a bordo de una ola constante,
un carruaje esmeralda de corceles espumosos

He aquí los restos: bidones, anclas, vigas
mástiles, medusas, miradas de ahogados en las vitrinas
del bulevar de las ciudades submarinas
Y el mar se retira succionando entre burbujas

Rapidamente me quito mi camisa, mi sombrero,
me tiendo, naúfrago desnudo en esta orilla,
obligando a mostrarse bajo el calor salvaje
al atezado indio Sioux capturado en mi piel

 Los perros ladran a lo lejos ...


Los perros ladran a lo lejos y, cerca, canta el gallo.
Es tu forma de ser, oh! naturaleza traviesa
pero Abril lo cambia todo la mañana siguiente,
viste los maduros frutales de suave satén,
tiñe la viña y la mariposa de tonalidades azufre,
en el néctar de la rosa embriaga a los abejorros,
y anuda los lazos del amor desatado.

Así canta un poeta amado por dioses salvajes,
Y que, como Jano, posee varias bocas.


EL SECRETO DEL AZUL


El secreto del azul está bien guardado. El azul llega de la lejanía. Por el camino va endureciendo poco a poco y trueca en montaña. Para lograrlo trabaja la cigarra. Para lograrlo trabajan los pájaros. En realidad nada se sabe. Se habla del azul de Prusia. En Nápoles, la Santa Virgen se queda en los huecos de las paredes cuando se retira el cielo.
Sólo un río atraviesa la jungla. En él mojan su piocha los leones. Lo difícil sería admitir al aire libre la presencia de la domadora desnuda y de su cowboy.
Por aquí todo es misterio. Misterio el zafiro, misterio la Santa Virgen, misterio la tromba, misterio el cuello del marino, misterio los rayos azules que dejan ciego y tus ojos azules que me traspasan el corazón.


miércoles, 28 de septiembre de 2016

POEMAS DE LORD BYRON


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Adiós


¡Adiós! si dicha se concede al hombre
de una plegaria en premio, ésta tu nombre
elevará hasta el trono del Señor. 
Promesas, quejas, llanto, fueran vanos;
más que el lloro, exprimido, ya sangrante,
de ojos sin luz, tenaz remordimiento
esta palabra dice... ¡Adiós! ¡Adiós!

Secos están mis ojos, extinguida
mi voz, pero al dejarte, de mi vida
se adueña para siempre un gran dolor.
Aunque el pesar y la pasión torturan
mi corazón, quejarse no le es dado...
Yo sólo sé que en vano hemos amado...
Sólo puedo sentir... ¡Adiós! adiós.

Versión de Jorge Isaacs


Al cumplir mis 36 años

¡Calma, corazón, ten calma!
¿A qué lates, si no abates
ya ni alegras a otra alma?
¿A qué lates?

Mi vida, verde parral,
dio ya su fruto y su flor,
amarillea, otoñal,
sin amor.

Más no pongamos mal ceño!
¡No pensemos, no pensemos!
Démonos al alto empeño
que tenemos.

Mira: Armas, banderas, campo
de batalla, y la victoria,
y Grecia. ¿No vale un lampo
de esta gloria?

¡Despierta! A Hélade no toques,
Ya Hélade despierta está.
Invócate a ti. No invoques 
más allá

Viejo volcán enfriado
es mi llama; al firmamento
alza su ardor apagado.
¡Ah momento!

Temor y esperanza mueren.
Dolor y placer huyeron.
Ni me curan ni me hieren.
No son. Fueron.

¿A qué vivir, correr suerte,
si la juventud tu sien
ya no adorna? He aquí tu 
muerte.

Y está bien.
Tras tanta palabra dicha,
el silencio. Es lo mejor.
En el silencio ¿no hay dicha?
y hay valor.

Lo que tantos han hallado
buscar ahora para ti:
una tumba de soldado.
Y hela aquí.

Todo cansa todo pasa.
Una mirada hacia atrás,
y marchémonos a casa.
Allí hay paz.

Versión de Enrique Álvarez Bonilla




Camina bella, como la noche...


Camina bella, como la noche 
De climas despejados y de cielos estrellados,
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz 
Resplandece en su aspecto y en sus ojos, 
Enriquecida así por esa tierna luz 
Que el cielo niega al vulgar día. 

Una sombra de más, un rayo de menos,
Hubieran mermado la gracia inefable
Que se agita en cada trenza suya de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro,
Donde dulces pensamientos expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada. 

Y en esa mejilla, y sobre esa frente, 
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los matices que iluminan 
Y hablan de días vividos con felicidad. 
Una mente en paz con todo, 
¡Un corazón con inocente amor!

Versión de F. Maristany



Canción del corsario


En su fondo mi alma lleva un tierno secreto
solitario y perdido, que yace reposado;
mas a veces, mi pecho al tuyo respondiendo,
como antes vibra y tiembla de amor, desesperado.


Ardiendo en lenta llama, eterna pero oculta,
hay en su centro a modo de fúnebre velón,
pero su luz parece no haber brillado nunca:
ni alumbra ni combate mi negra situación.


¡No me olvides!... Si un día pasaras por mi tumba,
tu pensamiento un punto reclina en mí, perdido...
La pena que mi pecho no arrostrara, la única,
es pensar que en el tuyo pudiera hallar olvido.


escucha, locas, tímidas, mis últimas palabras
-la virtud a los muertos no niega ese favor-;
dame... cuanto pedí. Dedícame una lágrima,
¡la sola recompensa en pago de tu amor!...

Versión de F. Maristany

Cuando nos separamos...


Cuando nos separamos 
en silencio y con lágrimas, 
con el corazón medio roto, 
para apartarnos por años,
tu mejilla se tornó pálida y fría
y tu beso aún más frío...
Aquella hora predijo
en verdad todo este dolor.
El rocío de la mañana
resbaló frío por mi frente
y fue como un anuncio 
de lo que ahora siento.

Tus juramentos se han roto
y tu fama ya es muy frágil;
cuando escucho tu nombre
comparto su vergüenza.
Cuando te nombran delante de mí,
un toque lúgubre llega a mi oído
y un estremecimiento me sacude.
¿Por qué te quise tanto?
Aquellos que te conocen bien
no saben que te conocí:
Por mucho, mucho tiempo
habré de arrepentirme de ti
tan hondamente, 
que no puedo expresarlo.

En secreto nos encontramos,
y en silencio me lamento
de que tu corazón pueda olvidar 
y tu espíritu engañarme.
Si llegara a encontrarte
tras largos años,
¿cómo habría de saludarte?
¡Con silencio y con lágrimas!

Versión de Arturo Rizzi



En un álbum


Sobre la fría losa de una tumba
un nombre retiene la mirada de los que pasan,
de igual modo, cuando mires esta página,
pueda el mío atraer tus ojos y tu pensamiento.

Y cada vez cada vez que acudas a leer este nombre,
piensa en mí como se piensa en los muertos;
e imagina que mi corazón está aquí,
inhumado e intacto.

Versión de Arturo Rizzi

  

Hubo un tiempo... ¿recuerdas?


Hubo un tiempo... ¿recuerdas? su memoria
Vivirá en nuestro pecho eternamente...
Ambos sentimos un cariño ardiente;
El mismo, ¡oh virgen! que me arrastra a ti.

¡Ay! desde el día en que por vez primera
Eterno amor mi labio te ha jurado,
Y pesares mi vida han desgarrado,
Pesares que no puedes tú sufrir;

Desde entonces el triste pensamiento
De tu olvido falaz en mi agonía:
Olvido de un amor todo armonía,
Fugitivo en su yerto corazón.

Y sin embargo, celestial consuelo
Llega a inundar mi espíritu agobiado,
Hoy que tu dulce voz ha despertado
Recuerdos, ¡ay! de un tiempo que pasó.

Aunque jamás tu corazón de hielo
Palpite en mi presencia estremecido,
Me es grato recordar que no has podido
Nunca olvidar nuestro primer amor.

Y si pretendes con tenaz empeño
Seguir indiferente tu camino...
Obedece la voz de tu destino
Que odiarme puedes; olvidarme, no.

Versión de Arturo Rizzi



La destrucción de Senaquerib


BAJARON los asirios como al redil el lobo :
brillaban sus cohortes con el oro y la púrpura ;
sus lanzas fulguraban como en el mar luceros,
como en tu onda azul, Galilea escondida.

Tal las ramas del bosque en el estío verde,
la hueste y sus banderas traspasó en el ocaso:
tal las ramas del bosque cuando sopla el otoño,
yacía marchitada la hueste, al otro día.

Pues voló entre las ráfagas el Ángel de la Muerte
y tocó con su aliento, pasando, al enemigo:
los ojos del durmiente fríos, yertos, quedaron,
palpitó el corazón, quedó inmóvil ya siempre.

Y allí estaba el corcel, la nariz muy abierta,
mas ya no respiraba con su aliento de orgullo:
al jadear, su espuma quedó en el césped, blanca,
fría como las gotas de las olas bravías.

Y allí estaba el jinete, contorsionado y pálido,
con rocío en la frente y herrumbre en la armadura,
y las tiendas calladas y solas las banderas,
levantadas las lanzas y el clarín silencioso.

Y las viudas de Asur con gran voz se lamentan
y el templo de Baal ve quebrarse sus ídolos,
y el poder del Gentil, que no abatió la espada,
al mirarle el Señor se fundió como nieve.

Versión de Màrie Montand




La gacela salvaje


La gacela salvaje en montes de Judea
Puede brincar aún, alborozada,
puede abrevarse en esas aguas vivas
que en la sagrada tierra brotan siempre;
puede alzar el pie leve y con ardientes ojos
mirar, en un transporte de indómita alegría.

Pies ágiles también y ojos más encendidos
aquí tuvo Judea en otros tiempos,
y en el lugar del ya perdido gozo,
más bellos habitantes hubo un día.
Ondulan en el Líbano los cedros, mas se fueron
las hijas de Judea, aun más majestuosas.

Más bendita la palma de esos llanos
que de Israel la dispersada estirpe,
pues echa aquí raíces y se queda,
graciosa y solitaria:
ya su suelo natal no deja nunca
y no podrá vivir en otras tierras.

Mas nosotros vagamos, agostados,
para morir muy lejos:
donde están las cenizas de los padres
nunca descansarán nuestras cenizas;
ya ni un solo sillar le queda a nuestro templo
y en trono de Salem se ha sentado la Burla.

Versión de Màrie Montand


La partida


¡Todo acabó! La vela temblorosa
se despliega a la brisa del mar,
y yo dejo esta playa cariñosa
en donde queda la mujer hermosa,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.
Si pudiera ser hoy lo que antes era,
y mi frente abatida reclinar
en ese seno que por mí latiera,
quizá no abandonara esta ribera
y a la sola mujer que puedo amar.

Yo no he visto hace tiempo aquellos ojos
que fueron mi contento y mi pesar;
loa amo, a pesar de sus enojos,
pero abandono Albión, tierra de abrojos,
y a la sola mujer que puedo amar.
Y rompiendo las olas de los mares,
a tierra extraña, patria iré a buscar;
mas no hallaré consuelo a mis pesares,
y pensaré desde extranjeros lares
en la sola mujer que puedo amar.

Como una viuda tórtola doliente
mi corazón abandonado está,
porque en medio de la turba indiferente
jamás encuentro la mirada ardiente
de la sola mujer que puedo amar.
Jamás el infeliz halla consuelo
ausente del amor y la amistad,
y yo, proscrito en extranjero suelo,
remedio no hallaré para mi duelo
lejos de la mujer que puedo amar.


Mujeres más hermosas he encontrado,
mas no han hecho mi seno palpitar,
que el corazón ya estaba consagrado
a la fe de otro objeto idolatrado,
a la sola mujer que puedo amar.
Adiós, en fin. Oculto en mi retiro,
en el ausente nadie ha de pensar;
ni un solo recuerdo, ni un suspiro
me dará la mujer por quien deliro,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

Comparando el pasado y el presente,
el corazón se rompe de pesar,
pero yo sufro con serena  frente
y mi pecho palpita eternamente
por la sola mujer que puedo amar.
Su nombre es un secreto de mi vida
que el mundo para siempre ignorará,
y la causa fatal de mi partida
la sabrá sólo la mujer querida,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

¡Adiós!..Quisiera verla... mas me acuerdo
que todo para siempre va a acabar;
la patria y el amor, todo lo pierdo...
pero llevo el dulcísimo recuerdo
de la sola mujer que puedo amar.
¡Todo acabó! La vela temblorosa
se despliega a la brisa del mar,
y yo dejo esta playa cariñosa
en donde queda la mujer hermosa,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

Versión de Ismael Enrique Arciniegas



No volveremos a vagar


Así es, no volveremos a vagar 
Tan tarde en la noche, 
Aunque el corazón siga amando
Y la luna conserve el mismo brillo.

Pues así como la espada gasta su vaina,
Y el alma consume el pecho, 
Asimismo el corazón debe detenerse a respirar,
E incluso el amor debe descansar.

Aunque la noche fue hecha para amar, 
Y los días vuelven demasiado pronto, 
Aún así no volveremos a vagar 
A la luz de la luna.



Sol del que triste vela...


¡Sol del que triste vela,
astro de cumbre fría,
cuyos trémulos rayos de la noche
para mostrar las sombras sólo brillan.
!Oh, cuánto te asemeja
de la pasada dicha
al pálido recuerdo, que del alma
sólo hace ver la soledad umbría!

Reflejo de una llama
oculta o extinguida,
llena la mente, pero no la enciende;
vive en el alma, pero no lo anima.
Descubre cual tú, sombras
que esmalta o acaricia,
y como a ti, tan sólo la contempla
el dolor mudo en férvida vigilia.


A la luna


¡Sol del que triste vela,
Astro de cumbre fría,
Cuyos trémulos rayos de noche
Para mostrar sombras sólo brillan!

¡Oh, cuánto se asemeja
De la pasada dicha
Al pálido recuerdo que del alma
Sólo hace ver la soledad sombría!

Reflejo de una llama
Oculta o ya extinguida,
Llena la mente pero no la enciende;
Vive en el alma pero no la anima.

Descubre, como tú, sombras
Que esmalta o acaricia
Y, como a ti, tan solo la contempla
El dolor mudo en ferviente vigilia.


Camina bella


Camina bella, como la noche
De climas despejados y de cielos estrellados,
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Resplandece en su aspecto y en sus ojos,
Se reúne en su aspecto y en sus ojos:
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.

Una sombra de más, un rayo de menos,
Hubieran mermado la gracia inefable
Que se agita en cada trenza suya de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro,
Donde dulces pensamientos expresan
Qué pura, qué adorable es su morada.

Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
Son tan suaves, tan tranquilas y a la vez tan elocuentes
Las sonrisas que vencen, los matices que iluminan
Y hablan de días vividos con felicidad.
Una mente en paz con todo,
¡Un corazón lleno de puro amor!



 

El corsario


Del negro abismo de la mar profunda
Sobre las pardas ondas turbulentas,
Son nuestros pensamientos como él, grandes;
Es nuestro corazón libre, cual ellas.
Do blanda brisa halagadora expire,
Do gruesas olas espumando inquietas
Su furor quiebren en inmóvil roca,
Hed nuestro hogar y nuestro imperio. En esa
No medida extensión, de playa a playa,
Todo se humilla a nuestra roja enseña.
Lo mismo que en la lucha en el reposo
Agitada y feliz nuestra existencia,
Hoy en el riesgo, en el festín mañana,
Brinda a nuestra ansiedad delicias nuevas.
¿Quién describir pudiera nuestros goces?
¡Oh!, no eres tú, que la molicie enerva,
Siervo de los deleites, que temblaras
De las montañas de olas en la incierta,
Móvil cumbre; ni tú, noble orgulloso,
Del hastío sumido en la indolencia,
A quien ya el sueño bienhechor no halaga,
A quien ya los placeres no deleitan.
Sólo el infatigable peregrino
De esos caminos líquidos sin huellas,
Cuyo audaz corazón, templado al riesgo,
Al sordo rebramar de la tormenta
Palpitando arrogante, hasta la fiebre
Del delirio frenético en sus venas
Sintiese hervir la sangre enardecida,
Nuestros rudos placeres comprendiera.
Do el cobarde ve el riesgo, él ve la gloria,
Y sólo por luchar la lucha anhela
El pirata feliz, rey de los mares.
Cuando ya el débil desmayado tiembla,
Se conmueve él, apenas... se conmueve
Al sentir que en su pecho se despierta
Osada la esperanza, que atrevida
Su corazón para el peligro templa.
¿Qué es a nosotros la temida muerte
Como el rival odioso también muera?
¡Qué es la muerte! La muerte es el reposo...
Cobarde, eterno, aborrecible... ¡Sea!
Serenos aguardémosla. Apuremos
La vida de la vida, y después venga
Fiebre traidora o descubierto acero
Implacable a romper su débil hebra.
Cobardes otros, de vejez avaros,
Revuélquense en el lecho que envenena
Dolencia inmunda, y el impuro ambiente
Con flaco pecho aspiren y fallezcan
Luchando con la muerte... ¡Oh, no a nosotros
Fúnebre lecho de agonía lenta;
¡Césped fresco es mejor...! Y mientras su alma
Sollozo tras sollozo tarda quiebra
Los nudos de la vida, de un impulso
Sus ligaduras rompe y se liberta
Osado nuestro espíritu. Sus restos
Del blanco mármol de su tumba estrecha,
Grabado por el mismo que su muerte
Hipócrita anhelaba, se envanezcan:
Cuando sepulte el mar nuestro cadáver
Le bastará una lágrima sincera,
¡Una lágrima sola! Henchido el vaso
Del alegre festín en la ancha mesa
Honra de nuestros bravos la memoria.
Corto epitafio su valor celebra
Cuando en el día augusto del peligro,
Al repartir el vencedor la presa,
Recuerdo de dolor su frente anubla
Y con voz ronca que insegura tiembla:
"¡Cuán felices, exclama, nuestra dicha
Los valientes que han muerto compartieran!"
Así grito salvaje en sordo acento
Repite el eco en las cortadas peñas
Del islote escarpado del Corsario,
Do del vivac se apagan las hogueras;
Y en alegre cantar sus agrias notas
De los piratas al oído suenan.
En pintorescos grupos esparcidos
De fresca playa en la dorada arena,
Aguzan unos sus puñales; otros
Alegres ríen, bulliciosos juegan,
O sus fieles alfanjes desnudando
Indiferentes, sin afán, contemplan
La sangre que los mancha. Precavidos
Otros, con mano previsora pliegan
Las anchas velas del bajel osado,
O el negro flanco recomponen; mientras
Pensativos algunos por la orilla,
De las olas al son, lentos pasean.
A quien aguija de inquietud oculta
El afán incesante, allá en las quiebras
De las ásperas rocas, lazos tiende
A las marinas aves, o al sol seca
La red humedecida; y en la mancha
Que del mar en los límites blanquea,
Con los ojos de la ávida esperanza
Del incauto bajel mira las velas.
De cien noches de horror y de combate
Los lances con placer todos recuerdan.
Y de luchar ansiosos se preguntan:
"¿En dónde buscaremos nuevas presas?"
¿Dónde? ¿Qué les importa? Ya lo sabe,
Y basta, el capitán. Fiel obediencia
Es su único deber: saben que nunca
Les faltará el botín, y más no anhelan.
¿Y quién es ese capitán? Su nombre
Pronuncian en voz baja y lo respetan
Cuantos habitan las hermosas playas
Que aquellas olas complacidas besan:
Y más no saben, ni saber más quieren
Les basta un gesto, una mirada. Apenas
Oyen su voz. De sus banquetes rudos
No anima el regocijo su presencia.
Mas, ¿cómo ante la gloria de sus triunfos
Acusar sus desdenes? Jamás llenan
Para él la roja copa: indiferente
La mira y a sus labios no la acerca;
Y es su sobrio manjar, que desdeñara
El más grosero de su banda, y fue
A ermitaño frugal ración escasa,
Secas raíces de silvestres yerbas,
Rústico pan y los jugosos frutos
Que brinda el árbol en sus ramas tiernas.
El impuro placer de los sentidos
Desdeñoso su espíritu desprecia,
¿Será que su energía no domada
De esa abstinencia misma se alimenta?
"Pronto a la mar". -Y el mar surcan sus naves.
"A aquella playa el rumbo". -Y allá vuelan.
"¡Sus!, ¡a las armas!". -¡Y el botín es suyo!
Así a su voz, que imperativa ordena,
Sigue la acción; y todos obedecen,
Y su oculta intención nadie penetra.
Si suena escrutadora una palabra,
Una mirada de desprecio muestra
De su temida indignación un rayo:
No sabe dar su orgullo otra respuesta (...)




Estancias a un aire indostático



¡Oh tú, mi triste y solitaria almohada!,
Tráeme dulces sueños para preservar mi corazón del quebranto,
A cambio de las lágrimas que sobre ti derramé despierto;
No me dejes morir hasta que vuelva sobre esas olas.