lunes, 5 de septiembre de 2016

12 POEMAS DE N A T A L I A L I T V I N O V A (del libro ESTEPARIA edición Colombiana editorial Babilonia 2016)

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(Gómel , Bielorrusia, 1986)

lengua esteparia


desagotaré el límite de lo exacto
sufriré el naufragio más quieto
tragándome en mi intemperie.
mi pie partió y fue feliz.
mi puente se partió y fue feliz.
mi cuerpo se quebró
nací de mí,
de mi quebrado brote
en fatigas y barcos,
en oráculos que se doran
junto al dios de un ojo,
el que oye
penetrar mi lengua esteparia.

censura


patio ocre
de tu ocre infancia,
línea blanca
del acento censurado,
olor que te despierta
ante la inexistencia del mañana.
yo,
pulcro olor de tu patio,
ocre línea blanca
de tu despertar trunco,
te despierto siempre
para recibir mi censura.

garras y azucenas


la infancia juega
en el sótano de garras y azucenas,
cutículas de alejamiento maternal,
poros que llevan a la isla bendita
de muros en forma de agujas
y caricias de cisne.

despedida de cuadros mentalespara incorporar metáforas de la infancia


conmoción de árboles
ante mi arte
no caer en ojos precisos
río de hamacas
elevan un cuerpo
abusado por la huida.

día santo


los que me abrazan
son seres de mi laberinto
besan mi boca
escupen tinta china.
el ritual se repite
todos los santos días.

lengua menor


1.
de noche desescribo
el nombre de cada palabra.
así busco una lengua menor
para no decapitarme en el lenguaje.

2.
la verdad de lo no dicho,
la fuerza del abuso de la palabra:
el lenguaje.
fotografías pegadas a la pupila
(no se ven. pero existen.)
3.
dios duerme
y nosotros rezamos
sin entender su idioma.
supongo que las cosas suceden
porque también tienen a su dios:
la metáfora.

del futuro sólo se habla


hay algo de nada
en todo esto de vivir en este mundo
y es mucho
cuando las manos tienen
sed de hambre
y no hay manos.

lo que no se puede tocar con estas manos


ahora si, manos invisibles
sujeten
mis manos de hoja en blanco,
mis manos de jardín baldío.
*
casi confieso que el tiempo no existe.
en este mar de arena
cada día siguiente es un milagro,
llegar juntos a ningún lugar, también.
*
qué brazo no ha sido arrancado
por ser palabra escrita.
qué ojos no se marchitaron
al ser leídos.
cuánta sequía en la boca
y ni una botella con un mensaje
que la salve.

insomnio


esto no es dormir, es hacer silencio; la destrucción
del momento.
esto no es dormir, es suspirar cuando las cosas se
recubren de virginidad.
los párpados pesados cortan por la mitad el mundo
de la simetría.
los ojos cerrados preparan un espacio donde las
cosas no tienen miedo de hablar
por si solas sin la necesidad de ser narradas.

disléxica


dolor canino
sobre pelaje nocturno
mientras todo
es un maúllo del decir
*
cuerpos sin casa
a punto de desvanecer
eterna entrada
al sacrilegio
*
mímesis de tu
materia verbal
a punto de un collage
sonoro.
*
amanecer, infancia
de tu vejez prematura.
antes de anochecer
te haré una boca disléxica
para que reconstruyas
mí lengua.
*
mi boca extranjera
pura cuando recién nacida
mendiga de voces
cuando poeta.
*
suprimida metáfora
festín de alejamientos
transforman la palabra
en un creíble abismo.

 ceremonia


la infancia
te hará un palacio de invierno,
sembrará tus verduras,
será tu pájaro
recortado del periódico.
una castaña vista
desde la ventanilla del colectivo.
quemará la casa.
venderá tu fruto.
cortará al pájaro
adherido a la nieve.

partir blanca de la oscuridad


tienes que aprender a disimular y no arrancarle las
pestañas al espejo.
disimular a estos lagartos que suben y bajan tus
paredes de noche,
esa mesa fría y el vaso que late cuando lo suprimes
con la mano.
tienes que aprehender esa fuerza extraña que te
exhala sobre la nuca.

cartas de dolor y de amor, son la misma cosa.
cartas en blanco, cartas de muerte,
cartas pájaros migratorios
que observo cuando vuelven
y pongo una vela por cada pluma
que toca el suelo con lentitud funeraria.
la piel no se renueva, recuerda.
es corteza de un árbol tatuado con una navaja
o el caparazón de un grillo que se raspó
contra la amapola.
soy un sol blanco que rueda por el desierto,
y los hombres me miran cubriéndose la cara.

soy el bolsillo expuesto de mi cuerpo.
los días como una tijera.
despierto y digo en voz alta la oración
de mi abuela analfabeta
y corto el miedo con mi lengua.
como papá tengo débil el nervio del ojo izquierdo
¿heredaré más gestos,
el corazón lloroso de mi madre?
le pregunto a la abuela si Dios existe.
se ríe y cuenta acerca de la vegetación
y las trampas del bosque,
el color de los hongos venenosos
y como tiembla la nariz del búfalo.
yo no conocí a mi madre, dice,
y no sé si Dios existe.
de todo eso me habla,
del sol frio del invierno y de su caída roja,
y de las huellas breves que dejamos

en la nieve.

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