martes, 13 de septiembre de 2016

Pequeña muestra de mi poemario inédito "Postales y gritos"

Ya no llegan las palomas a las plazas
Ni los ancianos
Lanzan arroz por costumbre.
No llegan las palomas a las plazas
Los monumentos las extrañan pues sin ellas son
Invisibles sin el traje de plumas
Adornando sus figuras;
Ya no llegan las palomas a las plazas,
Solo los ancianos que hablan de tiempos pasados,
De bailes y licores lejanos;
Los ancianos yacen sentados junto a la pileta
Esperando la bulla de las palomas
Quienes al parecer perdieron su rumbo
Y los ancianos mueren día a día deshaciéndose entre
Sus palabras y no llegarán las palomas,
Solo quedaron suspendidos en el tiempo.
Los esqueletos de los ancianos
Que aun con sus bolsitas de arroz esperan a las palomas,
Finalmente yacen en sus lugares pero ya
                        No hay arroz ni ancianos en el parque.

El sol derrama sangre sobre nuestras cabezas
Fuego contra el mundo,
Al salir el sol tengo que entrar en casa
Qué la noche no muera
 Poder seguir cantando
Con la melancolía del perro que aúlla a la luna.

La muerte no me aterra pero me persigue
La muerte suelta sus olores en mi nariz.
La muerte me choca el cerebro, en ella  pienso cada día
Deseo morir:
La cuerda pende al cuello,
Las cuchillas cruzan mis venas
Como canto de ebrio,
Como beso de niño
Colgado en una vara dura como el acero,
Allí mismo cuelgo mi cuerda y
De ella mi cuello,
Mi voz grita palabras lacrimógenas para espantar
A los curiosos que se burlan de mi familia.



Tengo el poder de Abrir puertas
Que van a ninguna parte,
Ventanas que no dejan entrar pájaros
Compro Trompetas que no tienen voz,
Abro latas sin contenido, sueño sin olas el mar



El soldado mira serio por ese miedo llamado disciplina,
 Su fusil pende
De una sonrisa
Guardada por miedo
El soldado esconde el miedo
Detrás sus condecoraciones
Piensa en su madre mientras
La bala rompe su corazón.



No soy ni dios ni demonio, muchos quisieran
Que fuera alguno de los dos,
Yo mismo quisiera saberme ángel desnudo
O
Demonio ebrio.
No quiero esa responsabilidad tan importante.
No soy ni ángel ni demonio,
Quizá un ateo frustrado,
Un marxista occidental.
Sería un demonio bailón,
Un demonio que no asusta.
Que no lleva la muerte bajo su daga,
Soy solo un hombre, un poeta,
Un aprendiz de pintor,
Que camina en la multitud,
Con una novela en su cabeza.
No soy ni sol ni luna
Quizá estrella opaca…


Los minutos pasan por mi rostro
Los segundos arrugan mi sonrisa,
Los días y las semanas pasan como
Carros sobre mi cuerpo
Soy sombra sin sol,
carne sin esqueleto,
Soy de maíz, soy de barro, endeble,
Miedoso al agua fría y al chocolate caliente.
A la par que yacía sentado en su mecedora,
Las aves agujerearon su cuerpo,
Se le llevaron los ojos, las vísceras y el corazón
Las aves barrieron con todo,
            Dejaron sus huesos blanquísimos,
            Al descubierto y los sueños
Como pendientes en sus orejas.




El gato ve en la noche la tristeza,
Los perros ladran para consolarla
Y los ebrios las evitan por dolor



Los sueños habitan
Lugares solitarios,
Mentes indoloras,
Enfermos y moribundos.
Los sueños acompañan
Ebrios, enfermos y leprosos
Los sueños miran
El morir
De quienes yacen
Humillados,
En una fosa común,
Gritando su nombre
A la noche.
Sin lapidas y sin quien los llore.



Los pasos uno tras otro
Suenan como una escalera hacia la muerte,
Un sueño casi diluido,
Llega el olvido y una calavera
Es el anuncio de una lluvia triste,
Las lágrimas corren como ríos bravíos,
La sangre mana por las heridas del corazón

En un inmenso desierto rojizo sangrante.

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