domingo, 31 de enero de 2016

POEMAS DE TADEUSZ RÓZEWICZ


Poeta Tadeusz Różewicz czerwiec  1979 r. soa PAP/PAI/Reprodukcja
(Polonia, 1921 -2014)


La espina

no creo
no creo desde que abro los ojos
hasta cerrarlos
no creo desde una orilla
hasta la otra
de mi vida
no creo
con la misma profundidad
con que mi madre
creía
no creo
al comer pan
al beber agua
al amar un cuerpo
no creo
en sus templos
en sus curas en sus signos
no creo
al pasar por la calle de una ciudad
por el campo
bajo la lluvia en el aire
dentro del resplandor
de la anunciación
leo sus parábolas
rectas como la espiga del trigo
y evoco a un dios
que no sabía reír
pienso
en un dios
pequeño y sangrante
que yace
en los blancos lienzos de la infancia
pienso
en una espina que desgarra
nuestros ojos nuestras bocas
ahora
y en la hora de la muerte

En la mitad de la vida

Después del fin del mundo
después de mi propia muerte
me encontré en la mitad de la vida
construyéndome
construyendo la vida
los seres los animales los paisajes
esto es una mesa —decía—
esto es una mesa
sobre la mesa pan y cuchillo
cuchillo para cortar pan
pan —alimento del hombre
al hombre hay que amarlo
—aprendía día y noche—
¿a quién debes amar?
yo contestaba: al hombre
esto es una ventana —decía—
esto es una ventana
detrás de la ventana hay un jardín
en el jardín veo un manzano
el manzano florece
pierde flores
se forman frutas
maduran
mi padre arranca una manzana
el hombre que arrancó la manzana
es mi padre
me senté en el umbral
esta anciana que pasa
arrastrando una cabra amarrada
vale más que siete maravillas del mundo
quien piensa y siente
lo contrario
asesina a la humanidad
esto es el hombre
árbol esto es
pan
los humanos comen para vivir
—me estaba repitiendo—
la vida humana es importante
la vida humana tiene peso
el peso de la vida
vale más que todas las cosas
creadas por los seres humanos
el hombre es un tesoro —insistía—

esto es agua —acariciaba
su superficie con las manos
dialogaba con el río
agua —decía—
agua buena
soy yo
el hombre le hablaba al agua
le hablaba a la luna
a las flores de la lluvia
a la tierra bajo sus pies
a los pájaros
y al cielo
no le contestaba el cielo
se quedó callada la tierra
si oyes una voz
brotando
de la tierra de los ríos del cielo
es una voz gemela
del otro

 Cuento sobre las viejas feas

me gustan las viejas
las viejas feas
malignas
ellas: sal de la tierra
no les da asco la basura
humana
son ellas que conocen el revés
de la medalla
del amor
de la fe
las viejas
vienen y van
mientras los dictadores
se hacen los graciosos
mostrando sus manos en sangre
las viejas feas se levantan
junto con el sol
compran carne frutas pan
lavan hacen la cocina
se quedan en las calles con brazos cruzados
y se callan
las viejas
son inmortales

Hamlet se agita dentro de su red
Fausto hace un juego vil y ridículo
Raskolnikov bate con su hacha
las viejas son
irrebatibles
sonríen levemente
muere el dios
las viejas se levantan sin hacerle caso
cada día
compran pan vino pescado
se muere la civilización
las viejas se levantan junto con el sol
abren las ventanas
tiran la basura
se muere el hombre
las viejas
lavan al difunto
entierran a sus muertos
siembran flores
sobre sus tumbas
me gustan las viejas
las viejas feas
malignas
creen en la vida eterna
ellas: sal de la tierra
corteza del árbol
mirando con sus ojos de humildes bestias
cobardía y heroísmo
grandeza y mezquindad
a todo le dan una dimensión
conforme a las exigencias del día
de su día cotidiano
sus hijos descubren América
perecen en las Termópilas
crucificados se desangran
conquistan el Cosmos
las viejas salen a las calles
junto con el sol compran leche
pan carne todavía falta pimienta
para el guiso
las viejas abren las ventanas
sólo los tontos se ríen
de las viejas
de las viejas feas
malignas
porque ellas son mujeres
hermosas
las buenas viejas hermosas
como huevos
secretos sin misterio
bolas rodando incansablemente
las viejas son
momias
como de gatos sagrados
pequeñas
todas arrugadas
y cada día más secas
manantiales frutas
o gordas
budas ensimismadas
cuando mueren
se les escapa
una pobre lágrima juntándose
con una sonrisa feliz
de jovenzuela

TALA DE ÁRBOL

                                  En memoria de jaroslav Iwaszkiewicz autor de: "Jardines" 

Una ansiedad incesante
reina entre las copas

un árbol marcado
para su tala
con una señal blanca de aniquilación
todavía respiraba
sus brazos y ramas
arañando
las nubes huidizas

las hojas temblaban y languidecían
sintiendo muerte

los árboles no se mueven
de un lugar a otro
en busca de alimento
no pueden escapar
de la sierra
y el hacha

una ansiedad incesante
reina entre las copas

el corte de árboles es una ejecución
desprovista de ceremonia

escupiendo aserrín
la sierra mecánica
penetra en la corteza la pulpa y el corazón

como rayo
herido por un lado
colapsó
y cayó entre la maleza
con todo su peso muerto
aplastó césped y hierbas
delgadas leves briznas
y temblorosas telarañas

junto con el árbol
destruyeron su sombra
transparente
ambigua
imagen
signo
que aparece
en la luz
del sol y la luna

Las diligentes raíces
aún no tienen sospecha
sobre la pérdida del tronco
y la copa

lentamente
la muerte de la superficie del árbol
penetra la tierra

las raíces de los árboles vecinos
se tocan
traban relaciones
y vínculos
junto a hombres y animales
los únicos sensibles seres vivientes

creados a imagen
y semejanza de los dioses

Los árboles
no pueden ocultarse de nosotros

Niños nacidos
sin dolor en clínicas
que maduran
en discotecas
destrozados por la luz artificial
y el sonido
boquiabiertos ante la pantalla de la tv
no conversan con árboles

Los árboles de  la infancia talados, quemados
envenenados muertos
reverdecen sobre nuestras cabezas
en mayo
esparcen hojas encima de las tumbas
en noviembre
crecen dentro de nosotros
hasta la muerte

 Lo no dicho


ahora empezamos la conversación
las palabras ocultan
lo que ha pasado
antes
más allá de nosotros
sin salida

todavía no lo sabes

extiendes los brazos
piensas que estoy
en el mismo lugar
en que me dejaste

miras alrededor
te alejas
por un callejón sin salida

estás ahí
inmóvil poco clara
la verdad llega despacio
a tu corazón

nuestras palabras se quedan sin techo

 REGRESO


De repente se abrirá la ventana
y mi madre me llamará
es tiempo de regresar

se abrirá la pared
entraré en el cielo con zapatos enlodados

me sentaré a la mesa y bruscamente
contestaré las preguntas

no me pasa nada dejadme
en paz. Con la cabeza entre las manos
sigo sentado. Cómo les
voy a hablar a ellos de este largo
y enredado camino.

Aquí en el cielo las madres con agujas
tejen bufandas verdes

zumban las moscas
mi padre dormita cerca de la chimenea
después de los seis días de trabajo.

No - no les puedo
decir que el hombre se lanza
a la garganta del hombre. 

.....

Entre tantos quehaceres
muy urgentes
he olvidado
que también es necesario
morir

imprudente
descuidé este deber
o lo cumplía
superficialmente

a partir de mañana
todo cambiará

empezaré a morir cuidadosamente
con sabiduría y optimismo
sin perder el tiempo

LA TRENZA


Cuando ya habían afeitado
a todas las mujeres del transporte
cuatro obreros barrieron
y apilaron el cabello
con unas escobas de madera de tilo

Bajo los cristales limpios
yace el cabello rígido de las asfixiadas
en las cámaras de gas
entre el cabello hay agujas para el pelo
y peines de hueso

No deja que se entrevea la luz
no lo mece el viento
no lo acaricia una mano
ni la lluvia ni unos labios

En grandes cajas
se amontona el cabello seco
de las asfixiadas
y una pequeña trenza gris
con su lazo
de la que tiran en la escuela
los chiquillos traviesos.


CASITA DE NAIPES

.
Mi chica
construyó una casa 
de naipes de colores
.
mi chica
tararea una canción
sobre unas rosas blancas
.
quisiera amarla
mirar el azul puro
de sus ojos
.
los asesinados
con la sonrisa quebrada
se carcajearon
.
en las palmas de mis manos
manchas rojas
manchas rojas
.
en las rosas blancas
en las paredes blancas
manchas rojas
.
los asesinados
destruyen la casa
a mi chica
.
los asesinados
reparten los naipes
con el rostro putrefacto

BALADA SOBRE UN FUSIL

.
Hijito hijito palomita mía
por qué gritas en la noche
Hijito hijito corazón mío
qué te ha pasado
.
Mamá mamá
estaban aquí en casa
transpasaron tu corazón
me cortaron la cabeza
quemaron nuestra casa
.
Mamá
dónde está mi fusil
.
Hijito hijito
qué es lo que has soñado
la guerra ya terminó
nuestra casa está aquí y es blanca
los árboles florecen en el jardín
.
Hijito hijito palomita mía
quçe te ha pasado
.
Mamá mamá
dónde está mi fusil
he escuchado sus pasos
he visto sus rostros
ocultos en la oscuridad
.
Hay que matarlos
la guerra no ha terminado
hay que matarlos
en Grecia en España
en China en Indonesia
incluso debajo de la tierra
.
Porque si no vendrán aquí
y quemarán nuestra casa
y cortarán los árboles
y transpasarán los corazones.

sábado, 30 de enero de 2016

POEMAS DE JULIA DE BURGOS


            (Barrio Santa Cruz, Carolina, 1914 - Harlem, Nueva York, 1953)



DAME TU HORA PERDIDA


De tu existencia múltiple dame la hora perdida,
cuando vacío de todo, no sientas ni la vida.

Cuando te encuentres solo, tan lejos de ti mismo
que te pese la mera conciencia del mutismo.

Cuando sientas tan fuerte desprecio por lo humano
que hasta de ti te rías, cual de cualquier gusano.

Cuando estés tan distante del farsante murmullo
que deshagas la fórmula de tu arrogante orgullo.

Entonces, ya vacío de todo, con tu nada
acércate a mi senda y espera mi llegada.

Yo te daré la nota más cierta de mi vida.
Tú me darás la nada de tu hora perdida.

Yo te daré inquietudes, sentidas emociones
que turben tu vacío y broten en canciones.

Tú me darás la nada de la inmortal mentira
de eternizar las cosas en su inmortal mentira.

Yo te daré verdades de todo lo tangible
para pesar la nada de tu vida insensible.

Y así, tú te darás en mí como si fuera
mi vida un aletazo de la ida primavera.

Que nunca ha sido, y siempre se extiende en nuestras almas
como verdad de nada, igual que las no almas.

Y yo me daré en ti como futuro incierto
de tiempos que no han sido, y canción que no ha muerto.

Y alzaremos en ritmo vibrante y alocado
la sublime mentira de habernos encontrado.

Yo, en la nada insensible de tu hora perdida,
y tú, en la también nada de mi frívola vida.


MOMENTOS


Yo, fatalista,
mirando la vida llegándose y alejándose
de mis semejantes.

Yo, dentro de mí misma,
siempre en espera de algo
que no acierta mi mente.

Yo, múltiple,
como en contradicción,
atada a un sentimiento sin orillas
que me une y me desune,
alternativamente,
al mundo.

Yo, universal,
bebiéndome la vida
en cada estrella desorbitada,
en cada grito estéril,
en cada sentimiento sin orillas.


[Se me ha perdido un verso]

CORTANDO DISTANCIAS

Chispeado de luces del rumbo futuro
que adviértese en todas las nuevas llamadas,
de espalda al prejuicio y a solas contigo,
llegastes a mi vida cortando distancias.

Distancia de innobles pisadas sociales.
Distancia de huellas de loca avanzada.
Distancia de credos, de normas, de anhelos.
Distancia de todo lo que hace la nada.

Llegaste. Eso es todo. Rasguea tus sentidos,
y dame un lenguaje de voces calladas.
Renuncio al legado de un mundo ficticio.
No quiero limosnas de herencia gastada.

Prefiero al murmullo de todos los tiempos,
el secreto íntimo de las circunstancias,
prendida al silencio de tu vida mía
y oyendo en tus ojos y no en tus palabras.

Lancemos un grito de adioses al viento
por todas las fugas que cortan distancias.
Un místico y suave adiós al ensueño
que engaña las mentes y teje la nada.
Un grave y piadoso adiós al imbécil
que vive tan solo de sol, aire y agua.
Un fuerte y cortante adiós al cobarde
que vive sumiso a credos y trabas.

Y un loco y salvaje adiós a nosotros
en ritos y normas y gestos y máscaras.

Que sea nuestra vida presente de todo.
Que busque futuro tan solo en el alma.
Que ensaye verdades. Que sienta en idea.
Que siempre se extienda cortando distancias.

Y que sea más íntima que todas las frases,
de todos los tiempos, de todas las razas.


AMANECERES


¡Amaneceres en mi alma!
¡Amaneceres en mi mente!

Cuando se abre la puerta íntima
para entrar a una misma,
¡Que de amaneceres!

Recoger la hora que pasa temblando a nuestro lado,
y hacerla presente,
y hacerla robusta,
y hacerla universal.

Y que cante;
y que grite;
y que se interne en todos los rincones anónimos
despertando rebeldías;
y que barra la cara de los eternos jorobados del tiempo
enfermos de no pensar;
y que cuelgue todas las canciones de rumbos y burgueses,
y rompa sus segundos en un millón de himnos proletarios.

¡Amaneceres en mi alma!
¡Amaneceres en mi mente!

Cuando se abre la puerta íntima
para entrar a una misma,
¡Que de amaneceres!


[Pentacromía]

NADA


Como la vida es nada en tu filosofía,
brindemos por el cierto no ser de nuestros cuerpos.

Brindemos por la nada de tus sensuales labios
que son ceros sensuales en tus azules besos;
como todo azul, quimérica mentira
de los blandos océanos y de los blancos cielos.

Brindemos por la nada del material reclamo
que se hunde y se levanta en tu carnal deseo;
como todo lo carne, relámpago, chispazo,
en la verdad mentira sin fin del Universo.

Brindemos por la nada, bien nada de tu alma,
que corre su mentira en un potro sin freno;
como todo lo nada, buen nada, ni siquiera
se asoma de repente en un breve destello.

Brindemos por nosotros, por ellos, por ninguno;
por esta siempre nada de nuestros nunca cuerpos;
por todos, por los menos; por tantos y tan nada;
por esas sombras huecas de vivos que son muertos.

Si del no ser venimos y hacia el no ser marchamos,
nada entre nada y nada, cero entre cero y cero,
y si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos por el bello no ser de nuestros cuerpos.


INTERROGACIONES


Una risa se me acaba de reir en los labios.
        —¿Risa de qué?
        —De todo lo creado.

Un llanto se ha echado a llorar dentro de mis ojos.
        —¿Llanto de qué?
        —De todo lo soñado.

Un olvido se me ha olvidado en el bosquejo de mi mente.
        —¿Olvido de qué?
        —De todo lo pasado.

Un desprecio se ha despreciado él mismo en mi mañana.
        —¿Desprecio de qué?
        —De todo lo futuro.

¿Qué me queda el presente?
Lo río..
Lo lloro...
Lo olvido...
Lo desprecio...



A JULIA DE BURGOS


                Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo
tu yo.

                Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz;
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo;
y el más profundo abismo se tiende entre las dos.

                Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.

                Tú, miel de cortesanas hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.

                Tú eres como tu mundo, egoístas; yo no;
que todo me lo juego a ser lo que soy yo.

                Tú eres sólo la grave señora señorona;
yo no, yo soy la vida, la fuerza, la mujer.

                Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a todos,
en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.

                Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento; a mí me pinta el sol.

                Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.

                Tú en ti misma no mandas; a ti todos te mandan;
en ti mandan tu esposo, tus padres, tus parientes,
el cura, la modista, el teatro, el casino,
el auto, las alhajas, el banquete, el champán,
el cielo y el infierno, y el qué dirán social.
En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.
Tú, flor de aristocracia; y yo la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se lo debes,
mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.

                Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor social,
somos el duelo a muerte que se acerca fatal.

                Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.


ÍNTIMA



                Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de mi carne
y fui resbalándome poco a poco al alma.

                Peregrina en mí misma, me anduve un largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel camino errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.

                Conmigo cabalgando seguí por la sombra del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.

                Me conocí mensaje lejos de la palabra.
Me sentí vida al reverso de una superficie de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la sombra vaciada en la tierra desde el
                                                                                                          hombre.

                                                 * * *

                 Ha sonado un reloj la hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes reconquistan color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.

                 Siempre la misma carne apretándose muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.

                 La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
                                                    vaciada en la tierra desde el hombre.


NOCHE DE AMOR EN TRES CANTOS


I

Ocaso

¡Cómo suena en mi alma la idea
de una noche completa en tus brazos
diluyéndome toda en caricias
mientras tú te me das extasiado!

¡Qué infinito el temblor de miradas
que vendrá en la emoción del abrazo,
y qué tierno el coloquio de besos
que tendré estremecida en tus labios!

¡Cómo sueño las horas azules
que me esperan tendida a tu lado,
sin más luz que la luz de tus ojos,
sin más lecho que aquel de tu brazo!

¡Cómo siento mi amor floreciendo
en la mística voz de tu canto:
notas tristes y alegres y hondas
que unirán mi emoción a tu rapto!

¡Oh la noche regada de estrellas
que enviará desde todos sus astros
la más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo!


II

Media noche


Se ha callado la idea turbadora
y me siento en el sí de tu abrazo,
convertida en un sordo murmullo
que se interna en mi alma cantando.

Es la noche una cinta de estrellas
que una a una a mi lecho han rodado;
y es mi vida algo así como un soplo
ensartado de impulsos paganos.

Mis pequeñas palomas se salen
de su nido de anhelos extraños
y caminan su forma tangible
hacia el cielo ideal de sus manos.

Un temblor indeciso de trópico
nos penetra la alcoba. ¡Entre tanto,
se han besado tu vida y mi vida...
y las almas se van acercando!

¡Cómo siento que estoy en tu carne
cual espiga a la sombra del astro!
¡Cómo siento que llego a tu alma
y que allá tú me estás esperando!

Se han unido, mi amor, se han unido
nuestras risas más blancas que el blanco,
y ¡oh milagro! en la luz de una lágrima
se han besado tu llanto y mi llanto...

¡Cómo mueren las últimas millas
que me ataban al tren del pasado!
¡Qué frescura me mueve a quedarme
en el alba que tú me has brindado!


III

Alba


¡Oh la noche regada de estrellas
que envió desde todos sus astros
la más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo!

¡Cómo suena en mi alma la clara
vibración pasional de mi amado,
que se abrió todo en surcos inmensos
donde anduve mi amor, de su brazo!

La ternura de todos los surcos
se ha quedado enredada en mis pasos,
y los dulces instantes vividos
siguen, tenues, en mi alma soñando...

La emoción que brotó de su vida
-que fue en mi manantial desbordado-
ha tomado la ruta del alba
y ahora vuela por todos los prados.

Ya la noche se fue; queda el velo
que al recuerdo se enlaza, apretado,
y nos mira en estrellas dormidas
desde el cielo en nosotros rondando...

Ya la noche se fue; y las nuevas
emociones del alba se han atado.
Todo sabe a canciones y a frutos,
y hay un niño de amor en mi mano.

Se ha quedado tu vida en mi vida
como el alba se queda en los campos;
y hay mil pájaros vivos en mi alma
de esta noche de amor en tres cantos...


VIAJE ALADO


Hoy me acerco a tu alma
con las manos amarillas de pájaros.
La mirada corriendo por el cielo,
y una leve llovizna entre mis labios.

Saltando claridades
he recogido el sol en los tejados,
y una nube ligera que pasaba
me prestó sus sandalias de aire blando.

La tierra se ha colgado a mis sandalias
y es un tren de emoción hasta tus brazos,
donde las rosas sin querer se fueron
unidas a la ruta de mi canto.

La tragedia del mundo
de mi senda de amor se ha separado,
y hay un aire muy suave en cada estrella
removiéndome el polvo de los años.

Hasta mi cara en vuelo
las cortinas del mar se me treparon,
y mis ojos se unieron a los ojos
de todas las pupilas del espacio.

Anudando emociones
sorprendí una sonrisa entre mis manos
caída desde el pájaro más vivo
que se asomó a mirar mi viaje alado.

Por encima del ruido de los hombres
una larga ilusión se fue rodando,
y dio a inclinar la sombra de mi mente
en el rayo de luz de tu regazo.

Como corola al viento,
todo el cosmos abrióseme a mi paso,
y se quedó en el pétalo más rosa
de esta flor de ilusión que hasta ti alargo...



CANCION DESNUDA


Despierta de caricias,
aún siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo.
Estremecida y tenue sigo andando en tu imagen.
¡Fue tan hondo de instintos mi sencillo reclamo!

De mi se huyeron horas de voluntad robusta,
y humilde de razones, mi sensación dejaron.
Yo no supe de edades ni reflexiones yertas.
¡Yo fui la Vida, amado!
La vida que pasaba por el canto del ave
y la arteria del árbol.

Otras notas más suaves pude haber descorrido,
pero mi anhelo fértil no conocía de atajos:
me agarré a la hora loca,
y mis hojas silvestres sobre ti se doblaron.

Me solté a la pureza de un amor sin ropajes
que cargaba mi vida de lo irreal a lo humano,
y hube de verme toda en un grito de lágrimas,
¡en recuerdo de pájaros!

Yo no supe guardarme de invencibles corrientes
¡Yo fui la Vida, amado!
La vida que en ti mismo descarriaba su rumbo
para darse a mis brazos.



YO FUI LA MAS CALLADA


Yo fui la más callada
de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.

No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales,
ni las sordas campanas de ancestrales reflejos;
mi ruta era la música salvaje de los pájaros
que soltaba a los aires mi bondad en revuelo.

No me cargaron buques pesados de opulencia,
ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;
encima de los buques mi rostro aparecía
silbando en la redonda sencillez de los vientos.

No pesé la armonía de ambiciones triviales
que prometía tu mano colmada de destellos:
sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil
el trágico abandono que ocultaba tu gesto.

Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida.
Te parecías al mar, resonante y discreto.
Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos.
Sobre mi tú seguiste como el sol en los pétalos.

Y caminé en la brisa de tu dolor caído
con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto:
tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes
en inmenso río blanco corriendo hacia el desierto.



EL RIVAL DE MI RIO


Yo te fui contemplando desde la carne al alma,
y me sentí culpable de un extraño delito
que me subía a los ojos en chispeantes miradas,
y se rompía en mi rostro en rubor infinito.

De pronto fue tornándose en pájaro mi boca,
y un sentimiento cósmico inundó mis sentidos;
me escondí en el secreto que estalló en tus pupilas,
y adiviné en tu rostro al rival de mi río.

¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en su vida.
¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en su espíritu,
a ver si te descubres en la flor de su alma,
o en el sol de sus ojos te contemplas tu mismo.

El tiene en sus caricias el gesto de tu abrazo,
y en sus palabras cuelgan rumores parecidos
al lenguaje que llevas en tu boca de agua
desde el más quieto charco al más agreste risco.

Tú me besaste un día despertándome el alma;
él también me ha besado con un beso tan límpido,
que no se allá en mi espíritu si posar extasiada
en el beso del hombre o en el beso del río.

¡Quién sabe si al vestirme con mi traje de carne,
y al sentirte enroscado a mi anhelo más intimo,
surgiste a mi presencia en el río de sus ojos,
para entregarte, humano, y sentirte más mío!

¡Quién sabe si al bajarte del lomo de la tierra
para besarme toda en un loco delirio,
te humanizaste en su alma, y brotaste en corrientes
que una a una en mi tierra de emoción hizo nido!

¡Oh rival de mi río!... ¿De dónde me llegaste?
¿En algún país remoto te bañaste conmigo
mientras en otra playa, con alguna doncella
se entregaba en amores mi voluptuoso río?

¿Me sorprendiste acaso en algún aguacero
violando claridades y callando suspiros,
portavoz ambulante de una raza de agua
que me subió a las venas en un beso del río?

¡Río Grande de Loíza!... Yo lo fui contemplando
desde la carne al alma: ese fue mi delito.
Un sentimiento cósmico estremeció mi vida,
y me llego el amor... tu rival presentido.



EL HOMBRE Y MI ALMA


¡Qué caricia larga de acción me sube por las venas
anchas de recorrerme!

Me veo inmóvil de carne esperando la lucha
entre el hombre y mi alma,
y me siento invencible,
porque mi ahora es fuerte columna de avanzada
en la aurora que apunta,
es grito de corazón vacío en la nave del mundo,
es esfuerzo de ola tendido en playa firme
para arrasar calumnias de las conciencias rotas.

Entre el hombre y mi alma
se ha cruzado la espada...
(La mente es una intérprete que traduce la fuerza
en ideas que avanzan.)

De mi lado se bate la conciencia del hombre
en un sol de principios sobre el soy de las almas.

En la mano del hombre se defiende la hueca
escultura de normas sobre el tiempo moldeada.

Ha sonado la lucha...
Y me siento intocada...
Estoy sobre los siglos con fiereza de olas...
¡Nadie palpe la sombra que mi impulso ahuyentara!



CANCIÓN DE MI SOMBRA MINÚSCULA


A veces la vida me quiere estallar en canciones
de angustia inesperada!

Yo quisiera quedarme en el secreto de mis penas
punzantes como estrellas,
pero mi alma no puede alcanzar el silencio
del poema sin palabras,
y salta por mis labios hecha polvo de vibraciones íntimas.

Hay una sola puerta abierta en el camino a donde va mi vida
desconocida de sonrisas.
Me echo a buscar su rastro,
como si el cosmos se hubiese concentrado en su energía
y hasta ella fuese mi emoción hecha pedazos
de mariposas destrozadas.

Mi emoción rueda ahora por una de esas islas salvajes
de dolor.
Me he sentido llegar allí donde se mueren
las canciones felices,
y el dolor se da cita con la pintura transparente del cielo.

Me duele aquella rosa prematura que se cayó en mis ojos
herida por los pétalos rosados;
y la última mirada de una novia del aire
que se murió de castidad al sentirse de carne
para el beso del hombre.

Sangra en el dolor del atardecer caído en mis espaldas
la pena del crepúsculo que no volverá a enamorar
la margarita pálida del bosque.

Solloza de misterio en mi vuelo de nube
una gota de lagrima que se subió al espacio
llevada por una espiga de rocío.

Todo el dolor que rueda en el instante abandonado
viene a danzar su ritmo en mi carne atormentada
de ansiedad cósmica.

Y la emoción me estalla en canciones inútiles,
dentro de este espejismo de grandeza
de donde parte,
minúscula,
mi sombra...



POEMA DE LA CITA ETERNA


Lo saben nuestras almas,
más allá de las islas y más allá del sol.
El trópico, en sandalias de luz, presto las alas,
y tu sueño y mi sueño se encendieron.

Se hizo la cita al mar... tonada de mis islas,
y hubo duelo de lirios estirando colinas,
y hubo llanto de arroyos enloqueciendo brisas,
y hubo furia de estrellas desabriéndose heridas...
Tú, y mi voz de los riscos, combatían mi vida.

Se hizo al mar tu victoria, sobre palmas vencidas...

Fue paisaje en lo inmenso,
una imagen de mar casi riachuelo,
de río regresando,
de vida, de tan honda, atomizándose.
Y se dio cita eterna la emoción.

El mar, el verdadero mar,
casi ya mío... el mar, el mar extraño
en su propio recinto...
el mar
ya quiere ser el mar sobremarino...

El mar, tonada entretenida de mis islas,
por traerse una flor de la montaña,
se trajo mi canción en un descuido,
mi canción más sencilla,
la canción de mis sueños extendidos.

Sobre el mar, sobre el tiempo,
la tonada, la vela...
La cita eterna, amado,
más allá de los rostros de las islas que sueñan.

En el pecho del viento van diciendo los lirios,
que en el pecho del mar dos auroras se besan.






Agua, vida y tierra

Yo fui estallido fuerte de la selva y el río,
y voz entre dos ecos, me levanté en las cuestas.
De un lado me estiraban las manos de las aguas,
y del otro, prendíanme sus raíces las sierras.

Cuando mi río subía su caricia silvestre
en aventuras locas con el rocío y la niebla,
con el mismo amor loco que impulsaba mi sueño,
lejos de sorprenderlo, me hospedaba en las sierras.

Pero si alguna sombra le bajaba a los ojos,
me repetía en sus aguas hasta dar en la arena,
y era mi grito nuevo como un tajo en el monte
que anegaba las calles y golpeaba las puertas.

A veces la montaña se me vestía de flores
e iniciaba en mi talle curvas de primavera.

Quién sabe en qué mañana se apretaron mis años
sobre senos y muslos y caderas de piedra!

Se treparon mis ojos al rostro de los árboles
y fueron mariposas sus vivas compañeras:
así es como en los prados voy buscando las flores,
y alas pido en las almas que a mi vida se acercan.

Mis dedos arañaron la fuerza de los riscos,
y juraron ser índices de mis futuras vueltas;

por eso entre los cuerpos doblados de los hombres,
como puntales puros de orientación se elevan.

Yo fui estallido fuerte de la sierra y el río,
y crecí amando el río e imitando la sierra...

Una mañana el aire me sorprendió en el llano:
ya mi raíz salvaje se soltaba las riendas!
Pálidas ceremonias saludaron mi vida,
y una fila de voces reclamaron la prenda...

Mis labios continuaron el rumor de las fuentes
donde entrañé mis años y abastecí las venas.
De ahí mi voz de ahora, blanca sobre el lenguaje,
se tiende por el mundo como la dio  la tierra!




Alba de mi silencio

En ti me he silenciado...
El corazón del mundo
está en tus ojos, que se vuelan
mirándome.

No quiero levantarme de tu frente fecunda
en donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma.
            
Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros.
Me voy muriendo en mis años de angustia
para quedar en ti
como corola recién en brote al sol...

No hay una sola brisa que no sepa mi sombra
ni camino que no alargue mi canción hasta el cielo.
           
¡Canción silenciada de plenitud!
En ti me he silenciado...  

La hora más sencilla para amarte es ésta
en que voy por la vida dolida del alba.  




 

Alta mar y gaviota

Por tu vida yo soy...
en tus ojos yo vivo la armonía de lo eterno.
La emoción se me riega,
y se ensancha mi sangre por las venas del mundo.

No doy ecos partidos.
Lo inmutable me sigue
resbalando hasta el fondo de mi propia conciencia.

En ti yo amo las últimas huidas virginales
de las manos del alba,
y armando lo infinito
te quiero entre las puertas humanas que te enlazan.

En ti aquieto las ramas abiertas del espacio,
y renuevo en mi arteria tu sangre con mi sangre.

¡Te multiplicas!
                       ¡Creces!
                                    ¡Y amenazas quedarte
                                    con mi prado salvaje!

Eres loca carrera donde avanzan mis pasos,
atentos como albas
al sol germinativo que llevas en tu impulso.

Por tu vida yo soy
alta mar y gaviota:
en ella vibro
y crezco...




Amanecida

                                   Soy una amanecida del amor…
                      
Raro que no me sigan centenares de pájaros
picoteando canciones sobre mi sombrilla blanca.
(Será que van cercando, en vigilia de nubes,
la claridad inmensa donde avanza mi alma).                       

Raro que no me carguen pálidas margaritas
por la ruta amorosa que han tomado mis alas.
(Será que están llorando a su hermana más triste,
que en silencio se ha ido a la hora del alba).                       

Raro que no me vista de novia la más leve  
de aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia.
(Será que entre los árboles va enseñando a mi amado              
los surcos inocentes por donde anduve, casta…)
Raro que no me tire su emoción el rocío,
en gotas donde asome risueña la mañana.
(Será que por el surco de angustia del pasado,
con agua generosa mis decepciones baña).                                     

Soy una amanecida del amor…
                      
En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos,
y muchos sueños blancos, y emociones aladas.
                       
Raro que no me entienda el hombre, conturbado
por la mano sencilla que recogió mi alma.
(Será que en él la noche se deshoja más lenta,
o tal vez no comprenda la emoción depurada…)



Amor

Amor...
única llama que me queda de Dios
en el sendero cierto de lo incierto.

Aquí,
desesperada,
me contemplo la vida en un hueco del tiempo.

Entrecortando pasa el sendero de luz
que esperancé de sueño.

¡Oh mañanas azules que se quedaron muertas,
volando en el espacio!

¡Oh anudada caricia que amaneces dispersa,
cuando despierta el cuerpo!

¡Oh querer desterrarme de mis pasos turbados...!
¡Multiplican en ecos!

Aquí, junto al continuo gravitar de la nada,
¡cómo asaltan mi espíritu los silencios más yermos!

Mi esperanza es un viaje flotando entre sí misma...
Es una sombra vaga sin ancla y sin regreso.

Mis espigas no quieren germinar al futuro.
¡Oh el peso del ambiente!
¡Oh el peso del destierro!

¡Amor...!
Hasta la leve ronda de tu voz perturbada,
me partió la ola blanca que quedaba en mi pecho.





Armonía de la palabra y el instinto


Todo fue maravilla de armonías
en el gesto inicial que se nos daba
entre impulsos celestes y telúricos
desde el fondo de amor de nuestras almas.

Hasta el aire espigóse en levedades
cuando caí rendida en tu mirada;
y una palabra, aún virgen en mi vida,
me golpeó el corazón, y se hizo llama
en el río de emoción que recibía,
y en la flor de ilusión que te entregaba.

Un connubio de nuevas sensaciones
elevaron en luz mi madrugada.
Suaves olas me alzaron la conciencia
hasta la playa azul de tu mañana,
y la carne fue haciéndose silueta
a la vista de mi alma libertada.

Como un grito integral, suave y profundo
estalló de mis labios la palabra;
Nunca tuvo mi boca mas sonrisas,
ni hubo nunca más vuelo en mi garganta!

En mi suave palabra, enternecida,
me hice toda en tu vida y en tu alma;
y fui grito impensado atravesando
las paredes del tiempo que me ataba;
y fui brote espontáneo del instante;
y fui estrella en tus brazos derramada.

Me di toda, y fundiéndome por siempre
en la armonía sensual que tu me dabas;
y la rosa emotiva que se abría
en el tallo verbal de mi palabra,
uno a uno fue dándote sus pétalos,
mientras nuestros instintos se besaban.




Azul de tierra en ti

Parece mar, el cielo
donde me he recostado a soñarte…

Si vieras mi mirada,
como un ave, cazando horizontes y estrellas.

El universo es mío desde que tú te hiciste
techo de mariposas para mi corazón.

Es tan azul el aire cuando mueves tus alas, 
que el vuelo nace eterno en repetida ola sin cansancio.

No sé si en ola o nube abrirme la ternura
para rodarme al sueño donde duermes.

Es tan callado el viento,
que he podido lograrte entre los ecos.

Soy toda claridad para estrecharte…

Te he visto con los ojos vivos
como los ojos abiertos de los bosques,
figurándome en risas y quebradas nadando hasta el océano.

Te he recogido en huellas de canciones marinas
donde una vez dejaste corazones de agua enamorados.

Te he sacado del tiempo…

¡Cómo te he levantado en un lirio de luz
que floreció mi mano al recordarte !

¿Por qué me corre el mar ?
Tú eres vivo universo contestándome…





Canción amarga


Nada turba mi ser, pero estoy triste.
Algo lento de sombra me golpea,
aunque casi detrás de esta agonía,
he tenido en mi mano las estrellas.

Debe ser la caricia de lo inútil,
la tristeza sin fin de ser poeta,
de cantar y cantar, sin que se rompa
la tragedia sin par de la existencia.

Ser y no querer ser… esa es la divisa,
la batalla que agota toda espera,
encontrarse, ya el alma moribunda,
que en el mísero cuerpo aún quedan fuerzas.

¡Perdóname, oh amor, si no te nombro!
Fuera de tu canción soy ala seca.
La muerte y yo dormimos juntamente…
Cantarte a ti, tan sólo, me despierta.



Canción de la verdad sencilla

No es él el que me lleva…
Es mi vida que en su vida palpita.
Es la llamada tibia de mi alma
que se ha ido a cantar entre sus rimas.
Es la inquietud de viaje de mi espíritu
que ha encontrado en su rumbo eterna vía.
El y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre entre las cimas;
manantial abrazando lluvia y tierra;
fundidos en un soplo ola y brisa;
blanca mano enlazando piedra y oro;
hora cósmica uniendo noche y día.

El y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre en las heridas.
Uno mismo y por siempre en la conciencia.
Uno mismo y por siempre en la alegría.

Yo saldré de su pecho a ciertas horas,
cuando él duerma el dolor en sus pupilas,
en cada eco bebiéndome lo eterno,
y en cada alba cargando una sonrisa.

Y seré claridad para sus manos
cuando se vuelquen a trepar los días,
en la lucha sagrada del instinto
por salvarse de ráfagas suicidas.

Si extraviado de senda, por los locos
enjaulados del mundo, fuese un día,
una luz disparada por mi espíritu
le anunciará el retorno hasta mi vida.

No es él el que me lleva…
Es su vida que corre por la mía.

Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de mi carne
y fui resbalándome poco a poco al alma.

Peregrina en mí misma, me anduve un largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel camino errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.

Conmigo cabalgando seguí por la sombra del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.

Me conocí mensaje lejos de la palabra.
Me sentí vida al reverso de una superficie de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la sombra vaciada en la tierra      
desde el hombre.

* * * *
Ha sonado un reloj la hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes reconquistan color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.

Siempre la misma carne apretándose muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.

La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
vaciada en la tierra desde el hombre.





Canción de mi pena dormida


Con los ojos cerrados
amplia de voces íntimas
me detengo en el siglo de mi pena dormida.
La contemplo en su sueño...
Duerme su noche triste
despegada del suelo donde arranca mi vida.
Ya no turba la mansa carrera de mi alma
ni me sube hasta el rostro el dolor de pupilas.

Encerrada en su forma,
ya no proyecta el filo sensible de sus dedos
tumbándome alegrías,
en la armonía perfecta de mi canción erguida.
Ya no me parte el tiempo...

Duerme su noche triste
desde que tú te anclaste en la luz de mis rimas.
Recuerdo que las horas se rodaban en blanco
sobre mi pena viva,
cuando corría tu sombra por entre extrañas sombras,
adueñado de risas.

Mi emoción esperaba....
Pero tuve momentos de locura suicida.
Un agitado viento de esperanza
parece que me anuncia tu regreso.
Entre el fuego de luna que me invade
alejando crepúsculos te siento.
Estás aquí. Conmigo.
Por mi sueño.

¡A dormir se van ahora mis lágrimas
por donde tú cruzaste entre mi verso!