(España, 1542- 1591)
CANCIONES DEL ALMA... [ I ]
En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada,
a oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en sitio donde nadie aparecía.
¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
y en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
CANCIONES DEL ALMA... [ II ]
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido
que estaba oscuro y ciego
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!
COPLAS...
Entreme donde no supe
y quedéme no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.
Yo no supe dónde entraba
pero cuando allí me vi
sin saber dónde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.
De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta
era cosa tan secreta
que me quedé balbuciendo
toda ciencia trascendiendo.
Estaba tan embebido
tan absorto y ajenado
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece
y su ciencia tanto crece
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Cuanto más alto se sube
tanto menos se entendía
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer
que no llega su saber
a no entender entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan emprender
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Y si lo queréis oír
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
OTRAS COPLAS
Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.
Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino
tanto volar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el vuelo quedé falto
mas el amor fue tan alto
que le di a la caza alcance.
Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba
dije: "No habrá quien alcance".
Abatíme tanto tanto
que fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.
Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto
pues fui tan alto tan alto,
que le di a la caza alcance.
GLOSA
Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y a oscuras viviendo
todo me voy consumiendo.
Mi alma está desasida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.
Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se ve ya
sin arrimo y con arrimo.
Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida celestial
porque el amor da tal vida
cuando más ciego va siendo
que tiene al ama rendida
sin luz y a oscuras viviendo.
Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si hay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriesa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.
EL PASTORCICO
Un pastorcico solo está penando
Ajeno de placer y de contento
Y en su pastora puesto el pensamiento
Y el pecho del amor muy lastimado.
No llora por haberle amor llagado
Que no le pena verse así afligido
Aunque en el corazón está herido
Mas llora por pensar que está olvidado.
Que sólo de pensar que está olvidado
De su bella pastora con gran pena
Se deja maltratar en tierra ajena
El pecho del amor muy lastimado.
Y dice el pastorcico: "¡Ay desdichado
De aquel que de mi amor ha hecho ausencia
Y no quiere gozar la mi presencia
Y el pecho por su amor muy lastimado!"
Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
Sobre un árbol do abrió sus brazos bellos
Y muerto se ha quedado asido de ellos
Del pecho del amor muy lastimado.
En una noche oscura
con ansias en amores inflamada ¡oh dichosa ventura! salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada,
a oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada, ¡oh dichosa ventura! a oscuras y en celada estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía ni yo miraba cosa sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía adonde me esperaba quien yo bien me sabía en sitio donde nadie aparecía.
¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba allí quedó dormido y yo le regalaba y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía con su mano serena y en mi cuello hería y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado; cesó todo, y dejéme dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. |
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe y toda deuda paga!, matando muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido que estaba oscuro y ciego con extraños primores calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno donde secretamente solo moras y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno cuán delicadamente me enamoras! |
Entréme donde no supe
y quedéme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo.
Yo no supe dónde entraba,
pero cuando allí me vi sin saber dónde me estaba grandes cosas entendí no diré lo que sentí que me quedé no sabiendo toda ciencia trascendiendo.
De paz y de piedad
era la ciencia perfecta, en profunda soledad entendida vía recta era cosa tan secreta que me quedé balbuciendo toda ciencia trascendiendo.
Estaba tan embebido
tan absorto y ajenado que se quedó mi sentido de todo sentir privado y el espíritu dotado de un entender no entendiendo toda ciencia trascendiendo.
El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece cuanto sabía primero mucho bajo le parece y su ciencia tanto crece que se queda no sabiendo, toda ciencia trascendiendo.
Cuanto más alto se sube
tanto menos se entendía que es la tenebrosa nube que a la noche esclarecía por eso quien la sabía queda siempre no sabiendo, toda ciencia trascendiendo.
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder que los sabios arguyendo jamás le pueden vencer que no llega su saber a no entender entendiendo toda ciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber que no hay facultad ni ciencia que le puedan emprender quien se supiere vencer con un no saber sabiendo, toda ciencia trascendiendo.
Y si lo queréis oír
consiste esta suma ciencia en un subido sentir de la divinal esencia es obra de su clemencia hacer quedar no entendiendo toda ciencia trascendiendo. |
Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero que muero porque no muero.
En mí yo no vivo ya
y sin Dios vivir no puedo pues sin él y sin mí quedo este vivir ¿qué será? Mil muertes se me hará pues mi misma vida espero muriendo porque no muero.
Esta vida que yo vivo
es privación de vivir y así es continuo morir hasta que viva contigo. Oye mi Dios lo que digo que esta vida no la quiero que muero porque no muero.
Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener sino muerte padecer la mayor que nunca vi? Lástima tengo de mí pues de suerte persevero que muero porque no muero.
El pez que del agua sale
aun de alivio no carece que en la muerte que padece al fin la muerte le vale. ¿Qué muerte habrá que se iguale a mi vivir lastimero pues si más vivo más muero?
Cuando me pienso aliviar
de verte en el Sacramento háceme más sentimiento el no te poder gozar todo es para más penar y mi mal es tan entero y muero porque no muero.
Y si me gozo Señor
con esperanza de verte en ver que puedo perderte se me dobla mi dolor viviendo en tanto pavor y esperando como espero muérome porque no muero.
Sácame de aquesta muerte
mi Dios y dame la vida no me tengas impedida en este lazo tan fuerte mira que peno por verte, y mi mal es tan entero que muero porque no muero.
Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida en tanto que detenida por mis pecados está. ¡Oh mi Dios! ¿Cuándo será cuando yo diga de vero que muero porque no muero? |
Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto volé tan alto tan alto que le di a la caza alcance.
Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino tanto volar me convino que de vista me perdiese y con todo en este trance en el vuelo quedé falto mas el amor fue tan alto que le di a la caza alcance.
Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido tanto más bajo y rendido y abatido me hallaba dije: "No habrá quien alcance". Abatíme tanto tanto que fui tan alto tan alto que le di a la caza alcance.
Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo porque esperanza del cielo tanto alcanza cuanto espera esperé solo este lance y en esperar no fui falto pues fui tan alto tan alto, que le di a la caza alcance. |
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste habiéndome herido; salí tras ti clamando y eras ido.
Pastores, los que fueres
allá por las majadas al otero, si por ventura vieres aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas; no cogeré las flores, ni temeré a las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!, ¡oh prado de verduras de flores esmaltado!, decid si por vosotros ha pasado.
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura; y, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de su hermosura.
¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de veras; no quieras enviarme de hoy más mensajero que no saben decirme lo que quiero.
Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo, y todos más me llagan, y déjanme muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo.
Mas, ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viendo donde vives, y haciendo por que mueras las flechas que recibes de lo que del Amado en ti concibes?
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste? Y, pues me le has robado, ¿por qué así le dejaste, y no tomas el robo que robaste?
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacedlos, y véante mis ojos, pues eres lumbre de ellos, y sólo para ti quiero tenerlos.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor, que no se cura sino con la presencia y la figura.
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados!
¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo! Vuélvete, paloma, que el ciervo vulnerado por el otero asoma al aire de tu vuelo, y fresco toma.
Mi Amado las montañas,
los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora.
Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña, en tanto que de rosas hacemos una piña, y no aparezca nadie en la campiña.
Detente, cierzo muerto;
ven, astro, que recuerdas los amores, aspira por mi huerto, y corran tus olores, y pacerá el Amado entre las flores.
¡Oh ninfas de Judea!,
en tanto que en las flores y rosales el ámbar perfumea, poblad los arrabales, y no queráis tocar nuestros umbrales.
Escóndete, Carillo,
y mira con tu faz a las montañas, y no quieras decidlo; mas mira las compañas de la que va por ínsulas extrañas.
A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores, montes, valles, riberas, aguas, aires, ardores, y miedos de las noches veladores:
Por las amenas liras
y canto de sirenas os conjuro que cesen vuestras iras y no toquéis al muro, porque la esposa duerma más seguro.
Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado.
Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada; allí te di la mano, y fuiste reparada donde tu madre fuera violada.
Nuestro lecho florido,
de cueva de leones enlazado, en púrpura teñido, de paz edificado, de mil escudos de oro coronado.
A zaga de tu huella
las jóvenes recorren el camino, al toque de centella, al adobado vino, emisiones de bálsamo divino.
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y, cuando salía por toda aquesta vega, ya cosa no sabía, y el ganado perdí que antes seguía.
Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa, y yo le di de hecho a mí, sin dejar cosa; allí le prometí de ser su esposa.
Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio; ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio.
Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada, diréis que me he perdido, que, andando enamorada, me hice perdediza y fui ganada.
De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas, haremos las guirnaldas, en tu amor florecidas y en un cabello mío entretejidas.
En sólo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste, mirástele en mi cuello y en él preso quedaste, y en uno de mis ojos te llagaste.
Cuando tú me mirabas,
su gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que veían.
No quieras despreciarme,
que si color moreno en mí hallaste, ya bien puedes mirarme, después que me miraste, que gracia y hermosura en mí dejaste.
La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado, y ya la tortolica al socio deseado en las verdes riberas ha hallado.
En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido, y en soledad la guía a solas su querido, también en soledad de amor herido.
Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura al monte y al collado, do mana el agua pura; entremos más adentro en la espesura.
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos que están bien escondidas, y allí nos entraremos, y el mosto de granadas gustaremos.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía, y luego me darías allí tú, vida mía, aquello que me diste el otro día.
El aspirar el aire,
el canto de la dulce filomena, el soto y su donaire en la noche serena, con llama que consume y no da pena.
Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco aparecía y el cerco sosegaba, y la caballería a vista de las aguas descendía. |
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