viernes, 29 de enero de 2016

POEMAS DE$ EULER GRANDA


                                           (Riobamba, 1935)



EL RETRATO


Yo le llamaba linda
y el nombre le quedaba
como vestido flojo.
Sus ojos
no tenían importancia,
su boca
no era más que una boca
y acostumbraba recopilar retratos
como todos.
Empero
el dolor le dolía de otro modo;
frente a la soledad
era su soledad más sola
y sus palabras entraban al oído
como avispas quemantes.
Puesta junto al océano
tenía algo de nave;
por coincidencia extraña,
como a mí,
le gustaban los viajes,
por eso aquella tarde
terminó envenenándose. 


EL AMOR


Las cosas
son otra cosa debajo del pellejo.
Así
la sed es agua amordazada;
el olvido
es el recuerdo con candado;
la música es flor con alas;
los que nacen ahora
son los muertos mañana;
el hoy es ayer;
la verdad
es la mentira más cerdosa;
el amor
no es más que el desamor con piel de oveja.



La droga 


La más inofensiva,
la más sana,
la que nunca produjo salpullido a nadie;
la que hasta ahora que yo sepa
a nadie le ha pasmado la alegría;
la pájara,
la pajarita
que nos hizo volar sin ser aviones;
la que a mansalva nos hizo sudar miel,
quedar absortos
hasta sacar en conclusión
que el mundo lo teníamos cogido
como a una lagartija por el rabo.
Ese licor,
o si usted lo prefiere
esa licora
que nos hizo espumear sin ser cerveza,
que nos hizo calor en pleno frío.
La rica,
la pura gozadera
que no daba adicción
ni efecto de rebote
ni sueño dependencia
y así todo al respecto.
La bizca,
la bizcacha,
la tuerta,
la tuertacha
que nos hacía ver todo bonito y de colores
Esa descabellada primavera,
ese frescor sin nombre,
ese aroma sin cara,
esa borracha borrachera
que nos exacerbaba el apetito
para que devoráramos las fechas y las calles.
Esa droga, ese placebo
que no era cocaína,
ni peyote, ni crak, ni L.S.D. ni marihuana;
esa droga que en nada coincidía con un ave
y sin embargo era más ave
que las aves.
Esa destartalada,
esa chúcara fruta
que nos hacía sufrir delirios de grandeza,
alucinaciones, vahídos
y sin embargo teníamos
Más salud que los toros.
Esa recontramuerta,
esa enterrada viva droga de la juventud. 

Eso es el tiempo 


Ni la muralla china
ni el alambre con púas
ni los cordones de perros policías
o policías perros
que resguardan las nalgas sociales y cristianas
del hot dog presidente,
nada es capaz 
que yo sepa,
nadie puede detenerte.
Ni las minidevaluaciones,
ni la maxi hambre,
ni todos los bostezos juntos de la burrocracia,
ni la inflación,
ni la desinflación,
ni la deuda externa:
ajena mortecina
que nos cargaron en la espalda;
ni el patriotismo a sueldo
de las fuerzas desarmadas de la patria,
ni las redes del miedo con que a río revuelto
pescan las religiones;
contigo no se puede:
a todos y a todo
nos pasas por encima; a todo matas;
todo lo pulverizas,
lo desmemorias todo;
a todos nos conviertes en morcillas
para las aves de rapiña;
todo no es más
que una decrépita palabra
escrita en la arena movediza del cerebro;
eso es el tiempo
y no huevadas de relojes.

Laguja y el camello


("Es más fácil que un camello pueda atravesar el 
ojo de una aguja antes que un rico entre en el reino 
de los cielos").

Si se enterasen mis congéneres 
que a mí sin ser camello
me es dado atravesar el ojo de una aguja 
y que es un juego fácil.
Si comprendieran
lo que es trocar en hilo la grasa del abdomen, 
los gordos pensamientos
y el tumor de los lunes.
Si tan sólo supieran en dónde está el ovillo. 
En realidad
si fueran mis congéneres;
si tuvieran los ojos para ver 
y no para patear;
si en lugar de espiar con el estómago 
comieran simplemente,
llanamente comieran 
y siguieran comiendo
y establecieran premios para los más glotones 
e inofensivamente así,
sin meter los zapatos en los platos ajenos. 
Si mis iguales,
mis diferentes semejantes, 
los que funcionan como yo 
y sin embargo
más que yo rebuznan.
Si supieran los nudos que me hago 
y que buscarle
cinco patas al gato
es como sonreírse sin los dientes. 
Si supieran
me digo:
que dos y dos son cinco, 
que la línea más corta 
no es la recta
y que no queda en pie de los axiomas 
ni la aseveración rotunda,
ni Pitágoras.
Si supieran no más 
que yo ya no soy 
sino un primo lejano
que se quedó aplastado bajo un sueño 
y desde entonces
algo como un violín
le está goteando adentro.
Si supieran las cosas que yo escribo 
desde este barrio sin desagües 
donde nos estancamos todos
y la luna se aborta empantanada.
Si supieran las cosas que no escribo
y las cosas que escondo en las rendijas; 
si supieran no más,
os doy por descontado, 
no pasaría nada. 
Además
qué carajo,
qué reino de los cielos, 
qué flor
ni qué camello; 
los ricos
mientras más barrigones, 
con más facilidad
entran a cualquier hora dondequiera.

Limpieza general


De un puntapié 
acabar con la ventana. 
Desde el último piso 
tirar el terno nuevo, 
el nombre, la lascivia; 
despojarme del ansia y los papeles; 
arrojar a la calle
las mentiras,
las muelas que me sobran, 
los amigos;
botar la basura 
la calvicie
y por fin,
sin pagar el arriendo
sin avisar a nadie, 
irme
donde me dejen ser 
una página en limpio. 

Poema gris


Hoy los miré tan cerca 
como la uña a la carne; 
eran hueso y pellejo;
con pedazos de insomnio 
salían de unos huecos, 
tosían,
recogían cáscaras de frutas, 
desperdicios,
ennegrecidas telas.
A la hora del almuerzo 
hacían cualquier cosa 
menos comer
y en la noche aguardaban
que del cielo arrojaran a las charcas 
los podridos luceros.
Masticando silencio
hoy salían y entraban a mi pecho.

Una fecha y el mar


Una vez, 
un pescador 
se fue cortando al viento; 
tiró la red,
la recogió vacía;
en tanto ensangrentado el sol 
con todo el peso de su cuerpo 
se arrimaba en la tarde;
de pronto, 
el mar 
comenzó a sacudirse
como animal mojado; 
el pescador cayó
en brazos de las algas; 
en la espina de un pez 
se fue su corazón, 
aguas abajo,
y en la porosa playa 
ese día encontraron 
un pedazo de sal 
semejante a una lágrima.

La basura también


"Minador falleció al ser sepultado por una montaña 
de basura". - ("El Comercio", Octubre/71 ).

Con las imperturbables quijadas
de la lluvia,
con la piel de las frutas, 
con mis primas las moscas, 
con las toallas higiénicas 
de la reina del barrio,
con mi cara y la suya, 
con mi paz y la suya, 
con la insalubridad
y el códex,
con las palabras 
carne de basurero, 
con las veneraciones y saludos 
que van al basurero,
con los preservativos
y los labiosos arrumacos, 
con la foto del pan
y los suspiros
que Ud. bota a la calle, 
con los suposítorios 
que se pasman,
con los ojos gastados 
que Ud. bota,
con el vientre caliente 
de la chicha...
sin un remordimiento, 
sin el más leve escrúpulo, 
como si fuese por dinero, 
a Víctor Manolenta Caiza.

Pues,
sí señor
no se lave las manos, 
no se dé de inocente, 
no se quiera pasar 
de palomita blanca. 
También, señora Ud. 
con todo lo que pesan 
sus sueños climatéricos, 
sus óvulos infértiles
y sus «patas de gallo». 
Con el 7% ,
con la devaluación de la moneda, 
con los pactos andinos
y la palabrería del gobierno 
«nacionalista revolucionario», 
con las maniobras belicistas, 
con las reuniones a «alto nivel», 
con los ministros de agricultura, 
con los coli bacilos de la leche, 
con el costo elevado de los víveres, 
con los ANTIHOMBRES ...
como si fuese un enemigo 
a Víctor Manolenta Caiza. 
Así no más
como hormiga debajo del zapato, 
como araña atrapada en la bisagra. 
Y señorita, Ud.
con sus Hot Pants hediondos, 
con sus galanes preferidos,
con las cenizas de la marihuana, 
con los Hippies,
con los cerebros musculosos
de los señores militares; 
así no más,
con la meliflua propaganda
con que los gringos nos roban el petróleo... 
como si fuese por venganza
a Víctor Manolenta Caiza. 
Ud.
que no es capaz
de matar una pulga 
y aunque le soliciten 
nunca quiebra un plato, 
Ud. mismo y las ratas 
que a veces se le escapan del cerebro. 
Ud. y yo,
cuando en las deyecciones y desechos 
buscaba su sustento,
cual si no fuese un ser humano, 
sin que nadie nos viera, 
cuidándonos de no dejar
ni siquiera la sombra de una huella, 
rezando preces
y apostando al fútbol,
a cuchilladas de basura degollamos

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