sábado, 3 de septiembre de 2016

POESIAS DE AUSIAS MARCH



Resultado de imagen para ausias march
(1400, Beniarjó, España - 3 de marzo de 1459, Valencia, España)


VELAS Y VIENTOS CUMPLAN MI DESEO...


Velas y vientos cumplan mi deseo: 
harán caminos por la mar dudosos, 
contra el maestre y el poniente veo 
levante y el jaloque muy furiosos, 
con griego y tramontana, que bien creo 
le ayudarán con ruegos amorosos; 
porque estos cinco soplen de manera 
que vuelva yo do siempre estar quisiera.
El mar hirviendo como el agua al fuego, 
y su color veréis andar mudando; 
traerá cualquiera cosa sin sosiego, 
que sobre sí hallare estando airado; 
los peces todos juntos irán luego 
lugar buscando oculto y encerrado; 
huyendo al mar que los crió y sustenta, 
en tierra saltarán sin otra cuenta.
Los peregrinos votarán turbados 
dones de cera en viéndose en sus puertos, 
y el gran pavor descubrirá pecados 
que en confesión no han sido descubiertos; 
allí os ternán presente mis cuidados 
y luego votaré mis votos ciertos, 
que nunca habrá mudanza, y que en ausencia 
no olvidaré vuestra gentil presencia.
La muerte temo por no verme ausente, 
porque el amor por ella es acabado, 
y no se partirá ni se consiente 
que partir pueda de este amor sobrado; 
mas vuestro poco amor me mata, y siente 
el mío que en morir seré olvidado; 
sólo este pensamiento me cautiva, 
mas no creo que será si vos sois viva.
En yo muriendo no ha de amar ninguno, 
y amor se queda en ira convertido; 
mas cuando morir quiera, ¿qué importuno 
será el dolor de ausencia y cuán crescido? 
Si término en amor hubiera alguno, 
en él yo fuera solo y escogido, 
y viera vuestro amor si se extendía 
o si en lo verdadero teme o fía.
Yo soy el amador más extremado, 
después de los que ya no tienen vida; 
por verme vivo y veros no he quejado, 
¿cómo haré cuando el vivir me impida? 
A bien o mal estoy aparejado, 
mas no cabe en mi hado haber guarida; 
que yo con humildad lo estó esperando, 
la puerta le abro y allí estoy velando.
Deseo aquello que ha más de costarme, 
y la esperanza de esto me recrea; 
mi vida no querrá, ni aun yo, salvarme 
de un caso fiero, y pido a Dios que sea; 
las gentes todas luego podrán darme 
más fe que no al amor, como se vea 
que en actos su poder será mostrado, 
y en hechos mostraré lo que he hablado.

PLACER NO TIENE SER DO NO SE SABE...


Placer no tiene ser do no se sabe;
pierde su merescer mucha costumbre.
Morimos por saber de amor la cumbre
y en viéndola de mala no nos cabe;
aquello que pensamos que perdido
dará poco dolor, cuando se pierde
no hay cosa que al sentido desacuerde
tanto como sentir que se haya ido.
A tal extremo y punto soy llegado
que aquello que más quise en esta vida
lo siento con tibieza descaída,
y al punto que lo pierdo soy quemado.
Ninguno puede ver tales hazañas
como las veo después que al cielo fuistes;
sin vida con moriros me hecistes;
Dios sabe el porvenir destas marañas.
El bien o mal que da o quita fortuna,
hijos, hacienda, honor abalanzaron
aquellos que tras vicios caminaron,
teniendo a la virtud por importuna;
yo tengo ya mi cuenta fenescida:
no puedo haver jamás ningún contento,
no lloro lo futuro que no siento,
la vuestra muerte cruel fue mi homecida.
Tengo de mi dolor placer sencillo,
holgando de mi mal por quien le tengo;
con este imaginar yo le sustengo,
ni helgo de dejalle ni sufrillo.
¡Oh espíritu que estás gozando el cielo!,
si vees de allá mi mal, de mí te duele
y tu gloria y beldad se me revele,
que espíritus te dan gloria y consuelo.
Muerte que quita el bien y la riqueza
que vida suele dar a los mortales,
cuanto era me llevó, sino mis males,
dejando de aquel tiempo una tristeza.
A todos doy señal de lo presente
mostrando de pesares el extremo;
del tiempo por venir recelo y temo,
pues sola la tristeza en mí se siente.
Nunca de mi dolor me veo pagado,
pues busco en el dolor el alegría;
mi corazón es duro, pues podría
vivir siendo de vos desamparado.
Amor fue mi enemigo en aquel punto
que os vi dejar el cuerpo tan hermoso;
cruel fue más que león el ser piadoso,
y más mi corazón, que no es defunto.
No puede en breve tiempo el mal sentirse
cuánto es como después que es conoscido;
ataja un gran dolor todo sentido
el tiempo, que le hace dividirse;
razón pide que el mal, para entenderse,
se parta, porque en tiempo viva y dure,
porque de hacer placer nunca se cure
ni nadie jamás pueda dél valerse.
No cure de juzgarme a mí ninguno
si no sabe la causa de mi duelo:
la muerte me llevó mi bien al cielo,
dolor es este tal más que importuno.
¿Quién puede ser tan cruel que así no llora
a quien más que a sí mismo en vida quiso,
ni cómo de llorar se ve arrepiso
privado ya de ver a mi señora?
La muerte es desventura al más dichoso,
mirá qué puede ser al desdichado;
todo lo trae la cruel amedrentado,
por siempre su dolor es congojoso.
Aquesta del amor cruel enemiga,
contino anda partiendo corazones;
de un golpe a vos y a mí partió sus dones
y en mí quedó el durar de su fatiga.

«Busquen las gentes fiestas con alegría...»



Busquen las gentes fiestas con alegría,
alabando a Dios, entremezclando deportes;
que plazas, calles y deleitosos jardines
se llenen con los relatos de grandes gestas;
y vaya yo los sepulcros buscando,
interrogando a las almas condenadas,
que me responderán, pues no están acompañadas
sino por mí en su perenne lamento.

Cada cual busca y quiere a su semejante;
por esto no me agrada el trato con los vivos.
Al imaginar mi estado, se tornan esquivos;
como de hombre muerto, de mí toman espanto.
El rey ciprio, prisionero de un hereje,
no es a mis ojos desventurado,
pues lo que quiero jamás será logrado;
de mi deseo médico alguno podrá curarme.

Como Prometeo, a quien el águila come el hígado
y siempre brota de nuevo la carne,
y jamás termina el pájaro de devorar;
más fuerte dolor que éste me tiene asediado, 
pues un gusano me roe el pensamiento, 
otro el corazón, y de roer no cesan,
y su trabajo no podrá interrumpirse 
sino con aquello que es imposible de lograr.

Y si la muerte no me infiriese la ofensa
-alejándome de tan placentera visión-,
no le agradecería que vista de tierra
mi desnudo cuerpo, quien no piensa perder
el placer, pues tan sólo imagina
que mis deseos no pueden cumplirse;
y si mi postrera hora ha llegado,
término tendrá también el bien amar.

Y si en el cielo me quiere Dios albergar,
amén de verle, para cumplir mi deseo
será preciso que allá me sea dicho
que mi muerte vos tenéis a bien llorar,
arrepintiéndoos de que por vuestra poca merced
muriese un inocente, mártir por amaros:
pues el cuerpo del alma separaría
si en verdad creyese que de ello os doleríais.

Lirio entre cardos, vos sabéis y yo sé
que bien puede morirse por amor;
si creéis que en tal dolor me hallo,
no os excederéis, poniendo en ello plena fe.

Versión de José Batlló

Sexto canto de muerte



Si durante algún tiempo creí amar,
de tal sentimiento, poco conozco ahora en mí.
Si me comparo al común de la gente,
es verdad que hallo en mí gran amor;
mas si recuerdo a alguien de otro tiempo,
y lo que Amor puede en buena disposición,
ni tan sólo puedo darme el nombre de amador,
pues mi pasión no es tanta como debiera.

La que tanto amé, ya murió,
y yo sigo vivo, viéndola morir;
un gran amor no podría sufrir
que la Muerte de ella me alejara.
Tendría que ir a buscarla a su camino,
mas no sé qué me impide decidirme:
parezco quererlo, mas no es verdad, pues la Muerte
no se resiste a quien en sí la desea.

Claro está que mi vida no terminó,
cuando vi cómo la muerte se le acercaba,
y llorando decía: -¡No me dejéis,
sentid el dolor que el dolor causa en mí! -
¡Oh malvado corazón de quien en tal trance
no queda despedazado y sin sangre!
Un poco de piedad, un poco de amor
bastaría para mostrar un gran dolor.

¿Quién será aquél que llegue a dolerse
la bastante de los piadosos males que la Muerte trae?
¡Oh mal cruel, que la juventud arrebatáis
y hacéis que la carne se pudra en la fosa!

El espíritu, despavorido, va volando
a incierto lugar, temiendo la condena eterna;
todo el placer presente atrás queda.
¿Qué Santo no dudó ante la Muerte?

¿Quién será aquél que lamentará la muerte
propia o ajena, tanto como grande es el mal?
No se puede sentir el dolor mortal,
y menos aquél al que la muerte jamás tentó.
¡Oh mal cruel, que para siempre separas
los ánimos que siempre permanecieron unidos!
Mis sentimientos se hallan aturdidos;
mi espíritu perdió la sensibilidad.

Todos mis amigos me compadecerán
así que vean mi pasión;
el falso compañero se alegrará,
y el envidioso, que disfruta con el mal,
¡pues, tanto como puedo, sufro y sufrir quiero,
y si no padezco, siento fuerte disgusto,
pues deseo no volver a sentir placer
y que jamás cese el llanto de mis ojos!

No amo tan poco como para que no mojen mi cara
las lágrimas, al pensar en su vida y en su muerte;
rememorando su vida, vivo en la tristeza,
y su muerte lamento tanto como puedo.
No logro más, nada más puedo hacer,
sino obedecer lo que mi dolor ordena;
antes quisiera perder la razón que no el dolor,
y de poco amor me acuso, puesto que no muero.

No se excuse el amador de amar poco
si sigue vivo, estando muerta su amada;
que viva por lo menos apartado del mundo,
y que tan sólo tenga el nombre de cautivo.

Versión de José Batlló


"Como aquel que en el sueño se deleita"


Como aquel que en el sueño se deleita
con un loco placer imaginado,
así estoy yo, porque el pasado apresa
mi mente, y no hay lugar para otros bienes,
sabiendo que el dolor está al acecho
y que sin duda yaceré en sus manos.
Del porvenir no espero bien alguno;
es mejor para mí lo que no es nada.

Amo con desmesura lo pasado,
que es no amar nada, porque ya se ha ido;
con este pensamiento me deleito,
pero sin él aumenta mi dolor,
como le ocurre al condenado a muerte
que lo sabe hace tiempo y se conforta,
y, haciéndole creer en el indulto,
lo llevan a morir sin un recuerdo.
¡Si Dios quisiese que mi pensamiento
muriese y mi vivir pasase en sueños!
Mal vive aquel que al pensamiento tiene
por enemigo que su mal le aviva,
y cuando le concede algún placer,
hace como la madre que, si el hijo
le pide entre sollozos un veneno,
es tan loca que no sabe negárselo.
Mejor sería soportar mi pena
que mezclar un contento tan pequeño
con aquellos tormentos que me impiden
salir de este placer imaginado.
Ay, mi alegría se convierte en pena
y aumenta mi dolor tras el reposo,
como enfermo que ansía un buen bocado
y alimenta tan sólo su dolor.
O como el ermitaño, que hace tiempo
que no sabe del mundo y que no añora
a los viejos amigos, pero un día
uno de ellos acude por azar,
renueva los placeres más remotos
y convierte en presente su pasado;
cuando se va, lo deja con su angustia:
el bien que huye llama al mal a gritos.

Toda cordura, cuando amor es viejo,
la ausencia es el gusano que lo roe,
a no ser que se oponga la firmeza
y no se preste oído al envidioso.


Traducido por José María Micó


El día tiene miedo de perder su claridad:


cuando viene la noche que expande ses tinieblas,
pocos animales no cloen los párpados
y los enfermos crecen de su dolor.
Los malhechores volgren todo el año llevarás,
porque sus males hubieran cubrición.
Mas yo, que vivo menos de par en tormento
y sin mal hacer, volgra que pronto pasara.
Y, por otra parte, faz pus que si mata
mil hombres justos menos de alguna merced,
pues todos mis widgets yo suelto por traicionar me.
Y no cuidad que el día me n'excusàs,
años en la noche trabajo rompiente ma piensa
porque en el día el traicionamos cometa:
miedo de morir su hacer vida estrecha
no me tulo esfuerzo para darme ofensa.
Llena de cordura, mi entendimiento piensa
como Aptámero el lazo de amor se meta.
Sin parar, no teniendo vía derecha,
voy a cabo, si merced no me defiende.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario