jueves, 14 de noviembre de 2024

POEMAS DE CARLOS FONSECA GRIGSBY

 


Rilke y los perros

 

I

En una foto aparece Rilke junto al matrimonio Rodin

y dos perros. El poeta parece más cercano

a uno de los canes que al escultor, su ídolo entonces.

¿Por qué? Rodin es el arte mismo; el perro es más humano.

 

Rilke los mencionó en sus cartas

escribió poemas sobre perros

y los tuvo también como mascotas.

Entre ellos, consideró a Prinz y a Lord

dos amigos de verdad.

 

II

Hoy vi por la calle un bulldog francés,

negro, de rostro amistoso, a pesar de

su personalidad tímida y nerviosa.

Su dueña vestía una sudadera rosa

y para ella —claramente— pasear

a su mascota es hacer ejercicio.

(El collar del perro también era rosa.)

 

Reparé en esa suerte

de colonización de una especie

con perversidad cristiana:

deformar al otro

a imagen y semejanza

de uno mismo.

 

Consideré las alergias con las que

tienen que vivir, los dolores

en las articulaciones, los problemas

oculares. Todo para nuestra satisfacción. 

 

Me desdigo sin embargo al confesar

que hay razas cuya belleza admiro.

El Chow Chow, cruce entre león y oso,

antiguo guardián de templos budistas.

Las razas siberianas, verdaderos perros lupinos.

O los cobradores dorados, mejores nadadores que yo

y seguramente mejores amigos.

 

Además, siempre me ha divertido

que los perros bajitos se comporten

como los hombres bajitos

siempre ladrando

para compensar por su estatura. 

 

III

A Rilke le parecía aborrecible

cómo los hemos vuelto tan dependientes de nosotros

en patetismo consuetudinario. El perro de hoy

vive al filo de su propio ser: mirada y hábitos

humanizados hasta la aberración. 

 

Después, cuando ya iban de vuelta,

la dueña tiró de la correa con fuerza

mientras el bulldog descubría un árbol

con su hocico, que para ellos debe ser

más que una mano.

 

Me acordé de aquel Goya

el del perro hundiéndose

en dunas tenebrosas

—dunas del amor humano.

 

 

Las aves

 

Esas aves de estaño que anidan

entre páginas o anaqueles 

y suelen llamarse ruiseñores

oscuras golondrinas

o cisnes—

      cuyas patas negras

y membranosas, debajo

del plumaje aristocrático,

son horribles—

 

no son las mismas aves

que se estrellan

contra el vidrio

de un rascacielos

creyéndolo continuidad del cielo

 

no son las que vuelan

a través de un parque eólico

bueno para el planeta

pero para ellas

aspas de la muerte

 

las del gorjeo

ansioso y aturdido

por el ruido de la ciudad

que interfiere en su música

 

las que quedan a veces

atrapadas en aeropuertos

cuyo mínimo aleteo contrasta

con el rugir de los aviones

y en las que vemos una alegoría

de nuestro propio lugar en el mundo

que a veces pareciera también ser

un aeropuerto enorme y ruidoso

 

o la urraca que entró un día

por la ventana al aula de clases

y sumió a todos los alumnos

en pánico: se agachaban

mientras ella, también en pánico,

rondaba el rectángulo del salón

una mancha negra blanquiazul

abigarrada al vuelo

y se estrelló no una sino dos

veces en las paredes

antes de salir al ancho aire

en un volar ladeado y a pique 

mientras los niños en el aula

se ponían de pie, aliviados.

 

 

Bajo tierra

 

Así como de las plantas solo vemos

de su cintura para arriba

y a la superficie del mar

llamamos el mar

de ellos solo percibimos

la punta de los dedos

emergiendo de la tierra.

 

Los llamamos trufas,

setas, oronjas, níscalos

o champiñones pero

sus verdaderos cuerpos

—el micelio— están bajo tierra

como vastas redes filiformes

y son el bosque debajo del bosque

sin ser por ello plantas o animales

sino un reino en sí mismo.

 

Ignoramos que lanzan miles

de millones de esporas al aire

que aterrizan, a toda hora

y en cualquier momento,

sobre un pétalo, un parabrisas,

la punta de una nariz.

 

Y así van extendiendo

su imperio subterráneo

estos seres que roen

la muerte y saben digerirla

y devolverla hecha vida. 

 

Son literalmente la levadura

que le da al pan su cuerpo

a la cerveza su sabor

y hace que la uva nos embriague.

Y qué decir de los que abren

las puertas de la percepción…

 

Pero los privilegios de la vista

tienen cataratas. Planta, mar,

micelio. Todo, a la luz

del ojo, se vuelve sinécdoque.

Tomado de:

https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/rilke-y-los-perros/

 

 

Abril

 

Olvídense de Eliot. Ya no se trata

 

de los oscuros movimientos

 

de la tierra, de raíces o la angustia.

 

Abril es el mes de las balas

 

que siguen viajando en el aire.

 

Abril es el mes que no se acaba

 

va comiéndose a los otros

 

en el calendario.

 

Por eso este diciembre es abril

 

y mañana cuando sea enero

 

también será abril

 

así como febrero

 

será otra vez abril.

 

Y las balas

 

ahí están

 

en el aire

 

todavía

 

suspendidas

 

en su vuelo

 

hacia la cabeza de un niño

 

—la bala quiere leerle

 

los pensamientos—

 

que aún va a la escuela

 

quiere ser bombero

 

y le gusta el atletismo.

 

Abril es el mes que no se acaba.

 

En la Selva Lacandona

 

Porque eres el escritor y la escritura;

 

el autor de tu héroe y el héroe

 

de tu autoría. Por eso eres tan atractivo

 

para la literatura, le dije.

 

Ese mediodía de zumbidos

 

el hombre del pasamontaña

 

con el reloj de la injusticia en un brazo

 

y el reloj de la justicia en el otro

 

fumaba su pipa histriónica

 

y en la nube de humo

 

yo veía todas las luchas

 

el humo rojo de las masacres.

 

Y me habló de sus años

 

en la lucha sandinista, y de esa otra

 

—más pequeña pero también

 

más feroz— resistencia indígena

 

de un lugar llamado Monimbó

 

y de cómo la Izquierda ya no existe:

 

es una palabra de un lenguaje muerto

 

pues ya todos nos traicionaron.

 

Mientras tanto el humo

 

escribía sus volutas en el aire

 

imposibles de leer.

 

¿Y cómo te sientes ahora?

 

Como un pájaro

 

atrapado

 

en un aeropuerto.

 

Secretos

 

-en ese momento

 

en que aún no sos poema

 

y podéis temblar sin yo antes

 

haberte dado el temblor

 

-en esos instantes

 

en que todavía soy tu dios creador

 

de sensibilidad extra-ordinaria

 

y espléndido don literario

 

Cuando tu boca ante mí

 

es simplemente tu boca;

 

eso no se entrega a la literatura

 

Ese gozo es mío.

Tomado de:

https://lp5.cl/2023/09/carlos-fonseca-grigsby-poesia-actual-de-nicaragua/

 

 

DIECISIETE

 

 

 

I

 

 

 

Con la misma desgracia de una estrella

que de pronto pierde su rumbo,

 

mi cara se vuelve pergamina

 

y el llanto infantil se disipa.

 

La virginidad de mi alma se evapora

 

para luego convertirse en una sola lluvia:

 

 

 

Nadie toma su vida en serio y muere.

 

 

 

Una supernova es mi corazón.

 

 

 

(Por el rabillo del ojo camina una pantera

 

¡Simetría perfecta!

 

es la noche hecha animal

 

devorándome

 

debajo de la noche de mis ojos.)

 

 

 

 

 

II

 

 

 

Nadie toma su vida en serio y muere.

 

 

 

Es la edad donde mi risa no se va

 

          corazón de nada

 

mi cuerpo todavía no es el cadáver de un granjero

 

          que flota en el río del tiempo—

 

cuando la sonrisa de los muertos aún no se muestra

 

          sus dientes amalgamados—

 

y en mi corazón hay tantas sombras

 

¿Quién podría convertirme en trabajador?

 

          abismo.

 

 

 

Es que entre tanto silencio enojado, entre

 

tantos gestos eléctricos,

 

A veces parece que mi sombra asusta y asusta

 

          al sol

 

y es una sombra que habla con otras sombras

 

sobre la hora en que se fueron

 

          mueve el corazón de la nada;

 

sobre cómo aprender su orografía

 

          cuerpos

 

y el culto al beso

 

y el rito del tacto

 

y el lenguaje de la mirada hambrienta.

 

 

 

(Aaaaah... Sí. También hay días — esto está pasando

 

          recientemente,

mientras que en el momento exacto y que muestra tu

 

          cuerpo embalsamado

 

el alba, me parece que con los ojos, y bajos

 

 

 

mis ojos,

 

el silencio te ha abierto los ojos.)

 

 

 

III

 

 

 

Entro de noche como entra de noche un nadador;

 

y retirado de aquel taller nocturno, sueño.

 

 

 

(Nadie se toma la vida en serio y muere)

 

Sin embargo, hoy,

 

después del retrato de la soledad

 

—un columpio que cae al suelo,

 

          suelo-

 

y bajo en la palabra vida,

 

sobre un pedestal que heredó la tiniebla

 

mi sombra besa a las muñecas con claridad.

 

 

 

El mundo es la muerte que se escapó de mi cráneo.

 

y desnudo en el río de material.

 

 

 

Las cosas que escribes tu poema en Mí.

 

 

MISTERIOS

 

 

 

—en ese momento

 

          cuando no estoy solo poema

 

Puedes temblar de pecado antes

 

          haberte dado el temblor.

 

 

 

          —en estos momentos

 

mientras yo no lo soy, sin embargo, eres el creador,

                    de una sensibilidad extraordinaria

 

           espléndido catedrático literario.

 

 

 

Cuando tu boca delante de mí

 

es simplemente tu boca;

 

 

 

                    eso no se entrega a la literatura.

 

 

 

          Ese disfrute es mío.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/nicaragua/carlos_fonseca_grigsby.html

 

VIII
LA PALABRA

Y Dios dijo «Hágase la luz» y la luz se hizo.

Y Dios no era poeta.

 

 

IX
FRAGMENTOS DE MÍ

Soy el que escucha al ruiseñor y se tapa los oídos.

Soy el que llora un llanto seco,

el de las musas pornográficas,

el de los sonetos volando con alas de cartón, haciendo

piruetas en el aire.

Soy el que lo quiso escribir todo —y quizás era posible—.

Soy el que conoció el silencio desde adentro,

con herramientas de arqueólogo.

 

 

RETRATO N.º 3:
ÁNGULO QUE FORMAN MI SOMBRA Y EL MUNDO

Mis recuerdos emigraron a tu olvido

y volvieron hechos pájaros.

Te hablo con el lenguaje de las sombras;

cuando el silencio lentamente abre sus ojos,

te he dicho que te quiero.

Luego (esto siempre ocurre) se alza la cresta de la marea del

tiempo tratando de decirte algo.

Mi mirada hoy quiso reemplazar a la palabra felicidad.

Pero todo esto es teología.

Entonces, te digo, que quedarás como una estatua en el

museo de mi corazón.

(flores blancas se marchitan en el ombligo del silencio).

 

 

EL POETA EN DIÁLOGO CON SUS
MONSTRUOS YA LIBRES

—No cantamos, oh monstruos, para renovar la forma.

—¿No? —No, ya somos libres —dijo el poeta.

—¿Entonces para qué cantamos?

—Para no volvernos prisioneros de esta libertad.

(noviembre 2005)

Tomado de:

https://public-digitaliapublishing-com.ezproxy.biblored.gov.co/viewepub/?id=41112

 

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