Arenga de las mujeres necesarias
Ah, necesarias para vivir y morir, con sus aguas
rezadas.
Antes de llegar, ellas mojaban de cantos todos los
asaltos,
los días con sus cejas veloces,
el mayor misterio con su gestión de penumbra.
Anchas, siempre.
Como de plaza o establo, como de río.
Muchos deseos de noche a su tercer labio,
besos mundiales a sus modos montunos.
Vastas, siempre.
Deidades de teta agreste y alma compañera.
Con las espaldas caídas
como tronos milenarios.
Violentas para morir, en la cruz de los mercados.
Y la salud de sus proverbios:
bestias lentas exigiendo carne y viento.
Buenas, siempre.
Locas libres para hacer de los respiros
otra conversación intensa,
para portar el río en la mirada,
ordenar los gastos de cielo,
para fundar en el hombre último
el primer niño.
Necesarias
(a Carmelita Millán)
Postdata para Fellini
No me digas que ahora no hay quien sople
las canciones romanas en el descanso
mientras el actor te mira como a un almanaque cesáreo
y la actriz sueña con darte sus pezones alcanforados
y la película corre como un venado
por entre tus propios callejones de vidrio
y la asamblea de periodistas alcanza
a saber que eres un hombre con éxito y diarreas
y tú haces crecer el mundo
poniendo en una servilleta
esos encuadres descomunales
que parecen simples delirios de El Bosco
gritos crepusculares de Dylan
productos de la siesta sin guardianes
o del prolongado bostezo frente a la plaza
que nadie entiende mientras en otra parte
la luz está encendida
afuera los perros aúllan como lobos huérfanos
las motocicletas pasan creyéndose proclamas modernas
entonces la tía de grandes tetas se desnuda frente al
espejo
y de los castigados sostenes
salen las tierras y las enfermedades y las guerras
y por el ojo de la cerradura
el niño mira cómo nace el mundo
adivina el pasado
y sesenta años después muere
con el único ojo que le sirve al siglo
pegado
a esa cerradura.
Del silencio
Cuando ella puso la mano de él
en su sexo intacto
y él usó su mano como quien roza
un fuego nunca prometido
Cuando ella lamió su ombligo
con aquella sed súbita y antigua
y él vio brillar sus nalgas
como una zanja de pedernal en la noche de la selva
ambos supieron que sus abuelos tenían razón.
La mayor pobreza está en las palabras
Tu voz
Tu voz que divide la lástima del aire,
chorro de veras en el surtidor de la locura,
ánima de discordias,
fruta obscena en la pila de las puras.
Tu voz, morral para el desterrado.
Tu voz, que forma corazas de inútil oro
en el muro de la cocina, tu voz que agita
el pesar de la yuca, tu voz que anima
el lodazal y enciende las salas de recibo
donde el gerente ignora al monstruo que lo custodia.
Tu voz que baila
en la punta de los desaires,
címbalo diagonal de nueve condenados,
penacho de maíz flotando
en la plaza moribunda,
principio gemelo de mi mejor porción de almas.
Tu voz
que sabe irse.
Tomado de:
https://www.arquitrave.com/arquitraveantes/archivo_revista/enlace7febrero05.htm
Charanga postmortem
Después de mi muerte, quién dedicará una tarde
a hablar de la grandeza de mi susurro propicio,
de mi mirar para salir gritando
las noticias olorosas, la música flotante,
la palabra que encuentra su llaga en la floresta.
A ti, olvidadizo, te di la noticia de los principios,
a ti, altiva, te ofrecí la joya de mi mirar,
y dentro de las caravanas, dije las palabras más
precarias
pero apunté al centro de la riqueza
y reseñé las oscuridades y las llamas,
pero no me refugié en el asco semanal
ni sostuve a los augures cómodos.
Quien hablará de mi manía nocturna
de adivinar en las estrellas inermes
alguna suave indicación del castigo futuro,
de atender en el pubis amado
la hoguera submarina, la categoría del liquen y la laca,
y los documentos rizados de la borrasca.
A ti, olvidadizo, te di mi mano como un océano,
ingresé por ti en el partido de los suplicantes
y nunca cerré las ventanas.
A ti, altiva, busqué entre tus ojos la primera llamada
y respeté tu forma de desplegar el silencio
y de comer sola pero tributaria entre el pan de la
multitud
Quién recordará mi manera de leer en los ojos de las
mujeres
que pasan por la calle toda clase de anuncios sobre mi
poquito de
mundo,
y en el desprecio precioso de sus nalgas,
en el compañerismo de sus nalgas,
en la teoría maciza de sus nalgas,
el supremo veredicto sobre el estado de la tierra
Quién dirá cómo sobaba la cabeza de mis hijos perplejos
para entender mejor la muerte de mi madre,
quién hablará de mi cuchara obsoleta,
quién dirá cómo me enfrenté a los vociferantes,
cómo besé la boca deseada
y caí insultando las piedras sagradas,
cómo ofrendé al traidor mi clamorosa mudez,
y cómo nunca pude negociar con el coro,
pero entendí en el mar la materia más limpia
y estuve al lado de los compañeros
poniendo las piedras para el camino,
el precipicio, la herida mayor
A ti, olvidadizo, te di las antesalas de mi muerte,
no evalúes mi ritmo de mudo funámbulo,
ni mi cuarto ojo sobre la espalda del tiempo
A ti, altiva, te di la muerte justa, el instante de ya
no verte,
y cuando salí de ti, te elevé en la memoria de la
colina
Quién sabrá otra vez cómo miré a fondo el mar
en octubre del 83 con tu mano en la mía
y ya no pude ser el mismo.
Quién me hará el favor último
de hablar asombrado o celebrante
de qué ridícula, dulce y estruendosa manera traté
de ser hombre entre las mujeres y los hombres.
Tomado de:
https://bibliotecadigital.univalle.edu.co/bitstreams/4fbf996b-f61f-4120-b228-5078abb276e1/download
Crónica del beso y del besar
En el principio fue el beso.
El beso fue inventado un día de dioses arrechos,
a partir de la sombra sonora
y la precisión del sol
para originar escándalos.
En el principio fue el auge de la nariz
y el dedo purgatorial
revisando labios recientes
y luego el beso ocupó la noche
con sus patentes de lluvia desamarrada.
Crónicas de piedra viva
cuentan que el baile
no fue más que un simulacro de besadores
en época de prohibición
y que allí el beso alcanzó
la dignidad del agua bien usada.
El nuevo arte hizo de los perfiles,
un paisaje del éxtasis.
Y allí todo hombre suda y se purifica
y la muerte se aleja, esperando.
Más que escribir una historia,
hacer la crónica del beso
es documentar un fulgor.
Por eso,
besos galantes con límites
en frote y tiempo
no sirven a quienes saben
que mañana
la guerra romperá la casa,
el comisario reemplazará los atavíos del queso
y morirán muchos funcionarios de buen amor.
Por eso —lo manda la crónica original—
hay que besar con las normas del caballo:
con la peligrosa mansedumbre del loco,
las manos trabajando en la distancia
y el temblor enlunado de siempre.
Señales de vecino para Pessoa
1
No me importa si tenías más de una crisis tardía
un reloj de bolsillo
un canario en el párpado
o pensabas demoler
media docena de alguaciles
caminando tranquilo
como una imagen perfecta de la desdicha
trasquilado por el viento de los sepultureros
y tantos escritorios y cigarrillos
apagados al terminar la esquina
sólo esa declaratoria:
yo no
miento
escudado en la limpia fiesta del poema.
2
Definitivamente, señor
de agrio estar, repentinamente
lo descubro:
debiste atrasar tu nacimiento
una media docena de mundos.
3
Una mujer pasó por aquí
Sola, con su flujo intenso
una carga de casa al hombro
respirando como una gran bestia irremplazable
y cuando pasó sentí
que el aire en torno mío
de repente
una mentira pública.
4
Ahora las doce de la noche
en todo el yodo
arrugado de la ciudad
los borrachos
gritan
que el mundo es de ellos
lo aseguran y ante el que duda
escupen, muestran el puño
o simplemente
lo invitan a orinar juntos.
(a jaime arturo martínez)
Casi nada: el buen Villon que aconseja en una tienda
Dame un diario de hojas sueltas
y
trovaré tu sueño
Dame una hectárea de pezones
y
conocerás el loco del viento
Dame un tercio de escuelas
y haré
ríos regulares
Desaloja tu oro podrido
y habrá caldos frontales
Guarda los sentimientos puntuales
y podrás ser canción.
Canta para los que no te oyen
y la palabra se te volverá mazorca,
luz en el costado, suela de vals.
Ásperas muchachas
con mapas en las axilas
son el mejor auditorio
para las espléndidas baladas.
Reúne, además, ladrones y mensajeros
y alguien que sepa leer
y copias estos gozos semanales.
En fin, ahora verán mis meneos.
(Después, comenzó a flautar las bribonerías de su amor
y desmandó el contorno
con su azul tan putañero)
(a gustavo tatis)
Tomado de:
https://letralia.com/93/le11-093.htm#google_vignette
Declaración de amor de Clemente Spath
No sé cómo vine
a estas tierras tan anchas
Las voces son más solas,
los cielos más ansiosos.
El verde no limita: se derrama y duele.
el río responde, a lo lejos,
por todo destino
pero la selva ya no se sabe esperanza.
Someya Báladi,
me gustan sus manos con costumbres,
su parentesco con la lluvia,
su oficio de sombra.
La veo salir y entrar a la luz
como puñal de leyenda.
Puedo prometerle, apenas,
una casa con lámparas,
cinco hijos correctos,
almacén y hombrías.
Usted, Someya Báladi,
Es mi tercera patria.
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/Antologia/usta.html
LAS COSAS EN EL OJO DEL GAITERO
Mírale el ojo al gaitero
mientras sopla la música.
Míralo a fondo.
Oyes el agua invicta,
los preparativos de la muerte.
La mujer es mujer
entre todas las flautas.
El abeto ayuda
al cantor
a bien morir.
Vuelve
y mira el ojo del gaitero.
Mira cómo grita el hombre
en todas las pieles del río,
cómo tiembla el día
con sus hamacas extremas.
Mira el ojo del gaitero
y quiere tu sombra.
Has visto al dios posible y es tuyo.
ORTOGRAFÍA DE HOJAS.
Hace meses que las hojas
copian sin margen
las huellas
que en letras urgentes
deja en tu cuerpo mi mano.
(Así, sin embargo,
sólo aprenderá a leer el bosque)
Del silencio
Cuando ella puso la mano de él
en su sexo intacto
y él usó su mano como quien roza
un fuego nunca prometido
Cuando ella lamió su ombligo
con aquella sed súbita y antigua
y él vio brillar sus nalgas
como una zanja de pedernal en la noche de la selva
ambos supieron que sus abuelos tenían razón.
La mayor pobreza está en las palabras
Tomado de:
https://libertaletra.blogspot.com/2016/01/jorge-garcia-usta.html
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