miércoles, 2 de diciembre de 2015

POEMAS DE HEBERTO PADILLA

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(Cuba 1932- Estados Unidos 2000)


EN TIEMPOS DIFÍCILES

A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una epoca dificil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lagrimas
para que contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmacion, un sueño
(el-alto-sueño);
le pidieron las piernas,
duras y nudosas,
(sus viejas piernas andariegas)
porque en tiempos dificiles
¿algo hay mejor que un par de piernas
para la construccion o la trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de mno,
con su árbol obediente.
Le pidieron el pecho, el corazon, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles esta es, sin duda, la prueba decisiva.

EL DISCURSO DEL MÉTODO

Si después que termina el bombardeo,
andando sobre la hierba que puede crecer lo mismo
entre las ruinas
      que en el sombrero de tu Obispo,
eres capaz (lo imaginar que no estás viendo
lo que se va a plantar irremediablemente delante de tus ojos,
      o que no estás oyendo
lo que tendrás que oír durante mucho tiempo todavía;
      o (lo que es peor)
piensas que será suficiente la astucia o el buen juicio
para evitar que un día, al entrar en tu casa,
sólo encuentres un sillón destruido, con un montón
      de libros rotos,
      yo le aconsejo que corras enseguida,
      que busques un pasaporte,
      alguna contraseña,
      un hijo enclenque, cualquier cosa
que puedan justificarte ante una policía por el momento torpe
      (porque ahora está formada
      de campesinos y peones)
y que te largues de una vez y palo siempre.
Huye por la escalera del jardín
      (que no te vea nadie).
No cojas nada.
No servirán de nada
ni un abrigo, ni un guante, ni un apellido,
ni un lingote de oro, ni un título borroso.

No pierdas tiempo
enterrando joyas en las paredes
(las van a descubrir de cualquier modo).
No te pongas a guardar escrituras en los sótanos
(las localizarán después los milicianos).
Ten desconfianza de la mejor criada.
No le entregues las llaves al chofer, no le confíes
la perra al jardinero.
No te ilusiones con las noticias de onda corta.

Párate ante el espejo más alto de la sala, tranquilamente,
y contempla tu vida,
y contémplate ahora como eres
porque ésta será la última vez.
Ya están quitando las barricadas de los parques.
Ya los asaltadores del poder están subiendo a la tribuna.
Ya el perro, el jardinero, el chofer, la criada
están allí aplaudiendo.

ORACIÓN PARA EL FIN DE SIGLO



Nosotros que hemos mirado siempre con ironía e indulgencia
      los objetos abigarrados del fin de siglo: las construcciones
      trabadas en oscuras levitas. Nosotros para quienes el fin de siglo fue a lo sumo
      un grabado y una oración francesa.
Nosotros que creíamos que al final de cien años sólo había
      un pájaro negro que levantaba la cofia de una abuela.
Nosotros que hemos visto el derrumbe de los parlamentos
      y el culo remendado del liberalismo.
Nosotros que aprendimos a desconfiar de los mitos ilustres
      y a quienes nos parece absolutamente imposible
      (inhabitable)
      una sala de candelabros,
      una cortina
      y una silla Luis XV.

Nosotros, hijos y nietos ya de terroristas melancólicos
      y de científicos supersticiosos,
      que sabemos que en el día de hoy está el error
      que alguien habrá de condenar mañana.
Nosotros, que estamos viviendo los últimos años
      de este siglo,
      deambulamos, incapaces de improvisar un movimiento
      que no haya sido concertado;
      gesticulamos en un espacio más restringido
      que el de las líneas de un grabado;
      nos ponemos las oscuras levitas
      como si fuéramos a asistir a un parlamento,
      ientras los candelabros saltan por la cornisa
      y los pájaros negros
      rompen la cofia de esta muchacha de voz ronca.

LOS POETAS CUBANOS YA NO SUEÑAN

Los poetas cubanos ya no sueñan
                        (ni siquiera en la noche).

Van a cerrar la puerta para escribir a solas
cuando cruje, de pronto, la madera;
el viento los empuja al garete;
unas manos los cogen por los hombros,
los voltean,
            los ponen frente a frente a otras caras
(hundidas en pantanos, ardiendo en el napalm)
y el mundo encima de sus bocas fluye
y está obligado el ojo a ver, a ver, a ver.

CADA VEZ QUE REGRESO DE ALGÚN VIAJE

Cada vez que regreso de algún viaje
me advierten mis amigos que a mi lado se oye un gran estruendo.
Y no es porque declare con aire soñador
lo hermoso que es el mundo
o gesticule como si anduviera
aún bajo el acueducto romano de Segovia.
Puede ocurrir que llegue
sin agujero en los zapatos,
que mi corbata tenga otro color,
que mi pelo encanezca,
que todas las muchachas recostadas en mi hombro
dejen en mi pecho su temblor,
que esté pegando gritos o se hayan vuelto
definitivamente sordos mis amigos.

Berta


Estás contra mi pecho,
y sé que todo el aire desordenado
de mi vida
rinde ante ti los brazos, mujer mía.

Conmigo por tantas horas,
tú restauras mi profunda alegría
y la apuntalas a tu modo
en el mundo.
Y eres la fantasiosa que recorre
el delicado juego
de la encantada noche, mi poseída.

De "El justo tiempo humano" 1962




Día tras día


Cada noche me libras
de la corona turbia
que amenaza las horas de mi felicidad
y llegas en puntillas lentamente
y me arrancas los ojos de humanista
susceptibles al sueño
de modo que la muerte no puede seducirme
Definitivamente soy tu modelo azul
temblando en cualquier agua en que tú me sumerjes
La flor monumental para el salón de té
de las embajadoras que ignoran nuestros nombres

De "El hombre junto al mar"  1981




El hombre junto al mar


Hay un hombre tirado junto al mar
Pero no pienses que voy a describirlo como a un
         ahogado
Un pobre hombre que se muere en la orilla
Aunque lo hayan arrastrado las olas
Aunque no sea más que una frágil trama que respira
Unos ojos
Unas manos que buscan
       Certidumbres
                                     A tientas
Aunque ya no le sirva de nada
Gritar o quedar mudo
Y la ola más débil
Lo pueda destruir y hundir en su elemento
Yo sé que él está vivo
A todo lo ancho y largo de su cuerpo

De "El hombre junto al mar"  1981




En tiempos difíciles


A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lágrimas
para que contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmación, un sueño
(el-alto-sueño);
le pidieron las piernas,
duras y nudosas,
(sus viejas piernas andariegas)
porque en tiempos difíciles
¿algo hay mejor que un par de piernas
para la construcción o la trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño,
con su árbol obediente.
Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles esta es, sin duda, la prueba decisiva.

De "Fuera del juego" 1968
 





Entre marzo y abril está mi mes más cruel...


Entre marzo y abril está mi mes más cruel
Apretado a tus brazos
ascua feliz
                       el más tierno y salvaje
te dije:
               éstos tienen que ser los brazos del amor
Puse tus ojos y tus labios abiertos
                                    debajo de los míos
y caímos cantando en el sofá
fue la última vez en que pudimos amar
          sin sobresaltos.
y en vez de libros
                                    flores
y un hechizo calcáreo en la pared
                                                   con manchas
y la espuma de los muebles de mimbre
                                                   orlando tu aureola
abriendo abanicos de fuego
lanzallamas
y un cielo
y una constelación que se agigantan
muslos y vulvas inmortales
y mi oído en tu vientre
                donde te late un nuevo corazón
y en tu entraña
                                 ahora estás embarazada
en la abertura exigua de cada poro
el eterno deseo
la única escritura digna de nuestros nombres
y el retrato de Marx
junto al de nuestros padres
                                                         implorando
que arranquemos del mundo la tristeza
Nos alzamos
                          nos vestimos
le arrancamos al mundo la tristeza
                        sonreímos
te sentaste a mi lado
                                          me miraste
y yo
         el escueto y lógico
te grité
               fuego mío, bruñido por la vida
               laurel invulnerable
               tacto
                          jadeo
                                       gozo

Algo de eso te dije o te grité
con el horror de que pudieran acabarse
                         de pronto las palabras
Y continuábamos desnudos
                cuerpos
debajo de un pantalón
                                     de un vestido de lana
todo temblor
                            desnudos
Nadie que no seas tú
        podría plegarse a la modulación urgente de mis días

te dije
        en realidad quería susurrarte mis años
pero eso te alegró
y te dormiste
                           protegida
                                                confiada
los libros
                    y la ropa
                                      por el suelo
Cuando duermes parece que te ahogas o sufres
           Me das miedo

Ése era yo
                     tú describiéndome
asustada con mi respiración
De modo que esperé a que durmieras
              mucho rato
para que nada pudiera despertarte
nunca nada ni nadie
animales del siglo
                  enlazados desnudos
y el mundo entre los dos
                     ¿o una cara del mundo?
                     ¿Pero cuál?
Luego fueron zapatos burdos
                                                            apresurados
no en la yerba
               en el suelo
                       en la penumbra
                                 en el amanecer
yo vistiéndome adormilado
oyendo
               no tu respiración
                                                  sino la orden
la más humana
               desvistiéndome luego en otro sitio
                        audible de las voces
vuelto a vestir
                con una tela del color de la tierra
un efecto sencillo en una sinfonía
                 Adelante camina
la más humana
                              de las voces
Golpetazos
aullidos
Yo subiendo
                bajando escaleras
                                 del color de la tela
Puertas
                abriéndose
                           cerrándose
entre marzo y abril
                  un golpe de metal sobre metal
                  una cara del mundo.
                  ¿Pero cuál?
Un mes oculto entre otros dos
              ¿el más cruel?      ¿el más fiel?
Y la pared garabateada a punta de cucharas
nombres
                   fechas
                                 despedidas
                                                       pedazos de oraciones
La litera es también color tierra como la tela
El techo   y   la letrina son también muy oscuros
                                            del color de la tela.

De "El hombre junto al mar"  1981


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