Déjame, niña, bogar…
Déjame, niña, bogar,
en el esquife de un verso,
por el oleaje perverso
de tus pupilas de mar.
Quiero en ellas desafiar
las rachas de tu ilusión,
y que una ola de pasión
me envuelva en sus espirales,
me ahogue entre sus cristales.
y me hunda en tu corazón.
Altamar del Mar Caribe…
Altamar del Mar Caribe.
Noche azul. Blanca goleta.
Una voz grita en la noche: -¡Marineros! ¡A cubierta! Es el aullido del lobo
capitán de la velera.
Aúlla porque ha parido
su novia la luna nueva. Y todos ven el lucero
que en el azul va tras ella:
ven el corderito blanco
detrás de la blanca oveja.El piloto de la nave,
que a la baranda se acerca,
al ver el mar, todo espuma,
canta con voz de poeta: -En sus azules hamacas
mece el mar sus azucenas.
Y entredice el sobrecargo:-Es que las marinas yeguas
van al escape y sus crines
se vuelven sartas de perlas.Y otra vez aúlla el lobo
capitán de la goleta:-No son espumas de olas,
ni albas crines, ni azucenas:
es que en el mar cae la leche
del pecho que saca afuera,
porque ha parido un lucero,
mi novia la luna nueva.
Bella ficción de reinas y de reyes…
Bella ficción de reinas y de reyes…
Oh, carnaval, alegre carnaval,
que unces tus yuntas de mejores bueyes
y aras la carne en el vaivén del vals. Arado quo revuelcas corazones,
en surcos de dolor y de placer,
y arrancas las raíces y tocones,
que dejaron las siembras del ayer. Queda, desnuda, la cachonda era,
apta para la nueva primavera,
que vaticina el grito del amor. Grito y clarín de la fecunda guerra
en que hasta las lombrices de la tierra
sueñan el sueño de la flor.
El drama del olvido
Él: La historia de nuestro amor,
que aún sahúma tu memoria,
fue breve como la historia
de la abeja con la flor. Prisionera de la flor,
la abeja sabe libar
en su cárcel de azahar. Y cuando liba la esencia,
recobra su independencia
y se vuelve al colmenar. Ella: Te di el libro de mi vida,
para que tú lo leyeras,
y en sus páginas primeras
te deslumbraste en seguida. Tú curiosidad herida
quiso el final conocer. Y hoy lo cierras sin saber
que entre sus hojas extremas
hay los más bellos poemas
que dejaste sin leer.
La América fue tuya. Fue tuya en la corona…
A Tomás Carrión
La América fue tuya. Fue tuya en la corona
embrujada de plumas del cacique Agüeybana,
que traía el misterio de una noche de siglos
y quemóse en el rayo de sol de una mañana. El África fue tuya. Fue tuya en las esclavas
que el surco roturaron, al sol canicular.
Tenían la piel negra y España les dio un beso
y las volvió criollas de luz crepuscular. También fue tuya España. Y fue San Juan la joya,
que aquella madre vieja y madre todavía,
prendió de tu recuerdo como un brillante al airesobre el aro de oro que ciñe la bahía.
¿Y el Yanki de alto cuerpo y alma infantil quizás?…
¡E1 Yanki no fue tuyo ni lo será jamás!
Niño, de noche lanzábame a la selva…
Niño, de noche lanzábame a la selva,
acompañado del negro viejo de la hacienda,
y cruzábamos juntos la manigua espesa.
Yo sentía el silencioso pisar de las fieras y el aliento tibio de sus bocas abiertas.
Pero el negro a mi lado era una fuerza
que con sus brazos desgajaba las ceibas
y con sus ojos se tragaba las tinieblas. Ya hombre, también a la selva del mundo fui
y entre hombres y mujeres de todas las razas viví.
Y también su pisar silencioso sentí. Y tuve miedo, como de niño… pero no hui…
porque en mi propia sombra siempre vi
al negro viejo siempre cerca de mí.
Cuando canta en la enramada…
Cuando canta en la enramada
mi buen gallo canagüey
y se cuela en el batey
el frío de la madrugada;
cuando la mansa bueyada
se despierta en el corral,
y los becerros berrear
se oyen debajo del rancho,
y la hija del viejo Pancho
va las vacas a ordeñarentonces viene a mi hamaca
un olor como de selva
que no sé si esta en la yerba
o en las crines de las jacas
o en las ubres de las vacas
o en el estiércol del rancho
todo tiene un hondo y ancho
olor a felicidad;
y ese olor quien me lo da
es la hija del viejo Pancho.
Tomado de:
LA NEGRA
(A Félix Matos Bernier)
Bajo el manto de sombras de la primera noche,
la mano de Elohím, ahíta en el derroche
de la bíblica luz del fiat omnifulgente,
te amasó con la piel hosca de La serpiente.
Puso en tu tez la tinta del cuero del moroco
y en tus dientes la espuma de la leche del coco.
Dio a tu seno prestigios de montañesa fuente
y a tus muslos textura de caoba incrujiente.
Virgen, cuando la carne te tiembla en la cadera,
remedas la potranca que piafa en la pradera.
Madre, el divino chorro que tu pecho desgarra,
rueda como un guarismo de luz en la pizarra.
Oh, tú, digna de aquel ebrio de inspiración
cántico de los cánticos del rey Salomón.
LA LUNA DURMIÓ CONMIGO
Esta noche la luna no quiere que yo duerma.
Esta noche la luna saltó por la ventana.
Y, novia que se quita su ropa de azahares,
toda ella desnuda, se ha metido en ml cama.
Viene de lejos, viene de detrás de las nubes,
oreada de sol y plateada de agua.
Viene que huele a besos: quizá, esta misma noche,
la enamoró el lucero galán de la mañana.
Viene que sabe a selva: tal vez, en el camino,
la curva de su cola rozó con la montaña.
Viene recién bañada: acaso, bajo el bosque,
al vadear el arroyo, se bañó en la cascada.
Viene a dormir conmigo, a que la goce y bese,
y a cantar la mentira de que a ml solo me ama.
Y como yo, al oírla, por vengarme, le digo
"mi amor es como el tuyo", ella se ha puesto pálida.
Ella se ha puesto pálida, y al besarme la boca,
me ilumina las sienes el temblor de sus lágrimas.
Ahora ya sé que ella, la que en suntuosas noches
da su cuerpo desnudo, a ml me ha dado el alma.
PARIO LA LUNA
Altamar del Mar Caribe.
Noche azul. Blanca goleta.
Una voz grita en la noche:
-¡Marineros! ¡A cubierta!
Es el aullido del lobo
capitán de la velera.
Aúlla porque ha parido
su novia la luna nueva.
Y todos yen el lucero
que en el azul va tras ella:
ven el corderito blanco
detrás de la blanca oveja.
El piloto de la nave,
que a la baranda se acerca,
al ver el mar, todo espuma,
canta con voz de poeta:
-En sus azules hamacas
mece el mar sus azucenas.
Y entredice el sobrecargo:
-Es que las marinas yeguas
van al escape y sus crines
se vuelven sartas de perlas.
Y otra vez aúlla el lobo
capitán de la goleta:
-No son espumas de olas,
ni albas crines, ni azucenas:
es que en el mar cae la leche
del pecho que saca afuera,
porque ha parido un lucero,
mi novia la luna nueva.
BENDITO SEA EL DIABLO
Bendito sea el Diablo, que me amarra
al rojo de su capa y de su pluma,
y mis sentidos en amor sahúma,
y en fuego de dolor los achicharra.
Brinda una flor en su espumosa jarra
y una mujer surgiendo de la espuma,
que urden el iris de belleza suma
en que se enciende el arco de su garra.
No importa si la flor es venenosa
o es el infierno la mujer hermosa
en cuya tentación he de caer.
Bendito sea el Diablo que me tienta,
si siempre ante mis ojos se presenta
con una flor y en forma de mujer.
Tomado de:
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