¿ES REALMENTE FÁCIL UN ALTO AL FUEGO?
Parte para no ir a la guerra…
Pensar
con el deseo es lo que creo muchos colombianos hacemos, y es que imaginar por un instante en dejar de escuchar el ruido
de las armas disparándose, así como los cuerpos mutilados volando por los
aires, que más parece el minucioso relato de una escena hollywoodense que el
retrato de un campo de guerra colombiano, pero que como lo he escuchado muchas
veces por parte de los protagonistas, es una realidad, que tanto soldados, como
guerrilleros han vivido durante los más de 50 años de conflicto, y pues he
tenido oportunidad de escucharlos, en la medida en que en un momento de mi vida
me desempeñé como escolta y allí en medio del oficio conocí a muchos
combatientes del ejército, más aun, luego de mi accidente, en varias jornadas
de terapias, conocí a jóvenes soldados con un sinnúmero de lesiones que iban
desde mutilación por minas, pasando por heridas de fusil, hasta los ya
conocidos traumas de guerra, que no es solo propiedad de los combatientes sino
de personas que como yo terminamos siendo heridos por armas de fuego. Y, si yo,
que siempre he sido un pacifista, por cosas de la vida terminé empuñando un
arma y por esta misma circunstancia terminé herido y con secuelas, pues
arrastro igual un trauma de guerra, que será de esos niños, jóvenes que han
pasado casi toda su vida esquivando balas, y es que para mí un joven de 18 años
aun es un niño, como para estar jugándose la vida en el campo de batalla.
No,
no es fácil pensar en un alto al fuego y cese de las hostilidades cada día se
hace más necesario, si bien el estado decidió que para él era mejor negociar en
medio de los tiros, no creo que sea la misma percepción de las madres, hijos o
familiares de los combatientes, porque soldados y guerrilleros son colombianos,
jóvenes y con sus respectivas familias, cada uno luchando por un ideal, sea o
no sea válido, eso solo el tiempo lo dirá.
Pues
cuales son los nobles ideales que pueden limpiar la sangre en las manos de
nuestros jóvenes
Pues
ningún ideal noble puede limpiar la sangre… un ideal noble igual será manchado
por la muerte, y se convertirá en algo tan brutal y vano como la misma muerte.
Es
realmente triste el escalonamiento en la espiral loca de la violencia
colombiana, hemos pasado del combate.
En
momentos en que reunidos en Cuba los dos actores principales del conflicto,
intentan dar con una salida negociada, aquí las partes se trenzan en combates aun
más fuertes y de manera beligerante, todo esto acompañado de un discurso lleno
de odio y de mala fe.
Es
el momento de pensar si de verdad lo que se quiere negociar en Cuba es lo que
queremos para el país, y parte de eso es Necesariamente callar los fusiles, y
eso requiere de una voluntad de las partes, la cual realmente creo que debe
aclararse, pues si el estado insiste en que tiene derrotado a su contrincante,
entonces no veo razón para temer su fortalecimiento en un escenario de cese al
fuego, pues lo cierto es que luego de décadas están sentados, dialogando,
atendiendo víctimas y dejando entrever un deseo de reconciliación.
Pienso,
que si estamos dispuestos a jugar por la paz, necesariamente debemos considerar
un alto al fuego, porque no podemos firmar, y cerrar los ojos esperando que el
otro se evapore, se esfume, no, el otro existe, está vivo y está peleando, por
eso se dialoga y no se habla de rendición, si se tratara de eso entonces necesitaríamos
acabar con los cuarenta y pico millones de colombianos, pues siempre habrá
descontento, en una sociedad, no existe UTOPÍA, existe una sociedad que puede
avanzar en justicia social y mejoramiento de las condiciones de sus
integrantes, pero jamás el paraíso lleno de canciones y gente brincando entre
arco iris de colores, todas todas las sociedades tienen problemas, porque están
compuestas por personas, y las personas no piensan todas igual, la diferencia
radica en cómo se solucionan los conflictos, y como son menos desiguales.
Pero,
pensar, en que la única vía hacia la paz es la aniquilación del otro, solo
habla de una suerte de esquizofrenia militarista y guerrerista, para construir
se construye con el contrario, encontrando puntos de acercamiento y no
profundizando las diferencias, la discusión es necesaria, y de allí se
fortalece el pensamiento y se generan un sinnúmero de ideas para avanzar como sociedad.
Es
bueno pensar en un cese al fuego, mientras se prepara la firma de un documento
final, que en realidad es un inicio, pero para qué seguir sumando pérdida y
seguir abonando con sangre la patria, mejor paremos, un momento, y dejemos que
en la mesa y no en el campo se continué la disputa.
No
pienso que exista la sociedad perfecta, pienso que existen formas de
convivencia menos trágicas, en donde las relaciones de poder no sean tan
injustas, y las diferencias sean negociables y el bienestar alcance sino para
todos, si en un porcentaje bien equilibrado, y no es pensar en el comunismo o
en el capitalismo no más, es pensar en una sociedad justa, con libertades y
respeto, y no creo que sea esto un despropósito, no, creo que el despropósito
ha sido la mirada personalista y muy egoísta de la sociedad en donde muchos
sirven a muy pocos, y esos pocos se quedan con todo… y el peso de esos pocos lo
llevan los muchos, que realmente viven en tristes situaciones, con una
educación mediocre, unos salarios de miseria y un derecho siempre coartado a la
protesta y al libre desarrollo.
Por
eso pienso y hago votos para que pronto se proclame un cese al fuego y a las
hostilidades, démonos cuenta que tenemos condenados a muerte a nuestros jóvenes
sean del bando que sean, son colombianos y el futuro de la patria está en
ellos. Que será de Colombia en el futuro si dejamos que se aniquilen nuestros
jóvenes, si enarbolamos las banderas de la guerra y levantamos a unos niños en
los campos de la muerte, que país ¿será?, que sociedad ¿nos espera?
A ¿dónde
iremos a llorar nuestros muertos?
En
que cielo o infierno ¿convertiremos al país?
Hay
que pensarlo, con cabeza fría, sin odios y con
una fuerte dosis de esperanza.
Esta
columna, hoy no es tan extensa, pero creo que es mejor así, pues lo poco es
bueno para no olvidarlo.
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