domingo, 17 de mayo de 2015

POEMAS DE LEON FELIPE

Nadie fue ayer, 
ni va hoy, 
ni irá mañana 
hacia Dios 
por este mismo camino 
que yo voy. 
Para cada hombre guarda 
un rayo nuevo de luz el sol... 
y un camino virgen 
Dios.

León Felipe

COLOFÓN

Luz... 
Cuando mis lágrimas te alcancen 
la función de mis ojos 
ya no será llorar, 
sino ver.

León Felipe



COMO TÚ…

Así es mi vida, 
piedra, 
como tú. Como tú, 
piedra pequeña; 
como tú, 
piedra ligera; 
como tú, 
canto que ruedas 
por las calzadas 
y por las veredas; 
como tú, 
guijarro humilde de las carreteras; 
como tú, 
que en días de tormenta 
te hundes 
en el cieno de la tierra 
y luego 
centelleas 
bajo los cascos 
y bajo las ruedas; 
como tú, que no has servido 
para ser ni piedra 
de una lonja, 
ni piedra de una audiencia, 
ni piedra de un palacio, 
ni piedra de una iglesia; 
como tú, 
piedra aventurera; 
como tú, 
que tal vez estás hecha 
sólo para una honda, 
piedra pequeña 

ligera...


León Felipe




SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
Digo tan sólo lo que he visto. 
Y he visto: 
que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, 
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 
que los huesos del hombre los entierran con cuentos, 
y que el miedo del hombre... 
ha inventado todos los cuentos. 
Yo no sé muchas cosas, es verdad, 
pero me han dormido con todos los cuentos... 
y sé todos los cuentos.

León Felipe



REVOLUCIÓN

Siempre habrá nieve altanera 
que vista el monte de armiño 
y agua humilde que trabaje 
en la presa del molino. 
Y siempre habrá un sol también 
—un sol verdugo y amigo— 
que trueque en llanto la nieve 
y en nube el agua del río.

León Felipe



ORACIÓN

Señor, yo te amo 
porque juegas limpio; 
sin trampas —sin milagros—; 
porque dejas que salga, 
paso a paso, 
sin trucos —sin utopías—, 
carta a carta, 
sin cambios, 
tu formidable 
solitario.
León Felipe
ROMERO SÓLO…
Ser en la vida romero, 
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos. 
Ser en la vida romero, 
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo. 
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero. 
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, 
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero, 
ligero, siempre ligero. 
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo, 
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos 
para que nunca recemos 
como el sacristán los rezos, 
ni como el cómico viejo 
digamos los versos. 
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos, 
decía el príncipe Hamlet, viendo 
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo 
un sepulturero. 
No sabiendo los oficios los haremos con respeto. 
Para enterrar a los muertos 
como debemos 
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero. 
Un día todos sabemos 
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo 
la hizo Sancho el escudero 
y el villano Pedro Crespo. 
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo. 
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero, 
ligero, siempre ligero. 
Sensibles a todo viento 
y bajo todos los cielos, 
poetas, nunca cantemos 
la vida de un mismo pueblo 
ni la flor de un solo huerto. 
Que sean todos los pueblos 
y todos los huertos nuestros.

León Felipe



QUIERO ….SUEÑO

No me contéis más cuentos, 
que vengo de muy lejos 
y sé todos los cuentos. 
No me contéis más cuentos. 
Contad 
y recontadme este sueño. 
Romped, 
rompedme los espejos. 
Deshacedme los estanques, 
los lazos, 
los anillos, 
los cercos, 
las redes, 
las trampas 
y todos los caminos paralelos. 
Que no quiero, 
que no quiero, 
que no quiero, 
que no quiero que me arrullen con cuentos, 
Que no quiero, 
Que no quiero, 
Que no quiero, 
Que no quiero que me sellen la boca y los ojos con cuentos, 
que no quiero, 
que no quiero, 
que no quiero, 
que no quiero que me entierren con cuentos, 
que no quiero, 
que no quiero, 
que no quiero, 
que no quiero verme clavado en el tiempo, 
que no quiero verme en el agua, 
que no quiero verme en la tierra tampoco, 
que no quiero, a su ovillo, como un hilo de barba sujeto. 
Quiero verme en el viento, 
quiero verme en el viento, 
quiero verme en el viento, 
quiero verme en el viento... 
quiero... ¡quiero!... sueño... ¡sueño! 
Soy gusano que sueña... y sueño 
verme un día volando en el viento.

León Felipe



CREDO

Aquí estoy... 
En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando 
a que me llamen... 
Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita 
y condenada 
y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro 
y me ha dicho severo: 
No, no es la hora todavía... hay que esperar... 
Y aquí estoy esperando... 
con el mismo traje viejo de ayer, 
haciendo recuentos y memoria, 
haciendo examen de conciencia, 
escudriñando agudamente mi vida... 
¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí. 
Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda... 
Y mi esperanza se levanta para decir acongojada: 
Otra vez lo haré mejor, Señor, 
porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer? 
¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer? 
Creo que Dios nos da siempre otra vida, 
otras vidas nuevas, 
otros cuerpos con otras herramientas, 
con otros instrumentos... Otras cajas sonoras 
donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor 
para ir corrigiendo lentamente, 
muy lentamente, a través de los siglos, 
nuestros viejos pecados, 
nuestros tercos pecados... 
para ir eliminando poco a poco 
el veneno original de nuestra sangre 
que viene de muy lejos. 
Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo. 
Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio... 
¡pero está! 
Creo que tenemos muchas vidas, 
que todas son purgatorios sucesivos, 
y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos, 
constituyen el infierno, el infierno purificador, 
al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos. 
Ni el infierno... ni el fuego y el dolor son eternos. 
Sólo la Luz brilla sin tregua, 
diamantina, 
infinita, 
misericordiosa, 
perdurable por los siglos de los siglos... 
Ahí está siempre con sus divinos atributos. 
Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla... 
estos pobres ojos que no saben aún más que llorar.

León Felipe



COMO AQUELLA NUBE BLANCA

Ayer estaba mi amor 
como aquella nube blanca 
que va tan sola en el cielo 
y tan alta, 
como aquella 
que ahora pasa 
junto a la luna 
de plata. 
Nube 
blanca, 
que vas tan sola en el cielo 
y tan alta, 
junto a la luna 
de plata, 
vendrás a parar 
mañana, 
igual que mi amor, 
en agua, 
en agua del mar 
amarga. 
Mi amor tiene el ritornelo 
del agua, que, sin cesar, 
en nubes sube hasta el cielo 
y en lluvia baja hasta el mar. 
El agua, aquel ritornelo, 
de mi amor, que, sin cesar, 
en sueños sube hasta el cielo 
y en llanto baja hasta el mar.

León Felipe



VENCIDOS

Por la manchega llanura 
se vuelve a ver la figura 
de Don Quijote pasar. 
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura, 
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar, 
va cargado de amargura, 
que allá encontró sepultura 
su amoroso batallar. 
Va cargado de amargura, 
que allá «quedó su ventura» 
en la playa de Barcino, frente al mar. 
Por la manchega llanura 
se vuelve a ver la figura 
de Don Quijote pasar. 
Va cargado de amargura, 
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar. 
¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura, 
en horas de desaliento así te miro pasar! 
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura 
y llévame a tu lugar; 
hazme un sitio en tu montura, 
caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura 
que yo también voy cargado 
de amargura 
y no puedo batallar! 
Ponme a la grupa contigo, 
caballero del honor, 
ponme a la grupa contigo, 
y llévame a ser contigo 
pastor. 
Por la manchega llanura 
se vuelve a ver la figura 
de Don Quijote pasar...


León Felipe





PIEDRA DE SAL 

Tu estabas dormida 
como el agua que duerme en la alberca ... 
y yo llegué a ti 
como llega 
hasta el agua que duerme 
la piedra. 
Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste 
como en ondas el agua que duerme se quiebra 
cuando 
llega 
a turbar su remanso dormida 
la piedra. 
Piedra fui para ti, piedra soy 
y piedra quiero ser, pero piedra 
blanda de sal 
que al llegar a ti se disuelva 
y en tu cuerpo se quede 
y sea 
como una levadura de tu carne 
y como el hierro de la sangre en tus venas. 
Y en tu alma deje una sed infinita 
de amarlo todo ... y una sed de belleza 
insaciable ... 
eterna ... 

León Felipe

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