Poema El Hueco de Luis Vidales
Mis versos dicen.
Hueco
único sitio habitable.
Casas.
Casas.
Casas.
Huecos interrumpidos por paredes y puertas.
Huecos divididos en cuadros.
Hueco
único sitio habitable.
Casas.
Casas.
Casas.
Huecos interrumpidos por paredes y puertas.
Huecos divididos en cuadros.
Mi vida
mi vida transeúnte
está llena de las troneras
de las horribles cavernas
que las casas les hacen a los huecos.
mi vida transeúnte
está llena de las troneras
de las horribles cavernas
que las casas les hacen a los huecos.
Y ya no puedo
borrar en mí la sensación
de los huecos de la ciudad
encerrados en los cajones de los cuartos.
borrar en mí la sensación
de los huecos de la ciudad
encerrados en los cajones de los cuartos.
Poema El Teléfono de Luis Vidales
El teléfono es un pulpo que cae sobre la ciudad. Sus tentáculos se
enredan en las casas. Con las ventosas de los tentáculos se chupa las
voces de las gentes. De noche -se alimenta de ruidos.
enredan en las casas. Con las ventosas de los tentáculos se chupa las
voces de las gentes. De noche -se alimenta de ruidos.
Poema Oración De Los Bostezadores de Luis Vidales
Dedicado a Leo Le Gris-Bostezador
Señor.
Estamos cansados de tus días
y tus noches.
Tu luz es demasiado barata
y se va con lamentable frecuencia.
Los mundos nocturnales
producen un pésimo alumbrado
y en nuestros pueblos
nos hemos visto precisados a sembrarle a la noche
un cosmos de globitas eléctricas.
Señor.
Nos aburren tus auroras
y nos tienen fastidiados
tus escandalosos crepúsculos.
¿Por qué un mismo espectáculo todos los días
desde que le diste cuerda al mundo?
Señor.
Deja que ahora
el mundo gire al revés
para que las tardes sean por la mañana
y las mañanas sean por la tarde.
O por lo menos
?Señor?
si no puedes complacemos
entonces
?Señor?
te suplicamos todos los bostezadores
que transfieras tus crepúsculos
para las 12 del día.
Amén.
Estamos cansados de tus días
y tus noches.
Tu luz es demasiado barata
y se va con lamentable frecuencia.
Los mundos nocturnales
producen un pésimo alumbrado
y en nuestros pueblos
nos hemos visto precisados a sembrarle a la noche
un cosmos de globitas eléctricas.
Señor.
Nos aburren tus auroras
y nos tienen fastidiados
tus escandalosos crepúsculos.
¿Por qué un mismo espectáculo todos los días
desde que le diste cuerda al mundo?
Señor.
Deja que ahora
el mundo gire al revés
para que las tardes sean por la mañana
y las mañanas sean por la tarde.
O por lo menos
?Señor?
si no puedes complacemos
entonces
?Señor?
te suplicamos todos los bostezadores
que transfieras tus crepúsculos
para las 12 del día.
Amén.
Poema Las Hojas de Luis Vidales
El viento vira en los aires
sobre la hélice de la hoja.
Nadie ha visto el viento
pero las hojas van señalando su rumbo.
Da tristeza.
Para que el vuelo de las hojas
fuera a su gusto
todas deberían ir provistas
de motorcitos de mariposa.
sobre la hélice de la hoja.
Nadie ha visto el viento
pero las hojas van señalando su rumbo.
Da tristeza.
Para que el vuelo de las hojas
fuera a su gusto
todas deberían ir provistas
de motorcitos de mariposa.
Poema La Música de Luis Vidales
En el rincón
oscuro del café
la orquesta
es un extraño surtidor.
La música se riega
sobre las cabelleras.
Pasa largamente
por la nuca
de los borrachos dormidos.
Recorre las aristas de los cuadros
ambula por las patas
de los asientos
y de las mesas
y gesticulante
y quebrada
va pasando a rachas
por el aire turbio.
En mi plato
sube por el pastel desamparado
y lo recorre
como lo recorrería
una mosca.
Intonsamente
da vueltas en un botón
de mi d?orsey.
Luego ?desbordada?
se expande en el ambiente.
Entonces todo es más amplio
y como sin orillas…
Por fin
desciende la marea
y quedan
cada vez más lejanas
más lejanas
unas islas de temblor
en el aire.
oscuro del café
la orquesta
es un extraño surtidor.
La música se riega
sobre las cabelleras.
Pasa largamente
por la nuca
de los borrachos dormidos.
Recorre las aristas de los cuadros
ambula por las patas
de los asientos
y de las mesas
y gesticulante
y quebrada
va pasando a rachas
por el aire turbio.
En mi plato
sube por el pastel desamparado
y lo recorre
como lo recorrería
una mosca.
Intonsamente
da vueltas en un botón
de mi d?orsey.
Luego ?desbordada?
se expande en el ambiente.
Entonces todo es más amplio
y como sin orillas…
Por fin
desciende la marea
y quedan
cada vez más lejanas
más lejanas
unas islas de temblor
en el aire.
Poema El Paseo de Luis Vidales
El cielo espejea entre los árboles.
Los árboles se imaginan
que están a orillas de un lago color violeta.
Nosotros advertimos el engaño
y a grandes voces espantamos a los árboles
como si se tratara
de unos altos pájaros verdes
que hubieran escondido
en el plumaje
la otra pierna.
Los árboles se imaginan
que están a orillas de un lago color violeta.
Nosotros advertimos el engaño
y a grandes voces espantamos a los árboles
como si se tratara
de unos altos pájaros verdes
que hubieran escondido
en el plumaje
la otra pierna.
Cuando volvemos a casa
empieza a holgar en mi cabeza
el sombrero de copa de la noche.
empieza a holgar en mi cabeza
el sombrero de copa de la noche.
Poema En El Café de Luis Vidales
El piano
que gruñe metido en un rincón
le muestra la dentadura
a los que le pasan junto.
La bomba eléctrica
evoluciona su luz
en el espejismo de mis uñas
y desde la mesa
donde una copita
vacía
finje
burbuja
de aire
solo -a grandes sorbos-
bebo música.
En neblinas de vapor
van pasando ante mis ojos
los sopores de Asia…
Siento que anda por mi sangre
el espíritu de las uvas
del Mediodía…
y cuando los alambiques de la orquesta
dejan de filtrar
el alma ebria
-que le da por tornasolarse
en el azul de los sueños-
se interna por la callejuela tortuosa
de un cuadrito
colgado a la pared.
que gruñe metido en un rincón
le muestra la dentadura
a los que le pasan junto.
La bomba eléctrica
evoluciona su luz
en el espejismo de mis uñas
y desde la mesa
donde una copita
vacía
finje
burbuja
de aire
solo -a grandes sorbos-
bebo música.
En neblinas de vapor
van pasando ante mis ojos
los sopores de Asia…
Siento que anda por mi sangre
el espíritu de las uvas
del Mediodía…
y cuando los alambiques de la orquesta
dejan de filtrar
el alma ebria
-que le da por tornasolarse
en el azul de los sueños-
se interna por la callejuela tortuosa
de un cuadrito
colgado a la pared.
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