LOS PECES SEDIENTOS
Me río
cuando oigo decir que los peces en el agua están se-
[dientos.
No captan
el hecho de que lo que está más vivo de todo está
[dentro
de tu propia casa;
¡y así
andan de una ciudad sagrada a la siguiente con una mi-
[rada
confusa!
Kabir te
dirá la verdad: ve adónde quieras, a Calcuta o al Tibet;
¡si no
puedes encontrar dónde está escondida tu alma,
para ti el
mundo nunca será real!
QUÉ HIZO DE KABIR UN SIRVIENTE
Entre lo
consciente y lo inconsciente, la mente ha puesto
[un columpio;
todas las
criaturas de la tierra, aún las supernovas, se hama-
[can entre estos dos árboles,
y nunca se
queda quieto.
Ángeles,
animales, humanos, insectos por millones, también
[el sol que
rueda y la luna;
las eras
pasan, y todo continúa.
Todo está
hamacándose: el cielo, la tierra, el agua, el fuego,
y el
secreto lentamente va haciéndose un cuerpo.
Kabir vio
eso durante quince segundos, y lo convirtió en un
[sirviente de por vida.
LA LÁMPARA SIN ACEITE
Conozco el
sonido de la flauta extática,
pero no sé
a quién le pertenece esa flauta.
Una
lámpara arde y no tiene ni pabilo ni aceite.
¡Una
almohadilla de lilas florece y no está aferrada al fondo!
Cuando una
flor se abre, normalmente otras docenas lo hacen.
La cabeza
de pájaro de la luna sólo está llena de los pensa-
[mientos de la
luna,
y cuando
la próxima lluvia venga será lo único en lo que
[piensen los pájaros de la lluvia.
¿Quién es
aquel a quien nos pasamos amando la vida entera?
Tomado de:
http://inutilesmisterios.blogspot.com/2016/09/los-poemas-de-kabir.html
11. Antes, yo jugaba día y noche con mis compañeras, y ahora tengo miedo.
El palacio de mi Señor está tan alto,
que mi corazón tiembla de subir;
pero no debo ser miedosa, si quiero gozar de Su
amor.
Mi corazón ha de buscar a mi Bienamado,
he de quitarme el velo y unir a Él todo mi ser.
Mis ojos serán dos lámparas de amor.
Kabir dice:
Oyeme, amiga mía: Él comprende quién lo ama.
Si no languideces de amor por el Único Bienamado,
es inútil que adornes tu cuerpo;
es en vano que te pongas ungüento sobre los
párpados.
12. Cuéntame, ¡oh cisne!, tu antigua historia.
¿De qué país vienes, oh cisne?
¿Hacia qué riberas encaminas tu vuelo?
¿Dónde descansarás, ¡oh, cisne!, y qué es lo que
buscas?
Despiértate esta misma mañana, ¡oh, cisne!,
levántate y sígueme.
Hay un país donde no imperan ni la duda ni la
tristeza, donde ya no existe el terror de la muerte.
Allí, los bosques primaverales están en flor,
y la brisa nos trae un perfume que dice: "Él
soy Yo".
Allí, la abeja del corazón
penetra profundamente en la flor,
sin aspirar a otro goce.
13. ¿Quién te servirá, oh, Señor increado?
Cada fiel adora al Dios que él se crea;
cada día recibe sus favores.
Algunos no lo buscan a Él, al Perfecto,
a Brahma, al indivisible Señor.
Creen en diez Avatares;
pero un Avatar que sufra las consecuencias de sus
actos no puede ser el Espíritu infinito.
El Uno Supremo debe ser otro.
Los yoguis, los sanyasis, los ascetas, dispútanse
entre sí.
Kabir dice:
¡Oh, hermano!,
aquel que ha visto la irradiación de su amor,
ése está salvado.
14. El río y sus olas forman una misma superficie:
¿Qué diferencia hay entre el río y sus olas?
Cuando la ola se levanta es agua,
y al caer sigue siendo agua.
Decidme ¿dónde está la diferencia?
Porque la hayan nombrado ola,
¿ya no se la considerará como agua?
En el seno del Supremo Brahma,
los mundos se engarzan como las cuentas de un
rosario.
Contempla ese rosario con los ojos de la
sabiduría.
15. Donde reina la Primavera, señora de las estaciones, se escucha una música misteriosa.
Torrentes de luz caen por doquiera.
Pocos hombres pueden alcanzar esas riberas,
donde millones de Krishnas
se mantienen cruzados de brazos,
donde millones de Vishnús se prosternan,
donde millones de brahmanes leen los Vedas,
donde millones de Shivas
se abstraen en contemplación.
Allí, millones de Indras y de innumerables
semidioses tienen al cielo por morada.
Allí, millones de Saraswatis, diosas de la
música,
tañen la vina.
Allí, mi Señor se revela a Sí mismo,
y el perfume del sándalo y de las flores se
esparce
en todos los dominios del espacio.
16. Entre los polos de lo consciente
y de lo inconsciente, el espíritu oscila.
Es el columpio donde están suspendidos todos los
seres
y todos los mundos,
cuya oscilación nunca cesa.
A él se aferran millones de seres;
en él se columpian la luna y el sol en su
carrera.
Transcurren millones de edades,
y el columpio sigue con su movimiento.
Todo oscila: el cielo y la tierra, el aire y el
agua,
y el Señor mismo, ahí personificado.
Y la visión de todo ello
ha hecho de Kabir el servidor de su Dios.
17. La luz del sol, de la luna y de las estrellas
fulgura con vivo resplandor:
la melodía amorosa asciende cada vez más,
acompasada al ritmo del amor puro.
Día y noche, el coro llena los cielos,
y Kabir dice:
Mi único Bienamado me deslumbra como el
relámpago.
¿Sabéis cómo expresan su adoración los instantes?
blandiendo su círculo de luces,
el universo, día y noche, canta adorando.
Allí, dice Kabir, la adoración no cesa jamás.
Allí está en su trono el Señor del universo.
El mundo entero ejecuta su obra y comete sus
yerros; pero pocos son los amantes que conocen al Bienamado.
Como se mezclan las aguas del Ganges y del Jumna,
así se mezclan en el corazón del hombre piadoso
las dos corrientes del amor y del sacrificio.
En su corazón, el agua sagrada se esparce día y
noche,
y así concluye el ciclo de los natalicios y de
los óbitos.
¡Qué inefable reposo en el Espíritu Supremo!
Sólo lo goza quien lo busca.
Sujeto por las cuerdas del amor,
va y viene el columpio oceánico del gozo,
y hay un potente estallido de canciones.
¡Ved aquel loto que florece sin agua!
Y Kabir dice:
La abeja de mi corazón liba su néctar.
¡Maravilloso loto florecido en el corazón del
universo!
Sólo las almas puras conocen sus delicias
verdaderas.
La música vibra por doquiera,
y el corazón participa en el gozo del mar
infinito.
Kabir dice:
Sumérgete en ese océano de dulzura,
y deja que vuelen lejos todos los errores
de la vida y de la muerte.
Ya ves cómo aquí se sacia la sed de los cinco
sentidos;
ya no existen las tres formas de la miseria.
Kabir dice:
Estamos en lo Inaccesible; miraos adentro
y veréis cómo brillan en vosotros los rayos de
luna
de Dios escondido.
Allí late el ritmo de la vida y de la muerte.
Ahí surgen los arrobamientos,
todo un espacio radiante de luz.
Allí se escucha la misteriosa música,
que es la del amor de los tres mundos.
Allí arden los millones de lámparas del sol y de
la luna.
Allí resuenan por doquiera los amorosos cánticos,
llueven ondas de luz,
y el adorador saborea con delicias el celeste
néctar.
Ved la vida y la muerte:
ya no hay entre ellas separación alguna.
Kabir dice:
El sabio enmudecerá, pues la Verdad no puede
hallarse en los libros ni en los Vedas.
Me he asociado al armonioso equilibrio del Uno.
He bebido la copa de lo inefable.
Encontré la clave del misterio.
Alcancé la raíz de la Unión.
Viajando sin camino llegué al país sin dolor,
y la gracia del Gran Señor
ha descendido dulcísima en mí.
Se canta al Dios infinito como si fuera
inaccesible;
pero en mis meditaciones, sin mis ojos, yo lo he
visto.
Es, de cierto, el país sin sufrimientos,
y nadie sabe el camino que a Él conduce.
Sólo aquel que encontró ese camino
va más allá de la región de los dolores.
Maravilloso país,
que no puede pagarse con ningún mérito.
El sabio lo ve; el sabio lo canta.
Tal es la última palabra;
pero ¿cómo expresar su maravilloso sabor?
Aquel que la saborea una vez,
sólo él sabe el gozo que puede dar.
Kabir dice:
Al conocerla, el ignorante se convierte en sabio
y el sabio se queda mudo, en silenciosa
adoración.
El adorador se embriaga totalmente.
Su sabiduría y su desprendimiento son perfectos.
Bebe en la copa de las inspiraciones y de las
aspiraciones del amor.
Allí, todo el cielo se llena de armonías,
y la música suena sin cuerdas y sin pulsaciones.
Allí no cesa nunca el juego de la alegría y del
dolor.
Kabir dice:
Si te sumerges en el océano de vida,
vivirás en el país de la suprema felicidad.
¡Qué frenesí de éxtasis contiene cada hora!
El adorador exprime y bebe la esencia de las
horas.
Vive con la vida de Brahma...
Digo la verdad, porque acepté la verdad en mi vida.
Estoy consagrado a la verdad,
porque ahuyenté, lejos de mí, todas las falsas
apariencias.
Kabir dice:
Así se libra el adorador de todo miedo,
así lo abandonan todas las ideas erróneas
sobre la vida y la muerte.
Allí el cielo se llena de música.
Allí llueve néctar.
Allí vibran las cuerdas del arpa y suenan los
tambores.
¡Qué secreto esplendor irradia ese castillo del
cielo!
Ya no hay amaneceres ni puestas de sol.
En el océano de revelaciones que es la luz del
amor,
el día y la noche no forman más que uno.
Alegría eterna; ni dolor, ni luchas.
Allí he bebido, llena hasta los bordes,
la copa de la dicha, de la dicha perfecta.
No hay lugar allí para el error.
Kabir dice:
Allí he sido testigo de los juegos de la única
felicidad.
He conocido en mí mismo el juego del universo;
he escapado al error de este mundo.
Lo externo y lo interno
se han hecho para mí un sólo cielo.
Lo infinito y lo finito se han unido.
Me embriago con la visión del Todo.
La luz invade el universo; es la lámpara del
amor, ardiendo en el candelero del saber.
Kabir dice:
Allí no puede deslizarse error alguno,
y ya no existe el conflicto de la vida con la
muerte.
18. La región central del cielo, donde el espíritu reposa, está radiante de una música de luz.
Allí florece la pura y cándida armonía,
donde mi Señor halla sus delicias.
En el prodigioso esplendor de su cabellera
piérdese el fulgor de millones de soles y de
lunas.
Kabir dice:
Ven, ¡oh Dharmadas!
y contempla el triunfo de mi Señor omnipotente.
¿Dónde la acción y el reposo en esa ribera?
No hay agua a la vista, ni barco, ni marino.
No hay ni una sola cuerda para empujar el barco,
ni hombre alguno para sirgar.
Ni tierra, ni cielo, ni tiempo;
nada existe ahí: ni río, ni ribera.
No hay ahí ni cuerpo, ni espíritu.
¿Dónde podrías aplacar la sed de tu alma?
Nada encontrarás en esta nada.
Sé fuerte y vuélvete a ti mismo.
Ahí te hallarás en tierra firme.
Considera esto, ¡oh, corazón mío!
No te vayas a ninguna otra parte.
19. ¡Oh, corazón mío!
El Espíritu Supremo, el Dueño omnipotente
está junto a ti.
¡Despierta, despiértate!
Corre a echarte a los pies de tu Bienamado,
pues tu Señor está muy cerca.
Estuviste dormido durante siglos innumerables,
¿y no quieres despertar esta mañana?
20. ¿Qué ribera quieres alcanzar, corazón mío?
Ningún viajero ante ti.
Ningún camino.
Tomado de:
http://www.planetaholistico.com.ar/Libros/Kabir/CienPoemas.htm
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