domingo, 1 de agosto de 2021

POEMAS DE ARTURO CAPDEVILA


(Marzo 14, 1889, Córdoba / Diciembre 20, 1967, Buenos Aires, Argentina)


Epitafio 

 

Del repecho más alto del acantilado que fue

se despeñó hasta el fondo de sí mismo.

Tardó toda su vida cayendo.

Ya llegó.


Desde el más personal de todos los silencios 

 

Desde el más personal de todos los silencios

tu vestido desciende

para aclarar el mundo

 

 

Cubres de sol mi piel

Propagas en mis muslos el motín de la carne

 

 

Mis párpados se cierran

Siento tu tacto hundiéndose

Buscando suaves luces

piel adentro.

 

Canto en voz baja 

 

Triunfará del olvido tu hermosura

Francisco de Quevedo

 

 

Éste es un canto para ti

Entero como el aire que pasa y acaricia las flores del durazno

Feliz como una noche total

Dulce como los niños que se enamoran de su maestra

y no saben decir dónde les duele y lloran

 

 

Éste es el canto de tu cabello largo como la tarde

Arroyo donde el sol se sumerge

Agua donde mis dedos arden como peces

Red que sale del mar cargada de colores

Arena fina entre mis manos

 

 

Éste es el canto de tu mirada que hace danzar los árboles

Que hace hermosos a los perros y al aire triste de la ciudad

y a la ciudad y sus muertes innumerables

 

 

Canto a tu mirada Refugio de la luz

casa del día como quien canta las pozas bajo la espesura

de los bosques

Canto la frescura y el brillo

la calma y la tentación del hundimiento

 

 

Este es un río que de golpe avanza

y se transforma en viento sobre los pastizales

y se hace luz sobre el espacio azul.

 

 

Canto tus labios que tienen el grosor de la dicha

y se encienden como mínimos astros

en el instante en que los rosa levísima el ala del deseo

 

 

Canto tu lengua frutal

que deja reposar su tacto sobre los labios rojos

que se posa en los dientes y los envuelve y acaricia y enloquece

y los hace morder

raíz oscura

la pulpa del deseo

 

 

Canto tu talle besado por el día

Luminoso tobogán que va de la razón hasta el delirio

 

 

Canto tu grupa tensa de potranca

Viva como el trino de todos los pájaros del mundo

Tus ancas plenas como sandías

jugosas y mordibles como manzanas madurísimas bajo

el ocio del sol

Nido de mis manos hechas palomas tibias

Libro en que se lee la historia verdadera del hombre

De los hombres

 

 

Tus nalgas pesan en mis muslos con la densidad de la tibieza

Se mueven con un sentido exacto de rotación

Duermen junto a mí por el tiempo necesario

Y no se sacian nunca

Y no me sacian nunca

 

 

Canto tus rodillas vivas relucientes

Tus muslos tersos y fragantes como el interior de un mango

Tus pies tibios y dulces suaves y delicados

amorosos y tiernos como la mirada del huérfano

 

 

Canto tus pechos que se levantan de la blancura total

Tus pechos y su redondez total

Tus pechos y su aureola perfectísima

impresionable como la planta sensitiva al soplo al toque

mínimo

 

 

Canto tus pezones

Canto el color de tus pezones

Canto el color de tabaco en tus pezones

 

 

Éste es en fin el río que gota a gota te construyo

 

 

He querido cantar sobre el papel como sobre tu cuerpo

 

 

He quedado rendido

Lacio y fatigado como los días después del temporal

 

 

Déjame descansar junto a tu cuerpo

Sobre tu vientre

 

 

Arrópame.

 

Ni al amor ni al mar

 

 

Es refrán de España

que sabe a cantar!

Ni al mar ni al amor

los queráis gritar;

que siempre lo suyo

tornan a buscar:

el amor sus rosas,

sus tierras el mar.

 

 

Es refrán de España

que sabe a cantar.

No lo olvide nadie

Ni al amor ni al mar.

Tomado de:

https://blogpoemas.com/arturo-capdevila/

 

Sobre las ruinas

              

      Ayer pasó la muerte por mi casa...

Se hizo una noche solitaria en torno,

y en medio de las sombras de la noche,

se hacinaron escombros sobre escombros.

 

      El isócromo golpe de las picas

desmoronó el hogar. Así fue cómo

se desplomaron los antiguos muros,

y hoy ya no son más que ceniza y polvo.

 

      Un agrio ruido de hachas rechinaba

en el huerto infeliz. Tronco por tronco,

los árboles cayeron en un vasto

montón sobrío de ramajes rotos.

 

      Noctívagos murciélagos, rondando

por el húmedo ambiente borrascoso,

con sus alas de trapa y de tiniebla

marcaban el compás de mis sollozos.

 

      Unos búhos graznaban en la sombra...

Transido de terror, clamé socorro...

Dos búhos de la sombra me escucharon...

Se asentaron los dos sobre mis hombros.

 

      Desde entonces, de pie sobre las ruinas,

a los recuerdos del ayer me acorro;

y cuando nadie mis angustias sabe,

doblo la frente, y por mis padres lloro.

Tomado de:

http://www.poetaspoemas.com/arturo-capdevila/sobre-las-ruinas

 

Magia negra

¡Atadla! ¡Desnudadla! ¡Suetadle

los brazos con la propia cabellera!

¡Sujetadle los puños por la espalda!

¡Cerradle el nudo con sus mismas trenzas!

 

Machacad entretanto en el mortero

hasta que polvo imperceptible sea,

la antigua pasta... ¡Machacad de modo

que en un polvo infernal cuaje la mezcla!

 

Mientras esto se cumple, vieja maga,

no olvides a las cómplices estrellas.

Yo cuidaré del trébede maldito,

donde el incienso que enbrujaste humea.

 

Y cuando tú lo mandes, profetisa,

yo mismo entre las carnes traicioneras,

le marcaré el tatuaje, poco a poco,

conforme al rito de la magia negra.

 

La hechizaremos con tan grave hechizo

que una roja locura la enceguezca,

y con los ojos ciegos, desolada

por infinito horror cruce la tierra.

 

De modo tal que el sacrilegio horrendo

que así me libra a la tieniebla eterna,

sea el crimen más cruel que hayas cumplido,

¡sacerdotisa de la magia negra!

 

Que así la amo y así por su pecado

pierdo el alma en las hórridas tinieblas...

¡Sacerdotisa!... Sí... Nada me digas...

¡Sé que el octavo círculo me espera!

 

Pues yo mejor que tú sé de tus artes,

y mucho más que tú sé de tu ciencia...

Por eso, por tus signos te lo juro:

¡Ay de ti si la cábala te yerra!

 

In memoriam

Madre del alma, madre: Es la hora en que pienso

las cosas más amargas. De par en par abierto

está el ensombrecido palacio del recuerdo.

 

Por las desiertas salas, bajo los sacros techos,

la vieja pompa es humo; toda la casa, un hueco;

y en el hogar, tú sabes, que es ya ceniza el fuego.

 

Así es la vida: polvo. Menos que polvo: viento.

Menos que viento: sombra. Menos que sobra: un eco

Acaso un eco inútil. ¡O todavía menos!

 

¿Qué me quedó siquiera de tus sagrados besos?

¿Qué me quedó de aquellas caricias de otro tiempo?

Polvo en la frente... ¡Vana ceniza entre los dedos!

 

¿Qué me quedó siquiera de tus postreros besos?

Contigo se callaron. Contigo se durmieron.

-También los enterramos, dirá el sepulturero.

 

Por el callado alcázar de mi recuerdo, yerro.

Contémplanme las quietas cariátides de yeso,

y hay una que interroga:

- ¿Qué quiere acá, ese muerto?

Tomado de:

https://www.poemas-del-alma.com/arturo-capdevila.htm

 

¡Siempre!

 

De niño cuando a mi pueblo

todo llegaba por avión

o a lomo de caballo

entre la lluvia la noche el lodazal la selva

mi padre reposaba leyendo una por una

las páginas hermosas de la revista Siempre!

 

Yo aún no había tomado ni caballo ni avión para conocer México

México era el país y su espejo era Siempre!

 

Lo importante de México pasaba por esas páginas en sepia

que leíamos con mala luz eléctrica

Ahí aprendí a leer el rostro múltiple de la patria

bajo la mano sabia por apenas visible

de mi joven padre en sus treinta

Este es el doctor Atl me dijo un día cuando el pintor murió

y su noble barba ennobleció la portada de Siempre!

 

Y yo veía los rostros de Leduc Gómez Arias Domingo

y Suárez Alvarado Gutiérrez y González

Zabludovsky Pagés García Naranjo.

 

y deletreaba el nombre de la patria

como si fuera el rojo corazón del planeta

Todo esto me brota en la memoria ahora

justo ahora en que mi foto sale en la revista

y se habla bien de mí como del hombre limpio que mi padre soñó

y se honra en mí al poeta que con seguridad mi padre no soñó

Se habla de su hijo:

uno que pudo hacer que sus palabras fueran puras.

 

Y yo algún día soñé y si no lo soñé hubiera querido

que mi padre encontrara esos artículos donde se habla de su hijo

hojeando una por una las páginas de Siempre!

 

que treinta años después sigue llegando al pueblo

por vías menos ásperas mucho menos hermosas

que el lomo de un caballo

o las alas de un avión sobre el follaje espeso

Pero mi padre nunca podrá ver esas páginas:

la luz ha abandonado sus ojos para siempre

Aunque ahora tengamos en el pueblo tan buena luz eléctrica.

 

Reina del lodo

Tira tu tarascada sobre mi muslo

Hembra del jabalí

Que tus colmillos partan carne y trocen huesos

Que sieguen esta sangre tan dormida

¿A qué sabe la luz?

 

¿A qué la sombra?

 

Traga todo mi infierno bestia oscura

Tus perros negros ladraron contra mí toda la noche

Mordisqueaste los belfos del caballo

Ensayé trinos con mi lengua

pero los puercos se alimentaron con pájaros crudos

(Aún puedo ver pequeñas plumas en tu boca roja)

Soy tu espejo oh Maligna

Tu belleza pasmaba y hacía llorar

mas tu gemela oscura desenroscose

del negro aliento de la Gorgona

He aquí mi muslo hembra del jabalí:

tira tu tarascada.

 

Luego échate a dormir entre las palomas descuartizadas.

 

Entre la sangre seca y los huesos de los muertos.

 

Ronca.

Tomado de:

https://poemasamoryamistad.com/arturo-capdevila

 

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