domingo, 8 de mayo de 2022

POEMAS DE FRANCIS JAMMES

 



SOL

 

. . . . . . . . . A Ernest Caillebar[2]

 

El pueblo al mediodía. La mosca de oro[3] canturrea

entre los cuernos de los bueyes.

Iremos, si quieres,

si así lo quieres, a la campiña monótona.

 

Oye al gallo... Oye la campana... Oye al pavo real...

Oye allá, allá, el asno...

La golondrina negra se cierne,

los álamos a lo lejos se marchan como un mantón.

 

¡El pozo roído por la espuma! Escucha rechinar

su polea, aún rechina,

porque la chica de los cabellos de oro

tiene el viejo cubo todo negro, de caerle la plata en rocío.

 

La niña se marcha, con un paso que hace inclinar

en su cabeza dorada el cántaro,

su cabeza como una colmena,

que se funde al sol bajo las flores del melocotonero.

 

Y en el pueblo, he aquí que lanzan los tejados ennegrecidos

copos garzos al cielo azul;

y los árboles perezosos

en el horizonte que vibra, apenas se mecen.

 

5

 

Pondré jacintos blancos

en mi ventana, en el agua clara

que parecerá azul dentro del vaso.

 

Pondré sobre tu garganta blanca

y reluciente como piedra

de arroyo, bolas de acebo.

 

Pondré sobre la pobre cabeza

del desdichado perro sarnoso,

y ojos manchados,

 

la más dulce de mis caricias,

para que él, tan aterido,

se vaya mucho más gozoso.

 

Pondré mi mano sobre la tuya,

y me conducirás hasta la sombra

donde giran las hojas de otoño,

 

hasta la arena de la fuente

que la lluvia, tan suave, atravesó,

donde se remoja el viejo prado.

 

La lluvia fina, mi pensamiento manso

como la llovizna.

 

Pondré sobre el cordero que bala,

una rama de hiedra amarga

que es negra porque es verde.


 

HABÍA UNAS GARRAFAS

 

. . . . . . . . . . A Charles Veillet[4]

 

Había unas garrafas de agua clara

en el pequeño y negro jardín del ministro protestante,

en su casa de aspecto severo;

y había también grandes vasos

sobre el mantel. Había hojas en las contraventanas.

 

El mes de junio. Sobre la pequeña alameda,

un trozo de sedal de pesca, roto y en su caña,

había sido dejado, y el día

estaba gris y, como suele decirse, cargado,

igual que si fueran a caer gruesas gotas de agua.

 

Por la ventana negra, triste y abierta,

oíamos un piano en los laureles relucientes.

Las pequeñas ventanas eran verdes.

Allí debíamos ser muy felices, por cierto,

como en los libros de Rousseau hace tanto tiempo.


 

LA PEQUEÑA QUE MURIÓ

Una pequeña choza con un perro delante….

¡Oh, querida mía! A la tarde, está la rosa mojada.

En el parque grande, cerca de la reja oxidada,

la cogí enseguida para ti, soñando.

 

Llovizna fuera; ven aquí, ven… el viento

solloza en los laureles… ¡oh! quédate así, cogida

con tus endebles brazos a mi cuello…casi plegada….

Hagamos de nuestros corazones muertos un amor que reviva.

 

Sumérgete con tus dulces ojos de violeta umbría

en la mirada mía, tan triste y grave, que refleja

mis duelos de amor... Oye mi voz... Es el tañido fúnebre

 

que conduce despacio, con su pequeño vestido,

a la única a quien quise, Muerta al palidecer el alba,

que tiene en sus manos de cera lilas ligeras.

[2] Alcalde de Estang, pueblo donde residió largas temporadas Jammes (N. del T.)

[4] Profesor de inglés, amigo personal y condiscípulo de Jammes en Burdeos (N. del T.).

Tomado de:

http://letras.mysite.com/dara071216.html

 

 

Ofrecimiento oscuro

 

Yo les traigo mi mala fortuna

semejantes a sueños muertos

la luna resplandece, señor

mis espirituales desiertos

 

Del sueño las sierpes violadas

se hospedan en mi corazón

deseos rodeados de espadas

leones ahogados al sol.

 

Y hay lirios de muerte custodios

y hay manos que dicen adiós;

la flor purpural de los odios,

las flores sin polen de amor…

 

Señor, ten piedad de mi ofrenda,

piedad de mi noche feroz.

que pase la luna tremenda

segándola como una hoz.

Tomado de:

https://poemacoleccion.blogspot.com/2013/10/poemas-de-francis-jammes.html

 

"Los domingos, el bosque viene a vísperas..."

Los domingos, el bosque viene a vísperas.

¿Habrá baile a la sombra de las hayas?

No sé... ¿Qué sé yo?

Una hoja cayó de la ventana.

Esto sé; más, no.

 

La iglesia. Cantos. Una gallina.

Es la fiesta; cantó la aldeana.

Rodar el viento en el azul se ve.

¿Habrá baile a la sombra de las hayas?

No sé; nada sé.

 

Mi alma está triste, dulce y afligida.

¿Habrá baile a la sombra de las hayas?

Bien sabes tú que el bosque los domingos viene a vísperas.

Pensar esto, ¿es ser poeta?

No sé; ¿yo qué sé?

¿Vivo acaso? ¿Tal vez sueño?

¡Oh, el sol, y el perro, bueno, el triste perro!

Y aquella aldeanita,

A quien dije: "Cantas muy bien..."

 

¿No bailará a la sombra de las hayas?

Quisiera ser, quisiera ser,

el que va poco a poco dejando caer,

como un árbol sus bayas,

su tristeza, su tristeza, parecida

a los bosques que vienen a vísperas.

Tomado de:

https://franciscocenamor.blogspot.com/2017/06/poema-del-dia-los-domingos-el-bosque.html

 

Oración para querer el dolor

 

Sólo mi dolor tengo y otra cosa no quiero.

Siempre me ha sido fiel y lo seguirá siendo.

¿Cómo estar resentido con quien me ha acompañado

en las horas amargas en que mi corazón

triturado era a fondo por mi acongojada alma?

¡Oh, dolor! He acabado, ya ves, por respetarte,

pues estoy seguro de que nunca te irás.

Lo reconozco: eres, a fuerza de ser, bello.

 

Eres igual que quienes no abandonaron nunca

el fuego de mi pobre y negro corazón.

Más que una bienamada eres tú, dolor mío:

a ciencia cierta sé que el día en que agonice,

acostado estarás, dolor, entre mis sábanas,

para en el corazón una vez más entrar.

Tomado de:

https://elbosquesilencioso.com/2020/03/25/oracion-para-querer-el-dolor-francis-jammes/

 

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