sábado, 26 de octubre de 2024

POEMAS DE NIRMALENDU GOON


La historia de un rikshawala

¡Tocaste la música de nuestro «crin, crin, allegro»

con tanta ternura esta tarde!

Aquí, por favor, toma estos 25 paisa,

y te consigues un buyo en el camino de regreso.

Dile a Badar que ponga un poco de esencia en tu buyo.

Mejor no tomes el de zarda bajo este sol tan fuerte.

A diferencia de mí, no vas a estar sentado junto a la suave brisa

de un ventilador eléctrico, escuchando las canciones de Atulbabu.

Llevarás a los pasajeros a la estación de tren,

a Noumahal, a Kanchijhuli.

Un borracho incorregible puede subirse a tu riksha,

debes llevarlo al muelle, necesita urgente aire fresco.

Hay ebrios en el tráfico, jeeps rugientes

con el emblema del gobierno,

patanes, tontos, torpes caminando por las calles,

cruces de ferrocarril,

los montacargas, el fastidio de que salte

la cadena de tu triciclo, y las disputas de los pasajeros impacientes.

Tienes que estar constantemente atento.

Tocando un allegro de «crin, crin»

te precipitarías a lo largo de la tarde

a lo largo de los estrechos caminos sin pavimentar.

Bueno, ¡y si de repente comienza a llover!

Los pasajeros fruncirían sus narices

por el débil olor a orina de tu lungi humedecido.

Puede que de pronto recuerdes a tu niño de piel oscura.

Se ha vuelto tan hiperactivo últimamente.

Qué soñadores son sus ojos,

te han estado esperando,

ya debe estar durmiendo en los brazos de su madre,

tu esposa estará pensando en ti mientras cose la colcha

para el vecino de al lado.

¿Cuándo volverás a casa, señor?

¿Ha entrado algo más tu estómago desde

esa comida de arroz sobrante que tuviste

antes de que salieras esta mañana?

Aparte de un ‘Gopal bidi’ que fumaste hace un par de horas,

no has tenido tiempo para ti mismo.

Sólo pasajeros, pasajeros tras pasajeros.

 

«Hey, muévete, maldito bastardo!»

Estabas descansando un momento al lado de la calle

por tu fatiga

antes de que la policía de tráfico te echara.

 

Vuelves a casa, destrozado,

abatido, exhausto.

Aun así, estás contaminando a los peatones

con tu dulce allegro de «crin, crin».

En tus dos puños tienes las gargantas

de dos cobras venenosas sujetas con tesón.

Tienes sudor en tu espalda,

ampollas en tus pies, lágrimas en tus ojos.

 

 

La corona moribunda 

 

La corona moribunda

¿La tierra está ahora llena de cráneos malditos?

Posiblemente, también brilla la corona

del limitado conocimiento humano en mi cabeza!

 

Exijo la libertad incondicional de la luz

que la cortadera anhela todos los días.

Tiemblo de pena por la terrenalidad del hombre,

cuando la civilización con sus millones de manos

detiene la procreación de la naturaleza,

en una pervertida pasión por su propia existencia.

Con un tirón más fuerte en mi arco

destrozo la implacable tierra sin arar;

mi tiempo, el tiempo eterno, fluye, como yo

intoxicando mi millón de ojos con la vista

sobre los cultivos excedentes.

 

El crimen perpetrado por los hombres contra hombres

me sacudió en un ataque de temblor;

arranco la corona moribunda del egoísmo

de mi cabeza indignada.

En esta tierra natural cubierta de flores,

las hojas, la tierra y el agua,

alimento al recién nacido con la sabiduría

que reuní a través del esfuerzo.

¡He aquí, llega el hijo del comunismo!

¡Liberará al mundo y liberará al país!

 

Yo, el padre de la civilización de la riqueza acumulada,

me inclino aquí, rogando su perdón,

nada más que su perdón.

 

 

Fuego

Hay una gran multitud en la estación de policía.

Soldados suspicaces en la ciudad se están llevando todas las armas de fuego.

Ciudadanos asustados, de acuerdo con las directivas de los militares,

están depositando sus escopetas,

rifles, pistolas y cartuchos como ofrendas prometidas

en algún santuario sagrado. En la mesa

yace la mano del santo como una flor.

 

Sólo yo desobedezco la directiva militar,

convirtiéndome en un leve rebelde. Regreso francamente

a mi habitación y ahora descansa conmigo

un arma de fuego terrible como el corazón.

No la entregué. 

 

Qué pecado me redimiría

Nunca he probado la fruta

del árbol prohibido,

he estado esperando – esperando –

como el mar que espera al río,

o el río la marea alta,

con la remota esperanza

que un sentimiento se arrastraría hacia arriba

desde el interior de las rocas

y me encendiara el corazón con pasión.

 

Nunca he estado en un burdel,

ni nunca me revolqué en ese placer prohibido,

he estado esperando, esperando –

me gusta la revolución que se cuece a fuego lento

y espera con impaciencia la hora cumbre,

o como el pecho agitado de una joven doncella

esperando a su primer amor.

 

Nunca he dormido con ninguna placentera joven

con la esperanza

que el amor, como un monstruo marino

agitando el mar en un violento duelo de apareamiento,

me enseñara el arte.

 

Dime, alma sabia, por favor hazlo,

qué pecado me redimiría.

 

Traducción del inglés al castellano de Jona & Tobías Burghardt

De 100 Poemas de Bangladés, Edition Delta, Stuttgart (Alemania), 2020.

Tomado de:

https://www.abisiniareview.com/tal-vez-no-soy-un-humano/

 

 

Escribiendo una línea

 

Quiero escribir una línea

 

En el mar o en la orilla

 

Dónde tú existas

 

A excepción de todo.

 

 

La verdad sobre una mujer fértil

 

Aférrate al cuerpo descompuesto

 

¡De tu marido, en tus brazos, oh Sati!

 

Envuélvelo con cuidado en el paño que vistes,

 

Y cuando su forma se desvanezca, búscalo en la ausencia de toda forma,

 

Dibuja su perfil intacto como una pintora experta.

 

 

 

El conflicto es la verdad esencial, y más que él es la luz

 

Y la forma material dibujada con sus líneas abstractas;

 

Al final del día se quemará en la pira funérea

 

Y el incienso será encendido en los hogares:

 

El hijo y la hija de la tierra crean los ornamentos de la vida.

 

 

 

La verdad de tus sueños también se halla en las sombras y en las ilusiones,

 

Con tus manos humanas habrás de elevar una morada;

 

Tendrás muchas cosas que ganar, nada que perder,

 

Rebrotes de arroz hervido se requieren,

 

Es tu parte del pacto. 

 

 

 

Sol y lluvia sostienen la fertilidad continua,

 

Una mujer fértil es verdadera, la sequía es apenas efímera.

 

 

El cuerpo quiere alimento

 

Has llevado todos sus huesos en la canoa,

Los restos mortales de tu marido.

 

No pueden dejarse expuestos sin cuidado,

Cubiertos de tela han de permanecer

En el núcleo mismo del corazón.

 

El cuerpo que quiere alimento, es en sí mismo alimento para otros

Seres etéreos buscando eternamente formas de vida.

 

El alma que es mezclada con los cinco elementos de acuerdo a la ley divina

Ese cuerpo toma un vuelo dichoso en el firmamento del amor.

 

Estás segura que tu marido no está muerto,

Morir por una mordedura de serpiente, qué conjetura convincente.

 

Por ello has prometido restaurar su imperceptible respiración.

¿Quién puede destruir la ideal vida conyugal de Sati?

 

Dejen que los dioses y las diosas convivan felices en el cielo

La tierra sostiene a los retoños del hombre y de la mujer.

 

Tú eres la hija de la tierra fértil,

Por tu intermedio las semillas crecen y continúan,

Mientras tu esposo sea tu amante compañero,

Nada es el cielo ante tu suave lecho.

 

Tú eres la hija de la tierra fértil,

Por tu intermedio las semillas crecen y continúan,

Mientras tu esposo sea tu amante compañero,

Nada es el cielo ante tu suave lecho.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2016/10/poetas-de-bangladesh/

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