(29 de agosto de 1926, Jacmel, Haití)
Hegel en el Caribe
Papá Hegel es savia soberana
en el olmo de la filosofía:
sus germanas palabras de filósofo
aún viajan triunfales
en torno a los seres, a las aves
y a las cosas bellas de la vida,
mientras su faro sigue ciego
al naufragio de los Negros del mar Caribe.
¿Acaso por esto el mar
es un poeta trágico?
Papá Hegel se sabe de memoria
como su pupitre, la dialéctica
del ser y parecer en sociedad
de plantación: amo y esclavo
colono/indígena
santo cristiano/loa vudú
francés/criollo
blanco/negro/mulato
no obstante sus palabras forman sombras en torno
a los problemas de la máscara y la verdad.
¿Acaso por esto mi vida
no es escalera de cristal?
Papá Hegel tiene fuertes manos videntes
de carpintero para alumbrar a giorno
leyes y secretos de la gran historia
de las humanidades, mas no tiene ojos de hermano
para las venas que corren, alocadas,
desoladas, por el bosque de la desdicha negra.
¿Acaso por esto, mi negra,
comemos y bailamos en la cocina
cuando es noche de fiesta en Occidente?
El neumático incendiado
A Laënnec Hurbon
A Hans Christophe Buch
¿Conocéis la receta del tío Lebrun?
buen solomillo de haitiano a la plancha,
entrecot con patatas de nigromantes,
ola de historia humana azulona
de tanto sangrar en leña de infamias.
Haitiano-bistec viviendo el infierno
en un tercio de isla donde circula el destino
lejos de los convidados a la comedia,
sometidos los músculos, subastados en el templo
de los mercaderes negros y blancos de la
globalización.
¡En el país primer productor mundial
de desdichas y de zombis,
voto en contra el neumático incendiado,
en contra del espacio y del tiempo locos
que nos hace la llama del tito Lebrun!
Yo voto por Toussaint Louverture
en contra del eterno retorno del látigo a mi
lomo.
Salgo huyendo del viejo
orden gemelo bárbaro/civilizado;
a todo correr dejo para siempre
la casa en llamas de las barbaries:
soy un matinal volver a empezar,
mi carnaval madruga para ir
a-votar-al-sol-de-un-arte-de-vivir-juntos.
Omisión de socorro a poetas en peligro
La ternura de los poetas viaja
en ballena azul alrededor del mundo:
ayudadnos a salvar esta especie
en vías de extinción.
El Caos haitiano
A Yvonne Bador
Abierta está una desdicha-tigre
entre la vida y yo: ¿puede uno
dominar el caos haitiano de sus días?
¿puede uno contener en sus venas de nómada
el flujo existencial de tiempos de soledad?
todo el ultramundo mundial de nocturna
desolación
sigue ofreciendo brazos de mar que cruzar.
Un mal-estar no interrupto se enrosca sin fin
en adiós de ternura al golfo de Jacmel.
Uno puede pasar su vida de poeta vencido
exiliado en los siete días de la semana.
Teniendo ante mí los años contados,
soy el caballo sudoroso de mis raíces.
Intemperies 99
A Pierre Tournier
Más allá de las viñas naufragadas
más allá de las casas reventadas
y de los sueños esfumados,
más allá de los ojos que todo lo perdieron,
más allá de las vidas que la lluvia humilló,
en la herida más viva del espíritu
la cicatriz va haciendo su obra de ternura:
los inocentes pájaros aprenden a cantar
de nuevo en el silencio de las gentes.
Lézignan-Corbières,
noviembre 1999
Ralentizar, obras nocturnas en la bahía de Nueva York
La casa propia haitiana y la casa ajena,
americana y potente, juntas alumbran
mi travesía de la rosa fervorosa de los vientos.
La barbarie de los tiempos ya no me espanta.
La libertad, estrecha en su jaula de hierro,
baja a prestar su sortilegio a la noche en vela
del poeta que trabaja en la bahía de Nueva York.
La estatua neoyorquina es huésped conmovida
de mis manos de alfarero: alegre y grave
bajo mis caricias de animal marino, el hada
de la pasta se abre a mi periscopio maravillado.
Mi cabeza detectora sitia su cuerpo de sirena:
metal caliente bajo el júbilo de mi honda,
eje húmedo y tierno, entre risas mudamos
la piel en la puerta donde renace la libertad.
Mitos esfumados
A Henri Bangou
Mis viajes de alegre nómada antillano
me condujeron hasta mi abismo natal:
amo su espacio y su tiempo marinos en duelo,
su vida hecha añicos sobre mi desierto.
Lejos de mi infancia maravillada en Jacmel
mis rebeldías de loa de la poesía
son en mis viejos días estrellas muertas.
La ternura de la leche ha dejado de subir
a los pechitos de las hadas de mi generación.
En un muelle expuesto a los tsunamis de la tarde
mi odisea cabe en un pañuelo remendado
que agita todo un país que se esfuma.
Aquí está, presa de su autodestrucción,
vive a temperatura de su suicidio,
en mi corazón todo su azul sin norte
en torno a mis ensueños de poeta en pedazos.
¡Ay, perdiz mía, siempre en rumbo fijo hacia
un ultrasufrimiento demente del sufrir!
¡Ay, dulce loa de la paz y las armonías,
concede a mi poema su última gira
en esta hora del naufragar donde el ocaso
haitiano
enciende su quinqué en mi frente desolada.
Ceremonia de los adioses
A Sophanna y Miguel Igout
He aquí su vida llevada por el flujo magnético
que regula sus días y sus viajes de poeta;
un trote de burro en camino de cabras
un vuelo espiral de aeroplano sobre
el viejo cementerio marino de infancias
un tratado de erotismo chino justo antes
de irse en los gritos de amor de las mujeres,
de la campana basilical al carillón
vaciado en el metal en fusión de la mujer.
El porvenir pereció en la frente del viajero.
El horizonte se fue, quedó solo en el mundo:
¿qué tiempo de esperanza hará en el país natal?
Un radiante otoño de sabiduría responde
al espíritu protegido contra la morriña.
Muy de mañana corre a lomos de rucio
por tortas de yuca y leche del recuerdo.
Con el cuerpo cerrado a utopías de presa toma
la senda de la vida donde todo se envida.
Un gran jardín de ensueño aporta a sus trabajos
el embeleso de un perpetuo mes de junio.
Es memoria de la vida y de la muerte.
Es el acmé adulto culmen de la madurez.
En la tarde del retorno al polvo
la poesía de un eterno sol del membrillo
abre sus exequias al adiós de las mujeres.
Brillará su sol largo tiempo en sus cenizas.
Retorna al limo loco del bien y del mal:
a su vez se extingue en el lecho de tinieblas
sobre sus islotes de sombra cae sin piedad la
noche.
Epitafio
Cuando vuelva su canto al polvo
de los caminos, plántenle un jardín
con frutas mañaneras de un abril imposible.
Poemas traducidos por el equipo de traducción
dirigido por los profesores Joëlle Guatelli-Tedeschi y Adoración Elvira
Rodríguez y cedidos para su publicación en El Cultural por la Fundación
Sinsonte
Flores en el buzón
I
Esta mañana,
una mano puso flores en tu buzón:
¿será acaso un sol que te escribe
desde una cárcel de tu país?
¿O es un telegrama SOS de la luna
que de repente ve venir
las amenazas del hombre?
¿Será el último árbol romántico
de Nueva Zelandia que quiere
intercambiar sellos contigo?
¿Desde cuándo la lluvia envía
mensajes cifrados a sus amigos?
Puede que sea la carta certificada
de un ruiseñor necesitado de dinero.
¿Y si fuera la carta anónima de un
cocodrilo, alcalde de una aldea tenebrosa?
¿o la carta de algún maldito presidente
vitalicio de la república?
¿o la de un tiburón notario de un país racista?
¿Quizás sean flores explosivas, dotadas
de un maravilloso mecanismo de acción
retardada, flores cultivadas
en los invernaderos del Ku Klux Klan?
II
Las llevo a mi
oficina
para descifrar sus olorosos mensajes:
son flores del fondo del mar. Un olor
de marea alta invade mi casa. En la firma
de alga marina. Estas flores son
los besos de una princesa de alta mar,
es el alfabeto de su vida, la morsa
gloriosa de su sangre en flor.
Es el violento misterio de su cuerpo
cuando el orgasmo la proyecta conmigo
a la cima del reino vegetal. Ella,
desde el fondo de las aguas, me envía
las noticias de las hierbas inocentes
del mundo. Me da los buenos días de las
primeras mariposas del año, los buenos días
de los primeros peces y los primeros besos
de adolescentes que reclaman un poco de ternura,
de paz y dignidad, con una luz fresquísima,
para todos los ojos que acaban de llorar.
Testamento de Ernesto Che Guevara
Largo es el camino del Che en el hombre
Largo el río, largo el surco
Que espera las semillas, largo
El paso marino de Ulises en nuestros pasos
Largo el sable vegetal para avanzar
por la selva desconocida!
A
nuestras puertas siempre tendremos
Cada mañana su olor de café fuerte
Y una gran necesidad del Che siempre
Nos estará esperando en el arca de la noche!
Él será un oriente de sal en nuestras olas!
Largo es el brazo del Che en nuestro cielo
Largo —el árbol que lleva sus verdades
Largo el peñasco al que está encadenado su
destino
Largo el silencio en que su voz nos habla del
hombre del siglo XXI!
Y su voz es escuchada
Hasta en las entrañas de los mares!
Él ha hablado más alto que los escándalos del dinero!
Más alto que la Estatua de la Libertad!
Más alto que las acciones compradas sobre la
salud del hombre
Él ha hablado más alto que las orgias de los
valores bursátiles!
Más alto que la vergüenza que rasca los cielos
de Nueva York!
Más alto que las mil especies de fraudes y de
mentiras
Que han aplastado contra su muro las frentes de
rinocerontes ebrios!
Él ha hablado más alto que los siete pecados
capitales!
Más alto que los hombres de paso de vicios de
mil patas
Más alto que los hombres de paso de ignominias
de cien cabezas
Más alto que las magias de la violencia de
dieciocho mil garras!
Nos deja su estrella de hombre del siglo XXI!
Nos deja las líneas de su mano!
Nos deja sus gritos de guerra!
Nos deja su arcilla y su escudo!
Nos deja cien fábricas de balas y de libros!
Nos deja la edad de Vietnam
Para que la llevemos sobre los hombros
Con las lágrimas y la sangre que corren,
La más alta escala del hombre!
Una nueva edad de la ternura En el hombre!
Nos deja la contraescalada del hombre,
Con su paciencia y su tenaz belleza,
Con sus pequeñas dudas
Y su rigor obstinado,
Con sus nostalgias
Y su más suntuosa razón!
Nos deja un patío
Que permanecerá verde todo el año.
Nos deja un radar que guíe
Rosas hacia el corazón del hombre.
Nos deja una pantalla donde seguir
La marcha de la belleza en el hombre!
Nos deja sus hormigas, sus herramientas,
Su barba, su boina, su camisa horadada,
Su fusil y su hierba mate.
Nos deja tres letras para navegar en alta mar!
Nos deja un hombre sin paz ni tregua consigo mismo.
Mientras quede sobre la tierra
Un solo hombre humillado!
Nos deja una fraternidad
De riberas de diamante!
Nos deja sus heridas
Y sus cicatrices
Y sus pies que dolían
De tanto haber andado en lugar
de
nuestros pies!
Y su asma que tanto había velado
en
nuestras fronteras en peligro
Nos deja su barco de Ulises
Como un gran arco en el cielo
Nos deja un avemaría
Más puro que el más puro
Del pozo de nosotros mismos!
Nos deja la muerte que organiza
Y la muerte que cura.
Nos deja la violencia
Que golpea y que forma
En el dolor
La nueva ley del hombre!
Nos deja las tres letras
Del gran soleamiento del hombre
Por el hombre: Che!
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