(8 de diciembre de 1943, Kansas City, Misuri, Estados Unidos - 8 de julio de 2015, Massachusetts, Estados Unidos)
Joven con jamón
Lo estoy viendo
desde mi ventana. Se aferra
al jamón como
si fuera una pelota de rugby que todos
quieren robar.
Sigue mirando por sobre su hombro y
deteniéndose
para cerciorarse de que el jamón está bien resguardado
en sus manos.
No hay nadie más en la calle. Pero, ¡momento!
el viejo
Wilson, quien vive a metros de mi casa, aparece
de improviso,
vistiendo tiradores y un sombrero de fieltro,
y está trotando
lo mejor que puede,
persiguiendo al
joven. Salgo al porche
para observar.
El joven aún no ha visto al Sr. Wilson.
Entonces, en el
último instante, lo descubre
e intenta
escapar. Para mi gran sorpresa, el Sr. Wilson
vuela en
palomita y tacklea al joven. Luchan
y gruñen. El
Sr. Wilson logra arrebatar el jamón,
se zafa del
joven,
y empieza a
correr calle abajo con la presa.
Claramente,
ahora es su jamón.
Curioso
Gabriela estaba
recostada desnuda, panza arriba,
sobre la
alfombra del living,
cuando un avión
de juguete
antiguo, bajó
zumbando desde el cielo,
aterrizó apenas
cruzando sus senos
y carreteó
hasta el límite con su pubis.
Yo estaba
pintando una pared
y bajé el
cepillo inmediatamente.
Ella sonreía.
“Fue un
aterrizaje increíble”, le dije.
“Perfecto”,
acotó.
Ella notó mi
excitación y me avergoncé.
“solamente para
vos”, dijo,
“voy a hacerlo
de nuevo”.
Una historia verdadera
Era la hora del
almuerzo, y yo estaba sentado en un banco
en el parque,
cuando un lindo perrito se me acercó y me dijo:
“Discúlpeme
señor, lamento importunarlo, pero ¿podría usted
convidarme un
mordisco de su sándwich? La mendicidad
no es parte de
mi naturaleza, pero ciertas circunstancias fuera
de mi control
han menguado mi orgullo. Estoy perdido y confundido.
Parece que mi
dueño me ha abandonado, y no he comido nada
durante seis
días.”
“Querido
amigo”, le dije, “por favor toma
lo que queda de
este sándwich. Debo volver a mi trabajo, pero,
si quieres, ven
a buscarme aquí a las cinco de la tarde, y estaré
muy contento de
llevarte conmigo a mi hogar. Y, con tu
aprobación, de
muy buen grado te alojaré,
y te alimentaré
cada día, y estoy seguro de que
me harás muy
feliz”.
El perro aceptó
reencontrarse en el banco más tarde, pero
cuando regresé
había tan sólo una nota.
Escrita en
perfecta caligrafía, decía:
“Señor, no sin
vergüenza debo rechazar su generosa
oferta. Lo he
estafado durante seis días consecutivos,
y cada día
usted me ha donado generosamente su almuerzo,
por lo que me
siento en deuda. Sin embargo, su falta de memoria
me preocupa, y,
en particular, cómo afectaría mi existencia
en su
domicilio. Con todo respeto, señor, la vida del parque,
sobrevivir
gracias a mi picardía,
me sienta de lo
más bien”.
De algún modo sin conciencia de su origen celestial
El sol brillaba
a través de la lluvia
creando de este
modo el efecto de un segundo advenimiento
no de Cristo,
sino de una bestia siniestra de un solo ojo,
incorpórea,
excepto por el ojo
lagañoso y
triste.
Un relámpago
casi me mata de un susto.
Yo estaba
sentado en mi silla, dejando
crecer mi barba. Mi cerebro se encendía como
tablero de
flipper y yo rezaba pidiendo orden.
Yolanda me
preguntó si quería un sándwich.
“Un sándwich es
quizás nuestra única esperanza,
nuestra mejor
esperanza,
nuestra última
posibilidad de sobrevivir a esta gran explosión.
Sos una santa
y una genia,
Yolanda”, le dije.
“Hacételo vos”,
me respondió.
Intentamos agradar
Me dirigí a la
cabina y le dije
al piloto:
“discúlpeme, Capitán, pero me parece
que me olvidé
la cámara de fotos en el aeropuerto. ¿Habría
alguna
posibilidad de que regresemos?” “No
hay problema”,
me dijo, y el avión comenzó
a girar y a
descender a una velocidad impresionante.
Los pasajeros
gritaban. El envión me arrojó hacia atrás
y no conseguía
incorporarme. Volví gateando a la cabina
y dije,
“discúlpeme, Capitán, ya encontré mi cámara.
No hace falta
regresar”.
El Capitán dijo
“no hay problema”,
y el avión
emprendió un nuevo giro y un rápido ascenso.
Nuevamente caí
hacia atrás, y los pasajeros chillaban
y aullaban cada
vez más. Pero pronto recobramos nuestro curso,
y el resto del
viaje fue muy agradable,
y el aterrizaje
fue perfecto.
Mientras
hacíamos fila para salir,
el Capitán
aguardaba junto a la puerta
de la cabina,
estrechando las
manos de los pasajeros.
Cuando fue mi
turno me preguntó,
“¿Qué tipo de
cámara tenés?”
Le dije: “No
tengo cámara”.
“Me encanta la
gente como vos”, me dijo.
Y después me
abrazó.
Y yo le di un
beso en la mejilla.
El encantador arco de un meteoro en el cielo nocturno
En la fiesta
estaban aquellas almas sabias
que nadaban por
el fondo como esos enormes peces
blancos que
viven cientos de años
pero no se
divierten. Son casi ciegos y necesitan el frío.
William era una
raya venenosa cuidando su cueva.
Solamente se le
acercaban quienes estaban
preparados para
la batalla mortal. Más cerca
de la
superficie, los peces pequeños jugaban,
nadando en
diseños mixtos que sólo un dios
podría
descifrar. Chusmeaban y devoraban
y boxeaban y
consumían, y algunos, sin duda,
hasta
engendraban. Es una vida llena de agitación,
entusiasmo,
melodrama y trinos, pero más temprano
que tarde, se
acaba. Y nada se revela porque
nunca fue
conocido.
Joder a los astronautas
I
Eventualmente
debemos combinar las pesadillas.
un ángel
fumando un cigarrillo en los escalones
Del último
banco nacional, me dijo.
La puse con mi
pulgar. No necesito eso
charla barata
tengo mis propios problemas
Fue triste,
emocionante y horrible.
Fue
emocionante, horrible y triste.
Fue horrible,
triste y emocionante.
Era acogedor,
enojado, y deplorable.
Era adorable,
alegre y tentadora.
Eventualmente
hay que fumar un pulgar.
charla barata
tengo mi propio angel
En los pasos de
los problemas del banco.
Me dijo que no
necesito eso.
Tomaré esta una
ventana
Con sus mapas
de hollín y arañazos.
para que mis
sueños recuerden
entre sí y para
que mis ojos no lo hagan.
cegarse por el
nuevo mundo.
II
Las llamas no
bailan ni se deslizan.
Han pintado la
habitación de verde.
Bellas y
desnudas, las esposas.
están durmiendo
ante el fuego.
Ahora está
fuera. Los hombres tienen
regresó a las
chozas,
criaturas
esclavizadas del bosque
piso a través
de su blanco
estacion de
vagones. Que casi sobre
lo hace, dice
el otro,
tirando su cubo
sobre su cabeza
Bueno, supongo
tenemos todo,
dice uno,
sintiendo
alrededor en el barro,
Como si fuera
un niño.
Ahora recuerdan
que quieren
que barro,
quien no recuerda
para qué se
levantaron
Ellos lo
parcelan: cuando
están lo
suficientemente borrachos
ellos van a la
ciudad con
un cubo de
barro, diciendo
podemos
cortarlo en
Molinos de
viento como una vaca hinchada.
Más tarde,
pintan el interior.
de la choza
negro,
y sentarse
chupando huevos toda la noche,
Quieren algo
real, útil,
pero no hay
nada
III
Ingeniaré el
amanecer
han desmontado
nuestras sombras
nuestros ecos
son borrados de las paredes
Tus pezones son
los esqueletos de las aceitunas.
tus pezones son
una delicia oriental
tus pezones
desaparecen como papeles de cigarrillos
Tus pezones son
la boca de los mudos.
así que ya no
estoy aquí
madeja de rayo
la tinta oscura
de la memoria en tu última sonrisa
donde las
estrellas se han tragado su horario de trenes
Donde las
estrellas se han ahogado en sus oscuras enaguas.
como un
calcetín de hamburguesa
recibiendo el
rayo
en su clítoris
rojo sobre rojo
el prisionero
confiesa su
vals
a través del
rayo sacacorchos
no importa el
rayo
en tus dientes
vamos a vals
Soy la máquina
de pinball hachís
que viola un
piano.
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