jueves, 19 de septiembre de 2019

POEMAS DE ARNALDO CALVEYRA


Resultado de imagen para arnaldo calveyra
(23 de febrero de 1929, Gobernador Mansilla, Argentina - 15 de enero de 2015, París, Francia)



La rata lazarilla


A mi lado, que es el este, hay un hombre que es el este, está
mirando, tiene la cara inclinada, acaso espera de ese lado, acaso
solo sabre esperar de ese lado, de todos los modos de espera de ese lado.

En algunos rincones del muelle crecen abandonados los yuyos, los
yuyos que no se dan con nadie, no se apasionan por casi nada.
Aunque tal vez no lo sepa, el hombre de la cara inclinada, de
alguna manera está dedicado a ese pastizal hirsuto.

El ciego de la rata pasa con una cuerda de pescar objetos, el
ciego es el sur.

La rata que lo acompaña se le apersonó una vez y se quedó a
vivir con él para siempre.



Trabajos que cumplir:


fotografía al desconocido que avanza a tientas por el muelle, es
tu pensamiento;

entrar de nuevo en las cabinas de la derecha, las moscas siguen
golpeando enloquecidas contra los vidrios, vivas. Abrir los
ojos de buey clausurados con papel de diario engomado, no mirar
lo que no está, lo que no entró contigo;

ir con la Medida de Aquel patio Que Sabes una ESE Lugar desconocido de  Diario del fumigador de guardia


Costumbres en casa


La primera estrella

traspasa la ventana

y descansa del viaje

en el centro de mesa.

Jarra fresquita

olorosa a primavera,

ropero

de la pieza de al lado,

un traje persiste

en el olor de la muerta,

silla que mira al campo.

Campo.

Colonias de malvones

golpean a las puertas.

Si Virgilio viviera

diría

lo rosadas que parecen esas nubes.

El alma ya pronta

a la muerte por sueño.

Te llevaré la mañana temprano

en un vaso de agua.


Iniciación poética


Atacar con una trompeta a las palabras, irlas reduciendo a polvo mientras el silencio espiralea, se combustiona, se apacigua en esa trompeta.

Esperar que el silencio se apague hasta el silencio.

Concentrarse, mientras tanto, entre la ceniza, mientras más silencio acude desde siempre (que es desde más lejos ahora), se quema, alienta, espiralea en esa trompeta.

Seguir acechando entre la ceniza de todos los idiomas por si alguna palabra quisiera renacer (contraatacar) de nuevo.

Palabra en el tiempo, palabra cielo toldado, a mitad de camino se
desvía, en un sesgo de sílaba se te acerca al oído –te parece que la
oyes-, te llega en redondo el tañido de la campana bajando por lo
mismo de tarde, tarde de ayer tarde, tarde de esta tarde, la rima de
sombra y acacia, nada se mueve, nada se mueve.

*********************

Palabra en trance de esperarte, en su compañía nace la palabra cielo
toldado. Una mitad es silencio que destinas al verso, palabra en
espera de la lluvia, se lleva bien con tu esperar que llueva, en un
verso te muestra la grandilocuencia del patio, una mitad es silencio.

********************

Corazón bajo tierra, la palabra escrita se borra, hace como que se

borra. Y al llegar la madrugada ya estará pronta su mitad de

barrilete.

tapa-Diario-de-eleusis



De El hombre del Luxemburgo (1997)


                                                                                                             A lo largo,  a lo ancho de

espejo de la fuente alivianado por nubes, la mancha de aceite, la

palabra. Cunde, es página –precipicio en blanco y negro-, encierra

el arrojo, encierra la intrepidez de significar, ser agua que corre,

agua de una fuente, pasión imposible de contener, acuñando en su

huida una imagen en los pocos que pasan, música que se destruye ni

bien oída, ocasiona praderas.



                                                                                                             Gratitud para con esas

                                    historias que lo ayudan a vivir y, llegado el caso



                                                                                                             se deja investir por la

                                    canción



                                                                                                             improbable.



El poeta Arnaldo Calveyra.
El poeta Arnaldo Calveyra.



De Libro de las mariposas (2001)




                                              Olía triste. Nos llegaba la voz antes que el cuerpo, su voz

                                    cansada por el bajo. Y en la callecita, esa voz se callaba, los

                                    paraísos, para que la hilacha del cuerpo se detuviera atónita, se

                                    quedara mirándonos esperarla, su renguera se llevaba bien con el

                                    mentón.



                                    Era tan triste esa llegada.



                                              Y entonces no era una voz sino un velorio, un velorio con

                                    inacabables migas de pan sobre la falda.






De Maizal del gregoriano (2005)





                                    Acudimos al espectáculo en derredor de un plato incandescente y de

                                    una danza, y yo, entrerriano recién llegado a la abadía de Solesmes

                                    en busca de retiro y de silencio, me siento en un lugar apartado de la

                                    iglesia a oír el gregoriano que  cunde a lo maizal de nave a nave en

                                    procura de los techos entibiados por la luz de las velas, oigo al

                                    monje a mano derecha, de pie junto a la columna, en busca de notas

                                    que se amen.


*************************





                                    Noche cuerdas adentro. Con noche afinan. Cuerdas en lo desierto

                                    del patio, con él afinan. En este invierno que dura siglos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario